34. Los Cazadores

Todos en el campamento sabían que esa noche se iba a llevar a cabo la última misión de reclutamiento, y ciertamente la ansiedad se notaba en el aire, a pesar de que la mayoría de los habitantes nos evitaban, como si pensaran que necesitábamos tiempo a solas para concentrarnos, prepararnos para llevar a cabo la misión con un éxito total.

Y algo de cierto había en esto. El tiempo de "juegos" estaba a punto de terminar, y prono estaríamos yendo tras Eon, con todo el riesgo que ello implicaba, sobre todo para los miembros más viejos del equipo, que habíamos sentido a flor de piel las perdidas y el dolor que nos causó enfrentarlo la primera vez.

Habíamos pactado encontrarnos esa misma noche para poner a los reclutas al día, hacerles saber a lo que estábamos a punto de enfrentarnos, para el último reclutamiento todos los Vigilantes disponibles iban a tener que presentarse.

Cada vez faltaba menos para la hora de nuestro encuentro, y yo necesitaba poner mis ideas en orden, de forma que me alejé un poco del campamento.

Caminé por un largo tiempo, y subí a una meseta que me permitía ver el basto océano que se extendía delante de nosotros. Había sido un día frio y nublado, el viento helado corría a toda velocidad, impactando sobre mi rostro, y por momentos parecía que me producía leves cortes en la piel, pero no me molestaba en lo más mínimo.

El océano revoltoso, y sabía que si alguien caía en él, jamás lo volveríamos a ver, pero aun así caminé hasta pararme al borde del abismo, y una vez allí cerré los ojos y dejé que la furia del océano, la velocidad del viento, el tacto con la leve lluvia que caía sobre mí, el olor de la tierra inundara el resto de mis sentidos, haciendo que todos los problemas que teníamos desaparecieran mi mente por algunos breves segundos, unos breves segundos de paz.

Mi vida pasó frente a mis ojos, el momento en que descubrí que mi padre era un héroe, mis primeros días como un Vigilante, la batalla contra Cíclope, El Fuego de la Libertad, todos los amigos que perdimos, todo. El mundo en el que vivíamos era un lugar terrible, lleno de dolor e injusticias, pero valía la pena pelear por él, y eso era lo iba a hacer hasta mi último aliento.

Fue entonces cuando sentí una leve brisa a mis espaldas, la cual me hizo perder la concentración y me forzó a abrir los ojos.

–Te dije que no te acerques a nosotros –solté sin girarme, aun apreciando la violencia de aquel hermoso océano.

–Solo quiero asegurarme de que sabes lo que estás haciendo –comentó Kali, se notaba cierta preocupación en su voz, pero la ignoré completamente, no volvería ser engañado–. Van a meterse en la boca del lobo, no creo que los reclutas estén listos.

Me giré para mirarla a los ojos, ella estaba ahí parada, con su pelo y su ropa empapada, pero no parecía mostrar señales de estar sufriendo el terrible frío que hacía.

–De esto depende que detengamos a Eon de una vez por todas, así que entiendo que te pongas nerviosa –comenté acercándome lentamente a ella–. Probablemente no te gusta mucho la idea de que estemos más cerca de destruir a tu líder.

Kali lanzó un suspiro de frustración, cansada de oír mis acusaciones, pero decidió no responder, yo tampoco tenía ganas de comenzar una discusión. Era hora de ir a informar de la misión a los miembros del equipo.

Sin decir más nada, pasé a su lado, pero antes de que pudiera continuar mi camino su mano me tomó con fuerza del brazo, impidiendo que siga caminando.

–¿Estás seguro de que él va a cooperar? Porque las cosas se pueden poner muy feas si intentas obligarlo –preguntó, aún sin soltarme.

Le dediqué una seria mirada, y, aunque ambos sabíamos que yo no tenía la más mínima oportunidad en una pelea mano a mano, ella entendió que debía quitar su mano de ahí de inmediato, y así lo hizo.

–¿Por qué no me dejas preocuparme a mí por eso? Estoy seguro de que tienes cosas más importantes que hacer... como advertir a tu grupo sobre nuestros movimientos.

Tras decir esto, continué mi camino, y cuando ya me encontraba bastante lejos mis sentidos aumentados captaron un susurro de parte de Kali.

–Algún día tendrás que confiar en mí, Daniel... algún día lo harás.

