25. El fin de la linea.

Wells surcaba los cielos con la mayor velocidad que podía, en dirección a la bahía de San Francisco, donde hacía algunos minutos El Antiguo y sus secuaces habían puesto en marcha su plan. Ahora todo dependía de nosotros, sin embargo, notaba en los rostros de mis compañeros que no se sentían preparados para lo que venía.

Drake mantenía sus ojos cerrados y su cabeza baja mientras que pronunciaba unas inentendibles frases por lo bajo, muy probablemente algún canto de guerra propio de sus compañeros de El Ojo; Emma se mantenía en silencio, con una mano apoyada sobre la otra, tratando de disimular que estaba temblando; Joel y Sandy se mantenían prácticamente pegados al uno al otro, mientras se tomaban fuertemente de las manos, tal vez pensando que si se soltaban nunca volverían a estar juntos de nuevo; Rachel, por su parte, se dedicaba a cubrir sus manos de energía una y otra vez, como si no estuviera segura de que sus poderes fueran a funcionar en el momento de la batalla, y Amy simplemente se dedicaba a controlar que todo su equipamiento esté funcionado a la perfección. Hubiera preferido una sonrisa de su parte, una leve sonrisa, algo que memorizar antes de entrar en combate, pero ella realmente no era ese tipo de persona, y supongo que yo tampoco, ya que simplemente me encontraba parado cerca de la escotilla, incapaz de moverme.

Solamente Cíclope parecía estar tranquilo ante la amenaza que teníamos delante, y mantenía su semblante de hierro mientras observaba el paisaje frente a sus ojos desde la cabina de la nave.

En ese momento, el equipo necesitaba un líder más que nunca, y yo tenía que encontrar la manera de superar todos mis miedos, mis inseguridades y mis dudas y ser eso para ellos.

–Vigilantes, nos acercamos rápidamente a nuestro destino –nos informó Wells con cierta pesadumbre en su voz–. Les avisaré cuando estemos en la ciudad.

Ni bien la inteligencia artificial hubo terminado de pronunciar estas palabras, pude sentir como todas las miradas se clavaban en mí, y el silencio se tornaba en una poderosa pared que, a cada segundo, se acercaba más a nosotros, amenazando con aplastarnos.

Cerré los ojos, inspiré profundamente, tratando de guardarme todos los familiares aromas de la nave en lo más profundo de mí ser, y luego miré a mis compañeros. Todos y cada uno de ellos, a excepción del dictador, estaban asustados, pero podía ver en sus ojos que por nada en el mundo huirían de esta pelean.

–No voy a mentirles, es muy probable que no todos salgamos con vida de esto, pero, si muero, voy a morir sabiendo que salvé el mundo por el que vengo luchando desde hace años –pronuncié, tratando de cargar mi voz de fuerza–, y, sobre todas las cosas, orgulloso de haber tenido a los mejores guerreros del mundo, a los mejores amigos que podría haber conseguido, y a las personas más nobles sobre este planeta, luchando a mi lado. En este momento no importa lo que el mundo opine de nosotros, porque vamos ir ahí y vamos a demostrarle que estaba equivocado; nosotros no somos criminales, no somos villanos, no somos traidores. Somos la esperanza, somos la valentía, somos el honor, somos héroes, somos... Los Vigilantes, y muy pronto Eon va a saber lo que eso significa.

Las palabras parecieron surtir el efecto deseado, ya que, de inmediato, todos mis compañeros se pusieron de pie y me miraron cargados de orgullos, algunos incluso con lágrimas de felicidad asomando a sus ojos.

Sin pronunciar una palabra, todos nos acercamos y nos dimos un abrazo, sabiendo que era la última vez que todos estaríamos juntos, pero más que dispuestos a sacrificar nuestras vidas si eso significaba que el mundo seguiría girando por otro día.

Cuando finalmente nos separamos, y todos partieron a distintas partes de la nave para prepararse mejor para la batalla, quedé mirando a Cíclope, quien había observado en un respetuoso silencio toda la situación desde el marco de la puerta que daba a la cabina. Este me miraba con una ligera sonrisa en el rostro.

–Voy a concederte esto, Daniel Front, sabes dar un discurso –señaló él, dando un paso adelante y quedando a pocos centímetros de mí–, y espero que cumplas tu promesa una vez que todo esto haya acabado.

–Soy un hombre de palabra, Cíclope –repliqué sin dejar de mirarlo desafiantemente–. Ya debería saber esto.

–Yo también lo soy, Archer, así que quiero que recuerdes nuestra conversación en la prisión con mucho cuidado.

–Oh, no te preocupes, no se me escapó ninguna palabra.

Al decir esto, tomé una flecha sin punta, y lentamente, antes los ojos de mi aterrador enemigo, le coloqué la punta de Macrum antes de guardarla en mi carcaj, lo que causo que la sonrisa en el rostro de Cíclope se hiciera más grande.

–Mantén esa actitud confiada, solo va a hacer mi victoria más dulce –dijo él, con un tono serio y sombrío, antes de empujarme con fuerza contra la pared del avión para poder acercarse a la escotilla.

–Nos encontramos sobrevolando el espacio aéreo de San Francisco –anunció Wells, al tiempo que reducía la velocidad, mientras que Cíclope y yo continuábamos mirándonos seriamente.

Al escuchar esto, todo el equipo se acercó a nosotros, preparados ya para dar comienzo a la batalla final.

–Wells, abre la escotilla –le ordené, ya desviando mi mirada hacia la puerta que comenzaba a abrirse inmediatamente.

Afuera las oscuras nubes que cubrían el cielo amenazaban con desatar una furiosa tormenta sobre toda la ciudad, la cual, en pocos minutos, se había transformado en un completo caos.

A pesar de la altura a la que estábamos, podíamos ver a los militares avanzando por las calles en dirección a la inmensa maquinaría terraformer, la cual parecía estar recolectando energía poco a poco para luego activarse y completar su misión.

–¿Cómo vamos a atravesar el campo de fuerza? –preguntó Drake, ya con sus espadas en las manos y dispuesto a saltar.

–Tiene que estar siendo generado desde algún lado, y consumiendo una cantidad masiva de energía –respondió Joel de inmediato–. Wells, has un escaneo rápido del área, tendrías que poder encontrar el lugar de inmediato.

–La energía de toda la ciudad está siendo consumida en un edificio abandonado cerca del Golden Gate Park –informó rápidamente la inteligencia artificial.

–Bien, avanzar hacia la máquina hasta que el escudo no esté desactivado va a ser peligroso e inútil, así que Amy y yo nos encargaremos de desactivarlo. Mientras tanto, el resto de ustedes encárguese de sacar a todos los civiles que puedan de la zona de peligro, en todo este caos seguro va a haber mucha gente necesitando nuestra ayuda –ordené al equipo, y todos ellos parecieron estar de acuerdo con el plan.

–Es probable que los militares nos disparen, pero recuerden que solo están cumpliendo órdenes, así que traten de evitar conflictos siempre que pueda y, en caso de que deban pelear, traten de mantener el daño al mínimo –nos recordó a todos Emma.

Sin más, compartí una breve mirada con Amy, quien simplemente asintió, y luego ordené a Wells que descendiera lo más cerca posible de los edificios, comando que obedeció sin perder un solo segundo.

Segundos después, Midnight y yo saltamos sobre una azotea y, tras rodar un poco, nos echamos a correr a la dirección proporcionada por Wells, con la esperanza de poder neutralizar el campo de fuerzas rápidamente para comenzar el ataque.

Desde la altura en la que nos encontrábamos, pudimos ver la nave detenerse a unos cuantos metros de donde nos había dejado, y luego las pequeñas siluetas de nuestros compañeros descendiendo de esta.

Mientras tanto, Amy y yo decidimos que lo mejor era avanzar por callejones, así que, utilizando nuestros instrumentos, ella su pistola de garfios, y yo una de mis flechas-tirolesa, rápidamente bajamos a la calle y continuamos nuestra carrera.

La bella ciudad de San Francisco, pocos minutos tras la llegada de Eon y su máquina infernal, se había convertido en una escena apocalíptica, y era mucho peor verla de cerca. Por todos lados había manchas de sangre, autos volcados, incendios y vidrios rotos. La gente, apresurada por alejarse del lugar, había entrado en pánico, y dejaron una estela de destrucción a su paso.

Para acompañar la escena que teníamos ante nuestros ojos, teníamos los sonidos de los militares, intentando inútilmente bajar la máquina del cielo, al tiempo que eran destruidos sin ningún problema por los compañeros del Antiguo. Mientras que para mis adentros deseaba que mis compañeros se acercaran a ayudarlos, sabía que lo mejor que podía hacer por ellos en ese momento era desactivar el campo de fuerza.

