11. Hacer sangrar a un dios.
Un potente golpe en mi rostro fue todo lo que necesité para volver a estar consciente, y desperté en el momento exacto para evitar que Amy me diera otra bofetada, aunque, por el poderoso ardor en mis mejillas, tal vez no había sido sólo un golpe.
Me incorporé inmediatamente y miré a mi alrededor, todos mis compañeros estaban junto a mí, aunque la mayoría miraban la oscuridad de la cueva con ansias y no parecían muy preocupados por mi estado, el que más denotaba esto era Drake.
–¡Saben que va a estar bien, tenemos que movernos! –exclamó Paladín con la mirada clavada en la lejanía.
–Ya está de vuelta –comentó Amy sonriendo mientras me miraba.
–Paladín tiene razón... tenemos que movernos, no hay tiempo que perder –todavía tenía la visión de Ana perdiéndose en la oscuridad grabada en mi mente, así que me levanté del suelo aguantando el dolor y me sacudí un poco.
–Logramos ahuyentarlos, pero seguro van a volver en cuestión de minutos –me informó Damien, claramente refiriéndose a los secuaces de Kali.
Todos mis compañeros tenían algún que otro golpe en sus trajes o en sus cuerpos, pero ninguno estaba herido de gravedad de manera que estábamos en condiciones de continuar peleando. Sólo había una persona por la cual preocuparse.
Me acerqué lentamente a Gladiador, quien se encontraba en el suelo y se tomaba sus piernas con fuerzas, mientras que mostraba una devastadora expresión de dolor en su rostro, claramente el padre de Jax había olvidado que él no debía combatir.
–Edward, tienes que irte de aquí antes de que vuelvan –sugerí mientras que me agachaba junto a él.
–Estoy bien, sólo necesito un segundo –comentó e hizo un enorme esfuerzo por levantarse–. Dios, había olvidado lo bien que se siente patear traseros.
El gigantesco sujeto apoyó su pesada mano en mi hombro y me miró con una sonrisa, él estaba listo para el segundo round, y no había nada que yo pudiera decir que cambiara su opinión.
Simplemente asentí con la cabeza, dándole a entender que había entendido su mensaje, y comencé a caminar rápidamente hacia la oscuridad de la cueva.
–Vamos –comenté sin girarme a ver al resto de mis compañeros.
El lugar se encontraba totalmente sumido en sombras, y, por la pesadez del aire, se notaba que había permanecido cerrado por miles y miles de años.
Gracias a mis poderes podía caminar tranquilamente en la oscuridad de lugar, lo mismo sucedía con Joel, que utilizaba la visión nocturna de su traje para avanzar, sin embargo, pedí a Rachel que tomara la delantera y utilizara sus poderes para iluminarnos el camino.
Sin perder un segundo, la joven alienígena dio un paso al frente y cubrió sus manos de energía purpura, con la cual nos fue develando el camino.
Ni bien las luces de Rachel iluminaron el paso, pude notar que había dos pares de huellas que iban por delante de nosotros, unas más grandes y que indicaban que quien las había hecho iba caminando tranquilamente, las cuales identifique como pertenecientes a Kali; y por otro lado, había otras huellas más pequeñas, hechas por Ana, y que indicaban que iba a toda velocidad tratando de alcanzar a nuestra enemiga, sólo me quedaba esperar que no hubiera logrado su objetivo.
–¿Notaron lo perfectamente bien que esta cueva está construida? –preguntó Joel, quien desde que había entrado se la había pasado mirando las paredes.
–¿Construida? –preguntó Emma, algo confundida– ¿Alguien hizo todo esto?
–Sin duda, es demasiado perfecta como para ser algo natural –contestó el joven genio.
–¿Tenían tecnología para hacer algo así en aquel entonces? –interrogó Damien.
–Algo así, pero les hubiera llevado años, y, si nos guiamos por la leyenda, el herrero lo hizo en un tiempo significativamente corto –respondió nuevamente Surfer, quien parecía realmente intrigado por todo esto.
–Los artefactos dejados atrás por Los Antiguos son extremadamente poderosos, en muchos sentidos –comenzó a decir Drake, quien estaba haciendo un esfuerzo enorme por no salir corriendo a toda velocidad–, muchas veces han enseñado a los hombres como desarrollar nuevas tecnologías, invenciones miles de años adelantadas en el tiempo.