Ella sabía que iba a escucharlo, pero yo simplemente la ignoré y continué mi camino hacia el campamento sin detenerme ni disminuir mi velocidad, mis compañeros ya deberían estar esperándome.

Me acerqué hacia la carpa que armamos cerca de la pista de aterrizaje, y noté que ya había movimiento dentro.

Al entrar me encontré con Sandy, Joel y Amy, quienes se encontraban revisando el mapa que teníamos de área, y discutiendo distintas tácticas de acercamiento, pero al ver que entré simplemente se detuvieron para mirarme.

–Aquí pasa algo raro –comentó Midnight mirándome de arriba abajo, mientras se acercaba lentamente a mí, a lo que yo simplemente respondí mirándola con confusión.

–¿De qué estás hablando? –pregunté algo nervioso, aunque no encontraba motivo para sentirme así.

–Creo que lo sabes muy bien –argumentó ella, y ya estaba tan cerca que retrocedí un poco–. Debe ser la primera vez en mucho tiempo que no eres el último en llegar una de nuestras reuniones.

Al decir estas palabras ella me dedico una de sus hermosas sonrisas, y yo suspiré aliviado, pero nadie pareció interesarse en la razón, lo que fue bastante bueno, debíamos concentrarnos en la misión.

En ese mismo instante, Rachel entró a la tienda seguida de cerca por Alan, quien, como de costumbre, venía hablando.

–Ya te dije que no –dijo Stardust, poniendo los ojos en blanco.

–Pero, cariño, esta misión va a ser terriblemente peligrosa, tal vez sea nuestra última oportunidad de besarnos –intentó "razonar" él.

–¡Lo mismo dijiste en nuestra primera misión! –exclamó ella, y sus ojos brillaron de color violeta debido a la energía que recorría por su cuerpo.

–¿Es que vivo todos los días de mi vida como si fueran el último? –replicó él, haciendo que esta vez todos los presentes pusieran sus ojos en blanco, menos Joel, quien rio un poco por lo bajo–. Bueno tenía que intentarlo.

–¿No me dijiste que te parecía hermosa como la primera vez que me viste? –preguntó Sandy, poniéndolo en evidencia.

–¿¡Qué!? –preguntaron Rachel y Joel casi al unísono, este último poniendo cara de muy pocos amigos, seguro que Alan ya no le caía tan simpático.

Todas las miradas estaban clavadas en el joven, quien simplemente se quedó congelado, probablemente sin tener una respuesta por primera vez desde que lo conocimos.

–¿Y bien? ¿Cómo vamos con el plan? –preguntó finalmente, poniendo cara de serio y acercándose al mapa, al tiempo que se llevaba la mano al mentón, pretendiendo pensar profundamente.

Todos los presentes nos sonreímos levemente, a excepción de Rachel, quien en realidad parecía un poco perturbada por lo que acababa de enterarse, pero no le pudimos prestar demasiada atención ya que, a los pocos segundos de ocurrida la escena, Elliot y Rebecca se adentraron en la tienda, algo nerviosos por haber llegado tarde a la reunión.

–Sentimos mucho la tardanza ¿nos perdimos de algo importante? –preguntó el velocista.

–Solo de Alan pasando vergüenza –señaló Amy con una sonrisa en el rostro.

–Maldición, justo lo que no quería perderme –acotó Rebecca, sacándonos a todos una sonrisa.

–La chica perro sigue sin caerme bien –replicó Alan sin quitar la mirada del mapa.

Rebecca y Alan parecían estar a punto de ponerse a discutir nuevamente, cuando la súbita llegada de Frank, nuestro más reciente recluta, los interrumpió.

–Disculpen la demora –dijo él sin más, y sin claras intenciones de justificar la razón por la que había llegado tarde.

Sin embargo, en su caso, no hacía falta. Todos los presentes estábamos al tanto de que, desde que llegó al campamento, había estado pasando una gran cantidad de tiempo con la hija del piloto que Damien había asesinado a sangre fría.

Intentamos convencerlo de que lo que había pasado no era su culpa, y de que no debía castigarse por los crímenes que nuestros enemigos habían llevado acabo, pero probablemente no éramos los más indicados para tratar ese tema, y por más que insistiéramos él se negaba a dejar de recordarle a aquella pobre huérfana que era su culpa que su padre estuviera muerto, y, a pesar de que ella lo odiara profundamente, él se ocupaba todos los días de que no le faltara la comida o el techo.

