12. El funeral.
Pocas horas después de la muerte de Edward Jackson, mejor conocido como Gladiador, enviamos un informe sobre lo que había ocurrido a todos los jefes de Estado alrededor del mundo para mantenerlos al tanto de la situación, después de todo, Eon había adquirido un arma de destrucción masiva, y no teníamos idea de cuándo y dónde planeaba empezar a usarla.
Al otro día, miles de personas se reunieron alrededor de un cajón vació, en un impresionante funeral para despedir a uno de los más grandes héroes que jamás haya existido, y el último miembro vivo de Los Guardianes.
A Gladiador le dieron una despedida casi militar, la despedida de un guerrero, con disparos al aire y todo, antes de enterrarlo en la ciudad en la que nació, bastante lejos del lugar en el que yo lo conocí.
Sin embargo, nosotros no asistimos a ese evento, estábamos demasiado ocupados enterrando el verdadero cadáver de nuestro líder, en un austero funeral al que sólo fuimos nosotros.
La ceremonia se llevó acabo en silencio, nadie estaba realmente con el ánimo suficiente como para decir algo, y, una vez que el ataúd estuvo bajo tierra, todos nos alejamos del lugar bajo una tenue lluvia.
Con El Trueno de los Dioses en las manos de nuestro enemigo, esperábamos tener una semana bastante ocupada, pero todo permaneció en una absoluta paz, lo cual solo lograba aumentar nuestra ya elevada ansiedad.
Sin embargo, yo estaba cargando con mucho más estrés que el resto de mis compañeros, y no sólo por la gran pelea familiar que se desató cuando mi madre se enteró que Ana había ido con nosotros en una misión y yo lo había permitido.
Aquella fatídica noche en la que perdimos a Gladiador, también recibí un mensaje por parte del extraño que había estado tratando de ayudarme desde hacía ya algún tiempo, en este mismo me decía que había llegado la hora de encontrarnos cara a cara, pero durante el resto de los días que siguieron al mensaje nada sucedió.
No podía parar de mirar al teléfono, esperando un mensaje, una señal, algo que me forzara a moverme de nuestra base, la cual se sentía más vacía con cada segundo que pasaba.
Era solo cuestión de tiempo hasta que alguno de mis compañeros notara lo sospechoso que estaba actuando, sin embargo la gran depresión que todos estaban sufriendo los hacía estar distraídos, lo cual jugaba a mi favor.
Para empeorar la situación, pareciera que el mundo se había detenido totalmente tras la muerte de un titán como Gladiador, no había grandes luchas que pelear, ni súper humanos perdiendo el control de manera que necesitaran ser detenidos, todo estaba en una perfecta calma, excepto nuestras mentes, las cuales corrían silenciosamente, tratando de idear un plan para detener a Eon y a sus compañeros; habíamos tenido nuestra oportunidad, tuvimos El Trueno de los Dioses en nuestras manos, y lo echamos a perder, algo que no podíamos perdonarnos.
En un desesperado intento por salir del aburrimiento y despejar su mente, Ian insistió hasta que logró convencer a Joel de que saliera de su habitación para ayudarlo a crear un ejército de drones con cámaras de reconocimiento facial, los cuales recorrerían el mundo entero durante días, con el sólo objetivo de tratar de ubicar a nuestros enemigos antes de que dieran su próximo paso.
A pesar de que el joven Dolent logró sacar a un malhumorado Joel de su habitación, éste último no colaboró mucho con el proyecto del joven genio, de manera que durante algunos días vimos a Ian corriendo en todas las direcciones posibles cargando equipos, y haciendo cosas que realmente no lográbamos entender.
Pero, aún con la mínima ayuda por parte de Surfer, nuestro nuevo genio no se rindió, y no paró de trabajar hasta que tuvo construidos al menos cien drones de última tecnología, los cuales incluso estaban cubiertos del mismo material que mi traje, lo cual, en teoría, les permitiría hacerse invisibles en algunas situaciones, evitando ser detectados por nuestros enemigos.
