40. Celebración

El equipo había obtenido su primera victoria contra las legiones de Eon, y confiábamos en que el mensaje llegaría hasta el nuevo dueño del mundo.

Sabíamos que no bastaría para ponerlo nervioso, probablemente ni se fuera a preocupar, pero recién estábamos comenzando, y con sólo sacarle un leve gruñido nos íbamos a contentar. Lo otro llegaría, lo haríamos llegar. No nos detendríamos hasta que Eon y todos sus seguidores estuvieran contra las cuerdas, y una vez allí nos aseguraríamos de darle un último y definitivo golpe.

Pero, de momento, Los Vigilante se merecían festejar este pequeño triunfo, a pesar de que no pudimos detener definitivamente a Pest, ni evitar que lastimara aquel pobre hombre, pero no tenía sentido recordárselos. Lo único que esto hubiera conseguido es que se sintieran mal consigo mismo, así que decidí no traer el tema y dejar que las sonrisas de satisfacción continuaran durante todo el viaje de regreso.

Al aterrizar, el equipo se fue a descansar, pero Amy, Joel y yo decidimos encaminarnos hacia el galpón en el que Jason estaba trabajando y darle las buenas noticias.

Estábamos en camino cuando Emma llegó y nos interceptó, buscando con la mirada algo que sabía que no estaba ahí.

–Sigan, los alcanzo enseguida –dije a Joel y a Amy, y ellos me hicieron caso sin más–. Lo lamento, Emma, no pudimos atrapar a ninguno.

–La próxima será –replicó ella, como restándole importancia al asunto, pero se notaba que estaba algo decepcionada–. Me alegra que todos estén bien, ¿cómo estuvo el equipo?

–Bueno, yo diría que lo hicieron excelente –dije con una sonrisa, al recordar nuestra reciente aventura.

–Veo que elegiste bien, ellos claramente son los indicados –replicó ella con una sonrisa, y algo en su tono me llamó la atención.

–¿Estuviste hablando con Kali? –pregunté, al recordar el intercambio que habíamos tenido mientras entrenaba a los reclutas.

Emma se quedó en silencio al notar que no me gustaba mucho la idea, pero sabía que yo no necesitaba leer mentes para saber que había dado en el clavo, así que finalmente lanzó un suspiro y continuó hablando.

–Bueno, las dos estamos recluidas en la base, así que aproveché y me metí en su cabeza para intentar determinar si realmente se trata de Felicity... Dan, creo que es ella, creo que está de vuelta –dijo con ojos brillosos, e intentando disimular la alegría que le producía darme estas noticias–. Creo que deberías incorporarla al equipo, tú sabes mejor que nadie de lo que es capaz.

–Lo único que sé es que si la llevo conmigo y resulta que es una traidora, el equipo podría salir lastimado –repliqué de inmediato, sin siquiera considerar la propuesta–. Emma, ya dejé que ella nos arruinara una vez, no voy a dejar que lo haga de nuevo.

–Entiendo, sólo te pido que tengas lo que te digo en mente, sigues siendo el líder, así que tú decides –me aseguró ella.

–Está bien, voy a necesitar que la vigiles más de cerca –dije lanzando un suspiro de frustración–, si puedes asegurarme al cien por ciento que ella es Felicity y no Kali, entonces empezaré a considerar la propuesta.

Emma me dedicó una hermosa sonrisa, y, sabiendo que ya no había nada más que discutir, decidí seguir mi camino tras asentir con la cabeza, sin embargo ella decidió dejarme un pequeño recordatorio antes de que estuviera demasiado lejos.

–Ah, y recuerda traerme un Mejorado, ¿qué tan difícil puede ser? Realmente te estas volviendo lento en tu vejez, Dani.

El laboratorio estaba a apenas un kilómetro del pueblo, de forma que no tardé demasiado en llegar, y al hacerlo me encontré con esa destartalada y oxidada estructura, que parecía más bien un perfecto nido para ratas que un laboratorio científico, pero no podíamos demandar mucho bajo las condiciones en las que estábamos.

Afuera, charlando, me esperaban Amy y Joel, quienes habían decidido quedarse fuera hasta que yo llegara.