–Entonces es posible que el herrero haya hecho construido algo para hacer esto –comentó Sandy, impresionada por lo que estaba oyendo.
–Totalmente, en realidad, es muy posible que nos encontremos algunas cosas bastante extrañas aquí aba... –empezó a decir Drake, cuando un poderoso grito de dolor se escuchó más adelante, haciendo que todos nos detuviéramos en seco.
Pocos segundos después, el aterrador sonido se repitió, y esa vez estuve seguro, sabía quién había gritado.
–An... –dije por lo bajo.
Sin esperar un solo segundo, salí corriendo en la total oscuridad, dejando al resto de mi equipo atrás, pero estaba seguro de que sólo así podría salvar a mi pequeña hermana.
Cada nuevo lamento emitido por Ana se volvía más fuerte, indicándome que estaba cada vez más cerca, y mientras más me acercaba más intenso se volvía aquel inequívoco olor... el olor de la sangre en el aire.
Dupliqué mi velocidad, lo que hacía realmente difícil que no tropezara con alguna piedra ocasional que se encontraba en el suelo, pero hice todo lo posible por evitarlo, no podía perder un solo segundo.
Mis sentidos funcionaban como una especie de sonar, creando una imagen del lugar en mi mente, así que no tardé mucho en ver a mi pequeña hermana apoyada contra la pared, sosteniéndose con dolor el hombro izquierdo.
–¡Detente! –exclamó, con evidente dolor, mi hermana, y algo en su voz me dijo que debía hacer caso.
Frené justo a tiempo para no pisar una pequeña piedra que estaba justo en el medio del camino, y, una vez que me acerqué y la palpé un poco, pude darme cuenta de que se trataba de una especie de botón, el cual con seguridad activaría alguna trampa, y, sin lugar a dudas, Ana había caído en ella.
Pocos segundos después, el resto de mis compañeros me alcanzaron, iluminando el área y comprobando mis sospechas.
Esquivé con cuidado la trampa y, al hacerlo, pude notar que la pared tenía de la cueva tenía, en uno de sus lados, pequeños agujeros, y, del otro, una gran cantidad de flechas clavadas profundamente en la pared, una de las cuales había impactado en el hombro de mi pequeña hermana.
–¿Estás bien? –pregunté con preocupación, observando su herida.
–Sí, ni bien me di cuenta de que se trataba de una trampa me moví todo lo rápido que pude, pero bueno, supongo que no fue suficiente –se lamentó ella, también observando la flecha clavada en su hombro.
–¡Joel, ven aquí! –exclamé de inmediato, y el joven Green obedeció– ¿Es seguro remover la flecha?
Sin perder un segundo, Joel utilizó el visor de su traje para inspeccionar la herida y darme un diagnóstico.
–Si, por suerte no tocó ninguna arteria –contestó.
Antes de que mi hermana pudiera emitir opinión, puse mi mano contra su boca y la removí rápidamente, evitando que gritara y delatara nuestra posición a Kali.
–Eres un imbécil –comentó Ana, con lágrimas en los ojos.
–Sí, pero esta pequeña excursión se terminó para ti, te vas a la superficie en este instante –le ordené seriamente.
–Eso tal vez no sea una buena idea... –soltó Emma– los compañeros de Kali no van a tardar en venir, y seguro van a venir por ese camino, así que lo mejor va a ser que se quede con nosotros.
Lancé un suspiro de frustración, por más que no quisiera aceptarlo, Emma tenía razón, mi hermana estaba mucho más segura con nosotros alrededor.
–Chicos... tal vez quieran ver esto... –comentó Sandy, mirando hacia el suelo.
Inmediatamente todos dirigimos la mirada en la misma dirección que ella y lo vimos, un rastro de sangre se extendía desde el lugar de la trampa hacia adelante, lo que indicaba que Kali también había recibido un impacto.
–Bien, vamos a seguir moviéndonos, pero mantengan los ojos abiertos, algo me dice que esta no es la única trampa que el herrero construyó en este lugar –comentó Gladiador, tomando la delantera.
Durante el resto del camino mantuve a mi hermana lo más cerca de mí que pude, su herida era bastante grave, pero aparentemente eso no la iba a detener, y se notaba en la expresión decidida de su rostro.
Tratamos de seguir el rastro de sangre dejado por Kali, pero esto era difícil, ya que, mientras más avanzábamos, menos sangre había, y esto con seguridad se debía a que las heridas de nuestra enemiga se curaban más rápido que las de un humano normal.