–Son sólo los prototipos, estoy seguro que la próxima camada saldrá mucho mejor –señaló con humildad Ian, quien parecía estar al borde de colapsar.
–Hiciste un gran trabajo, Ian –respondí, mientras admiraba esas maravillas tecnológicas–, estoy seguro de que nos serán de mucha utilidad.
–El único problema es que son demasiadas cámaras para que las monitoree una sola persona, así que lo más probable es que tarde algún tiempo en dar con alguna pista, si es que logramos encontrarla –agregó, con cierta decepción, Ian.
–Es mejor que nada –concluí, antes de sentir la voz de Emma en mi cabeza, pidiéndome que me acercara a ella.
Sin decir absolutamente nada, dejé a Ian, quien inmediatamente puso manos a las obra, y empezó con los diseños de los próximos drones, y caminé hasta el rincón desde el que mi más antigua compañera de batalla observaba al joven genio trabajar.
No hacía falta leer mentes para saber que algo estaba preocupando a Emma, y claramente quería hablarlo conmigo, así que simplemente me paré a su lado silenciosamente.
–¿Sabes a que me recuerda esto? –preguntó sin más mi compañera, que no apartó los ojos de Ian y sus drones.
–No tengo idea –respondí con cierta confusión.
–A Cíclope, y sus malditos merodeadores –soltó con bronca Emma, esta vez dirigiendo su mirada hacia mí.
Impactado por la respuesta, casi pude sentir como el aire salía pesadamente de mi pecho, y mi garganta se cerró por algunos segundos al ver las lágrimas a punto de asomar en los ojos de aquella hermosa mujer.
Sin esperar un segundo, envolví mis brazos alrededor de Emma, tratando de consolarla, sin embargo sabía que ella no iba a romper en un desconsolado llanto, ella era la mujer más fuerte que conocía.
–No podemos ser como él, Dan, no voy a ser como él –continuó, esta vez un poco más firme en sus palabras–. Esto de los drones, está mal, estamos invadiendo la privacidad de las...
–Emma, lo sé, créeme, cuando Ian hizo la prueba de vuelo, lo único que pasaba por mi cabeza era los amenazadores ojos rojos de los merodeadores, pero... estoy al límite, Em, perdimos a Edward, no sé qué hacer, y esta es la única idea sobre la mesa en estos momentos –respondí, y sentí como que tal vez ella me tenía que consolar a mí.
–También sé eso –contestó resignada–, sé que se nos están acabando las opciones, y lamentablemente esto es lo único que podemos hacer por ahora, pero no podemos estar tan cerca de convertirnos en aquello que odiamos, tienes que prometérmelo, en el momento que encontremos otra alternativa vamos a dejar esto.
–Lo prometo –respondí al tiempo que forzaba una sonrisa.
–Bien, así me gusta, no hagas que te patee el trasero –agregó a modo de broma, al tiempo que se alejaba del lugar.
Por algunos segundos la observé marchar, pero pronto comencé a caminar rápidamente hacia ella.
–Em, espera –dije, y ella se dio vuelta inmediatamente y me miró con curiosidad–. Tengo que pedirte algo.
–Lo que sea.
–Con Edward... muerto, siento que todo está girando fuera de control, y necesito tu ayuda para mantener al equipo centrado –solté, esperando que ella entendiera.
–¿Quieres que sea tu segunda al mando? –preguntó levantando las cejas con sorpresa, a lo que yo respondí asintiendo con la cabeza– Bien por mí, aunque no creo que lo necesites.
–Créeme, lo necesito... té necesito.
