38. No hay descanso para los malvados
Todos nos apresuramos a colocarnos los trajes, los reclutas fueron particularmente veloces, probablemente debido a lo ansiosos que estaban, pero no puedo mentir, yo también deseaba probarlo.
En cuestión de minutos todos estuvimos preparados, y nos miramos los unos a los otros con satisfacción, sabiendo que Joel había hecho un trabajo perfecto a pesar del poco tiempo y de los pocos materiales con los que contaba.
Uno a uno fuimos saliendo del garaje de nuestro genio personal, con caras de orgullo y preparados para el combate.
Una vez afuera me encontré de frente con Emma, quien me miró de pies a cabeza, apreciando el nuevo traje, ella llevaba una carpeta cerrada entre sus manos, de forma que me imaginé que iba a pedirme algo. Alcé la cabeza y miré al resto del equipo, que se habían quedado esperando por mí, y les dije que pusieran el avión en marcha mientras yo atendía a Gravity, ellos asintieron y obedecieron de inmediato.
Una vez que se alejaron dirigí la mirada a mi vieja amiga, quien ahora se encontraba observando como el resto se marchaba, de forma que tuve que aclarar mi garganta para volver su atención hacia mí.
–Vaya, voy a extrañar eso... –dijo observando como Amy, la última del grupo, se perdía entre unas casa– Los trajes lucen geniales, por cierto; Joel hizo un trabajo increíble.
–Gracias –respondí con una sonrisa en el rostro, aunque su primer comentario me había deprimido totalmente.
–Necesito que veas esto –dijo sin más ella, entregándome la carpeta que traía entre manos
La misma contenía reportes de Joseph, experimentos conducidos sobre los Mejorados que Eon había creado en La Cosechadora, aquellas pobre personas que habían sufrido un destino peor que la muertes: esclavos de por vida, sin una mente propia, forzados a ser meros peones de un ser despiadado.
Revisé rápidamente los reportes, las espantosas fotos. Algunos experimentos habían sido realizados con el fin de encontrar un punto débil, otros con el fin de buscar una cura para su condición, pero hasta ahora todos habían fallado.
–¿Notas algo? –preguntó ella al ver que seguía leyendo todo sin entender demasiado.
–Todos fueron realizados sobre cadáveres –concluí tras algunos segundos buscando similitudes entre los experimentos.
–Precisamente, jamás lograron traer un Mejorado con vida al campamento para que Joseph lo examine detenidamente, más por miedo a no poder contenerlo que por la falta de oportunidades para capturar uno vivo –confirmó Emma, claramente había estado pasando mucho tiempo con los cabecillas de La Resistencia.
–Y déjame adivinar, quieres que nosotros capturemos uno vivo y lo traigamos aquí –dije mientras que le devolvía la carpeta, y ella me dedicaba una sonrisa que gritaba "culpable".
–Y la gente dice que no eres inteligente –se burló ella, sin borrar la sonrisa de su rostro.
–Bien, yo traigo a un Mejorado con vida al campamento, y a cambio tú me dices quién piensa que no soy inteligente ¿trato?
–Trato.
Nos dimos la mano para sellar el trato, y nos despedimos. Ella sabía que tenía una misión y no quería robarme tiempo.
En cuestión de segundos llegué al avión, el cual ya estaba encendido y con la escotilla abierta. Dentro, todos mis compañeros esperaban sentados, a excepción de Joel que había decidido tomar el control de la cabina para llevarnos a nuestro destino. Esto me dio la oportunidad de poner a todos al tanto del pedido de Emma, y aunque algunos de ellos parecieron confundidos por esto todos acordaron que lo haríamos en la primera oportunidad que tuviéramos.
El viaje hasta Rumania no fue excesivamente largo, de forma que cuando llegamos el sol apenas y se estaba ocultando. Lo más difícil fue encontrar un lugar en donde dejar nuestro transporte, debido a que nos encontrábamos en una zona montañosa, y cuando finalmente Joel logró descender fue a varios kilómetros de nuestro destino.
De acuerdo a lo acordado, Joel se quedó en la nave, desde donde nos enviaría toda la información que necesitáramos en el terreno, ya sea sobre los enemigos o el mineral que debíamos extraer para el portal de Jason.