Llevé mi mano a la perilla de la puerta, y me sorprendí al descubrir que el lugar estaba cerrado con llave. Sin embargo, no cabía duda de que Jason se encontraba dentro, el sonido de metales siendo golpeados y alguna que otra exclamación de frustración lo delataban.

Me giré para mirar a Joel en búsqueda de respuestas, y él solo se limitó a poner sus ojos en blanco y avanzar hacia la puerta para golpearla con fuerza tres veces, produciendo un poderoso estruendo que me hizo temer que todo el lugar finalmente se iba a venir abajo.

–No es un tipo muy confiado ¿verdad? –preguntó Amy con una ceja levantada y los brazos cruzados, aunque sabía la respuesta.

–¿Qué te hace pensar eso? –replicó sarcásticamente Joel.

La respuesta inmediata a su pregunta fue el sonido de una pequeña rejilla que Jason había instalado en la puerta y que se corrió con velocidad, permitiéndonos ver sus cansados ojos.

–Oh, son ustedes –se limitó a decir.

Abrí la boca para saludarlo, pero él cerró la pequeña ventana con fuerza, y luego comenzó a quitar los cerrojos de la puerta. Logré contar por lo menos cinco tipos de cerraduras distintas antes de que la puerta se corriera y nos permitiera ingresar al lugar, lo que hizo que Amy sonriera, sabiendo que todas sus sospechas habían sido comprobadas.

Jason se hizo a un costado, y con un ademán de su mano nos "invitó" a pasar, aunque en su rostro se notaba claramente que no era muy fanático de las visitas.

Él lucía una bata de laboratorio abierta, una camisa verde bastante gastada y sucia, unos pantalones de gabardina oscuros, y unos zapatos que gritaban que ya era hora de deshacerse de ellos. Por lo demás, parecía que no había dormido por semanas, con sus grandes ojeras, sus pelos revueltos, y su barba apenas crecida.

No parecía el mismo hombre tranquilo que acompañaba a Los Cazadores, mucho menos aquel que había encontrado en Darkside, pero no podía culparlo. Su trabajo no solo era terriblemente arduo y la presión de hacerlo bien era tremenda, sino que también los recuerdos que debía de traerle llevar a cabo semejante proyecto sin lugar a dudas lo atormentarían continuamente.

Decidí no hacer comentarios sobre su aspecto, y simplemente me limité a adentrarme en el galpón/laboratorio, que La Resistencia había ayudado a instalar.

El lugar era enorme, aunque estaba bastante sucio, y no estaba excesivamente cargado de cosas. Había algunas mesas sobre las que descansaban miles de papeles, algunos con garabatos, otros con lo que parecían ser fórmulas matemáticas que mi mente jamás lograría descifrar, un par de sillas repartidas por aquí y por allá, un pizarrón también repleto de todo tipo de dibujos y fórmulas, una cama instalada en una esquina, y una gran cantidad de cajas que contenían tecnología de diverso tipo, cualquier cosa que Jason podría utilizar para llevar a cabo su trabajo.

Había una gran área de aquel tinglado que estaba absolutamente vacía, pero tenía algunas marcas en el suelo, por lo que sin duda algo llegaría a ocupar aquel lugar en un corto tiempo.

–¿Y bien? ¿Dónde está? –preguntó Jason una vez que todos estuvimos dentro, no sin antes cerrar la puerta y echarle llave nuevamente.

Sin más, Joel le tendió la Glowstone y él se limitó a mirarla por algunos segundos antes de tomarla para poder observarla de más cerca.

–¿Esto es todo? –preguntó él, y el tono de su voz me hizo preocupar, tal vez todo aquello había sido en vano al fin y al cabo.

–¿Será suficiente? –inquirió Amy, tan asustada como yo.

–Apenas... –respondió él haciendo una mueca–, bastará para hacer que el generador de portales funcione, pero probablemente no pueda sostenerlo por mucho tiempo.

–En realidad... tengo algunas ideas que quizás ayuden a optimizar tus diseños –dijo Joel, quien se había alejado de nosotros y ahora estudiaba con interés el pizarrón de Jason.