–Y tú créeme a mí, fuiste el líder de este grupo desde mucho antes de que Jax muriera, y eso es por una simple razón, Dan, tu sacas lo mejor de las personas, porque no estas tratando de detener al villano, estas tratando de salvar el mundo, mucha gente confunde las dos cosas –continuó Emma con una hermosa sonrisa en su rostro–. Pero si de verdad crees que tengo lo que se necesita para guiar a este grupo de imbéciles, bueno, ciertamente estoy agradecida.
Esta vez Emma logró sacarme una sincera sonrisa, algo que no había pasado muy seguido en los últimos días, y supongo que tenía sentido, ella, Joel y yo éramos los únicos que quedábamos de Los Vigilantes originales, de manera que teníamos un vínculo muy especial, y sabía que si los necesitaba, iban a estar de mi lado.
Tras nuestra breve charla, ella desapareció tras una puerta, y yo hice lo mismo luego de darle una última mirada a Ian, quien seguía enfrascado en su importante trabajo.
Para el final del día, cientos de estos drones salieron volando directamente de nuestra base, y comenzaron a transmitir información directamente hacia nuestro ordenador principal, el cual Ian vigilaba atentamente, esperando poder captar algo que nos llevara a nuestros enemigos.
La cena se desarrolló en silencio luego de que anuncié lo de Emma, algo que no sorprendió a nadie, supongo que, como yo, ya la veían como una líder del grupo. Tras nuestra breve comida, cada uno de nosotros partió hacia las habitaciones ya que, si ningún villano decidía asomar su cabeza, habíamos quedado para un largo día de entrenamiento.
La luna brillaba de una manera realmente hermosa, permitiéndome ver, desde la ventana de mi habitación, el contorno de los pinos que rodeaban la base, y, a pesar de la pacifica imagen que estaba observando, mi mente no podía calmarse, sobre todo cada vez que caía en la cuenta de que el mundo podía acabarse en cualquier momento, y no había nada que pudiéramos hacer al respecto.
Sin embargo, los suaves besos que Amy me dio en el cuello ayudaron a que me relajara un poco, y, segundos después, sus brazos me llevaron lentamente hacia la cama, donde ambos quedamos plácidamente dormidos al cabo de unos minutos.
Desperté cuando los primeros rayos de luz del día golpearon directamente en mis ojos, obligándome a darme vuelta para poder abrirlos.
Lo primero que noté fue que Amy ya no estaba en la cama, pero no me sorprendía, ella no necesitaba más de unas pocas horas de sueño por día, de manera que siempre estaba arriban antes que yo.
Observé el reloj, y caí en la cuenta de lo mucho que había dormido, lo más seguro es que mis todos mis compañeros ya estuvieran despiertos, y preparándose para el entrenamiento que habíamos pactado para esa tarde.
Prácticamente salté de la cama, y me puse lo primero que encontré en el lugar antes de salir de mi habitación.
Sin embargo, el mundo había continuado en mi ausencia, y parecía que nadie se había percatado de lo mucho que había dormido la noche anterior, pero supongo que la cantidad de horas diarias de sueño no era la principal preocupación de mis compañeros.
Solitariamente, me dirigí a la cocina y me senté a comer un breve desayuno, el cual apuré demasiado, de manera que no pude evitar atorarme más de una vez.
Me encontraba dando los últimos tragos a mi café, cuando Damien entró al lugar, totalmente transpirado, y se dirigió directamente hacia el refrigerador, del cual sacó una botella de agua que casi se termina al cabo de unos segundos.
–Buenos días, princesa –comentó sin ni siquiera mirarme, una vez que sus labios se despegaron de la botella.
–No te pongas meloso conmigo –respondí, al tiempo que terminaba mi café, haciendo que esbozara una sonrisa.
–No puedo evitarlo, lo siento –agregó, y acercó una silla para sentarse frente a mí–. Salí a correr un poco en el bosque, ya sabes, para darles un poco de ventaja en el entrenamiento de hoy.
–¿Básicamente me estas advirtiendo que te van a patear el trasero hoy en la sala de simulacros, y que voy a tener que salvarte, como siempre?