Nos dirigíamos hacia una mina que se encontraba cerca del castillo Velkan, hogar de Pest, uno de los caudillos de Eon con el que no deseábamos tener un encuentro todavía.
Comenzamos a avanzar por el oscuro bosque que se extendía frente a nosotros, por algún motivo la maquina terraformer había tenido menores efectos sobre este, de forma que los árboles y el terreno no estaban del todo consumidos, lo que no significaba que el lugar fuera menos tétrico.
Una leve bruma se alzaba desde el suelo y cubría nuestros pies, y el terrible silencio del lugar hacía que cada pequeño y lejano sonido fuera realmente aterrador. Aun cuando el mundo era "normal", aquel lugar no hubiera sido un lugar en el que habría deseado pasar la noche.
Tras algunos metros logramos divisar un camino, el cual seguramente llevaría en dirección al castillo, pues no había absolutamente nada más en kilómetros a la redonda, y, viendo la oportunidad de avanzar más rápidamente, decidimos tomarlo y seguirlo por algún tiempo.
Sólo la luz de la luna llena iluminaba nuestro camino, el resto era oscuridad, y de esa oscuridad, una serie de sonidos comenzaron a oírse. En un primer momento pensamos que lo mejor iba a ser no preocuparnos, la soledad del lugar y la tensión de la misión podrían estar jugándonos una mala pasada, pero estos se volvieron tan frecuentes y llegaron a ponernos tan nerviosos que nos vimos forzados a detenernos.
–¿Qué diablos es eso? –preguntó Amy, llevando su mano a su recientemente mejorada pistola.
Miré en dirección al bosque, pero la oscuridad era tan profunda que me impedía detectar algo, de forma que concentré toda mi atención en los sonidos.
–No son Mejorados –dije tras unos segundos–, las pisadas son muy suaves y están demasiado cerca, ya los habríamos visto.
–¿Quieren que haga una recorrida rápida? –preguntó Elliot, en parte ansioso por probar el traje, en parte aterrado por los sonidos y no pudiendo aguantar la tensión que le producía estar quieto.
–Nos quedamos juntos –respondió Sandy, quien ya se había puesto en posición de combate, preparada para lo peor.
De repente, un fuerte gruñido llegó de mi espalda, y me giré para encontrarme a mis compañeros observando a dos lobos terriblemente negros que acababan de salir del bosque y nos miraban como si fuéramos la cena. Inmediatamente, más sonidos llegaron desde varias direcciones, y no tardamos en caer en la cuenta de que habíamos sido rodeados por aquellos feroces animales que buscaban comida.
Los lobos que conformaban aquella jauría estaban bastante flacos, pero, por algún motivo, eran de un tamaño mucho mayor que cualquier otro espécimen que yo jamás hubiera visto, lo que me hacía temer que, a pesar de su pobre estado, tuvieran aun así la fuerza para despedazarnos.
Aquellas bestias giraban a nuestro alrededor lentamente, con sus brillantes ojos azules, que denotaban hambre y ferocidad, clavados en nosotros. Nos superaban ampliamente en número, y parecía que con cada segundo se iban sumando más y más, de forma que llevé mi mano lentamente a mi carcaj para no alertarlos, preparándome para el inminente combate.
Un lobo de un tamaño aún mayor comenzó a avanzar directamente en dirección a Alan, quien ya estaba sudando a pesar del frío que hacía en el lugar, todos los demás se abrían ante sus poderosas pisadas, dejándolo avanzar sin problemas en nuestra dirección.
Ya tenía mi mano colocada sobre una flecha, era solo cuestión de esperar a que ellos den el primer movimiento, y por la expresión del alfa, aquel gigantesco lobo que acababa de llegar, parecía que iba a ser en cualquier momento, pero entonces algo increíble ocurrió.
Rebecca simplemente caminó hacia aquella enorme bestia, y se arrodilló frente a ella, sin quitarle jamás la mirada de encima y sin perder jamás su forma humana.
En un primer momento el lobo continuó amenazándola con sus enormes dientes, pero no tardó en darse cuenta de que ella no le temía en lo más mínimo, de forma que su rostro cambión, como si se sintiera curioso ante la presencia de aquella extraña muchacha.