El único sonido que escuchábamos ahí dentro era el de nuestras pisadas, y eso, sumado al hecho de que íbamos constantemente mirando a nuestro alrededor en busca de alguna posible trampa, no hacía más que aumentar la tensión en el lugar.
Finalmente, el rastro de sangre desapareció, y, para empeorar la situación, el camino se dividía en dos, apenas unos metros por delante de nosotros, lo que nos obligó a detenernos para tratar de determinar cuál sería nuestro próximo movimiento.
–Bien, Ana, Amy, Damien y Rachel, conmigo –comenté, mirando la entrada a la izquierda–, el resto, sigan el otro camino, mantengan los ojos abiertos.
–Reporten si encuentran algo que valga la pena –dijo Gladiador, quien se disponía a liderar al otro grupo–, nosotros haremos lo mismo, así que estén atentos a sus comunicadores
Asentí brevemente con la cabeza, y comencé a caminar por el camino que había elegido, con Rachel atrás iluminándolo.
Por algunos minutos me arrepentí de no haber pedido a Drake o a Emma que viniera con mi grupo, después de todo, Ana no era ninguna luchadora, y, aún si lo fuera, estaba demasiado herida para pelear. Pero pronto me di cuenta de que sólo estaba siendo un hermano sobre protector, que quería tener a todas las personas posibles para cuidar de su pequeña hermanita en caso de que se desatara una batalla, así que rápidamente deseché la idea de llamar a alguno de los dos para que se nos unieran.
El camino era una pronunciada bajada, de manera que, debido a lo rocoso del lugar, teníamos que hacer un esfuerzo tremendo para no resbalar y caer rápidamente hacia el final del lugar.
Tras algunos minutos, Rachel se detuvo, realmente se notaba en su rostro lo cansada que estaba, y no la culpaba, pero debíamos movernos rápido.
–Stardust, ¿estás bien? –pregunté, mientras que me acercaba un poco a ella.
–Sí, solo necesito... necesito un segundo –respondió mientras intentaba recuperar el aire.
Al decir esto, la joven alienígena apoyó su mano en la pared, y de inmediato todos sentimos una especie de mecanismo activándose.
Rachel iluminó la mano que tenía apoyada en la pared, y de inmediato notó la había colocado justo sobre una especie de botón, de manera que volvió su cara con expresión de preocupación hacia nosotros.
Pocos segundos después, un fuerte sonido se escuchó a nuestras espaldas haciendo que todos nos giremos, y fue entonces cuando vimos que una enorme roca se había soltado a nuestras espaldas, y descendía hacia nosotros a una velocidad impresionante.
–¡Corran! –exclamé, mientras que tomaba a mi hermana de la mano y me lanzaba cuesta abajo.
El resto de mi grupo hizo lo mismo, siempre tratando de permanecer de pie, para evitar ser arrastrados totalmente por el piso.
La velocidad con la que habíamos tenido que salir corriendo, hizo que Rachel perdiera la concentración, de manera que la luz de su mano se apagó, dejándonos totalmente a oscuras, dificultando aún más nuestra ya complicada carrera.
Si bien no podíamos ver la enorme roca que venía a nuestras espaldas, podíamos sentirla, y sabíamos que estaba directamente a nuestras espaldas.
–¡Mierda, necesitamos ver algo! –exclamó Damien con desesperación.
–¡Dame un segundo! –dije, llevando mi mano al carcaj.
En plena carrera, cargué y disparé con el arco mis dos flechas-bengala, las cuales sólo debía usar en casos de emergencia, dejando un poco de distancia entre una y otra, de manera que cree dos pequeños faros para que pudiéramos guiarnos un poco.
Tras pasar la primera flecha, comencé a pensar que aquella cueva era realmente interminable, y que tal vez habíamos tomado el camino equivocado, de manera que el destino del mundo iba a quedar en manos del puñado de Vigilantes restantes.
Sin embargo, mis pensamientos fueron interrumpidos por un fuerte sonido a mis espaldas, y el grito que lo acompañó inmediatamente.
–¡Daniel! –exclamó mi pequeña hermana.
Al instante me frené y me giré para ver lo que sucedía, y, gracias a la flecha-bengala que habíamos dejado atrás, pude hacerlo. Claramente Ana había pisado una trampa, causando que el piso a sus pies se abriera, dejándola colgada a duras penas.