–Básicamente –respondió Damien.
–No prometo nada –dicho esto, me levanté y le di una rápida limpieza a mi taza antes de dejarla para secar.
–En fin, el resto del equipo ya debe de estar colocándose los trajes, nos vemos allí –finalizó Damien, y despareció tras la puerta.
Tras algunos segundos limpiando las cosas que usé para desayunar, me dirigí a la sala de simulacros ubicada en el sótano, y, justo como Blackbird había advertido, el resto del grupo ya se encontraba allí, preparándose para el entrenamiento.
Al llegar recibí unos breves saludos por parte de mis compañeros, sin embargo no me detuve a charlar, y me acerqué a la vitrina en la cual descansaba mi traje y mi equipo, el cual rápidamente comencé a colocarme.
Pasados unos pocos minutos, ya todos nosotros nos encontrábamos preparados para ingresar a la sala de simulacros, la cual había recibido algunas interesantes modificaciones por parte de Ian.
–Bien, hoy vamos a hacer una serie de entrenamientos recién diseñados, así que prepárense para cualquier cosa –comencé, mientras que miraba al resto de mis compañeros–. De acuerdo con Ian, el primer simulacro va a ser una ciudad prácticamente desierta, tomada por un grupo de enemigos desconocidos, la misión es encontrar a un VIP y sacarlo del lugar, junto con cualquier otro civil que encontremos en el área ¿listos?
Mis compañeros asintieron, y las puertas a mis espaldas comenzaron a abrirse, dejando ver los paneles que Gladiador y mi padre habían utilizado tantos años atrás para entrenarse, y que luego fueron utilizados por nosotros.
Uno a uno, los miembros de mi equipo comenzaron a adentrarse en la sala, sin embargo, un sonido distante me distrajo, era algo familiar, pero que ya había estado esperando por hacía algún tiempo... mi teléfono estaba sonando.
–Oye, ¿estás bien? –preguntó Amy, distrayéndome del sonido.
–¿Qué? Eh... sí, lo siento, espera aquí, tengo que hacer algo –respondí, e inmediatamente salí con bastante apuro en busca de mi celular, dejando a mi amada atrás.
El sonido era bastante bajo, claramente había dejado el teléfono en el piso de arriba, pero mis poderes, sumado al hecho de que estaba esperando desesperadamente ese mensaje, contribuyeron a que pudiera percibirlo.
Tratando de contenerme, caminé hasta la cocina, donde había abandonado mi teléfono tras mi breve desayuno, y, una vez que estuvo a mi vista, esencialmente me lancé sobre él.
Como siempre, el mensaje era críptico y ciertamente no era lo que esperaba.
El mensaje sencillamente decía:
19º 5' 7.801"
72º 50' 57.512"
Inmediatamente caí en la cuenta de que se trataban de coordenadas, y, si bien no sabía a donde indicaban precisamente, estaba seguro que ahí sería el lugar en el que encontraría a mi misterioso mensajero.
–Dan, dime qué está pasando –dijo Amy a mis espaldas, quien claramente había decidido seguirme.
Disimuladamente guardé el teléfono y me giré para verla cara a cara, y noté que Emma la acompañaba y me miraba extrañada.
–Lo siento, voy a tener que irme, aparentemente Minho se metió en algún tipo de problema con La Yakuza –mentí, aunque me mantuve totalmente serio, y esperé que Emma no estuviera leyendo mi mente.
–¿Qué? ¿Cómo? –preguntó con preocupación mi amada.
–No lo sé, supongo que tiene que ver con que me ayudo algunos años atrás a detenerlos, deben de haberlo descubierto –continué con mis mentiras.
–Bien, le diré al resto del equipo que olvide el entrenamiento, tenemos trabajo de verdad –soltó Emma antes de empezar a darse vuelta.