Estando ya todos presentes, decidí que era momento de darle la información a nuestros reclutas, y partir de una vez por todas hacia nuestro destino, así que simplemente me aclaré la garganta y me giré para mirarlos a todos a los ojos.

–Muy bien, como saben, vamos en búsqueda del último recluta, aquel que creemos que puede ayudarnos a detener esta pesadilla de una vez por todas –comencé con un tono totalmente serio, la hora de bromas había quedado atrás–, pero, y esto es muy importante, ustedes no van a entrar en contacto con él.

–¿Puedo preguntar por qué? –dijo Alan, aunque se notaba que él resto de ellos se estaba haciendo la misma pregunta.

–El tipo no es de los más estables, y preferiría que viera una cara conocida para evitar incidentes –repliqué inmediatamente, aunque era claro que esa respuesta no satisfacía del todo la curiosidad de nuestros compañeros más recientes.

–Según la información que hemos podido recolectar, nuestro objetivo se encuentra con el grupo conocido como Los Cazadores, quienes ahora están acampando en una zona de los bajos Alpes Suizos –agregó Joel, señalando varios reportes y puntos en el mapa a medida que hablaba.

–¿Los Cazadores? –preguntó Rebecca, y puedo jurar que por un segundo sus ojos brillaron con su típico color animal– ¿Esos imbéciles de nuevo?

–Emm... para aquellos de nosotros que todavía no llegamos a odiarlos, puedo preguntar quién diablos son –acotó Elliot, notando la expresión en el rostro de Rebecca, y ciertamente intrigado por ello.

–Los Cazadores son un grupo paramilitar anti súper-humanos –respondió Joel, pero ello no pareció aclarar las dudas del grupo.

–Básicamente son una tropa de imbéciles extremistas que piensan que todas las cosas malas que le han pasado a este planeta son culpa exclusivamente de los súper-humanos, y que liquidándonos a todos el "hombre común" podrá resurgir y tomar su lugar como legítimo dueño de la tierra –completó Rebecca, esta vez sí despejando todas las dudas que el rostro de Elliot y el de Alan expresaban.

–Lo que nuestra compañera se olvida de mencionar es que esa tropa de imbéciles extremistas cuenta con una gran cantidad de equipamiento y armamento, y que está formada en su gran mayoría por soldados entrenados, y maniáticos fanáticos de las armas, por no mencionar que el hecho de que Eon tomara el poder hizo que les fuera sumamente fácil reclutar gente para su causa, haciendo que sus números aumenten exponencialmente –agregué, y pude ver que un poco de preocupación pasaba por el rostro de mis compañeros, a excepción de Rebecca.

–Ya intentaron tomarme hace unos meses cuando estaba en mi hogar, y logré echarlos sin mayores problemas... es hora de contraatacar –se limitó a acotar esta, con una mirada desafiante en su rostro.

–Ellos no son nuestro objetivo en este momento, esta es una misión de extracción, nos acercamos, encontramos a quien vamos a buscar, y nos retiramos –sentenció Amy, robándome las palabras de la boca, aunque Rebecca no pareció muy conforme con esto.

–Ustedes permanecerán en las afueras del campamento, vigilando el perímetro, y guiándome a Midnight y a Archer hacia nuestro objetivo, y creando distracciones sutiles que les permitan continuar su camino ¿está claro? –dijo Joel, mirando a los reclutas uno por uno, aunque sus palabras también estaban dirigidas a Rachel y a Sandy, quienes liderarían a los más nuevos mientras Amy y yo estábamos en el campamento– No queremos desatar una guerra con ese grupo.

–Entendido –comentó Frank con un distinguido rigor militar.

–Bien, en esta ocasión yo me encargaré de pilotear nuestro transporte hasta las cercanías del lugar, pero no queremos alertarlos, así que nos detendremos a varios kilómetros y tendremos que caminar –anuncié, aunque nadie pareció tener problemas con ello, supongo que sabiendo que era probable que les fueran a disparar esa noche, hacer un poco de ejercicio era una situación bastante menor.