Me frené lo mejor que pude, pero no pude evitar deslizarme un poco hacía abajo al hacerlo, sin embargo, eso no evitó que pocos segundos después corriera directamente hacia la enorme roca que amenazaba con aplastarnos.
Por suerte habíamos logrado sacarle un poco de ventaja, de manera que para cuando llegué hasta donde estaba Ana todavía teníamos unos segundos antes de morir aplastados.
Tomé la mano de mi hermana con todas mis fuerzas, fue una suerte que lograra agarrarse del bordo, ya que parecía que en fondo le esperaban unos afilados picos de hierro, preparados para atravesar su pequeño cuerpo.
Rápidamente la rescaté de su muerte, pero, para cuando quise darme cuenta, ya casi teníamos la piedra encima, así que la miré con una enorme preocupación, aunque luego esbocé una sonrisa.
–Lo siento, pequeña –comenté aun sonriendo.
–¿A qué rayos te refie...? –comenzó a preguntar ella, pero antes de que pudiera terminar la empujé, haciendo que se cayera y comenzara a deslizarse cuesta abajo.
Miré una vez más la enorme roca que tenía casi sobre mí, e inmediatamente después me tiré al suelo y comencé a deslizarme junto a mi pequeña hermana.
El dolor que me causaba el suelo al chocar contra mi cuerpo era tremendo, pero ciertamente sería mejor que morir aplastado.
Podía sentir la gigantesca roca casi rozándome la cabeza, de manera que cerré mis ojos con fuerza, como si haciendo eso pudiera hacerla desaparecer, y pocos segundos después, sentí como mi cuerpo salía despedido hacia adelante indicando que el descenso se había detenido.
Casi inmediatamente, mi cuerpo impactó con otros que se encontraban delante de mí, y escuché como la piedra era detenida.
Abrí los ojos y noté que, al llegar allí, había golpeado con mi cuerpo a Amy y a Damien, quienes no pudieron evitar caer.
Antes de que pudiera levantarme, Ana se acercó a mí y me dio un fuerte puntapié en el brazo.
–La próxima vez que hagas algo como eso... –comenzó a decir con una tremenda furia mi pequeña hermana, que se sostenía su aún lastimado brazo.
–Yo también te quiero –respondí de inmediato mientras me levantaba, y ayudaba a hacer lo mismo a mis dos compañeros.
Me giré para ver lo que había detenido a la gigantesca roca, y noté que, a pocos metros de donde había caído, la cueva se hacía más estrecha, casi como el marco de una puerta, y no pude evitar sonreír.
–Gracias herrero –dije por lo bajo.
–Emm... ¿qué es eso? –preguntó Rachel, y se podía notar la confusión.
Inmediatamente todos nos giramos para ver a qué se refería nuestra compañera, e inmediatamente notamos una extraña luz que provenía desde el final de la cueva.
–Gladiador... creo que lo encontramos –dije a través del comunicador.
Lo único que obtuve por respuesta en ese momento fueron sonidos de combate, y eso sólo podía significar algo, los secuaces de Kali habían llegado hasta donde estaban nuestros compañeros, y no tardarían en alcanzarnos a nosotros.
Sin decir absolutamente nada, me lancé corriendo hacia la luz, y el resto de mi grupo entendió que debían hacer lo mismo, de manera que salieron detrás de mí.
Pocos segundos después llegamos hasta donde estaba la luz, y descubrimos que se trataba de una entrada hacia una cámara mucho mayor.
El lugar era sencillamente imponente, con enormes pinturas en las paredes retratando la historia que Drake nos había contado, y se encontraba totalmente iluminado por unas extrañas antorchas, las cuales parecían ser imposibles de apagar.
A pesar de su enormidad, la sala estaba casi totalmente vacía, excepto por una cosa. Al final de esta se encontraba una altísima escalera, que llevaba hasta una especie de altar, y sobre las cuales descansaba un diminuto bastón de hierro, que brillaba intensamente.
Sin embargo, mi mirada se dirigió rápidamente al centro de la sala, donde Kali caminaba lentamente debido a que, a pesar de que sus heridas sanaron, todavía tenía algunas flechas clavadas en la espalda y en sus piernas.
–Mantente oculta –dije a Ana, sin despegar la mirada de nuestra mal herida enemiga–, esto podría ponerse feo.