–¡No, espera! –exclamé, haciendo que la situación se tornara bastante más sospechosa de lo que ya era– Son sólo unos estúpidos mafiosos, lo mejor es que vaya sólo, mucho más rápido y menos llamativo.
–Está bien... –dijo Emma, quien claramente ya estaba pensando en leerme la mente– llévate a Wells, e infórmanos ante cualquier problema.
–Lo prometo, ¿crees que puedes guiarlos durante el entrenamiento? –pregunté a Gravity, aunque yo ya sabía la respuesta, de manera que su sonrisa confiada fue toda la confirmación que necesitaba.
–Bien, entonces me iré a darle las noticas a los demás, te espero abajo –finalizó Emma mirando a Amy, quien aún no despegaba su mirada de mí.
–¿Hay algún problema? –pregunté, esperando que no se hubiera dado cuenta de que le mentía.
–Sí, lo hay, has estado extremadamente raro desde que Edward murió, y la verdad es que me preocupas –dijo Amy caminando hacia mí–. Te amo, pero hay una enorme oscuridad en tu interior, Dan, algo que estuvo a punto de salirse de control antes de que Jax te fuera a buscar a Tokio, y temo que vuelva a suceder algo parecido.
–Nada va a pasar, sólo voy a ir a ayudar a un amigo, voy a estar devuelta antes de que te des cuenta –respondí mientras forzaba una sonrisa y apoyaba mis manos suavemente en sus hombros.
–Más te vale, o me vas a forzar a conseguirme otro ciborg esclavo para que me arme la cama y limpie el lugar –soltó, y me besó suavemente en los labios antes de darse media vuelta y retirarse por el mismo lugar por el que se fue Emma.
Suspiré aliviado al haber superado ese breve obstáculo, ahora solo quedaba ir y mantener una seria conversación con mi mensajero.
Rápidamente bajé las escaleras, y fui en busca de mi arco y el resto de mi equipo, además de tomar una señal de rescate en caso de que esto sólo fuera una trampa, aunque algo me decía que no lo era.
El resto del equipo ya se había metido en la sala de simulacros, así que simplemente le avisé a Ian que me iba a ir, y el muchacho comandó a Wells para que estuviera encendido para el momento en que llegara a él.
Casi corriendo, llegué a la nave, que ya tenía la escotilla baja, y me esperaba ansiosa de ir a dar una vuelta.
–Buenos días, Archer ¿a dónde vamos hoy? –preguntó educadamente Wells.
–Te envío las coordenadas, y, Wells...
–¿Si, señor?
–Quiero que dejes de transmitir tu posición a Ian, esto es totalmente confidencial, activa el modo camuflaje, y llévame ahí.
–Está bien, usted es el jefe –soltó con algo de incomodidad Wells–. Partimos hacía Bombay.
Sin decir nada más, Wells despegó de la plataforma a una impresionante velocidad, al tiempo que se volvía totalmente invisible al ojo humano.
Quedé algo sorprendido al escuchar que nos dirigíamos a Bombay, el lugar era ciertamente enorme, y la verdad era que estaba esperando algún sitio alejado de todo, donde pudiera reunirme en confidencialidad, pero parecía que a mi mensajero no le interesaba mucho todo ese tema.
Pasé poco más de una hora en silencio dentro de la nave, antes de que Wells me advirtiera que ya nos encontrábamos cerca de las coordenadas indicadas.
Inmediatamente le ordené que se detuviera y me acercara un poco al suelo, lo cual el obedeció sin ningún problema.
–Ahí ya está bien, Wells, abre la escotilla y luego quiero que te alejes del lugar y que te mantengas por debajo de todos los radares, mantente atento para cuando te llame.
–Muy bien, Archer, que tenga un lindo paseo.
La escotilla se abrió delante de mí, y, sin esperar más, activé el camuflaje de mi propio traje antes de lanzarme y aterrizar sobre un techo cercano.
