17. Todo ha sido revelado.

Observé como el artefacto caía al suelo, mientras que Cougar y sus ayudantes trataban de huir del lugar.

El final había llegado... mi final había llegado, sin embargo sólo sentía una sobrecogedora sensación de paz.

Ya no habría más peleas ni conflictos, nada de peligros en la sombras. Realmente podía percibir como soltaba la carga de tener que salvar al mundo, y por primera vez en años me sentí libre, realmente libre, como no me había sentido desde el día en que había puesto aquella flecha en el ojo de Cíclope, cuando creí que todo había terminado.

Me llevó un tiempo hasta que finalmente aprendí: nunca nada termina, podría salvar al mundo un millón de veces, pero alguien intentaría destruirlo un millón de veces más, la guerra nunca acaba, no para nosotros, lo que no significaba que no valiera la pena pelearla. Siempre que existiera la esperanza de un mundo mejor, habría un héroe dispuesto a pelear para alcanzarlo. Sin embargo, ese mundo mejor estaba a punto de dejar de ser mi responsabilidad, ya que la inestable tecnología se encontraba a punto de tocar el suelo.

Pero mi viaje estaba lejos de terminar; me di cuenta de esto cuando uno de los portales creados por Dimensión se abrió a mis pies, y el cubo que iba a acabar con mi vida desapareció justo frente a mis ojos.

El silencio se apoderó del lugar, ni Cougar y sus soldados, ni nosotros, podíamos creer que estábamos vivos, aunque eso podía durar muy poco, ya que, desde atrás de la línea de soldados, unos pasos lentos y seguros comenzaron a escucharse, y de inmediato supe de quien se trataba.

–No pensaste que me iba a ir sin agradecerte por el regalo ¿verdad, Archer? –preguntó Eon, avanzando con el artefacto en sus manos entre las filas de soldados, quienes se abrían a su paso, dejándome ver claramente a sus secuaces detrás de él.

–¿Y éste quien carajos es? –preguntó Cougar, claramente confundido– Soldados, aniquílenlos.

Sin embargo, ninguno de los soldados se movió, todos parecían estar congelados ante la presencia de aquella antigua y celestial criatura.

–Lo lamento, pero usted ya no comanda a estas tropas, ahora me pertenecen –sentenció Eon, sin despegar su mirada de mí.

–¿Estuviste cargando baterías en este último tiempo? –pregunté tratando de disimular mi miedo– ¿Ahora también puedes controlar a las personas?

–Sólo a los débiles de voluntad, aquellos que nacieron para ser esclavos –puntualizó El Antiguo–. Jamás podría doblegarte a ti, tu espíritu es demasiado grande, se rehúsa a ser contenido.

–Gracias por el cumplido, supongo –contesté, al tiempo que levantaba el arco y apuntaba una flecha directamente al artefacto que Eon sostenía.

Al darse cuenta de mis intenciones, El Antiguo se detuvo y me miró por algunos segundos con seriedad, pero, lentamente, una sonrisa se fue formando en su rostro.

–¿De verdad piensas que eso va matarme? –preguntó con arrogancia.

–No, pero sin ese artefacto no vas a poder llevar a cabo tu plan, dándole a Los Vigilantes el tiempo suficiente como para detenerte –respondí sin bajar el arco en ningún momento.

–¿Los Vigilantes? ¿Te refieres a ellos?

Inmediatamente después de que termino de hablar, uno de los portales de Dimensión se abrió a escasos metros de mí, pero este no parecía ser como los demás, ya que me permitía ver claramente al lugar a donde estaba proyectando.

A través del portal podía ver claramente a todos mis amigos, los cuales se encontraban con sus piernas y manos sujetadas por unas extrañas ataduras, ligadas a una estructura mediante una constante forma de energía, la cual impedía que se movieran. Todos estaban allí, a excepción de Drake e Ian, y se encontraban terriblemente golpeados.

Al ver esto mis piernas temblaron, y mis brazos se tornaron terriblemente pesados, forzándome a bajar el arco, aún sin poder despegar la mirada de mi abatido grupo de amigos.

–¿Están...? –empecé a preguntar, pero un nudo se formó en mi garganta.

–¿Vivos? Sí, pero no por mucho –respondió Eon, al tiempo que la imagen desaparecía–. Sólo tras haber visto su mundo destruido, y sólo entonces, tendrán mi permiso para morir.

–¡Hijo de puta! ¡¿Dónde están?! –exclamé con recobradas fuerzas al tiempo que levantaba el arco y lo apuntaba directamente a su frente.

Una gran furia había inundado mi cuerpo, tal vez semejante a la que sentí cuando mi padre fue asesinado por Cíclope en nuestra última batalla; una furia que se negaba a ser contenida, y la cual me dificultaba pensar racionalmente, y la gran sonrisa que Eon lucía no hacía nada por apaciguarla.