–Mientras tanto, yo estaré monitoreándolos desde aquí, les daré indicaciones en el campo y les proporcionaré información en caso de que algo salga mal, –comentó él mientras repartía comunicadores entre los reclutas, y, al pasar a mi lado, ambos nos sonreímos y él comentó:– como en los viejos tiempos.

–Como en los viejos tiempos –repliqué con una sonrisa.

No pude evitar notar que Joel ya estaba volviendo, lentamente, a ser su vieja persona. Le desintoxicación había funcionado, y el ejercicio que realizaba diariamente, tanto físico como mental, estaba ayudando a ponerlo nuevamente en forma. Confiaba en que no tardaría en colocarse en el traje nuevamente y sumarse a nuestras misiones.

Cuando ya todos se colocaron el comunicador en sus oídos, compartimos una breve mirada y, sin decir más nada, todos comenzamos a dirigirnos hacia el avión, que la gente encargada de los transportes habían sido tan amables de prepararlo y ponerlo en marcha, de forma que solo debíamos subirnos y estaríamos listos para partir.

Dejé que el resto del equipo tomara la delantera, y mientras ellos subían las escaleras hacia el avión, mis sentidos captaron un leve suspiro a la distancia, el cual captó mi atención e hizo que me girara en su dirección.

Allí estaba Emma, postrada en su silla, mirándonos desde las afueras del campamento, con una expresión de añoranza en su rostro.

No supe exactamente qué hacer, pero entonces ella susurró un leve "suerte", y yo simplemente sonreí, a lo cual ella respondió haciendo un leve esbozo de sonrisa. Era una expresión que no había visto desde hacía largo tiempo en el rostro de mi amiga, de forma que simplemente me alegré de poder apreciarla, como si fuera un explorador que encuentra una bella flor que se creía extinta hacía mucho tiempo, y atesoré ese momento en mi memoria.

Tras ese breve instante, simplemente me giré y continué mi camino, mi equipo ya estaba cargado, y todos los demás estaban listos para partir.

Por suerte el vuelo no sería muy largo, de forma que llegaríamos en plena noche al lugar, lo cual haría que nuestra misión fuera un poco más sencilla, pero de todas formas estábamos acostumbrados a trabajar en situaciones peligrosas, y lo cierto era que estábamos demasiado desesperados como para seguir perdiendo tiempo.

Con los motores en marcha, fue cuestión de segundos hasta que nos encontramos en el aire, dirigiéndonos a nuestro destino. Amy me acompañaba en la cabina, tal vez para que no me aburriera, después de todo, estaba acostumbrado a viajar junto al equipo, y lo estaría haciendo sino fuera porque nuestro otro piloto renunció tras ver a su compañero morir. Después de ese día, encontrar a alguien dispuesto a sumarse a nuestras misiones resultó extremadamente difícil, así que simplemente desistimos y decidimos continuar por nuestra cuenta.

A pesar del fuerte sonido de los motores, y de tener la puerta de la cabina cerrada, podía escuchar los murmullos de mis compañeros sin ningún problema, y, solo por curiosidad, decidí concentrarme un poco en ellos para ver que decían.

–...enojada? –fue lo único que pude captar al principio, pero rápidamente identifiqué la voz como la de Alan, y la respuesta por parte de Rachel aclaró la pregunta.

–No, no estoy enojada.

–Estas enojada –volvió a decir él, esta vez como una afirmación– ¿Es por lo de Sandy?

–Estoy tratando de concentrarme, Alan, ¿podrías dejarme en paz? –replicó secamente ella, y, sorpresivamente, eso bastó para callar al muchacho.

–¿Quién creen que sea este tipo? –preguntó Elliot, imponiendo con fuerza su voz, de forma que cortó todos los otros murmullos– El que vamos a buscar.

–Solo sabemos que es peligroso, y que es justamente lo que necesitamos para derrotar a Eon, con eso me basta –contestó Rebeca.

–Pero, vamos, ¿no les da un poco de curiosidad? –continuó el velocista– ¿no quieren saber por qué Archer es el que lo va a buscar mientras nosotros nos tenemos que quedar jugando en el bosque?

–Él es el líder del equipo, si él nos los pide, es por un motivo –aseguró Frank con su gruesa y calmada voz–. En el ejército te enseñan a no cuestionar las órdenes de tus superiores.

–¿Y cómo te funcionó eso la última vez? –replicó una vez más Elliot, generando un silencio bastante tenso en el lugar–. Mira, lo siento, es que todo esto se me hace extraño.