Feral extendió su mano hacia la criatura, y esta abrió la boca nuevamente, permitiendo que metiera los dedos en ella. Ambos se quedaron en aquella extraña posición por algunos segundos, poniéndonos a todos bastante nerviosos y temiendo que aquel feroz animal le arranque el brazo de un mordisco a Rebecca antes de que pudiéramos hacer algo, pero, en lugar de eso, el lobo finalmente retrocedió, lanzó un fuerte aullido hacia el cielo, y el resto de dispersó en cuestión de segundos, regresando a la terrorífica oscuridad del bosque.
–¿No pudiste haber hecho eso desde el comienzo? –dijo Elliot con un tono de alivio.
–Tenía que identificar al alfa primero –explicó Rebecca.
–¿Y te dio su número? –preguntó en tono burlesco Alan, ganándose una mirada de cansancio de parte de todos.
–No, pero probablemente podría pedirle que te descuartice ¿qué tal suena eso? –replicó ella con una leve sonrisa en el rostro.
–Como que tú y tu novio peludo necesitan pasar un buen tiempo en entrenamiento para perros –contestó Alan.
–Suficiente, tenemos que seguir –ordené, y todos quedaron en silencio antes de empezar a caminar nuevamente.
Tras unos pocos kilómetros más por aquel viejo camino, sintiendo el frío llegar hasta nuestros huesos y la soledad gritando desde lo profundo de la oscuridad, logramos divisar a la distancia el imponente castillo de la familia Velkan, una gigantesca estructura de aspecto medieval ubicada sobre un cerro, de forma que se podía ver apreciar perfectamente a pesar de que nos encontrábamos lejos, sin duda aquella posición hubiera servido para ver a los enemigos acercarse en otra época.
Dentro de aquella antigua edificación habitaba un verdadero monstruo, y ciertamente todo el lugar lograba producirme escalofríos. Había algo casi místico sobre ese castillo que prácticamente nos gritaba que nos alejemos, que la muerte lo había rondado durante demasiado tiempo, pero nosotros no podíamos detenernos.
–La mina está a unos pocos metros de acuerdo con la información de Joel –dije sin quitar la mirada del castillo, mis compañeros ni siquiera parecieron prestarme atención, era como si aquel lugar tuviera poderes hipnóticos–. Salgamos del camino, no queremos que nos vean.
Al notar que me movía hacia el bosque, el resto del equipo pareció reaccionar y comenzó a seguirme. Estaba feliz de haber podido dejar de mirar el castillo de Pest, el lugar realmente lograba ponerte los pelos de punta.
No fue sino pocos después de haber estado caminando por el bosque, cuando comenzamos a oír el débil sonido de gente moviéndose más adelante, lo que nos advirtió que ya nos encontrábamos cerca de nuestro objetivo y que debíamos movernos con más cuidado de ahí en más.
Entre la línea de árboles lograba verse un claro, en el medio del cual había un gigantesco y profundo agujero que parecía descender hasta el mismo centro de la tierra. Él mismo estaba siendo vigilado por cuatro Mejorados, que portaban sus imponentes armas y se movían en perfecta sincronía, protegiendo aquel lugar de cualquier intruso.
–¿Quieres que tomemos uno de estos para Emma? –preguntó Frank, sin perderlos jamás de vista.
–Nuestra prioridad es el mineral –respondí, mientras que pensaba en una estrategia–. Midnight, Celerity, Stardust y yo atacaremos al mismo tiempo, cada uno se encargada de un objetivo distinto. No los maten, cuando terminemos de recolectar lo que vinimos a buscar llevaremos a uno de ellos al avión.
Todos asentimos y nos preparamos, repartiéndonos los enemigos para evitar que uno de ellos quede en pie y alerte a toda la zona de nuestra presencia, con ese silencio, un solo disparo bastaría para arruinarnos. Cuando estuvimos seguros de lo que teníamos que hacer, miré a mis compañeros y comencé la cuenta regresiva.
–Tres, dos, uno... ahora –susurré, pero fue suficiente.
Mi flecha-eléctrica cruzó los aires a toda velocidad, impactando precisamente en la espalda de uno de los Mejorados, el cual recibió una poderosa descarga que lo dejó fuera de combate inmediatamente.