–¿Quieres saberlo? Bien, simplemente baja el arco y ríndete, te llevaremos con ellos para que puedas ver su fracaso en primera fila –contestó aun luciendo su sonrisa–. Tienes que detenerte, Archer, la guerra acabó, y ustedes perdieron, si disparas al artefacto que tengo en la mano te suicidarías, y yo simplemente tendría que forzar a alguien a construir otro para poner en marcha mi plan y tus amigos seguirían encerrados, y si no disparas simplemente te llevaremos con ellos a que mueras; creo que esto es lo que ustedes, los humanos, llaman... jaque mate.

Podía escuchar a mi corazón latiendo con fuerza, mi respiración lenta y controlada, tratando de disimular el caos en mi interior. Sabía que tenía razón, ya no había salida, él había ganado, pero no pensaba darle la satisfacción de mi rendición.

–Supongo que en ese caso no tiene sentido retrasar más mi muerte –dije, al tiempo que apuntaba directamente al artefacto.

Sin dudarlo un segundo, solté la cuerda y la flecha salió volando a toda velocidad, pero hubo algo que fue mucho más rápido.

Justo antes de que la flecha lograra impactar en su objetivo, Felicity se movió con una ligereza impresionante, y atrapó el proyectil en el aire.

–¿Qué rayos estás haciendo? ¡Tenemos que detenerlo! –exclamé, totalmente confundido.

–Oh, pobre Dani, todavía no entendió lo que está pasando –dijo ella, casi riendo, al tiempo que se daba vuelta y me dejaba ver sus profundos ojos negros.

En ese momento todo el aire escapó de mi pecho, incapaz de creer lo que estaba viendo.

–No... Felicity, tienes que combatirla, has podido controlar a Kali estos últimos días, sé que puedes volver a hacerlo –solté, al tiempo que avanzaba hacia ella.

–¡Idiota! ¿De verdad no puedes verlo? Felicity nunca estuvo de vuelta, ella sigue aquí, encerrada, muriendo un poco más a cada segundo –respondió ella poniéndose la flecha contra la cabeza con una expresión de locura, lo cual me forzó a detenerme–. Lo siento, Archer, pero creo que estas totalmente acabado.

Justo cuando estaba a punto de retroceder, recibí una fuerte patada en la parte trasera de mis piernas la cual me forzó a caer de rodillas al piso.

Antes de que pudiera siquiera intentar un movimiento, Damien puso uno de sus bastones de eskrima contra mi cuello, y al tiempo de hacerlo, una parte de él se desprendió, dejando a la vista una filosa daga, la cual al simple contacto con mi piel produjo un leve corte.

–¿Tú también? –pregunté al borde de las lágrimas, sin dejar de mirar a Kali, quien aún me sonreía.

–Lo siento, viejo, pero la amo –fue la única respuesta que obtuve por parte de Blackbird.

–Esa no es Felicity, Damien, ¡Es Kali! ¡Nuestra enemiga! La que mató a Mark, la que me cortó el brazo –vociferé, tratando de hacer que mi compañero entrara en razón.

–Pero ella aún está ahí dentro, y Eon conoce una manera de traspasar la conciencia de Kali a otro cuerpo dejando solamente a Felicity –replicó Blackbird, cuya voz no tembló en ningún momento–. Sólo tenía que mantenerme dentro de Los Vigilantes, asegurarme de que no te acercaras demasiado, y de que cayeras en la trampa, y una vez que todo terminara, él la liberaría.

–¿Y tú de verdad le creíste? –pregunté, pero luego me di cuenta de que no era la pregunta adecuada– ¿Trampa? ¿Qué trampa?

–Bueno, tranquilamente podría haber venido y robado todo esto yo mismo, pero era mejor que tú y tus amigos lo hicieran –respondió Eon, dando un paso al frente, y quedando al lado de Kali–. Verás, los hombres no confían entre sí, pero dales un símbolo de esperanza y pondrán toda su fe en él; y eso es precisamente lo que Los Vigilantes eran, un símbolo.

–Pero ahora mismo, todos los canales del mundo acaban de ver, gracias a un helicóptero de noticias que se fue ni bien Eon tuvo el artefacto en sus manos cómo el líder del grupo, acompañado por otro miembro, robó al gobierno de China, y le entregó lo que acababan de robar a la mayor amenaza que el mundo haya conocido –continuó Kali, casi emocionada, incapaz de contener las palabras.

–Y lo peor de todo es que el resto de sus compañeros no hicieron nada para detenerlos, de manera que todo el grupo queda manchado, la gente ha perdido la esperanza en Los Vigilantes, su mayor símbolo de luz y esperanza –finalizó Eon, con una maquiavélica sonrisa en el rostro.