–Tengo que recordarte que aún no tomé venganza por haber besado a esa guardia del Sector 66 –dijo ella de repente, mientras continuábamos avanzando, siempre procurando no ser vistos por los militares que recorrían el lugar, y con la clara intención de alivianar un poco la tensión.

–¿Qué? ¿Cómo te enteraste de eso? –pregunté, fingiendo sorpresa.

–Digamos que Wells tiene la mala costumbre de hablar de más –respondió ella con toda la seriedad del mundo– ¿No planeabas decirme?

–Por supuesto que sí, pero sabía cómo te ibas a poner, así que estaba esperando el momento justo... mi lecho de muerte por ejemplo –dije, logrando sacarle una sonrisa a pesar de sus esfuerzos por mantener el ceño fruncido.

–Supongo que esto me autoriza a besar a alguien de mi elección –agregó ella con una pícara sonrisa iluminando su rostro y resaltando su belleza.

–Podemos discutirlo después de pelear contra el monstruo milenario que amenaza con destruir a la humanidad.

–Te tomo la palabra.

Tras unos pocos minutos corriendo a la mayor velocidad posible por los callejones, finalmente nos encontramos a escasos metros del edificio abandonado que Wells nos había indicado, e incluso podíamos ver un poderoso brillo saliendo de una de sus ventanas, indicando que habíamos encontrado el lugar correcto.

El lugar parecía haber estado abandonado por años, ya que la pintura estaba gastada, y, en muchos lugares, reemplazada por ingeniosos grafitis. Casi todas las ventanas de los escasos cuatro pisos del edificio se encontraban destrozadas, y las que se encontraban intactas habían juntado una impresionante cantidad de suciedad. Sobre todas estas cosas, el clima, con rayos cayendo ocasionalmente, una lluvia que empezaba a caer, y el viento que soplaba fuertemente, provocando extraños sonidos a todo nuestro alrededor, lograban darle un aspecto tétrico al edificio, el cual, en ese instante, parecía más bien una casa del horror.

A pesar de todo esto, Amy se disponía salir en dirección al edificio, pero me apresuré a tomarla del brazo y detenerla.

–¿Qué haces? –preguntó confundida.

–En las ventanas del primer piso... –respondí por lo bajo, y asomé un poco para comprobar que seguían ahí.

Efectivamente, los dos Shadows no se habían movido de sus puestos, y se mantenían con la mirada clavada en la calle, dispuestos a enfrentarse a cualquiera que quisiera interferir con sus planes.

Cuando se los señalé a Amy, ella simplemente suspiró frustrada.

–Bueno, con súper poderes todo es mucho más fácil –dijo, justificando el hecho de no haberlos notado.

–No tenemos mucho tiempo para hacer una entrada sigilosa, así que prepárate para luchar contra sus compañeros.

–¿Cómo sabes que hay compañeros? –preguntó confundida y le dediqué una mirada que explicaba todo, a la cual ella respondió poniendo sus ojos blancos– Utilizando tus súper poderes, por supuesto.

–Tengo una idea, pero vamos a tener que ser rápidos –dije, mientras tomaba una flecha-garfio.

–Creo que te entiendo –replicó ella sonriendo–. Cuando usted diga, jefe.

Le sonreí levemente, y, pocos segundos después, disparé una flecha garfio por encima de una de las ventanas, la cual inmediatamente me elevo, haciéndome destrozar el vidrio y aterrizar pesadamente sobre el pecho del Shadow, el cual, ante lo sorpresivo del ataque, se vio incapaz de reaccionar rápidamente.

Por su parte, Amy aprovechó la fuerza que le otorgaban las botas que habíamos robado a Ian, y, desde la mitad de la calle, pego un poderoso salto que la hizo atravesar la ventana prácticamente al mismo tiempo que yo, y darle un fuerte puñetazo en el rostro al guardia que la vigilaba, que no pudo hacer otra cosa que caer desmayado.

Miré a mi costado, y la vi levantarse majestuosamente, sin importarle para nada los leves cortes que había recibido en el rostro a causa de los vidrios, y no pude evitar sonreír un poco bajo la capucha.

Sin embargo, toda expresión de felicidad desapareció de mi rostro cuando otros Shadows salieron de distintas habitaciones para unirse a la pelea.

De inmediato me quité de encima de mi enemigo, y disparé una flecha contra el que más cerca se encontraba, tumbándolo de un solo golpe al suelo, mientras que Amy corrió rápidamente por las paredes del angosto y sucio pasillo, esquivando a duras penas las espadas que amenazaban con arrebatarle la vida, y, cuando vio la oportunidad, le propinó una fuerte patada a uno de ellos.

Un Shadow alzó su filosa espada, amenazando con cortar al medio a Midnight, pero, antes de que pudiera concretar sus intenciones, una flecha-congelante se adhirió a su brazo, dejándolo en una ridícula posición, y dándole tiempo a ella para darse vuelta y golpear al sujeto con una tabla de madera que recogió del suelo.

Los enemigos seguían viniendo contra nosotros, pero, sabiendo todo lo que estaba en riesgo, nos negamos a dejarnos vencer, y, en cuestión de minutos, logramos dejar un largo rastro de Shadows tirados por los pasillos del edificio. Sin embargo, sabíamos, por experiencia, que debíamos movernos rápido; esos sujetos tenían una resistencia al dolor como nunca habíamos visto en una persona normal, y era cuestión de tiempo para que volvieran a ponerse de pie.

Finalmente logramos ponernos frente a la destartalada puerta tras la cual se encontraba el dispositivo que generaba el campo de fuerza.

Amy abrió rápidamente, desesperada por poner un fin a toda esa locura, y a duras penas logró esquivar el ataque de un enemigo oculto en la habitación, el cual le hizo un profundo corte en el costado de su cuerpo y que, si no hubiera sido por los rápidos reflejos de ella, la hubiera atravesado de lado a lado.

Con un rápido movimiento, Midgnith tomó el brazo del Shadow, impidiéndole hacer otro ataque, y con la misma velocidad aplicó presión hasta que este se quebró, forzando al enemigo, el cual no dio ningún indicio de dolor, a soltar su arma.

Inmediatamente después, Amy tomó la cabeza del sujeto y la golpeó fuertemente contra el marco de la puerta, dejándolo fuera de combate y con el camino libre hasta el generador de campo de fuerza.

Ambos nos acercamos al extraño artefacto, el cual tenía tres grandes claves conectados, los cuales claramente succionaban energía de toda la ciudad.

–¿Por qué no me sorprende? –preguntó Amy, señalando el nombre de la compañía de Ian en el dorso de la máquina.

–Concentrémonos en destruirlo –dije, tratando de volver a poner el foco el importante.

–Estoy de acuerdo –respondió ella, llevando su mano a su pierna, donde reposaba su pistola de garfios.

Una vez en sus manos, ella apretó un botón que tenía en su costado y se agachó junto a la máquina y, utilizando la pistola, coloco un gel explosivo cerca de los cables que la alimentaban.

–¿Quieres saber algo irónico? Ian también fue el que agregó esta función a mi pistola –dijo mientras se alejaba de los explosivos que acaba de colocar– ¿Crees que bastará con eso?

–No perdemos nada intentando.

Arrastramos al Shadow fuera de la habitación para que no sufriera daños por la explosión, y, tras colocarnos a una distancia segura, ella detonó el gel.

Segundos después de escuchar el estallido, volvimos a la habitación solo para encontrar los destrozados restos de la máquina, haciendo que sonriéramos.

–Surfer, nos dirigimos a la terraza –le informé, mientras que Amy y yo ya nos poníamos en camino–. El generador de campos de fuerza está destruido, comiencen el ataque.

Cuando finalmente pudimos volver a sentir el frío aire que corría golpear nuestros rostros, solo bastó con que alzáramos la vista al cielo para volver a encontrarnos con la máquina terraformer, la cual, esta vez, parecía cubierta por una capa azulada, que se deshacía lentamente con el correr de los segundos, indicando que habíamos tenido éxito en nuestra misión.

Solo para confirmar esto último aún más, los militares del lugar comenzaron a disparar desde todos los ángulos posibles con sus enormes tanques de guerra, esta vez logrando impactar directamente sobre la coraza metálica. Aunque, las explosiones eran débiles y no lograban atravesarla, nos mostramos positivos por haber dado un paso adelante hacia la destrucción de esa bestia aérea.