Miré a mí alrededor, y noté lo enorme que era la ciudad, así que agradecí internamente a Wells por haberme dejado tan cerca de las coordenadas exactas que me fueron enviadas.
Llevé la mirada a mi reloj de muñeca, el cual convenientemente me indicaba las coordenadas en las que me encontraba, y, guiándome gracias a él, comencé a moverme hacia mi objeto tras haberme bajado de la azotea.
Las calles de la ciudad estaban abarrotadas, y tenía que hacer un esfuerzo tremendo para que nadie me chocara y revelara mi posición, de manera que me tenía que mover despacio y con mucho cuidado.
No pude evitar notar lo enormemente rica que era la ciudad, por donde mirara iba a encontrar cosas realmente fabulosas, autos lujosos, edificios hermosos y demás. Sin embargo, a medida que me iba a acercando al lugar del encuentro, los lujos de la ciudad iban disminuyendo, al igual que la cantidad de gente, hasta que finalmente me adentré en uno de los barrios pobres de la ciudad.
Casas de chapa, animales sueltos, niños corriendo sucios y descalzos, crimen, desesperación; todas esas, y muchas más, eran las características del lugar en el que me encontraba.
Cada vez que veía un lugar así tan cercano a un sitio tan lujoso como del que acaba de salir, no podía evitar cuestionarme si lo que estábamos haciendo realmente servía de algo. Después de todo, podemos salvar algunas vidas deteniendo a un villano, pero no por eso las injusticias que sufría la gente que estaba viendo eran menores.
Esta gente no estaba preocupada por si había una invasión alienígena en Nueva York, o si una inteligencia artificial trataba de destruir la humanidad; esta gente sólo quería poner un plato de comida caliente en la mesa para sus hijos, y despertarse al otro día para ir a trabajar, ganarse el pan de cada día, querían una vida digna, y les era arrebatada por un grupo de ricachones sentados en sus enormes oficinas, tomando decisiones sobre quienes son importantes y quienes no, y, lamentablemente, a las personas que me rodeaban les había tocado la pajilla más corta.
Todos estos pensamientos me daban ganas de darme media vuelta, ir hacia la casa donde la gente responsable de toda esta desesperación estaba, y hacerlos pagar. Pero no podía hacerlo, no ahora por lo menos.
"Un problema a la vez", me dije mientras miraba a una madre abrazando con un enorme amor a su hijo, sabiendo que lo más probable era que no comerían esa noche.
La oscuridad estaba cayendo sobre la ciudad, y la gente escaseaba en las calles, de manera que decidí desactivar el modo camuflaje del traje y empezar a moverme entre las sombras.
Una rápida mirada a mi reloj me indicó que ya me encontraba extremadamente cerca de las coordenadas indicadas, y solo me faltó levantar la cabeza para ubicar el lugar.
A menos de diez metros de donde me encontraba, una destartalada casa con la puerta abierta esperaba; a mí alrededor no se escuchaba pasar ni a una mosca, y un rápido sondeo con mis poderes me demostró que el área estaba despejada, no se escuchaba el latido ni de un solo corazón, excepto el que latía en aquella precaria vivienda.
Tomé una gran bocanada de aire, y comencé a caminar hacia el lugar, siempre pendiente de cualquier movimiento a mi alrededor, siempre esperando una emboscada, pero mis poderes habrían detectado a cualquier persona que estuviera escondida en los alrededores, y mi mensajero claramente no se estaba escondiendo, sin embargo, eso no significaba que esto no podía terminar mal.
Con un mal presentimiento y un nudo en mi garganta, entré a la pequeña casona, sólo para encontrarme con una oscura figura parada de espaldas a mí, y llevando una larga túnica con capucha, la que me impedía identificar a mi mensajero.
–Qué bueno que llegaste, ya estaba empezando a pensar que no ibas a venir –soltó una voz femenina.
–No... –dije por lo bajo al reconocerla– es imposible, no puedes ser tú.