–¿En qué sentido? –quiso saber Alan, que con su tono denotaba un particular interés en la conversación.

–Siento que Archer no confía del todo en nosotros, que piensa que somos simples novatos –aclaró Elliot sin más.

–¿De qué estás hablando? –preguntó Rachel de inmediato, con cierta indignación en su voz– Archer fue el que sugirió buscarlos en primer lugar.

–No me buscaba a mí, y a él creo que solo lo metió por compromiso –argumentó el velocista.

–¡Ey! –exclamó Alan, probablemente porque ese último comentario iba dirigido hacia él.

–Es ridículo siquiera sugerirlo, Acher es... –empezó a decir Sandy, pero la voz de Elliot volvió a alzarse.

–¿Lo es? Entonces ¿por qué no nos deja acompañarlo hacia el interior del campamento?

En ese momento decidí dejar de escuchar, ciertamente me dolía que mis compañeros no confiaran plenamente en mí, pero era un grupo nuevo e iba a llevar un tiempo que nos empezáramos a entender, aunque probablemente ayudaría que comunicara más plenamente mis planes a ellos, después de todo, la confianza tenía que ir en ambas direcciones.

–Deberías ir descendiendo –dijo Amy, arrebatándome de mis pensamientos.

–¿Eh? Ah, sí, por supuesto... –respondí de inmediato, y comencé a disminuir la altura, acercándome más y más al punto de aterrizaje sugerido por Joel mientras planeábamos el ataque.

–¿Estas bien, Dan? –preguntó ella de repente, tomándome un poco por sorpresa– Te noto algo extraño.

–Estoy bien, solo algo distraído, no te preocupes –le aseguré, y esbocé mi mejor sonrisa para ella.

–¿Estás seguro? ¿Esto no tiene nada que ver con el tiempo que pasas espiando a Kali, y sus pequeñas charlas? –comentó, esta vez haciendo que ponga los ojos como platos– Briggs no me dijo nada, soy una espía, nada se me escapa.

Un silencio tenso llenó la cabina, y yo me debatía entre mantener el contacto visual o llevar la mirada al frente y evitar que nos estrellemos. Probablemente no había opción correcta, así que simplemente seguí mirándola.

–¿Todavía sientes algo por ella? –preguntó con una tristeza como jamás había visto en su rostro.

–¿Cómo puedes preguntarme eso? –repliqué, algo ofendido.

–Daniel, te amo, y si me dices que no, voy a confiar plenamente en tu palabra, pero tienes que entenderme, hace algunos meses huiste con ella porque querías creer que Felicity estaba devuelta, y solo bastó un beso para convencerte de que así era –dijo con una total seriedad y sin despegar su mirada de mi–. Pero necesito que me respondas: ¿sientes algo por ella?

–Si –confesé sin más, y por un momento pensé que podía escuchar su corazón romperse–, extraño a mi amiga, aquella con la que podía contar para que nos salvara el pellejo cuando las cosas se ponían difíciles, aquella con la cual salvé el mundo, en dos ocasiones. A ella la extraño y desearía volver a verla, pero ahora sé que eso no va a pasar, y si paso horas vigilando a Kali es porque no confió en ella, y jamás lo volveré a hacer, y si me vez hablando, es porque ella sigue con la estúpida idea de meterse nuevamente bajo mi piel para manipularme, algo que no estoy dispuesto a dejar que pase.

Nuevamente el silencio tomó la cabina, podía sentir el corazón de Amy acelerado, tal vez por la sorpresa de mi respuesta, tal vez por miedo tras escuchar el "si", pero se notaba en su rostro que aún no estaba convencida, así que simplemente tomé su mano con fuerza y la miré largamente.

–Te amo, Amy, y siempre lo haré –dije, y la sonrisa más sincera que tuve en meses emergió y logró hacer que ella se sonroje y sonría también.

Dicho esto, volví la mirada al frente justo a tiempo para aterrizar el avión sin ningún tipo de problema en el largo descampado previo al frondoso bosque que se extendía frente a nosotros.

Una vez que la nave se detuvo, y los motores estuvieron apagados, procedimos a descender en silencio y de forma ordenada. Desconocía como había terminado la discusión entre los reclutas, pero aparentemente estaba lejos de tener un motín entre manos, y con eso tendría que bastar por el momento.