–Se terminó, Daniel, Eon tiene razón, la guerra acabó –agregó Damien, como si sus palabras fueran a consolarme.

–Cierra el hocico, maldito traidor –repliqué con bronca al encontrarme derrotado– ¿Todo esto por una mujer? Eres un completo imbécil.

–No fue sólo por una mujer, Archer, el joven Hawkins ha visto el mundo que planteo, un mundo nuevo, mejor –respondió Eon.

–Es cierto, Daniel, y si no hubieras estado tan ocupado en tu guerra también lo hubieras visto –me confirmó Damien–. Tu deberías saber mejor que nadie que este mundo está más allá de la salvación, que estamos luchando una batalla que perdimos desde el principio... pero Eon nos da la oportunidad de acabar con todo de una vez y empezar de nuevo, y va a proteger a aquellos que se unan a él, los que tienen la fortaleza para hacer lo que debe ser hecho.

–¿Y qué es lo que debe hacerse? ¿Matar a todos? –contesté inmediatamente.

–Precisamente –replicó él inmediatamente–. El mundo es completamente corrupto, si Eon no lo hace, nosotros mismo nos encargaremos de hacerlo en algunos años.

–Estas absolutamente demente, y olvidaste cuál es la verdadera razón por la cual peleamos.

–Daniel, yo... –empezó a decir Damien, cuando fue interrumpido por la poderosa voz de Eon.

–Olvídalo, Blackbird, él es incapaz de verlo, no es tan fuerte como tú –señaló El Antiguo, mientras me miraba directamente a los ojos–. Es momento de que tomes una importante decisión, Archer: te rindes ahora, o simplemente te matamos aquí, estoy cansado de todo este circo.

En ese instante, la daga que Damien sostenía contra mi cuello se apretó un poco más; él no iba a dudar en matarme si su amo le daba la orden, él, quien hacía pocas horas me había dicho que daría la vida por mí.

Inspiré profundamente, relajando todos mis sentidos.

–Elijo la muerte –dije con tranquilidad, y casi pude sentir la hoja de Damien moviéndose–. Pero bajo mis propios términos.

En ese mismo instante cerré los ojos y pulsé un botón del arco, el cual hizo estallar en un poderoso haz de luz la flecha que Kali aún tenía en su mano, dejando a todos mis enemigos cegados inmediatamente.

Sin perder un solo segundo, tomé a Damien del brazo y, gracias a la fuerza que me otorgaba mi prótesis robótica, pude lanzarlo fácilmente sobre mi cabeza, logrando que tire al suelo a Eon y a Kali, quienes intentaban desesperadamente recuperarse del estallido.

–¡Aniquílenlo! –gritó Cougar, pero todas sus tropas aún estaban demasiado aturdidas como para actuar.

Me lancé a correr por el tejado, pero inmediatamente uno de los tantos helicópteros que estaban en la zona comenzó a dispararme. Sin embargo logré librarme de él disparando una flecha-explosiva a la cola de otro de los pájaros que se encontraba frente a mí, la cual logró desestabilizarlo, haciendo que se impactara contra el que me perseguía.

Tras chocar, los dos helicópteros cayeron sobre el techo del edificio, comprándome un poco más de tiempo para escapar.

A pesar de eso sabía que tenía que moverme rápido se pretendía salir con vida de esa, de manera que, cuando me encontré al borde del edificio, me apresuré a disparar una flecha-tirolesa, lo que me permitió bajar velozmente pero de una forma controlada.

Aún me encontraba dentro del complejo de E-Dyer, y sólo tenía algunos segundos para hacerlo antes de que mis enemigos estuvieran en condiciones de seguirme y sabía que no había forma no tenía chances de escapar a pie, de manera que inmediatamente dirigí la mirada hacia una gran cantidad de vehículos militares que se encontraban cerca de mí, y fue una suerte que, entre toda la chatarra que había dejado Kali al generar la distracción, hubiera quedado una moto sana y salva.

Inmediatamente me monté sobre ella y la forcé a arrancar usando una de mis flechas, de manera que rápidamente me encontré dirigiéndome hacia afuera del complejo, cuya puerta de entrada estallé para lograr escapar.

Mi mente estaba tormentosa, incapaz de concentrarse en algo por más de diez segundos, pero, debajo de todo aquel huracán de pensamientos, había una idea que estaba fija: si quería escapar, debía llegar a la ciudad para ocultarme.

Conduje en silencio por varios minutos, hasta que pude ver las luces de la ciudad a lo lejos. Encontrándome a una distancia segura, abandoné la moto y continué a pie; tenía en claro que mis enemigos venían pisándome los talones, pero estaba seguro de que podía sumergirme en la inmensidad de Hong Kong antes de que me vieran.