Por su parte, Stardust realizó un poderoso pero controlado disparo de energía, el cual dio de lleno en el pecho del segundo, haciéndolo caer sin mayores problemas, aunque por un segundo temí que la luz producida por el disparo podría haber llamado la atención.
Mientras tanto, Amy se había encargado de cargar su pistola con dardos tranquilizantes, y disparó dos en contra de otro de los enemigos, el cual se tambaleó un poco, luchando por permanecer en pie, sabiendo que su cuerpo estaba a punto de dejar de responder, hasta que finalmente cayó seco en el suelo.
Al mismo tiempo que todo esto ocurría, y a una velocidad impresionante, Elliot corrió y asestó un brutal puñetazo en el mentón del cuarto y último guardia, el que, entre la sorpresa del golpe y su poder, no pudo hacer otra cosa que desplomarse sobre su espalda, absolutamente desmayado.
Con el camino despejado, todos salimos del bosque y nos acercamos al profundo agujero que algunas poderosas máquinas habrían hecho hacía algunos años. En el suelo aún se notaban los lugares en los que habían estado colocadas las casillas de los trabajadores.
Frank y Rebecca se apresuraron a maniatar con fuerza a los Marcados que acabábamos de derrotar, en caso de que despertaran de repente, mientras que el resto de nosotros continuaba contemplando aquel oscuro abismo en el que nos veríamos obligados a introducirnos.
–El ascensor por el que bajaban los trabajadores parece estar roto, y no quedó ninguna maquinaria que podamos utilizar para hacer un descenso seguro –informó Sandy tras mirar un poco alrededor.
–Supongo que tendremos que hacerlo del modo inseguro –dije sin dejar de mirar a la profundidad de la mina.
De las profundidades de aquel lugar provenía un poderoso olor a putrefacción, el cual solamente Rebecca y yo parecíamos ser capaces de percibir, pero estaba seguro de que el resto lo captarían ni bien comenzáramos el descenso.
–Bien, Phase, Celerity y Stardust, los quiero aquí arriba, mantengan un ojo sobre los Mejorados, y avísennos si alguien se acerca –organicé, y ellos asintieron rápidamente–. El resto conmigo, vamos a buscar ese mineral.
Sin más, todos nos colocamos cerca de borde. Amy disparó su pistola de garfios contra el extremo exterior, de forma que bajó haciendo rapel, y yo hice lo mismo con una flecha-garfio. Feral decidió ser menos sutil, y, utilizando sus filosas garras, comenzó a deslizarse hacia abajo pegada a la pared, mientras que Ironside utilizó los pequeños trozos de metal que Joel había dejado en su cinturón para crear dos pequeñas plataformas para que él y Dune pudieran bajar con tranquilidad.
La caída era de unos quince metros, aproximadamente, pero se sintieron como muchísimo más, y, justo como lo predije, a mitad de camino Amy se giró hacia mí con cara de asco.
–¿Qué rayos es ese olor? –preguntó con disgusto, a lo que yo respondí encogiéndome de hombros.
Una vez que todos estuvimos abajo, no tardamos en encontrar una respuesta a esta pregunta.
La mina era básicamente una gigantesca cueva subterránea, de forma que el silencio y la oscuridad resultaban realmente abrumadoras.
–¿Surfer? –pregunté llevándome la mano al comunicador en mi oído– ¿Me recibes?
–Tenemos algunos problemas de interferencia –anunció de forma entrecortada la voz de Joel, forzándome a completar mentalmente los espacios en los que la comunicación se cortaba–. Supongo que ya se encuentran en la mina.
–Dinos qué es lo que estamos buscando –comente, mientras que el equipo me miraba con atención.
–Estás buscando un mineral conocido como "glowstone", no tendrían que tener problemas en identificarlo, es básicamente un trozo de metal de un brillante color azul eléctrico –nos informó el joven Green.
–Bien, te aviso cuando estemos regresando –respondí antes de cortar la comunicación y poner al tanto a mis compañeros sobre lo que Joel me había dicho.
–Podríamos utilizar un poco de iluminación en el lugar –comentó Rebecca, que ni siquiera con si visión mejorada podía penetrar la increíble oscuridad que había allí dentro.