Sin embargo, todo atisbo de felicidad que pudiera estar expresando, se me borró de inmediato cuando, sorpresivamente, vino volando a toda velocidad desde mi espalda, y, antes de que pudiera reaccionar, me tomó por los hombros y me alzó por los aires, sin darme oportunidad de defender, y dejando a Amy sola, quien de inmediato disparó su pistola de garfios en un desesperado intento por alcanzarnos. Pero Blackbird era demasiado rápido y antes de que ella pudiera hacer algo, ya nos encontrábamos a cientos de metros de distancia.

–¿Me extrañaste, Dani? –preguntó él, mientras surcaba los cielos a toda velocidad y pasaba peligrosamente cerca de los edificios.

Estaba a punto de alcanzar una flecha de mi carcaj, cuando, de repente, el me arrojó contra la ventana de un edificio, haciendo que me la estrelle de frente.

Lamentablemente, la velocidad que llevaba no fue suficiente como para atravesarla y, en lugar de ello, solo me llevé unos leves cortes antes de empezar a caer hacia el suelo de espalda.

Antes de que pudiera hacer algo para intentar salvarme, Damien pasó volando y me asestó un brutal puñetazo en el rostro, el cual me forzó a escupir algo de sangre, y cambió mi trayectoria.

El suelo se acercaba velozmente, y parecía que mi final había llegado, cuando él volvió a tomarme del traje para "salvarme" de una muerte segura.

Segundos después, se encontraba arrojándome sobre la terraza de otro edificio y, debido a la velocidad que traía, no pude evitar deslizarme sobre este unos cuantos metros, padeciendo un terrible dolor en todo mi cuerpo.

Mientras yo luchaba para ponerme de pie, él llegó y aterrizó de forma imponente, con sus poderosas alas aún extendidas.

–Realmente no deberías haber hecho eso, Daniel, ahora no tengo otra opción que matarte –explicó él, mientras avanzaba hacia mí.

–Justo cuando habías empezado a caerme bien –dije, ya de pie, y mirándolo seriamente–, descubro que eres un puto traidor.

–No voy a intentar convencerte nuevamente de que Eon tiene razón, es demasiado tarde para eso.

–Si de verdad crees eso, entonces estas absolutamente perdido.

–Tengo que confesar... –dijo, al tiempo que sacaba los palos de eskrima de sus fundas– hace mucho que estoy esperando por esto.

–Para serte sincero... creo que quiero hacer esto desde el día que te conocí.

Sin más, cargué una flecha y la disparé a toda velocidad, pero él utilizó sus alas metálicas para cubrirse y desviarla.

Intenté varios tipos de flechas distintas, pero nada parecía funcionar: aquellas alas eran demasiado resistentes como para ser destruidas con ataques frontales, de forma que me vi forzado a buscar una nueva estrategia.

Pero antes de que algo se me pudiera ocurrir, Blackbird dio un poderoso salto y, una vez en el aire, se lanzó a toda velocidad contra mí, logrando darme una poderosa patada en el pecho, la cual me forzó a retroceder.

Intenté recobrar mi estabilidad e ignorar el dolor, pero Damien no tuvo compasión y me asestó un fuerte bastonazo en las piernas, haciendo que caiga de rodillas, e inmediatamente me dio otro en el medio del rostro, obligándome a caer.

Sin embargo, reaccioné rápidamente y logré tomar su pierna justo cuando iba a darme una patada, y haciendo acopio de todas mis fuerzas, logré tirarlo al suelo.

Una vez allí, me coloqué sobre él y comencé a golpearlo brutalmente, sin remordimiento alguno, y, cuando noté que intentaba alcanzar uno de sus palos de eskrima que había caído bastante cerca, tomé una flecha y atravesé su mano, dejándola la clavada al sucio suelo del lugar, y haciendo que él lance un fuerte grito de dolor.

Pero, mientras yo me concentraba en esa mano, él había estirado la otra y había tomado una de las filosas "plumas" metálicas que podían quitarse de sus alas, la cual de inmediato clavó profundamente en mi costado izquierdo, para luego darme un fuerte cabezazo, con el cual logró quitarme de encima.

Mientras yo intentaba quitarme la pluma que me había clavado, Damien, haciendo todo lo posible por ocultar el dolor que le producía, se apresuró a quitar la flecha que tenía clavada en su mano, quedando nuevamente libre para atacarme, situación que aprovechó de inmediato.

Los puñetazos y las patadas iban y venían sin cesar, y la batalla se volvía más ardua con el correr del tiempo. Ciertamente era difícil adivinar quién saldría victorioso de ese combate: ambos habíamos entrenado juntos por años, y sabíamos cómo el otro peleaba prácticamente de memoria, lo que nos permitía a ambos adelantarnos a los movimientos del otro, y, para balancear aún más las cosas, los dos nos encontrábamos heridos.

Sin embargo, yo apenas había tenido tiempo para recuperarme tras haber sacado a Cíclope de la prisión, de forma que el cansancio empezó a notarse, haciendo mis movimientos más lentos y predecibles, de forma que no pude hacer nada cuando, tras agacharse para esquivar una patada de mi parte, Damien extendió sus alas y, haciendo un rápido giro, las utilizó para barrer con la única de mis piernas que aún se encontraba tocando el suelo.

Caí de espaldas, agotado, derrotado, y con Blackbird saltando para ponerse arriba de mí, ya con una de sus plumas de hierro en mano.

Antes de que pudiera pensar en esquivarlo, él ya tenía la filosa arma apoyada contra mi cuello y me miraba a los ojos, como si buscara algún indicio de perdón en ellos.

–Bueno ¿qué estas esperando? –preguntó, mirándolo con asco– ¡Hazlo!

–Te estas interponiendo en el camino hacia un mundo mejor –intentó justificarse él, pero solo le bastaba mirar mi rostro para saber que no había palabras que logran convencerme de lo que él estaba intentando hacer–. Espero que entiendas.

El filo de la hoja empezaba a cortar mi piel, cuando, a toda velocidad, Joel pasó volando sobre su tabla y le asestó un tremendo puñetazo a Damien, en el medio del rostro, arrojándolo casi hasta el borde de la azotea.

–¿Estas bien? –preguntó Surfer, mientras me tendía la mano y me ayudaba a ponerme de pie.

–He visto mejores días –respondí, sin despegar la mirada de Damien, mientras que, en una especie de acto reflejo, llevaba mi mano al cuello.

Cuando Blackbird levantó la vista y se vio superado en números, pude sentir que su corazón se aceleraba, y lanzó un gruñido de furia y frustración, casi como un animal herido y acorralado. Sin embargo, como el cobarde que era, extendió sus alas y despegó, fijando su rumbo hacia la máquina terraformer, donde, con seguridad, el resto de sus compañeros lo esperaban.

–Les dije que comenzaran el ataque –le reproché a Joel, mientras levantaba mi arco del suelo.

–El resto del equipo ya se encuentra en la zona de combate, Midnight me informó de tu situación y me pidió que te buscara.

–Sí, pero...

–El día que dejemos de preocuparnos por los otros, ese será el día que el mundo esté realmente acabado –dijo Joel interrumpiéndome–. No iba a dejarte a merced de ese idiota.

No pude evitar sonreírle. Aún con todo por lo que aquel joven había pasado, él seguía en posesión del espíritu más noble y más puro de todo el equipo. Era esa cualidad, y no su traje e inteligencia, lo que convertía a Joel Green en un héroe.

Pocos segundos después, Surfer había desplegado nuevamente su tabla y levantado vuelo, no sin antes permitirme engancharme de esta para poder llevarme rápidamente a donde el resto de Los Vigilantes combatía a los enemigos.

A medida que nos acercábamos a la máquina terraformer, Joel fue bajando la velocidad, y acercándose cada vez más al suelo, hasta que finalmente me dejó suavemente sobre tierra firme, junto a Sandy y Emma, quienes ayudaban a una mujer a escapar de un auto en llamas.

Desde distintos callejones, o incluso volando, uno a uno, el resto de nuestros compañeros fueron uniéndose a nosotros, que simplemente mirábamos la máquina petrificados, sin ser capaces de emitir un solo sonido.

Para ese momento, el artificio diseñado por Ian, ya se encontraba totalmente sobre la ciudad, y parecía que había detenido su marcha, lo que solo podía significar una cosa: se preparaba para disparar.

Sin embargo, desde lo alto de un edificio, Kali se lanzó hacia el suelo y aterrizó a unos pocos metros de nosotros, destruyendo el asfalto a sus pies y haciendo que toda nuestra atención se dirigiera a ella.

–Muy bien, muchachos, no esperaba menos de ustedes –comentó, sin moverse del lugar, y cuando el polvo que había levantado se disipó, pudimos notar que estaba sonriendo–. Pero creo que ya es hora de que se rindan: la mayoría de los militares se están retirando, y no esperen que el presidente intente bombardear la máquina... él es de los nuestros.