El viejo científico no pudo más que alzar sus cejas y formar una media sonrisa, como si Joel acabara de cometer una gran estupidez y él se estuviera preparando para explicársela, punto por punto.

–Hijo, he estado estudiando esta teoría desde mis quince años, créeme, no hay otra forma de hacerlo –replicó Jason sin cambiar su condescendiente mirada.

Joel se giró para verlo, enarcando una ceja, y luego procedió a tomar un borrador que estaba cerca y empezar a borrar algunos números y fórmulas, mientras que Jason lo miraba boquiabierto con la expresión más estúpida del mundo, probablemente estaba debatiéndose entre asesinar al joven Green o tener un paro cardiaco.

–¡No hagas eso! –exclamó él finalmente, y se lanzó hacia Joel con las manos extendidas, aunque sin ninguna intención de hacerle daño.

Sin embargo, antes de que el científico lograra alcanzarlo, Joel ya había acabado con su tarea, de forma que simplemente se corrió y dejó que Jason inspeccionara los arreglos que él había hecho en cuestión de segundos, y, al hacerlo, no pudo menos que quedarse congelado frente a la pizarra.

–Mierda... –murmuró él, leyendo con interés los inentendibles garabatos que Joel había hecho– ¡Mierda! –exclamó finalmente, y una amplia sonrisa se dibujó en su rostro.

Jason se giró hacia Surfer, y por un segundo creí que iba a abrazarlo, pero este último solo se limitó a devolverle la sonrisa y tenderle la mano, la cual el destacado científico sacudió con ganas.

Estábamos a punto de dejarlos solos para que pudieran ponerse a trabajar, ellos ya se habían puesto a hablar sobre cosas inentendibles para nosotros y parecía que se habían olvidado de que estábamos allí de todas formas, pero entonces mis sentidos captaron un leve movimiento en las afueras del lugar, alguien estaba espiando a Jason.

Mi ceño se frunció, y Amy se percató de esto inmediatamente, por lo que se apresuró a darse vuelta y encaminarse hacia la salida junto a mí.

–Dan, ¿qué pasa? –preguntó con algo de preocupación, pero simplemente me giré y coloqué mi dedo índice sobre mis labios, indicándole que no hiciera más ruido y que permaneciera vigilando la puerta.

Ella asintió y comprobó el estado de su arma, todavía no había tenido tiempo de deshacerse de su equipo, de forma que estaba más que lista si algo llegaba a surgir. Por mi parte, había dejado el arco y el carcaj en una mesa cerca de la zona de aterrizaje, de forma que tuve que conformarme con tomar una de las dagas que Joel había dejado en los pantalones de mi traje, no eran mi arma predilecta, pero tendrían que bastar si debía combatir contra nuestro misterioso espía.

Con cuidado, avancé hasta el costado desde el cual había provenido que leve sonido que captó mi atención, y pude encontrarme a Rebecca, utilizando sus garras para mantenerse agarrada de la pared y mirar desde una ventana que se encontraba tremendamente alta, por lo que Jason había decidido no tapiarla como había hecho con el resto.

Ella parecía tan absorta en lo que estaba observando que ni siquiera pareció darse cuenta de que acababa de ser descubierta, y sus sentidos aumentados no parecían darle la advertencia.

–Espero que tengas una muy buena explicación para esto –dije, rompiendo su concentración, y por un segundo pensé que el susto iba a hacer que se soltara y cayera desde la altura.

Sin embargo, ella se recuperó rápidamente, y sin ningún problema se soltó y cayó con soltura en el suelo con una posición bastante animal, aunque ahora sus garras se habían retraído y estaba completamente en forma humana.

–Daniel... –empezó a decir, ciertamente avergonzada tras lo que había pasado.

–Antes de que digas algo, ten en cuenta que si me mientes, voy a enterarme –advertí, apretando con un poco más de fuerza la daga en mi mano, aunque sospechaba que no iba a tener que utilizarla.

–Tranquilo, no estaba espiando el trabajo de Jason –me aseguró ella, y los latidos de su corazón me decían que estaba siendo sincera, pero eso no respondía a la pregunta de qué estaba haciendo allí–. Estaba... intentando aprender de él.