Sabiendo que estaba en lo cierto, tomé una flecha-bengala y la disparé contra el techo de la cueva, proporcionándonos iluminación por algunos minutos, y permitiéndonos observar un grotesco y horroroso espectáculo.
A escasos metros de donde estábamos parados yacía una especie de montaña de cadáveres, los cuales seguramente habían sido arrojados desde la superficie hacia la profundidad de la cueva. Los que se encontraban en la base de la montaña estaban destrozados, probablemente por la caída, pero los de más arriba habían logrado mantenerse casi intactos debido a que los otros cuerpos los amortiguaban.
Lo más espantoso de aquella imagen era el estado de los cadáveres: todos ellos estaban extremadamente delgados, y tenían una expresión de horror en su rostro, la cual se acentuaba aún más debido a que sus bocas y sus ojos estaban completamente abiertos.
Hombres, mujeres, niños, todos se amontonaban en aquella asquerosa pila de cuerpos, la cual, por algún motivo, no podíamos dejar de ver.
–Víctimas de Pest, sin duda –dije por lo bajo, y la única respuesta que obtuve fueron unos secos aplausos provenientes de la oscuridad.
–Felicidades, Archer, estas en lo correcto –comentó el responsable de aquella atrocidad, al tiempo que salía de entre las sombras y nos miraba con una sonrisa de satisfacción.
Su traje negro, combinado con una camisa blanca y una corbata de un brillante color escarlata, se encontraba perfectamente limpio a pesar del lugar en que nos encontrábamos. Avanzó unos metros más en nuestra dirección con seguridad, dejándonos ver su blanca dentadura.
–Pagarás por esto –dijo Frank, mirando al villano con una furia impresionante.
–Oh, por favor, ¿algún otro cliché que quieras compartir con nosotros? –preguntó él con desdén, aburrido por el comentario de Ironside– ¿No? Entonces permanece callado, vengo a hablar con tu jefe, no con sus perritos falderos.
–Disculpa, no estoy de humor para charlas –dije al tiempo que cargaba una flecha-tranquilizadora y la apuntaba directamente a su pecho.
–Ni yo, pero se metieron en mi territorio, mi querido Archer, así que no me queda otra opción que hacerles saber el terrible error que cometieron –continuó él, ni siquiera parecía estar preocupado por el hecho de que estaba siendo apuntado.
–¿Qué hay del terrible error de intentar amenazarnos estando solo? –preguntó Amy, que también le apuntaba con su pistola.
–¿Y quién dice que vengo solo? –replicó él, sonriéndonos nuevamente.
En ese entonces, de entre las sombras, un impresionante número de Shadows se hizo presente, portando sus peligrosas espadas, y con sus caras absolutamente cubiertas por unas extrañas máscaras, dándoles el aspecto de un ejército surgido directamente del infierno.
Inmediatamente nos replegamos un poco, quedando todos en un perfecto círculo que impedía que un enemigo se acerque a nosotros sin que lo notemos.
–Los bastardos aprendieron a bajar su ritmo cardiaco... –comenté entre dientes, tratando de pedir disculpas a mis compañeros por no haberlos notado antes.
–Y a controlar su respiración –agregó Rebecca que también había fallado en detectarlos, ya completamente transformada en loba.
–¿Ahora ven por qué fue un error meterse conmigo y con mi tierra? –preguntó Pest con aires de superioridad– Ah, y no se molesten en pedir ayuda de sus compañeros en la superficie, ellos van a estar entretenidos con otro grupo de Shadows. En fin, nos vemos cuando despierten.
Tras decir estas palabras, aquel pequeño ejército se abalanzó sobre nosotros, forzándonos a responder el ataque inmediatamente.
Midnight no dudo en empezar a disparar contra los enemigos, derribando a unos cuantos, pero al ver que ya se encontraban demasiado cerca y que había vaciado su cargador, ella dio una poderosa patada a uno de los Shadows cercanos y aprovechó sus botas para efectuar un impresionante salto. En el aire cambio el cargador, y tras caer nuevamente al suelo, aplastando a uno de los enemigos en el proceso, continúo disparando.
Por su parte, Feral simplemente se dedicaba a esquivar rápidamente los ataques de espada, esperando por el momento justo para asestar a sus contrincantes un brutal zarpazo que los elevaba en el aire y los hacía caer derrotados.