Leves movimientos a nuestro alrededor me indicaban que nos encontrábamos rodeados, y, solo para confirmar mis sospechas, el grupo de villanos que Kali había logrado reunir comenzó a emerger de las sombras, hasta dejarnos sin posibilidad de escapatoria.

–Vigilantes, veo que tienen un nuevo miembro –sonó la vibrante y grave voz de Eon, mientras salía caminando tranquilamente, con las manos cruzadas tras su espalda, de uno de los portales creados por Dimensión, y se acercaba hasta quedar a la par de Kali–. Tengo que decir que me sorprendieron bastante con esa jugada, aunque, mirando atrás, temo que mis secuaces gastaron demasiado tiempo buscando una forma de manchar su nombre, ustedes iban a hacerlo solos liberando su peor enemigo cuando estuvieran lo suficientemente desesperados.

Cíclope, quien estaba ahora parado a mi lado, ni siquiera pareció intimidarse frente a la presencia del imponente Antiguo, y esto me dio un poco más de valor.

–Supongo que este es el fin entonces –dije, mientras cargaba una flecha.

–Solo para uno de nosotros –replicó Eon, mirándome de pies a cabeza con sus atemorizantes ojos rojos, que contrastaban con lo pálido de su piel.

Sin más, alcé el arco y disparé directamente contra su rostro, pero Kali reaccionó rápidamente y atrapó la flecha en el aire sin mayores problemas.

Pero este leve movimiento bastó para que el final tuviera comienzo, y todos se sumaran a la pelea, excepto Eon, quien simplemente se dedicó a mirarnos con una leve sonrisa en el rostro.

De inmediato, Cíclope disparó los rayos de sus ojos, impactando a Kali directamente en el pecho, la cual no pudo hacer otra cosa que salir disparada hacia atrás hasta chocarse fuertemente contra un edificio.

Me giré mientras cargaba una flecha, y pude contemplar como Drake y Revan trababan nuevamente combate con sus sables, mientras que Amy se lanzaba en una riesgosa carrera contra Damien, y Joel y Bones se daban puñetazos sin parar.

Alcé la mirada al cielo, y vi que Emma ya había comenzado a levitar y, utilizando sus poderes, elevó a Dimension por los aires y lo arrojó contra el acoplado de un camión que esperaba solitariamente a unos pocos metros de donde nos encontrábamos. Sin embargo, el intrépido enemigo creó un portal en el momento justo, escapándole al impacto, y otro se abrió justo detrás de mi compañera, quien no pudo evitar recibir una poderosa patada por la espalda.

Por su parte, Sandy había entablado batalla con Tsunami, quien, sorpresivamente, había creado una especie de látigo de agua con su mano, con el cual intentaba impactar a nuestra joven compañera, la que hacía acopio de toda su agilidad para esquivarlos.

Viendo que Blackbird había levantado vuelo, y se preparaba para atacar a Midnight, disparé, y la flecha se abrió sobre él creando una red metálica que lo envolvió, forzándolo a caer al suelo, y dándole tiempo a ella para atacar.

Sin embargo, en ese mismo momento, un poderoso haz de luz cayó del cielo, zigzagueando como una serpiente, y luego, un fuerte estruendo nos dejó bastante aturdidos a todos.

Cuando logré abrir los ojos nuevamente, noté que Lightning sostenía un rayo entre sus manos, sin mostrar ninguna señal de dolor, y miraba a Rachel, que se acercaba corriendo hacia él, con una sonrisa malévola, la cual develaba todas sus intenciones.

De repente este alzó el brazo en el cual sostenía su "arma" y, sin más, la lanzó contra Stardust como si de una lanza se tratara, liberando toda la furia que el relámpago traía consigo. Pero, para sorpresa del villano, ella logró agacharse justo a tiempo, y su disparo pasó casi rozando su cabeza para luego impactar en un auto que se encontraba en el trasfondo, el cual estalló al instante.

De inmediato, Rachel se detuvo, y plantándose lo mejor que pudo, puso sus dos manos hacia adelante y disparó un haz de energía más poderoso que nunca, el cual Lightning contrarrestó disparando otro rayo en su contra.

Las dos fuerzas impactaron justo en el medio, y estallaron, generando una onda expansiva que logró dejarnos a todos los que nos encontrábamos cerca en el suelo, pero solo fue cuestión de segundos hasta que la mayoría se encontró de pie y combatiendo nuevamente.

Estaba a punto de levantarme, cuando noté un pequeño punto negro que resaltaba entre aquel cielo plagado de nubes, y de repente me di cuenta de que, con cada segundo, iba a aumentando en tamaño.

Cuando me percaté de lo que se trataba, rodé por el suelo rápidamente, esquivando a duras penas el brutal puñetazo que Kali me había preparado, y que hubiera convertido mi cabeza en puré si no hubiera reaccionado.

El rayo que Cíclope disparó de sus ojos apenas llegó a chamuscar levemente la armadura negra que la traicionera enemiga vestía para cubrir su pecho, pero un rápido análisis de la misma me reveló varios puntos débiles, así que, aún desde el suelo, disparé una precisa flecha que atravesó sin problemas la coyuntura del hombro izquierdo, haciendo que un poco de sangre caiga del lugar.

Sin embargo sabía que eso no iba a bastar para detenerla, y, para comprobarlo, ella se arrancó la flecha sin mayores problemas, pero, antes de que pudiera ponerse de pie, me levanté y le asesté una poderosa patada en el medio del rostro, haciendo que caiga de espaldas.

Un leve hilo de sangre le caía por el costado del labio, y, tras pasarse la mano lentamente para limpiarse, me dedicó una sonrisa de satisfacción, como si estuviera disfrutando el calor de la batalla.

Me preparaba para disparar otra flecha contra ella, pero, antes de que pudiera hacerlo, ella salió volando y me envolvió sus brazos alrededor de mi torso, llevándome enganchado por varios metros, hasta golpearme contra un edificio cercano, pero alejándome bastante de la batalla y del resto de mis amigos.

Cuando mi espalda chocó contra la fuerte estructura, no pude evitar lanzar un gruñido de dolor, pero, antes de que pudiera recuperarme del impacto, ya me encontraba esquivando un fuerte golpe lanzado por Kali, el cual, al haberme agachado, destruyó la pared de hormigón que se encontraba a mis espaldas.

Aprovechando que los escombros levantaron una leve nube de polvo, reaccioné rápidamente y usé mi brazo robótico para asestarle un brutal puñetazo en el estómago, forzándola a doblarse un poco.

En ese mismo instante, y sacando provecho de su posición, la tomé de la cabeza y, con un rápido giro, la estrellé contra la pared, dejándola desorientada y dándome tiempo para alejarme un poco de ella.

Kali ya se preparaba para contraatacar, cuando disparé una flecha-congelante contra sus piernas, haciéndole imposible moverse, e inmediatamente alcé el arco y lancé una flecha-explosiva contra las vigas que sostenían un enorme y pesado cartel, el cual colgaba directamente sobre la cabeza de mi enemiga, haciendo que este caiga y enterrándola entre gigantescos pedazos de chatarra.

Sabía que eso no iba a detenerla, mierda, probablemente no le había hecho ni un raspón, pero me dio tiempo para alejarme y reunirme con mis compañeros para darles una mano.

Sin embargo, en una encrucijada de calles no muy lejos de donde el resto de Los Vigilantes peleaban, noté que Eon y Cíclope caminaban en círculos, mirándose el uno al otro, y, parecía que era la primera vez que tenían la oportunidad de estar frente a frente, y, gracias a mis sentidos aumentados, pude escuchar claramente el intercambio de palabras que tuvieron en medio de todo aquel caos.

–¿Por qué los ayudas? –preguntó de repente Eon, quien no paraba de contemplar al antiguo dictador– Ellos fueron los que te quitaron todo lo que tenías, y tener encerrado a un ser de tus características es ciertamente un crimen en sí mismo.

–Resulta que tener una bomba dentro de la cabeza es motivación suficiente para mí –respondió sarcásticamente Cíclope, sacándole una sonrisa a Eon, quien caminaba con aires de triunfo, como si la batalla ya hubiera terminado.

–Tú entendiste la verdadera naturaleza de la humanidad, tú sabes que estoy haciendo lo correcto al destruirla, era solo cuestión de tiempo hasta que ellos mismos lo hicieran –continuó El Antiguo–. Serías un poderoso aliado, incluso podríamos reinar juntos, en un nuevo mundo, justo, pacífico, y libre de la peste de insectos que camina con aires de superioridad por esta tierra, como si fueran el mismísimo centro del universo.