Por un segundo el sentido de aquellas palabras se me escapó, pero mi mente no tardó en comenzar a funcionar y pronto comprendí de qué se trataba todo eso, aunque, para entonces, ella ya había empezado a hablar nuevamente, con sus ojos clavados en el suelo y sus cachetes excesivamente colorados.

–No lo entiendes Daniel, no sabes lo que es vivir con una bestia dentro, él sí –explicó ella, intentaba sonar calma, pero su voz denotaba preocupación.

–Reb... todos tenemos un lado oscuro, nosotros más que otras personas, pero lo importante es lo que hagamos con él –respondí, volviendo a dejar mi daga en el pantalón y avanzando hacia ella para tranquilizarla.

–Apuesto a que no te vas todas las noches a dormir rogando que tu lado oscuro no sé despierte y decida aniquilar todo lo que encuentra a su alrededor –replicó ella, clavándome una mirada que lentamente empezaba a llenarse de lágrimas, y en sus ojos pude ver todo el dolor que esto le causaba–. Por eso quiero que Joel me lo saque, quiero que todo esto se termine... pero primero debemos derrotar a Eon, y mientras tanto yo sigo temiendo que mi peor mitad decida matar a alguien, probar sangre.

–Pensé que lo tenías bajo control, no queremos presionarte –dije, al tiempo que colocaba mi mano sobre su hombro.

–Lo tenía bajo control, pero algunas noches... algunas noches es difícil ¿sabes? Antes estaba en el bosque, sola, no había nadie a quien pudiera dañar, aquí hay niños, ancianos, hombres, mujeres, y si algo llega a pasar y mi lado animal sale a flote, podría lastimar a muchas personas antes de que me detenga –dijo Feral, expresando todos sus miedos–. Y ha empeorado... todas estas batallas, estar rodeada de tanta muerte... le despierta el apetito.

Lancé un suspiro de cansancio y me acerqué a ella, quien por su parte parecía ser incapaz de mirarme a los ojos. No tenía idea de lo que estaba pasando por su mente, ni en la del resto de los reclutas, habíamos estado demasiado ocupados para simplemente tener una breve charla, pero debía recordarles que no estaban solos, debía recordarles que éramos un equipo.

–Lo controlarás, Reb, confío en ti –dije con mi mano colocada sobre su hombro–. Pero no está bien que espíes a Jason, el tipo el bastante paranoico con su trabajo, si se entera de lo que estabas haciendo...

–Lo sé, Daniel, créeme, lo sé. Puse toda la operación en riesgo, y lo lamento –exclamó ella alejándose de mí, era extraño ver a esa chica tan fuerte ser tan vulnerable de pronto, pero estábamos tocando un tema delicado–. Todos los días a la misma hora, como un reloj, él detiene su trabajo, sin importar lo que esté haciendo, y se pone a meditar, o hacer algo extraño en el medio del salón... creo que tiene algo que ver con mantener a su bestia encerrada, pero por más que los imite al pie de la letra no parecen tener efectos sobre mí.

Se notaba que toda la situación le producía una gran frustración, podía ver en su rostro que estaba sufriendo, y simplemente no podía permitirlo, tenía que ayudarla, todos debíamos hacerlo.

–Si de verdad crees que puede ayudarte, podrías hablar con él, supongo que tienen algunas cosas en común... tal vez se podrían dar una mano –sugerí, no demasiado convencido de que la idea fuera a funcionar.

–Oh, Daniel, gracias, pero no puedo molestarlo, está demasiado ocupado ahora como para que...

–¿Dices que se toma siempre su tiempo para meditar, o lo que sea? Bueno, tal vez no le moleste hacerlo en compañía –Rebecca abrió la boca, seguramente para ofrecer alguna excusa, pero no le di tiempo para ello y simplemente me giré y grité:– ¡Amy!

Ella rodeó la esquina del edificio, aún con su pistola en mano, pero al ver que todo estaba bien y que simplemente se trataba de Rebecca la guardó y avanzó hacia nosotros.