Tras tomar mi equipamiento de la parte trasera del avión, descendí y me encontré con ellos. Todos tenían una mirada ansiosa, y esperaban mis órdenes para empezar a marchar hacia el campo de batalla.

El campamento de Los Cazadores estaba a por lo menos una hora de distancia, y eso solo si no parábamos de correr en todo ese tiempo, así que, sin perder más tiempo, les indiqué que mantuvieran silencio, y comenzáramos a moverse. La noche estaba en su punto más alto, y debíamos utilizarla a nuestro favor.

La carrera se desarrolló en silencio por aquel paisaje que alguna vez había sido hermoso, pero que ahora se notaba extraño debido a los efectos de la máquina terraformer.

El bosque, en otros tiempos de un verde brillante, ahora se encontraba bastante seco por partes, y se notaba que los arboles empezaban a morir lentamente. Las hermosas y enormes praderas ahora se notaban grisáceas, como si el pasto estuviera cubierto por una leve capa de cenizas.

Aquel lugar estaba muriendo, todo el mundo lo estaba haciendo, y de nuestro pequeño grupo de héroes dependía enfrentar a las legiones de Eon y detenerlo antes de que fuera demasiado tarde, eso sí lográbamos sobrevivir a esa noche.

Finalmente, a unos cuantos metros de donde estábamos, pudimos notar algunas luces entre los árboles, y empezamos a sentir algunas voces en la distancia.

Gracias a mis poderes pude detectar varios idiomas, español, inglés, francés, turco, portugués, ruso y demás. Los Cazadores eran una organización internacional, y se notaba desde la distancia que era así.

Cuando finalmente estuvimos lo suficientemente cerca como para poder observarlos sin ser descubiertos, me detuve en seco, y el resto de mis compañeros hizo lo propio, ocultándose en las sombras para no develar nuestra posición.

Gran parte del campamento estaba en silencio, probablemente ya estarían durmiendo, pero aun así había unos cuantos sentados alrededor de fogatas, charlando, compartiendo historias de cacerías, aunque no precisamente de animales, bebiendo y comiendo, como si el mundo no estuviera a punto de acabarse.

Por otra parte, había varias patrullas que recorrían el perímetro y que iban fuertemente armadas, preparadas para cualquier enfrentamiento que pudiera presentarse. A demás de eso, detecté a tres francotiradores apostados sobre las copas de algunos árboles, cosa que escapó al resto de mis compañeros, a excepción de Rebecca, quien probablemente los había olfateado antes que yo.

No iba a ser tarea sencilla adentrarse, y, aún si lo fuera, no teníamos la menor idea de donde se encontraba nuestro objetivo, solo sabíamos que se había estado desempeñando como médico del grupo, y por lo tanto, lo más lógico sería buscar primero en la enfermería.

Cuando comprobé que no había nadie cerca que pudiera oír nuestros murmullos, me giré hacia el grupo y repartí un par de indicaciones antes de salir.

–Dune, en nuestra ausencia tu quedas a cargo del grupo –dije a Sandy, quien en un principio pareció altamente sorprendida, pero luego su rostro reflejó la seriedad con la que se tomaba esa responsabilidad–, si algo llega a salir mal, no dudes en confiar en el juicio de Frank, es un ex militar, él puede ayudarte.

–Entendido, Archer –respondieron ambos, casi al unísono.

No había mucho más que decidir ni discutir, así que compartí una breve mirada con Amy, quien me sonrió ampliamente, y, tras colocarme la capucha, comenzamos a avanzar hacia el campamento, dejando al resto de nuestros compañeros ocultos en las sombras.

Cuando nos hubimos acercado lo suficiente al campamento, salimos en direcciones distintas, de forma que íbamos a poder cubrir más terreno, sobre todo considerando las buenas habilidades que ambos teníamos para el sigilo.

Cuando vi que Amy comenzó a adentrarse agazapada en el campamento, activé el camuflaje de mi traje e hice lo propio.

Desde las pobres imágenes satelitales que habíamos obtenido del asentamiento no se llegaban a apreciar realmente sus dimensiones. Era sencillamente gigantesco, y estaba bastante poblado, probablemente había un pequeño ejército en aquel lugar.