–Lo siento, Eon, pero no estoy buscando un compañero.

Tras decir esto, Cíclope se lanzó a toda velocidad contra El Antiguo e intentó a darle un puñetazo, el que este esquivo sin mayores problemas, y retornó con una poderosa patada, que impactó justo en el pecho de nuestro aliado, haciéndolo volar hasta impactarse contra el décimo piso de un edificio, y allí se quedó levitando, con su capa flameando, intentando recuperarse del golpe.

Lentamente, Eon comenzó a levitar, y se detuvo cuando alcanzó la misma altura que el tirano que nos ayudaba, mientras que yo me preguntaba cuántas habilidades tendría ocultas aquel poderoso ser.

El rostro de Cíclope se llenó de odio, y, de inmediato, sus ojos se volvieron absolutamente rojos, y el rayo que había quemado mi pecho salió disparado de estos en dirección a nuestro poderoso enemigo.

Sin embargo, Eon solo tuvo que alzar su mano, y, al hacerlo, el rayo parecía impactar contra una poderosa pared invisible, la cual no estaba dando indicios de ceder. Pero Cíclope no se rindió, y siguió aumentando la intensidad de su disparo hasta que El Antiguo fue incapaz de contenerlo, y salió disparado varios metros hacia atrás, con el rayo golpeándolo justo en el pecho.

Pocos segundos después, vi pasar la figura de Eon, volando a toda velocidad, encontrándose con Cíclope en los cielos, en donde comenzaron a intercambiar titánicos puñetazos, los cuales hacían vibrar las pocas ventanas que se encontraban lo suficientemente cerca.

La pelea contra nuestros enemigos había cambiado de posición, de forma que me fue fácil ayudar a mis compañeros sin perder de vista el increíble espectáculo que se estaba llevando a cabo en el firmamento de San Francisco.

Dos de los seres más poderosos sobre la tierra, y, por lo que sabíamos, en el universo, no paraban de pelear habilidosamente, sin bajar nunca la guardia, ni la velocidad o intensidad de sus golpes.

De repente, Cíclope recibió un brutal puñetazo en el medio del rostro, el cual lo desestabilizó un poco, y, antes de que pudiera reaccionar, Eon voló hacia él a toda velocidad, y, tomándolo de su traje, lo hizo atravesar de lado a lado un edificio cercano.

Tengo que admitir que, por esos pocos segundos que Cíclope estuvo fuera de mi vista, temí lo peor: que hubiéramos quedado absolutamente solos para enfrentar a Eon. Pero, de repente, se escuchó un nuevo estruendo, y nuestro poderoso enemigo cayó al suelo a toda velocidad, a unos cuantos metros de donde nos encontrábamos.

Alcé mi vista al cielo, y en ese momento vi a Cíclope, quien nos miraba a todos desde los cielos con una sonrisa confiada en su rostro, sin embargo su expresión cambió cuando notó que El Antiguo comenzaba a ponerse de pie.

–¡Gravity! ¡Ahora! –gritó con toda la fuerza posible mientras descendía velozmente de los cielos.

De repente dirigí la mirada a mi compañera, mi segunda al mando, y vi que, utilizando sus poderes, comenzó a mover las vías que recorrían la ciudad, y que se encontraban bastante cerca de la posición de Eon, arrancándolas del suelo y haciendo parecer que tenían vida propia.

Rápidamente, estas serpientes de hierro se enroscaron en los pies del Antiguo, impidiendo que se moviera de su posición, y haciendo que este dirigiera su mirada a nuestra compañera.

–Voy a disfrutar quitándote la vida –comentó él, con una mirada perturbadora, mientras luchaba por liberarse de sus ataduras y ella por mantenerlas fijas en su lugar.

–Lamento decirte que las vidas de Los Vigilantes me pertenecen –replicó Cíclope, quien acababa de reaparecer en el lugar con un enorme camión de gasolina entre sus manos.

Antes de que Eon pudiera formular palabra, Cíclope arrojo la pesada estructura directamente sobre él y, solo para asegurarse, disparó su rayo contra ella, haciendo que nuestro enemigo desaparezca en una gigantesca bola de roja de fuego, que nos hubiera envuelto a todos de no haber sido porque Emma se apresuró a contenerla.

Aprovechando que lo impactante de la situación bastó para distraer a nuestros enemigos, di un fuerte puñetazo bajo el mentón a Damien, quien cayó al suelo irremediablemente.

Sin embargo, no llegué a girarme a tiempo para esquivar la embestida de Bones, quien, con su poderosa armadura de huesos cubriendo su cuerpo, logró arrojarme por los aires unos cuantos metros, y hacerme atravesar la ventana de un local cercano.

Cuando abrí los ojos, noté que me encontraba rodeado de personas, más precisamente, militares, quienes se habrían separado de su grupo y habían decidido ocultarse en el lugar hasta que todo pasara, y que, al verme, inmediatamente alzaron sus armas para dispararme.

Iba a disparar una flecha-cegadora, en un intento desesperado por escapar a una muerte segura, pero entonces Bones cruzó corriendo la misma ventana por la que me había arrojado, haciendo que los asustados soldados dirijan sus armas hacia él.

–Bueno, bueno, veo que esto va a ser más divertido de lo que me imaginé –comentó el villano con una sonrisa.

La lluvia de balas no tardo en caer sobre él, sin embargo ninguna lograba pasar su fuerte coraza, y, cuando los cargadores se encontraron vacíos, no dudo en arremeter contra ellos, matando a varios de los militares en pocos segundos y sin mayores problemas.

Pero no podía quedarme tirado mirando esa masacre, así que de inmediato disparé una flecha-acida en su contra, la cual, a pesar de no lograr atravesar su armadura, si bastó para que él volviera su atención hacia mí.

–¿No te cansaste de que te patee el trasero? –preguntó él, algo enojado al ver que el ácido había dejado grandes manchas negras en partes de su traje.

Esquivé su primer zarpazo, solo para encontrarme con un gancho que impactó de lleno en mi estómago, provocándome un fuerte torrente de dolor, y antes de que pudiera acomodarme, Bones me tomó por el cuello y me alzó varios centímetros en el aire.

Observé los dedos de su mano libre que, rápidamente, iban tomando una forma más afiliada, convirtiéndose casi en garras.

–Creí que el gran Archer sería un poco más complicado de derrotar.

En ese instante, dos disparos de pistola impactaron en su espalda, forzándolo a aflojar un poco su agarre, y dándome el tiempo suficiente para estirar mis piernas y darle una patada en el rostro.

Bones cayó de espaldas pesadamente, y de inmediato me lancé sobre él, dándole un poderoso golpe en el rostro con mi brazo robótico.

Aprovechando que se encontraba aturdido, lo levanté del suelo y lo empuje contra la ventana, para luego dispararle una flecha-explosiva contra el pecho, la cual, al estallar, lo hizo salir volando lejos de la tienda.

Suspiré aliviado al haberme deshecho del molesto enemigo, pero, de inmediato pude percibir como las armas de los militares volvían a apuntarme.

Me giré para verlos, y ellos me miraron aterrados, esperando el próximo movimiento para descargar sus armas sobre mí.

–Bajen las armas –exclamó tranquilamente un soldado de mayor rango, y al que los otros parecían respetar, mientras salía de las sombras sin despegar su mirada de mí–. Los Vigilantes no son nuestros enemigos.

No pude evitar sonreír levemente al escuchar esas palabras, que parecieron recargar mis energías para volver a la batalla, pero, de la nada, el sonido de una explosión cercana me devolvió a la realidad, y recordé que la máquina terraformer seguía flotando amenazadoramente sobre sobre la ciudad, esperando pacientemente para soltar su ira sobre nosotros.

–Voy a tener que pedirles un favor, pero debo advertirles, va a ser peligroso –dije, ya un poco más relajado.

–Aparentemente no vamos a tener refuerzos, y quedan pocas tropas esparcidas por la ciudad, pero vine aquí para detener a esos malditos, y con ustedes de su lado, tal vez tengamos una oportunidad –comentó el capitán del grupo– ¿Qué necesitas?

–¿Tienen tanques anti aéreos? ¿Alguna posibilidad de pedirles a los pilotos que regresen? –pregunté, presionado por los ruidos que se escuchaban de mis amigos combatiendo.

De inmediato el capitán volvió su mirada hacia otro soldado, aparentemente encargado de las comunicaciones, quien me seguía mirando con desconfianza, pero, al verse apurado por su superior, reaccionó.