Mientras tanto, Frank había arcando varias espadas de las manos de nuestros enemigos, lanzándolas contra el techo para que quedaran clavadas, pero rápidamente comprendió que eso no bastaría, así que alargó un poco las cadenas que cubrían sus brazos y comenzó a golpear con ellas a todos los que se acercaban. Incluso llegué a verlo enredar las cadenas alrededor del cuerpo de uno de los Shadows, para luego girar sobre su eje y lanzarlo con fuerza sobre otro grupo.
Dune no cesaba de crear estructuras con la dura tierra que se encontraba en la mina, algunas para protegerse de los violentos ataques de los Shadows, otras para devolverles unos poderosos ataques. Más de una vez debió convertirse en arena para evitar ser alcanzada por un espada enemiga.
Desde el momento mismo que había comenzado el ataque, decidí seguir el ejemplo de Amy y disparar flechas de todo tipo sin cesar, alternando entre congelantes, eléctricas, e incluso algunas explosivas, aunque trataba de limitarme con estas últimas por miedo a un derrumbe. Sin embargo me vi rodeado rápidamente, lo que me forzó a utilizar mi arco para bloquear y atacar a mis enemigos.
Tres alzaron sus espadas para derribarme, pero logré interponer mi arco entre medio, para luego asestar una fuerte patada al Shadow que se encontraba en el centro, y derribar a los otros dos con una barrida que logró comprarme algo de tiempo para alejarme.
–¡Mierda! –exclamó Frank a la distancia, y al girarme noté que tenía un pequeño corte la pierna, pero que seguía luchando sin mayores dificultades.
La luz de la bengala comenzaba a extinguirse, de forma que debíamos apresurarnos para acabar con la pelea, pero aquellos bastardos parecían no acabarse jamás.
Al ver que Amy se encontraba peleando contra una gran cantidad de enemigos, decidí lanzarme corriendo hacia ella, derribando a todos los posibles en el camino.
Antes de llegar, disparé una flecha-congelante al suelo, lo que me permitió deslizarme con velocidad y empujar por la espalda con una fuerza impresionante a uno de los Shadows, que pretendía asestar un golpe a Midnight mientras se encontraba en el suelo. El enemigo salió disparado e impactó contra una de las paredes de la cueva, dándome tiempo para estirar mi mano y ayudar a Amy a levantarse.
–¿Estas bien? –pregunté al notar un pequeño corte en su mejilla.
–Si... no es... no es nada –dijo con un tono muy poco convincente.
Tras aquellas palabras, ella cayó de rodillas y yo me apresuré a atraparla. No podía ver ninguna otra herida, y realmente no parecía que estuviera agonizando, más bien parecía que estaba a punto de quedarse dormida, y entonces los comprendí.
Me giré y noté que Frank hacía un esfuerzo por mantenerse de pie, al tiempo que alejaba a los enemigos que buscaban capturarlo con sus cadenas, pero era inútil.
–¡No dejen que los corten! –grité a Feral y a Dune, al tiempo que repelía otro ataque enemigo– ¡Las hojas están cubiertas con algún tipo de somnífero!
Pero ya era demasiado tarde, Rebecca tenía varios cortes en su cuerpo, pero aun así se las arreglaba para pelear con ferocidad, aunque se notaba que su velocidad había disminuido bastante, y Sandy no estaba en una situación mucho mejor, presentando un gran corte en su pierna izquierda.
Intenté aguantar todo el tiempo posible, realizando peligrosos movimientos, pero todos los enemigos se habían lanzado en mi contra, sabiendo que el resto de mis compañeros ya no eran una amenaza, y fue cuestión de tiempo hasta que una hoja me alcanzó, produciéndome un profundo corte el brazo.
La sensación de ir perdiendo la conciencia lentamente no tardó en llegar y, a pesar de todos mis esfuerzos, no tardé en caer al suelo.
Mis ojos ya estaban entrecerrados cuando los pulcramente limpios zapatos de Pest aparecieron frente a mí, reflejando los últimos segundos de luz producidos por mi bengala, y, antes de caer dormido, logré escucharlo decir:
–Patéticos.
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