Aun con todas las personas que estaban durmiendo (a mis oídos llegaban cientos de ronquidos de todas las direcciones), los suficientes estaban despiertos para hacer que el avance por el campamento fuera lento y tedioso.

Cada crujido que escuchaba a la distancia, cada briza que movía las hojas, hacía que me sobresaltara y que me preocupara por Amy, aunque sabía que ella era capaz de cosas realmente sorprendentes. A veces me olvidaba que era la mejor espía que conocía, y que, aunque no tuviera un traje con invisibilidad, probablemente podría pasar aún con más facilidad que yo.

Era ciertamente difícil pasar por sobre las botellas de alcohol tiradas en el suelo, esquivar las fogatas, y mantener siempre la mirada atenta en búsqueda de nuestro objetivo, pero, tras varios minutos cruzando el campamento lenta y sigilosamente, pude ver a lo lejos una tienda, camuflada de un típico verde militar, y con una gigantesca cruz roja pintada en su entrada.

"Bingo" pensé con satisfacción, y una leve sonrisa se dibujó en mi rostro al ver que había alguien dentro.

Estaba a punto de empezar a avanzar en esa dirección, cuando un mensaje llegó al comunicador de mi oído.

–Archer, tenemos un problema... –dijo Sandy con una notoria preocupación en su voz– un grupo de Cazadores acaba de sacar a un grupo de chicos con poderes de una tienda, los están arrodillando en el piso y creo que los van a matar...

Mis piernas se negaron a responder, de forma que me quedé ahí quieto, intentando resolver que debía hacer.

–Son chicos inocentes, Daniel, no podemos dejar que los maten como a animales –exclamó Rebecca, apresurándome, aunque se notaba en su voz algo extraño, un leve dejo de desesperación.

–Veo al objetivo, traten de distraerlos unos segundos más –solicité, mientras comenzaba a avanzar hacia la enfermería.

–Esos chicos no tienen... no tiene segundos –dijo Rebecca con dificultad, lo último sonó más como un gruñido que otra cosa.

–Reb, ¿estás bien? –inquirió Elliot con preocupación.

La única respuesta que se escuchó fue un grito de dolor, y a continuación un fuerte aullido, aunque no necesité el comunicador para captarlo.

En ese momento todo el campamento se alertó, supongo que no estarían acostumbrados a oír el aullido de un lobo en ese lugar, y mucho menos uno tan potente y bestial como ese.

–¡Rebecca perdió el control! –exclamó Sandy por el comunicador– Se transformó y se lanzó a atacar a Los Cazadores.

–¡Cúbranla! –exclamé al tiempo que me quitaba el camuflaje, ya no tenía sentido seguir siendo sigiloso– En cuanto tenga a nuestro objetivo los ayudo.

Un Cazador se detuvo al verme aparecer de repente, y estaba dispuesto a dispararme con su escopeta en ese mismo instante, pero reaccioné rápidamente y disparé una flecha contra su arma, quitándosela y dándome tiempo para correr hacia él y noquearlo antes de que alcance su pistola.

Al hacerlo, él cayó tumbado y me permitió ver con perfección a nuestro objetivo, que me observaba realmente sorprendido desde su puesto de trabajo. Nuestras miradas se entrecruzaron por algunos segundos, y cuando estaba a punto de correr hacia él, un grupo de enemigos salió de mi costado y abrió fuego contra mí, forzándome a tomar cobertura contra un árbol y dándole a él tiempo para huir corriendo.

Maldije por lo bajo, mientras llevaba mi mano al carcaj en búsqueda de una flecha que pudiera servir para quitar a ese estorbo de mi camino, pero entonces una fuerte ráfaga de viento pasó a mi lado y los disparos se detuvieron, de forma que asomé la cabeza.

Allí se encontraba Elliot parado con aires de victoria, tras haber noqueado a los tres Cazadores que me estaban acribillando.

–Les dije que cubrieran a Rebecca –comenté, tratando de no sonar demasiado desagradecido.

–¿Cubrirla? Ella los está destrozando –respondió él de inmediato–. Estamos tratando de contenerla, pero es difícil, cada vez se adentra más en el campamento.

–Sigan intentando detenerla, traten de que no mate a nadie –comenté, y al hacerlo alcé el arco y disparé una flecha que rozó la cara del velocista, para luego impactar en el pecho de uno de los Cazadores, dejándolo tendido en el suelo, retorciéndose de dolor–. Estamos a mano.