–De acuerdo a lo que dicen otras unidades todavía queda un poco de artillería útil en el suelo, y el resto de los pilotos todavía no se fue de la zona, están esperando un permiso para volver a atacar –respondió, casi tartamudeando.

–Necesito que disparen con todo lo que tienen contra la máquina en el cielo, su escudo está desactivado y es vulnerable, vamos a hacer todo lo posible por ayudarlos y por mantener a los enemigos fuera de su camino.

–Considéralo hecho –dijo el capitán, mientras comenzaba a gritar órdenes a sus tropas para que se movieran, y rápidamente me iban dejando solo en el desolado comercio–. Ah, y... buena suerte; somos afortunados de tenerte de nuestro lado.

Acerté a responder asintiendo con la cabeza antes de que aquel valiente hombre desapareciera de mi vista, y luego me eché a correr nuevamente hacia el campo de batalla.

Sorpresivamente, me encontré con un alentador panorama: Bones, seguía fallando en sus intentos de liberarse de los poderes de Emma, quien levitaba sobre él y extendía su mano en su dirección para contenerlo; Amy no paraba de darle puñetazos en el rostro a un aturdido Damien, quien apenas y lograba alzar los brazos para cubrirse; Revan y Drake seguían luchando, utilizando sus años de entrenamiento juntos para tratar de derribarse, pero mi compañero parecía haber logrado despojar a su némesis de una de sus espadas con sus habilidades; Tsunami, a pesar de que estábamos en un lugar absolutamente rodeado de agua, parecía ser incapaz de enfrentarse a Dune, quien atacaba de forma continua, sin darle respiro a despiadada villana; Dimension había intentado engañar a Joel con sus trucos, pero él había sido demasiado inteligente, y, antes de que un portal se lo tragara, se separó de su tabla y aterrizó sobre el enemigo; por su parte, Rachel, parecía estar encargándose sin mayores problemas de Lightningh, que hacía inútiles intentos por esconderse tras una bruma que había levantado hacía pocos minutos, y Cíclope daba fuertes golpes a una desconcertada Kali, que, a pesar de todo su poder, parecía ser incapaz de controlar la fuerza que poseía aquella bestia que habíamos liberado.

Sin embargo, lo más alentador de todo, es que no había señales de Eon por ningún lado, y, por un segundo, me atreví a soñar que el ancestral enemigo había muerto en la explosión ocasionada por Cíclope. Pero mis esperanzas se vieron aplastadas cuando, desde las llamas que habían quedado tras el ataque, un poderoso grito surgió.

–¡Suficiente! –exclamó Eon, al tiempo que veía su amenazadora silueta surgiendo de entre las llamas, infundiéndonos un profundo terror en nuestros corazones.

No pudimos evitar quedarnos absolutamente congelados al verlo, pero Cíclope, quien había dejado a Kali tirada en el suelo, con sangre cayendo a chorros de su boca, ni siquiera pareció sorprendido; simplemente miró al Antiguo resurgir, con su capa moviéndose con el fuerte viento.

–Van a ver su mundo volverse cenizas –sentenció este, mientras avanzaba amenazadoramente hacia nosotros.

En ese mismo instante, Cíclope salió volando velozmente contra él, pero antes de que llegara a golpearlo, Eon logró calzarlo con su fuerte mano del cuello, poniendo al tirano a luchar por cada bocanada de aire.

–Y tu... esclavizado por algo tan insignificante como una bomba –comentó Eon, mirándolo a los ojos, pero sin aflojar su agarre–. Creo que es hora de liberarte realmente de tus opresores.

El Antiguo alzó su mano, poniéndola a centímetros del rostro de Cíclope, y en cuestión de segundos este comenzó a gritar de dolor, y todos comprendimos lo que estaba pasando.

Joel se apresuró a dirigir su mano al detonador, pero Damien, quien había logrado zafarse de uno de los ataques de Amy, reaccionó rápidamente y arrojó una de sus plumas, la cual fue a calzarse directamente en el control de la bomba, destruyéndolo.

Volví la mirada al horroroso espectáculo que estaba presenciando, justo a tiempo para ver como la pequeña cápsula de Macrum salía a la fuerza por el lagrimal del ojo artificial de Cíclope.

Cuando el ex dictador dejó de gritar, Eon lo soltó, y este cayó de rodillas al suelo, siendo incapaz de emitir una palabra.

–Ahora es tiempo de tu venganza, ahora eres absolutamente libre para liberar tu furia sobre aquellos que te aprisionaron y que luego intentaron usarte como su títere –exclamó El Antiguo, dirigiendo su mirada hacia nosotros.

Lentamente, una sonrisa malévola fue formándose en el rostro de Cíclope, y, sabiendo el peligro que se acercaba, inmediatamente tomé La Flecha de mi carcaj y la apunté directamente a su cabeza.

–Estoy en deuda contigo, Eon –dijo Cíclope, levantando la mirada, pero de repente le asestó un brutal puñetazo a su libertador, el cual lo hizo salir disparado hacia el cielo–. Pero te olvidas de que fui creado para proteger este planeta, y voy a detenerte.

Al decir estas últimas palabras, Cíclope comenzó a levitar, hasta levantar una vuelta altura, y desde ahí me dedicó una mirada que me indicaba que, a pesar de lo que acaba de hacer, la relación entre nosotros no había cambiado: al final del día, seguiríamos siendo enemigos. Sin embargo, nunca me sentí tan aliviado como en ese momento.

–Yo puedo ocuparme de todos estos imbéciles –dijo desde las alturas, sin quitar su mirada de mí–. Destruyan la máquina terraformer.

Asentí, y de inmediato dirigí la mirada a mis compañeros, quienes ya se encontraban nuevamente sometiendo a los enemigos, y todos ellos me miraron para hacerme saber que estaban listos para el ataque.

Rápidamente, Emma alzó por los aires aquellos no podíamos volar, y nos llevó hasta una zona cercana a donde se encontraba la gigantesca máquina, la cual cada vez tenía más luces encendidas, y empezaba a producir un sonido cada vez más alto.

–Puedo disparar todo lo que tengo en la tabla, pero no creo que sea suficiente para derribar esa cosa –comentó Joel, cada vez más asombrado por el tamaño de la máquina.

–Yo puedo ayudarte, pero vas a tener que ponerme en un tejado cercano, así puedo golpearla con fuerza –acotó Stardust, confiando plenamente en sus habilidades.

–Bien, el resto de nosotros formaremos una barrera para protegerlos mientras atacan –dije, mirando al resto de mis compañeros, y luego dirigí una mirada a los valientes que se había ofrecido para atacar–. Vayan con cuidado.

Rachel y Joel asintieron, y de inmediato este último la cargó en su tabla para llevarla a la cima de un edificio, desde el cual podría concentrar sus disparos fácilmente sobre la estructura de la máquina.

Pocos segundos después, los militares comenzaron a descargar todo lo que tenían contra la terraformer, la cual, por los sonidos que hacía su coraza, parecía estar cediendo poco a poco. Surfer y Stardust, prácticamente al mismo tiempo, casi como si lo hubieran planeado, comenzaron a disparar también, y fue solo cuestión de tiempo para que los aviones de combate se sumaran nuevamente al ataque, disparando precisos misiles.

–Wells ¿Todavía estas ahí? –pregunté, mientras vigilaba con cuidado la zona, siempre preparado para que nuestros enemigos intentaran detenernos.

–Así es, señor Front, ¿en qué puedo ayudarle? –respondió con tranquilidad la inteligencia artificial.

–Necesito que descargues todo tu armamento sobre la máquina terraformer, golpéala con todo lo que tengas.

–A sus órdenes.

De inmediato, pude ver a Wells sobrevolando la zona, lo que me hizo saber que, aunque no le hubiera dado la orden, probablemente hubiera atacado de todas formas.

Lentamente, entre los escombros de la alguna vez bella ciudad, los enemigos empezaban a aparecer, aunque no había rastros ni de Cíclope ni de Eon, quienes debían de estar enfrascados en su propia pelea, tanto de poder como de ego.

Me encontraba disparando flecha tras flecha, tratando de retrasar el avance de nuestros enemigos, empecinados en detener nuestro intento por arruinar sus planes, cuando el sonido de la máquina terraformer se volvió insoportable, de forma que me giré para verla.

Los daños que había recibido eran importantes, y Wells seguía descargando sus poderosas armas alrededor de toda su estructura, acompañado por Joel, a quien, por lo que parecía, se le estaban acabando las ideas.

Nada parecía ser capaz de detener a aquella infernal máquina, y los disparos de los militares se habían detenido hacía algunos minutos, lo que indicaba que, ya sea porque se les hubieran acabado los proyectiles, o porque Kali, quien no veíamos hace rato, los hubiera acabado a ellos, estábamos solos nuevamente.