–¿Pasó algo malo? –preguntó ella con tono preocupado.

–Necesito que lleves a Rebecca a hablar con Jason, él puede ayudarla... –dije y Amy no necesitó más detalles para entender de lo que se trataba.

–De verdad, no quiero ser una molestia –dijo Feral a mis espaldas, pero sabía que eso no iba a lograr que desistiera.

–No eres una molestia, Reb, eres parte del equipo, acompáñame –dijo Amy dando un paso al frente y colocándose a la par de nuestra compañera–. El único molesto aquí es Daniel, que solamente me manda a mí para no tener que ver la cara de irritado que va a tener Jason ni bien abra la puerta.

–Te amo, cariño –dije con una sonrisa en el rostro.

–Vas a pagar por esta, Front, me aseguraré de eso –replicó Midnight, logrando sacar una sonrisa al triste rostro de Rebecca.

Cuando las dos desaparecieron, y pude escuchar los suaves golpes sobre la puerta del laboratorio, decidí darme vuelta y regresar hacia el campamento.

Ni bien llegué a mi destino, pude ver a los miembros de La Resistencia pasar apresuradamente de aquí para allá, cargando cajas de alimentos, tablones de madera, entre otras cosas, lo que captó mi atención de inmediato.

La mayoría parecía dirigirse hacia la plaza central del pequeño pueblo en el que estábamos asentados, la cual se encontraba frente a la iglesia donde se realizaban la mayoría de las reuniones, así que decidí dirigirme hacia el lugar.

Estaba llegando cuando Elliot pasó a toda velocidad a mi lado, de forma que me detuve y lo llamé, esperando que, a pesar de estar usando sus habilidades pudiera escucharme, y pareció resultar bien, ya que en cuestión de segundos él volvió y se detuvo frente a mí.

–¿Si, jefe? –preguntó él, cargando en su hombro una maraña de luces de navidad viejas que debían de haberse encontrado en alguna de las casas del lugar.

–¿Te molestaría explicarme qué es lo que está pasando?

–Oh, cierto –respondió él dedicándome una sonrisa–, había olvidado que no estabas ahí cuando lo decidimos.

–¿Cuándo decidieron qué exactamente?

–Bueno, después de quitarnos los trajes, fuimos al comedor a tomar algo y festejar, y a Alan se le ocurrió que algo estaba mal, que habíamos obtenido una victoria grande, y que esa no era la manera de hacerlo, así que...

–Decidió organizar una fiesta –completé yo, entiendo hacia donde iba todo.

–Él fue el de la idea, pero el resto estábamos de acuerdo, creo que le vendrá bien a esta gente, y a nosotros –dijo él encogiéndose de hombros–. Y le llevamos al idea a Stella, y dijo que sí. Ahora, si no te molesta, tengo que colocar estas luces.

Antes de que pudiera decir algo, él simplemente desapareció de mi vista, dejándome ahí solo, pensando en la idea de la fiesta.

Miré a mi alrededor, a toda la gente cargando las pesadas cajas hacia la plaza, y me di cuenta de algo: hacía muchísimo tiempo que no veía a tanta gente sonriendo.

Claramente Alan había dado en el clavo, no solo nosotros como equipo necesitábamos esto, el resto de La Resistencia también, y, a pesar de nuestras precarias condiciones, nos merecíamos esta celebración, así que de inmediato me dirigí hacia el lugar de la fiesta y me puse a trabajar para dejar todo en su lugar antes de que la noche llegara.

Nadie se quedó de brazos cruzados, todos aportaron su grano de arena para que la fiesta fuera un éxito. Incluso vi pasar a Ana y a Clara cargando un tablón entre las dos, sonriendo como si no hubiera ningún problema en el mundo.

Para el anochecer, todo estaba en su lugar, y la gente, tras un breve descanso de las arduas tareas que habían realizado en la tarde, comenzó a acercarse al lugar de la celebración.

Se habían colocado varias mesas improvisadas en el centro de la plaza, e incluso se había armado un precario escenario.