–Ya he aprendido a aceptar lo imposible –continuó mi mensajera–, la pregunta es si tú puedes aprender a hacer lo mismo.
Dicho esto, la mensajera hizo caer su túnica y se dio vuelta, comprobando mis sospechas. Kali estaba ahí, parada delante de mí, casi como si no supera que hacer a continuación. Pero, por supuesto, yo si sabía qué hacer.
Sin esperar un segundo más, disparé una flecha, la cual atravesó su hombro de lado a lado y la dejó clavada a la pared, y, acto seguido, me abalancé sobre ella y comencé a golpearla repetidamente.
–Edward murió por tu culpa –dije mientras que la seguía golpeando, y me manchaba mi cara con la sangre que brotaba de su boca tras cada puñetazo–. Te voy a matar, maldita hija de puta.
–Puedes matarme, no voy a hacer nada para impedirlo, pero, por favor, tienes que escucharme primero –dijo Kali, aunque no trataba de esquivar ni detener mis golpes.
–¿Por qué habría de escucharte? –pregunté al tiempo que detenía los golpes y la fulminaba con la mirada– ¿Para darte tiempo a llamar a tus amigos?
–Deberías escucharme... porque no soy Kali –soltó de repente.
Esas palabras hicieron que dudara por un segundo, lo suficiente para notar algo extraordinario, los ojos de mi enemiga ya no eran color negro, sino de su original color marrón brillante, aquel que me había enamorado tantos años atrás.
–¿Felicity? –pregunté aún sin soltarla, sabía que todo podía ser otro engaño por parte de mi enemiga.
Sin embargo, todas mis defensas se cayeron cuando una lágrima rodó por su mejilla, y luego fue seguida por otra, y otra, hasta que finalmente rompió en un desconsolador llanto.
Inmediatamente arranqué la flecha de su hombro, y traje a mi antigua compañera sobre mí para poder abrazarla con fuerza.
Tras algunos silenciosos minutos en los cuales no nos despegamos, Felicity finalmente levantó la vista para mirarme a los ojos.
–Dios, no puedo creer que esto esté pasando... –dijo ella, mientras que se alejaba un poco de mí.
–¿Tú no puedes creerlo? Felicity, creí que estabas muerta, que ya no ibas a volver....
–Y, por un tiempo, estuviste en lo correcto... los primeros meses eran cambios continuos, aunque nunca llegaba a ser yo el tiempo suficiente como para terminar con mi vida o pedir ayuda –comentó Felicity, bajando la cabeza algo avergonzada–. Pero con cada cambio podía sentir que me iba debilitando, hasta que Kali tomó el control definitivamente, y yo quedé enterrada en mi interior, sin capaz de controlarme, muriendo un poco a cada segundo, hasta que nos volvimos a ver...
–¿A qué te refieres?
–Me refiero a que aquella noche en la que Eon fue liberado, los vi a todos ustedes pelear con tal ferocidad, con tanta esperanza, te vi a ti enfrentarte a un ejército de nuestros mejores soldados para salvar el mundo, y algo despertó en mí... yo resurgí
–¿Por qué diablos no volviste inmediatamente con nosotros? –pregunté confundido, tratando de mantenerme escéptico, aunque deseaba intensamente que su historia fuera verdadera.
–Todavía no la controlo totalmente, aunque estoy ganando más fuerza, pero es probable que Kali resurja en algunos minutos, así que tenemos que aprovechar el tiempo...
–Estoy de acuerdo –la interrumpí–, le diré a Wells que venga, es hora de llevarte a casa.
–¡No! Maldición, cierra la boca un minuto y simplemente escucha –me espetó Felicity, claramente alterada–. El mundo está en un terrible peligro, y Eon está a punto de obtener su victoria, deben detenerlo de inmediato.
–Dime algo que no sepa, por ejemplo como destruir al bastardo.