–Vigilantes, detecto una abertura en la estructura de la máquina, creo que una explosión en ese lugar podría desencadenar una reacción en cadena, destruyendo la máquina de forma definitiva –nos informó Wells de repente, llenándonos de esperanza.

–Bien, ¡abre fuego! –exclamé, sin despegar la mirada de la máquina terraformer.

–El problema es que ya no tengo municiones –explicó la inteligencia artificial con un desalentador tono de voz.

–No te preocupes, enviaremos a alguien ahí arriba, hiciste un buen trabajo, Wells –agregó Joel, sumándose a la conversación.

–Todavía no, señor Green, todavía no terminé mi trabajo –sentenció Wells, quien hizo un impresionante giro, dirigiéndose hacia la máquina–. Ninguno de ustedes sería capaz de sobrevivir a una explosión tan fuerte, y me dijeron que le diera con todo lo que tenía... todavía no cumplí con esa orden.

–¡Ni se te ocurra! –gritó Joel, girando también para acercarse a la nave, pero era demasiado tarde, jamás lograría llegar a tiempo.

–Adios... Vigilantes –soltó Wells, antes de cortar las comunicaciones.

–¡Wells, no! –exclamó Joel, acelerando a fondo.

Sin embargo fue inútil, y todos pudimos ver como Wells impactaba de lleno sobre la superficie de la máquina terraformer, de donde salió una enorme llamarada, la cual, sin lugar a dudas, habría aniquilado a Joel si se hubiera llegado a acercar un poco más.

Justo como la inteligencia artificial lo predijo, una serie de explosiones comenzaron a verse sobre la superficie de la máquina, y su sonido se fue apagando, hasta convertirse en un molesto ruido de metales cayendo y doblándose, como si fuera un barco hundiéndose.

Poco a poco, la máquina comenzó a caer hacia el suelo, y nos dimos cuenta que, sin lugar a dudas, moriríamos aplastados en ese lugar.

Tanto héroes como villanos, nos apresuramos a alejarnos del lugar, todo lo que pudiéramos, pero la quebrada voz de Joel nos obligó a detenernos.

–Tenemos un problema –sentenció, mientras que claramente intentaba contener las lágrimas–. Si una estructura de ese tamaño impacta sobre la tierra, a la velocidad que viene, va a borra la ciudad del mapa, y a aniquilar a todos sus habitantes.

–¡La gran mayoría se encuentra fuera! –gritó Drake, quien no despegaba la mirada de la máquina terraformer.

–¡La evacuación se llevó a cabo hace menos de una hora, no van a estar lo suficientemente lejos! –explicó desesperadamente Surfer.

Sabiendo que si esa máquina llegaba a tocar tierra casi un millón de vidas se apagarían, no podíamos simplemente dejarlo pasar, así que teníamos que pensar una solución de forma rápida.

–¿Qué pasaría si la empujamos hacia el mar? –preguntó Emma, quien ya se encontraba levitando, y mirando con atención la terraformer.

–Provocaría un tsunami de proporciones enormes, pero la gente se salvaría –respondió Joel, intentando concentrarse en el problema que teníamos delante–. Pero también perderíamos El Trueno de los Dioses.

Miré a mis compañeros, y noté que todos ellos habían dirigido su mirada hacia mí, en busca de respuestas, de seguridad, pero en ese instante no podía dárselas, así que simplemente tomé una gran bocanada de aire, y solté las palabras.

–Bien, hagámoslo –dije, tratando de sonar tranquilo, aunque un terrible pánico me invadía–. Dune, necesito que te dirijas a la playa e intentes contener las olas que se vayan a producir de alguna forma, Midnight te acompañará para cubrirte de cualquier posible ataque.

–Entendido –respondieron las dos al unísono, antes de salir corriendo hacia las costas.

–Yo intentaré evitar que caiga –dijo Emma, tragando saliva.

–¿Estas segura de que puedes hacerlo? –preguntó Rachel con preocupación.

–Tengo que hacerlo –replicó ella, tratando de sonar lo más convincente posible.

–El resto de nosotros no dedicaremos a cubrirla –dije, y sabía que todos iban a estar de acuerdo con ello.

Y así, Gravity comenzó su desesperado intento por detener la caída de la máquina. Sin embargo, bastaron unos pocos segundos para que notáramos que no iba a lograrlo, a pesar de que la velocidad de aquella estructura había reducido.

De repente, Damien llegó y me dio una brutal patada en la espalda, haciéndome caer de fauces al suelo, y, junto a él, el resto de sus compañeros llegaron, a excepción de Kali y Dimensión, tratando de obtener venganza por haberles arruinado sus planes.

La confrontación estalló nuevamente, mientras que todos intentábamos desesperadamente evitar que perturben la concentración de Emma, quien seguía en los aires, haciendo su mejor esfuerzo por salvarnos la vida.

Tras disparar una flecha contra Tsunami, para evitar que golpee a Drake con su látigo de agua, pude escuchar el fuerte sonido de algo pasando a toda velocidad sobre nuestras cabezas, y de inmediato noté que se trataba de Cíclope.

El tirano, cruzó los cielos hasta encontrarse directamente frente a la máquina terraformer, la cual comenzó a empujar con todas sus fuerzas, logrando detener su avance, y moviéndola un poco más hacia la zona de la playa.

–No pensaron que iba a quedarme afuera de esto ¿verdad? –preguntó él, sorprendiéndonos a todos con sus acciones.

Gracias a la fuerza de Cíclope, y al increíble poder de Gravity, no les costó demasiado empezar a poner a la ciudad fuera de peligro, pero entonces, una nueva figura se sumó a la bóveda gris que cubría la ciudad: Kali.

La despiadada enemiga se dirigió, volando a toda velocidad, hacia Emma, quien, a pesar de haberse percatado de que ella se acercaba, no quitó en ningún momento su concentración de la tarea que tenía entre manos, y puso todo su esfuerzo en movilizar la máquina terraformer lo más rápido posible hacia el mar.

Adivinando las intenciones de Kali, Surfer de inmediato salió volando hacia ella, en un desesperado intento por detenerla, pero, al hacer esto, se descuidó y no pudo hacer nada para esquivar uno de los rayos que Lightning hacía caer hacia tierra, el cual impactó directamente en su tabla, haciéndolo impactar contra un edificio antes de caer nuevamente al suelo, totalmente fuera de combate.

Viendo que el resto de mis compañeros estaba ocupado, alcé el arco y disparé una flecha-garfio, la cual debía atravesar la pierna de Kali para detenerla, sin embargo, Damien salió volando justo a tiempo, y utilizó sus alas para proteger a su amada.

Finalmente, Kali alcanzó a Emma, justo cuando la sombra de la máquina abandonó totalmente la ciudad, pero para cuando mi amiga se dio vuelta para enfrentar a su antigua amiga, esta le asestó un brutal puñetazo en el rostro, dejándola inconsciente en el acto, y, solo para asegurarse, se lanzó hacia abajo dándole un golpe en el medio de la pecho, haciendo que Gravity caiga a una gran velocidad.

Vi, totalmente impotente, como mi mejor amiga caía sin que nadie pudiera ayudarla, hasta que finalmente aterrizó violentamente con su espalda sobre el techo de un auto, y, entre los ruidos del metal destrozándose, pude escuchar claramente el sonido de huesos al quebrarse.

Al escuchar eso no pude evitar quedarme petrificado, y solo reaccioné al escuchar el poderoso rugido causado por la máquina terraformer al estrellarse contra el agua.

Un poco de agua entró en la ciudad, pero estoy seguro de que hubiera sido mucho peor de no haber sido por los esfuerzos de Sandy por detenerlo.

Cuando finalmente entré en razón, me lancé corriendo hacia donde Emma había caído, pero entonces, uno de los portales de Dimensión se abrió, y Midnight y Sandy cayeron por él, terriblemente golpeadas y apenas concientes, y fueron rápidamente seguidas por el villano responsable de dejarlas en semejante estado.

Disparé una flecha contra él, pero este rápidamente la esquivó creando otro de sus portales, por el cual desapareció, dándome el tiempo suficiente para acercarme a mis dos compañeras y comprobar su estado.

Tanto Sandy como Amy se encontraban vivas, pero demasiado golpeadas para continuar peleando, y cuando intenté ayudarlas a ponerse de pie, me señalaron a mis espaldas, advirtiéndome de un peligro del cual no me había percatado por poner toda mi atención en ellas.

Me agaché justo a tiempo para esquivar el puñetazo de Blackbird, y me giré dándole un fuerte golpe en el pecho, obligándolo a retroceder.