Hacía poco que un equipo de reconocimiento había encontrado un camión repleto de comida cuya mayoría por suerte no se había echado a perder, de forma que no tuvimos que cuidarnos demasiado con derrochar y abrimos latas de todo tipo de alimento para que todos puedan disfrutar.

Ya todo el mundo se encontraba reunido, hablando, el equipo y yo nos habíamos sentados todos juntos, incluida Emma, en una mesa y comentábamos viejas historias de combate y aventura.

El bullicio en el lugar era tremendo, o tal vez era que no estábamos acostumbrados a tener tanto movimiento en el campamento, pero todo quedó en silencio cuando mi madre, líder de La Resistencia, llegó al lugar y subió al escenario.

Ella se detuvo para observar por algunos segundos a todas las personas reunidas en ese lugar, que la miraban a ella con una sonrisa en el rostro, esperando que las primeras palabras salieran de su boca.

–Me alegra mucho ver que todos estén pasando tan buen momento, y déjenme decirles que se lo ganaron, lo hicieron peleando día a día para enfrentarse a Eon, a pesar de las dificultades, a pesar de las desventajas, a pesar de las injusticias, ustedes prevalecieron, y cuando esta pesadilla se acabe, esta celebración parecerá pequeña comparada con la que el todo el mundo tendrá –empezó a decir ella, sonriéndonos a todos, y vi a muchas personas asentir–. Todos y cada uno de ustedes son héroes, cada día de lucha lo vuelven a confirmar, y no tienen idea de lo orgullosa que me hacen sentir. Esto empezó de a poco, con unas pocas personas que se atrevieron a soñar, pero hoy somos cientos, mañana seremos miles. Veo en ustedes el futuro, un futuro en el que la humanidad está unida, y es lo que no debemos olvidar una vez que todo esto termine. Brindo por ustedes, –dijo ella alzando un vaso que tenía en su mano, y todos los reunidos hicieron lo propio– ¡Viva La Resistencia!

Su audiencia respondió gritando lo mismo, y algunos incluso se levantaron y aplaudieron, mientras que ella bajaba del escenario y avanzaba para unirse a aquella multitud de personas sonrientes. Ni bien ella puso un pie abajo, las luces de navidad que Elliot había colocado en la tarde se encendieron, iluminando de una manera hermosa el lugar, y aumentando los festejos y la alegría que todos compartían aquella noche.

La velada se desarrolló con normalidad, la gente disfrutó de la comida, de las bebidas, y hablaron de lo que harían una vez que todo acabase. Por primera vez muchas personas realmente veían un futuro al que aspirar.

En medio de los festejos, me levanté y me alejé del lugar sin decir absolutamente nada, dirigiéndome hacia la parte trasera de la iglesia, y mis compañeros no tardaron en seguirme.

–Dan, ¿está todo bien? –preguntó Rachel con preocupación.

Yo simplemente me giré y los miré, todos compartían la misma expresión de confusión y de duda, como si no entendieran porqué había decidido alejarme de aquel festejo.

–Quería hablar con ustedes a solas, quería felicitarlos, y recordarles el buen trabajo que hicieron –dije con una expresión seria pero tranquila–, pero también quiero decirles algo más. Estoy orgulloso de ustedes, lo saben, y demostraron ser verdaderos héroes, demostraron estar a la altura, pero ahora estamos expuestos, Eon va a buscar destruirnos por todos los medios posibles, estén seguros de que nos van a cazar, y de que nuestra mera existencia va a causar la muerte de inocentes y es algo con lo que vamos a tener que convivir.

–Vaya manera de arruinar la fiesta –comentó Alan, ganándose un suave puñetazo en el brazo de parte de Rebecca.

–Pero no podemos detenernos –continué ignorando el comentario de Phase–, no podemos detenernos por nada en el mundo, porque hemos reanimado una llama que se creía extinta, la llama de la esperanza, esa que arde en el pecho de cada una de esas personas que está festejando en la plaza y cada día que esa llama permanece viva es una derrota para Eon. Vamos a luchar esta pelea hasta el último hombre, y vamos a triunfar, porque somos Los Vigilantes.

Las caras sombrías que habían tenido mis compañeros mientras me oían hablar cambiaron absolutamente con estas últimas palabras, y una sonrisa se formó en el rostro de cada uno de ellos.