–Estoy trabajando en ello, pero mientras tanto, sólo podemos retrasar sus planes.
–Estamos bastantes seguros de que planea transformar la tierra en su antiguo planeta, pero no estamos muy seguros de cómo planea llevarlo a cabo.
–Dieron en el clavo, y, como ya lo hizo antes, va a utilizar una maquina terraformer –declaró Felicity, ansiosa por continuar su relato–. El Trueno de los Dioses era sólo una parte de la maquinaria, su fuente principal de energía.
–Bueno, dinos donde se esconde, y se la robaremos frente a sus narices –exclamé, deseando ponerle fin a esa charla para poder ir a lo importante, salvar a mi amiga.
–No puedo hacer eso, el resto de mis compañeros ya sospecha que hay algo raro conmigo, y si Eon se entera de que Kali no está presente todo el tiempo podría simplemente matarme, y ustedes perderían su ventaja –dijo, demostrando que ya había considerado todas las posibilidades–, sin embargo, puedo guiarlos al próximo objeto, algo que él necesita para continuar su trabajo, y, si ustedes se adelantan a tomarlo, entonces se pondrán un paso adelante.
–No estoy muy contento con la idea, pero parece que no voy a poder convencerte de lo contrario, así que cuéntame –dije, haciendo que ella sonriera.
–Todavía recuerdas que soy obstinada, eso es bueno... en fin, un grupo de científicos en China están trabajando en algo extremadamente peligroso, es simplemente un pequeño artefacto que, aunque ellos no lo saben, puede utilizarse para causar daños a nivel global, si fuera utilizado para potenciar un arma.
–Creí que Eon quería transformar el planeta, no destruirlo –respondí ante la descripción de Felicity.
–Para que su planeta pueda surgir, el nuestro tiene que morir, y si logra poner sus manos sobre esa tecnología tendrá justo lo que necesita para que su máquina cause cambios en todo el planeta, y no sólo en pequeñas partes.
–Está bien, entonces iremos y les arrebatamos esa cosa para luego destruirla, parece un trabajo fácil.
–Con Eon nada lo es, tienen que tomar la delantera rápido, antes de que él pueda hacer su próximo movimiento.
–Puedes contar con ello, ahora necesito que me digas...
En ese momento, Felicity dio un paso atrás y se apoyó en la pared antes de que yo pudiera finalizar mi pregunta, algo que claramente llamó mi atención.
–Oh, mierda... no, por favor, no ahora –exclamó, y podía ver todo el miedo en su rostro.
–Felicity, háblame ¿qué está pasando? –pregunté mientras que me acercaba a ella.
–Ella... ella está volviendo... quiere tomar el control de nuevo... –dijo mientras se retorcía terriblemente, y su cara se ponía muy colorada.
En ese momento, Felicity levantó su cara y noté que sus ojos se estaban tornando lentamente negros, y, antes de que pudiera hacer algo, ella se abalanzó sobre mí y me tomó por el traje.
–Escúchame, todavía pueden detener a Eon, todavía pueden salvar al mundo... todavía puedes salvarme.
Sin decir absolutamente nada más, sus labios se encontraron con los míos, en un sorpresivo e intenso beso, el cual duró sólo algunos segundos, aunque se sintió como una verdadera eternidad.
Antes de que pueda si quiera intentar quitármela de encima, Felicity simplemente se alejó, con sus ojos ya totalmente negros, y me dedicó una última y triste mirada antes de salir volando del lugar a toda velocidad, destrozando el techo de la precaria casa antes de perderse totalmente en la oscuridad de la noche.
Por algunos segundos me quedé mirando el agujero en el techo, pensando si todo eso acaba de ocurrir o si solo había sido un sueño, pero la extraña sensación en mis labios parecía indicar lo primero.
Lo cierto es que Felicity estaba devuelta, y me acababa de dar una simple pista sobre cómo detener a Eon, una que no pensaba pasar por alto.
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