Antes de que siquiera pudiera intentar salir volando, una flecha-cegadora bloqueo su campo de visión, y una eléctrica terminó por ponerlo fuera de combate.

Fue entonces que noté que Cíclope había regresado a donde nos encontrábamos, y, sin más había logrado capturar a Bones, quien, a pesar de su peculiar armadura, no pudo evitar caer desmayado tras un solo impacto del puño del dictador.

Una vez que se hubo librado de él, simplemente dirigió su mirada hacia Lightning, y lo mandó a volar por los aires con un solo disparo del rayo de sus ojos.

Tsunami y Kali tuvieron que unirse contra Cíclope, solo para lograr que él no continuara aplastándolos al instante, pero preferí concentrarme en Dimensión, quien no paraba de atacar a una aturdida Rachel, quien parecía haber gastado casi todo su poder en intentar destruir la máquina terraformer.

Aprovechándome de que este estaba enfocado sobre Stardust, disparé una flecha-racimo, solo para asegurarme, y, para mi sorpresa, él no logró enviarlas todas por sus portales, y dos llegaron a clavarse en su hombro.

Pero de repente, éste utilizó uno de sus portales, y yo, preparado para que se apareciera por mis espaldas, no me percaté de que otro de ellos se había abierto algunos metros sobre mi cabeza, por donde Dimensión cayó violentamente, arrojándome al suelo y, con un rápido movimiento, logró desarmarme y mantenerme inmóvil con un fuerte agarre.

Desde esa incómoda posición, y aun luchando por liberarme, pude ver como un golpeado Revan, tras varios minutos de ardua pelea, hacía un profundo corte en el pecho de Paladín, quien retrocedió, con una expresión llena de dolor en el rostro.

Antes de que mi amigo lograra recuperarse del ataque, ya estaba recibiendo una fuerte patada, que lo envió cerca de Rachel, quien, tras los ataques de Dimensión, había quedado tirada en el suelo y seguía intentando ponerse de pie.

Revan se acercó a ellos con una expresión malévola en el rostro, y yo seguía sin ser capaz de liberarme, por lo que lancé un grotesco sonido de terror y desesperación.

–Dos Vigilantes por el precio de uno –comentó el maligno espadachín, mientras caminaba en dirección a Rachel, arrastrando su espada.

Cuando estuvo justo sobre ella, alzó su sable y se dispuso a atravesarla con él, pero, haciendo un rápido movimiento, Drake se interpuso, y pude ver como la espada de su más grande enemigo la pasaba de lado a lado, mientras que un hilo de sangre caía de su boca.

–¡No! –exclamamos Rachel y yo casi al mismo tiempo, pero era demasiado tarde.

Sin embargo, con su último aliento, Drake tomó a Revan del cuello con una mano y, con la otra, tomó su espalda y le regresó el favor, atravesándolo de lado a lado sin ningún problema.

Los dos guerreros cayeron de rodillas, uno frente al otro, sin quitarse las armas de sus cuerpos, sabiendo que para los dos había llegado el final.

Drake y Revan se inclinaron un poco, hasta que sus cabezas estuvieron una al lado de la otra, y entonces mi compañero pronunció sus últimas palabras, dificultosamente y algo ahogadas por la cantidad de sangre que tenía en su boca.

–Nos vemos del otro lado... hermano.

Dicho esto, los dos cuerpos inertes cayeron al suelo, y yo, en un estallido de ira y locura, use todas mis fuerzas para soltarme de Dimension, a quien luego le asesté un brutal golpe en el medio del rostro, el cual lo hizo caer con fuerza de espaldas.

Teniéndolo allí, indefenso, alcé el arco y lo apunté directamente a su frente, sintiendo que tal vez me sentiría un poco mejor si le quitaba la vida, pero finalmente no pude hacerlo, y simplemente disparé una flecha contra su hombro para evitar que se moviera mientras lo noqueaba con una fuerte patada al rostro.

Me disponía a ayudar a Rachel, cuando, de repente, el cuerpo de Tsunami me sobrevoló e impactó directamente sobre un edificio cercano, pero fue rápidamente seguido por Cíclope, quien cayo seguido tras un fuerte puñetazo que Kali le había proporcionado.

Cuando el polvo que había levantado los cuerpos al caer a la tierra se disipó, noté que Cíclope luchaba por ponerse de pie, mientras que Kali, aún en bastante buen estado, se había incluso dado un tiempo para pasar caminando junto a Rachel, noqueándola de un solo golpe.

Cíclope se alzó e intento golpearla, pero Kali atrapó su puño como si no fuera nada, e incluso, aplicando fuerza, comenzó a hacerlo agachar, mientras lo miraba con un profundo odio.

–Tengo que decir que me sorprendiste en un momento, realmente no pensé que fueras tan fuerte –soltó ella, aun forzando a Cíclope a arrodillarse–. Pero no eres lo suficientemente fuerte como para detenerme... mierda, si Felicity no se hubiera estado conteniendo todo este tiempo, manteniendo su potencial al mínimo, podría haberte derrocado ella sola, sin necesidad de aliarse con un grupo de inútiles.

Llevé mi mano a mi carcaj, y noté que solo me quedaba una flecha, La Flecha, pero sabía que no tenía otra opción, así que simplemente la cargué y la disparé contra ella.

Sin embargo, con su mano libre, ella la atrapó en el aire, y me dedico una mirada siniestra, que delataba totalmente sus intenciones.

–Gracias por la ayuda, Daniel –sentenció.

Antes de que pudiera siquiera hacer un movimiento, Kali tomó la flecha y atravesó el corazón de Cíclope con ella, mientras que él me miraba, casi rogándome que lo sacara de su miseria, aunque sabía que no había nada que pudiera hacer para detenerla.

Cuando finalmente la última gota de vida escapó del cuerpo de Cíclope, el que Kali soltó para que cayera derrotado al suelo, y yo me encontré absolutamente solo en aquella ciudad desolada, pude escuchar los pasos de Eon acercándose desde mi espalda, y no pude evitar girarme, quitando mi mirada de Kali.

El Antiguo caminaba lentamente, con una sonrisa asomando en su rostro, y mirando con complacencia toda la muerte y destrucción que había a su alrededor.

–¡Drake! ¡Emma! ¡Mis amigos! ¡Ellos murieron por tu culpa! –exclamé mientras me quitaba la capucha, incapaz de contener las lágrimas– Y todo ¿para qué? ¡Tú máquina aún está destruida! ¡Perdiste!

–¿Estás seguro de eso, Daniel? –preguntó Eon, sin parar de acercarse a mí.

Cuando terminó de pronunciar estas palabras, un terrible estruendo me aturdió, pero no parecía provenir desde la máquina, ni siquiera parecía provenir de la ciudad, y, pocos segundos después, fue acompañado por una fuerte onda expansiva que provocó una lluvia de cristales a nuestro alrededor.

–¿Qué fue...? –empecé a preguntar, pero al ver que la sonrisa en el rostro de Eon se ensanchaba me detuve, comprendiendo todo–. No...

–Así es, Archer, sabía que ustedes no iban a poder resistirse a una pelea en medio de una gigantesca ciudad, con gente admirándolos, un verdadero espectáculo –comenzó a explicar El Antiguo, mientras que yo caía de rodillas, incapaz de sostenerme un segundo más en pie–. Pero, mientras ustedes se preocupaban por la máquina sobre los cielos de San Francisco, la verdadera terraformer era activada en una remota parte del desierto de Australia, solitaria, y sin interrupciones.

Alcé una mirada de odio hacía Eon, quien ya se encontraba justo delante de mí, y no paraba de observarme con esos infernales ojos rojos.

Intenté ponerme de pie, traté de luchar, pero Kali ya se había colocado a mis espaldas, y, apoyando su mano sobre mi hombro, logró mantenerme arrodillado frente a su maestro.

–Perdieron, Vigilantes –sentenció él, al tiempo que se preparaba para darme un puñetazo–. El mundo me pertenece.

El golpe llegó de repente y sin ningún tipo de dolor, solo el leve sentimiento de que tu conciencia se va escapando lentamente, y, mientras todo a mí alrededor se apagaba, dejándome una oscuridad sofocante, que se infiltraba por cada uno de mis poros, recordé algo que Emma me había preguntado.

Ella me había preguntado si alguna vez el mundo lograría perdonarnos por las cosas que hicimos para detener a Eon, pero, en mis últimos segundos de conciencia, me di cuenta de que esa no era la pregunta más importante en ese momento... La pregunta más importante era: ¿alguna vez lograríamos nosotros perdonarnos por haberle fallado al mundo?

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