–Bien, ¿podemos volver a la fiesta? Realmente hacía mucho que no veía tanta comida, y tengo hambre –dijo Alan, haciendo que todos lancen un suspiro de frustración.

Asentí con una sonrisa en el rostro, y mis compañeros regresaron entre charlas y bromas hacia la fiesta, pero yo no los seguí. Decidí que había tenido suficiente durante el día, de forma que regresé a mi habitación para tener una buena noche descanso.

Estaba sentado al borde de la cama, quitándome las zapatillas, cuando la puerta se abrió y todo el bullicio del exterior ingresó, junto a la hermosa figura de Amy, que apareció con una sonrisa en el rostro y caminó lentamente hacia mí para luego sentarse en la cama conmigo.

–¿Te aburriste de la fiesta? –pregunté mientras me quitaba la última zapatilla.

–Un poco –dijo ella posando una mano sobre mi espalda y acariciándome suavemente.

–¿Cómo te fue esta tarde intentando hacer que Jason acepte ayudar a Rebecca?

–Sorprendentemente bien, en un primer momento pareció molesto por el hecho de verme de nuevo, pero cuando Reb le explicó su situación él simplemente permaneció calmado y en silencio, y le indició que se siente a la distancia y espere a que él le haga indicaciones, el tipo puede ser realmente frío cuando quiere –respondió ella sonriendo aún más, pero algo en su tono me decía que no era precisamente el tema que le interesaba comentar–. Dan, cuando nos hablaste detrás de la iglesia... había algo en tus ojos, un brillo como nunca antes había visto ¿pasa algo?

La miré por algunos segundos, y luego sonreí, acaricié suavemente su rostro y la besé.

–Mi padre me dijo algo similar la primera noche que salimos como un equipo, antes de ser Archer, incluso antes de que me llamaran Archer... él me hizo dar cuenta de que el camino del héroe sería arduo, pero que era lo correcto... ellos tienen que empezar a darse cuenta de eso, si es que no lo hicieron todavía, porque, aceptémoslo, ellos son los héroes del futuro.

–Dan...

–No, es la verdad –dije y le dediqué una sonrisa–, nosotros le fallamos al mundo, no pudimos detener a Eon, pero ellos... ellos están tan llenos de potencial, de buenas intenciones, ellos serán los nuevos campeones de este mundo, ya lo veras.

–Todavía queda un largo camino, soldado, –dijo ella devolviéndome la sonrisa–, y que digas que ellos son el futuro me hace sentir vieja.

Ambos reímos por algunos segundos, ella era más hermosa cuando esa perfecta sonrisa se dibujaba en su rostro, eran esos momentos los que más atesoraba, los que me hacían preguntarme como una chica tan perfecta había terminado con un desastre como yo.

No lo dudé ni un segundo, la besé apasionadamente, y ella envolvió sus manos alrededor de mi cuello, llevándome más cerca.

Esa noche hicimos el amor y descansamos como no lo habíamos hecho en mucho tiempo, como si la guerra ya hubiera terminado. Fue nuestro pequeño momento de felicidad, y hubiera deseado tener el poder de detener en tiempo en esa noche, donde todos los horrores del mundo exterior, la amenaza de un mundo destruido, la guerra y la sangre parecían cosas lejanas.

La mañana me dio la bienvenida con unos fuertes golpes sobre nuestra puerta, y sin mucho apuro me coloqué los pantalones y fui a atender. Afuera Alan esperaba con su traje puesto y una mirada ansiosa en su rostro.

–Jason tiene una nueva misión para nosotros, el resto del equipo los espera en el avió –dijo él a una velocidad impresionante, y de inmediato salió disparado en dirección a pista de aterrizaje.

Me giré y me encontré a Amy mirándome desde la cama, las sabanas cubrían su pecho y ella me sonreía, enamorándome cada segundo un poco más.

–¿Y bien? ¿Estás preparado? –preguntó, aunque conocía la respuesta.

–Nunca estuve más preparado –respondí con una voz firme y confiada, devolviéndole la sonrisa.

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