Corriendo a la velocidad que lo hacía, no tardé demasiado en encontrarme en las afueras de la gigantesca metrópolis, y la noche era la única aliada en ese momento, cubriéndome, evitando que me descubran, dejando que me mueva en las sombras por los angostos y ruidosos pasillos del lugar.

Un helicóptero pasó directamente por sobre mí, iluminando hacia todos lados con su poderosa luz, pero siguió su camino, de manera que entendí que me encontraba fuera de peligro, por el momento.

Agotado a más no poder, me desplomé detrás de un contenedor de basura, realmente no podía dar un solo paso más.

Sin más, estallé en un intenso llanto de frustración y enojo. Para ese momento ni siquiera entendía por qué había elegido vivir, Eon tenía razón: No había perdido una batalla, había perdido la guerra, y en el proceso me quedé totalmente sólo.

Ahora él estaba en posesión del artefacto que le iba a permitir su máquina, sólo era cuestión de tiempo para que la activara y la vida en este mundo terminara, mientras que, por mi parte, no sabía ni siquiera que rayos se suponía que debía de hacer en ese momento.

Las lágrimas no paraban de caer de mis ojos, hasta que, desde una lejana distancia, una voz familiar llegó a mis oídos, aunque de una manera muy poco clara.

Por más que me estuviera costando, me forcé a calmarme y a tranquilizar mi mente, y, una vez que hube logrado eso, la voz se fue haciendo cada vez más clara, hasta que no me quedó duda de quien se trataba: aquella voz pertenecía a Ian Dolent.

Secándome las lágrimas de los ojos, me levanté de mi lastimero escondite y comencé a buscar la fuente del sonido. No tardé demasiado en descubrir que provenía del televisor de una casa cercana.

Con cuidado asomé un poco la cabeza por la ventana, de manera que pudiera ver claramente la pantalla, y ahí se encontraba él, dando una conferencia de prensa con un lujoso traje que lo hacía parecer ligeramente mayor de lo que era.

El título de la noticia rezaba: "Ian Dolent habla al mundos desde su compañía en el corazón de París".

Concentrado en la imagen no pude evitar perderme algunas de sus palabras, pero aun así escuché lo suficiente como para formarme una idea de lo que estaba pasando.

–Sé que son tiempos de mucho miedo, nos enfrentamos a un enemigo sin igual, que amenaza con borrarnos de la faz de la tierra –comenzó a decir Ian delante de las cámaras, pero sin dejar la mirada fija en ningún lugar en particular, lo cual parecía indicar que estaba frente a una multitud–. Para empeorar las cosas, recientemente nos enteramos de que las personas en las que confiábamos para que nos protegieran, nuestros guardianes, nuestros héroes, nuestros... Vigilantes, estuvieron trabajando para el enemigo todo este tiempo; es más, Daniel Front, su líder, acaba de robar una importantísima pieza de tecnología al gobierno de China junto a Damien Hawkins, mejor conocido como Blackbird, presumiblemente para entregársela a su líder.

En ese momento se armó un revuelo entre los periodistas, que inmediatamente empezaron a hacer preguntas, forzando a que Ian mantuviera silencio por algunos segundos.

–Silencio, por favor, silencio –dijo tranquilamente Ian, haciendo que todas las voces desaparecieran–. No vine hasta aquí para traerles malas noticias, vine para decirles que estuve todo el día en contacto con los principales líderes políticos y económicos del mundo, y todos estamos de acuerdo en que la única manera de superar esto es juntos, de manera que estoy anunciando que vamos a reunir todos nuestros recursos para detener a esta amenaza de una vez por todas... vamos a salvar al mundo.

Nuevamente el estallido de preguntas forzó el silencio del joven multimillonario, pero este lo detuvo señalando a una de las reporteras, cuya voz rápidamente llegó en forma de pregunta.

–Si tuviera que definir a Los Vigilantes con una sola palabra ¿cuál sería?

Inmediatamente todas las voces cesaron, e Ian puso una cara de seriedad y pesadumbre.

–Traidores –sentenció tras algunos segundos–. Pusimos toda nuestra fe en ellos, y terminaron por darnos la espalda, así que, Vigilantes, si están viendo esto deben saber algo, vamos a ir por ustedes.

Sin más, Ian se alejó de la conferencia de prensa, dejando a todos los reporteros ansiosos por hacer más preguntas, pero rápidamente fueron interceptados por la policía que les cortó el paso, permitiéndole al genio entrar en soledad en su imponente edificio.

Lentamente mi mente se fue despejando, hasta que finalmente logré ver todo con claridad, mis enemigos, mis aliados, y, lo más importante de todo, mi misión: vengarme, costara lo que costara.


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