–Genial –fue lo único que salió de su boca, antes de dedicarme una breve sonrisa y lanzarse corriendo nuevamente hacia la zona del combate más arduo.

Sin más, me eché a correr en dirección a la enfermería, con la esperanza de que hubiera un rastro que pudiera seguir. Pero iba a ser difícil de alcanzarlo, después de todo, él sabía que venía, y claramente no estaba muy feliz con ello.

A medida que iba avanzando, disparé flechas contra unos cuantos Cazadores que se cruzaron en mi camino. Todos iban altamente armados, pero estaban tan preocupados por detener al grupo de súper-humanos que estaban más adelante, que la mayoría ni siquiera se percataba de mi presencia hasta que tenían una flecha atravesando su rodilla.

Sin embargo, me vi obligado a frenar un poco mi marcha, ya que otro grupo de francotiradores que estaban posicionados delante de mí habían comenzado a abrir fuego y, aunque estaba en movimiento,

Disparé una flecha, logrando derribar a uno de ellos, pero tras hacerlo tuve que arrojarme al suelo para evitar un disparo que pasó peligrosamente cerca de mi cabeza.

Tras rodar un poco por la tierra, ensuciándome bastante en el proceso, logré posicionarme perfectamente para disparar una segunda flecha que puso a otro francotirador en el suelo.

Sin embargo, el tercero ya me tenía en su mira, y podía percibir que se preparaba para apretar el gatillo, cuando el cañón de su arma se dobló, haciendo que se detuviera ante la sorpresa, ganándome algo de tiempo para disparar un último proyectil que acabó con la amenaza.

Al girar la cabeza, vi a Frank parado en la distancia, y solo llegué a asentir con la cabeza en agradecimiento antes de que un grupo de Cazadores comenzara a disparar en su dirección, forzándolo a huir rápidamente, desapareciendo de mi vista.

Sin más obstáculos delante, continué corriendo hasta que finalmente tuve a nuestro objetivo a la vista una vez más. Él corría entre los árboles sin mirar atrás, pero con una agilidad que me sorprendía ampliamente, pero supongo que no debí esperar que se entregara fácilmente.

Cada vez nos adentrábamos más en el bosque, y los sonidos de la batalla empezaban a sonar más lejanos. No podía abandonar a mis amigos, pero tampoco era una opción dejar ir a nuestro objetivo, si algo sabía hacer él era desaparecer sin mayores problemas, lo llevaba haciendo desde hacía años.

Viendo que nuestro objetivo seguía avanzando, y que tenía una vista despejada hacia él, decidí cargar una flecha-boleadora y apuntar.

"Esto va a terminar muy mal" fue lo último que pensé antes de soltar la cuerda y dejar que la flecha alcanzara su destino.

Impactando en el lugar justo, la punta del proyectil se abrió, liberando las cuerdas que se enredaron en las piernas del objetivo, haciéndolo caer fuertemente, arrastrándose varios metros por el suelo hasta finalmente detenerse.

Al ver la imagen me detuve por algunos segundos, esperando lo peor, pero nada ocurrió, lo que me hizo lanzar un breve suspiro de alivio.

–Joel, tengo al objetivo –dije aún con mi mirada clavada en él, que se retorcía en el suelo intentando librarse de las cuerdas de mi flecha–. Avísales a los demás que aguanten un poco más, la misión ya casi está completa.

Tomando algo de coraje, me apresuré a acercarme a él, aunque me frené un poco cuando estuve lo suficientemente cerca, y él, por su parte, dejó de retorcerse.

–Eso fue arriesgado –comentó él, aún de espaldas a mí, tirado en el suelo.

Sin responder, tomé una flecha de mi carcaj, y con su filo corté la cuerda que sujetaba las piernas del objetivo, nuestra esperanza.

–Lo sé, pero valió la pena –dije mientras lo observaba darse vuelta–. Lo necesitamos, señor King.

Al oír estas palabras, Jason King, aquel prisionero voluntario que había encontrado en las profundidades de la prisión de Darkside, aquel cuyo poder había crecido lo suficiente como para ser una amenaza a nuestro planeta, me dedicó una breve mirada que expresaba exactamente lo que todos pensábamos.

Aquello era muy mala idea, pero, lamentablemente, no teníamos otra opción. 

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