Sabiendo que tenía razón, Ana buscó un lugar a las afueras de la imponente sala, desde el cual podía observar todo lo que estaba pasando.
Por su parte, Kali claramente estaba intentando alcanzar el altar, y ni siquiera sé si se había percatado de que nos encontrábamos en el lugar.
–Se terminó, Kali –dije mientras que caminaba hacia ella, y el resto de mis compañeros tomaban posición a su alrededor, a la espera de mi señal para atacarla–. Ríndete ahora.
–Esto es sólo el principio –respondió ella, aun intentando alcanzar el arma, y sin prestar atención a nada más.
–No, este es el fin –dije, al tiempo que le daba una fuerte patada en la espalda, haciéndola caer de fauces hacia el suelo–. Midnight, asegura el arma.
–A sus órdenes, jefe –respondió Amy, y rápidamente comenzó a subir la escalera.
Mientras tanto, Kali seguía intentando arrastrarse hacia el altar, sin mucho éxito debido a que todavía tenía mi bota sobre la espalda.
El éxito parecía asegurado, y sólo restaban unos pocos segundos para que tuviéramos el artefacto en nuestro poder, cuando, de improvisto, la pared a nuestra derecha fue atravesada a toda velocidad por Joel, quien no pudo hacer nada para evitar volar hasta impactar con la pared paralela.
Inmediatamente Rachel se acercó para asistirlo, y Amy, percatándose de la situación, apresuró su paso, tratando de alcanzar el arma, sin embargo, una especie de tentáculo de agua la tomó por la pierna, y la arrojó nuevamente al piso.
–¡Esto es sólo el principio! –reiteró Kali, gritando con una recobrada energía.
Antes de que pudiera reaccionar, mi antigua compañera salió volando, haciendo que caiga al suelo con fuerza.
Kali voló hasta lo más alto de aquel salón, y desde allí se lanzó a toda velocidad en dirección a mí, y, si no fuera porque giré justo a tiempo, hubiera muerto aplastado en ese mismo instante.
Antes de que ella pudiera intentar algo más, Damien desplegó sus alas y salió volando a toda velocidad, impactándola de costado y alejándola de mí.
Aun adolorido, me levanté, y en ese momento me di cuenta de que Tsunami y Lightning ya se encontraban en la misma sala que nosotros, y la primera se estaba dirigiendo hacia el arma con aires triunfantes.
Me lancé corriendo hacia ella, pero Lightning, al darse cuenta de mis intenciones, se interpuso en mi camino. Sin embargo, antes de que aquel joven pudiera siquiera pensar en hacer algo, recibió un fuerte impacto de energía por parte de Stardust, el cual lo hizo salir volando, y me despejó el camino.
Mientras que continuaba mi carrera hacia la enemiga, que ya se encontraba peligrosamente cerca de El Trueno de los Dioses, cargué una flecha explosiva y la disparé unos pocos metros por delante de ella.
El estallido hizo que Tsunami saliera volando del lugar, y, mientras aún se encontraba en el aire, le disparé con una flecha-boleadora, la cual envolvió fuertemente todo su cuerpo, haciendo que caiga con todo su peso al suelo.
Miré a mí alrededor, y me percaté de que tenía el camino libre hacia el arma, así que, sin esperar más, comencé a correr a toda velocidad.
Me encontraba aproximadamente a la mitad de la escalera, cuando uno de los extraños portales creados por aquel peculiar enemigo se abrió pocos pasos delante de mí, y Bones salió a toda velocidad de él, dándome un tremendo puñetazo en el medio de mi rostro.
Me arrastré varios metros por el suelo, mientras que el joven caminaba hacia mí, con una sonrisa triunfadora en el rostro, y el que había creado el portal tomaba en sus manos El Trueno de los Dioses.
–Parece que perdieron –comentó Bones, encogiéndose de hombros.
–No estés tan seguro, imbécil –respondió Amy a sus espaldas.
Con un una agilidad tremenda, Midnight se colgó de su cuerpo, y, con un complicado giro, fue capaz de usar la propia fuerza del enemigo en su contra, lanzándolo al suelo en dirección a donde estaba Joel, quien lo recibió con una fuerte patada.
Levanté mi vista para observar al sujeto de los portales, y temí que ya se hubiera ido, pero parecía estar embobado por todo el poder que tenía en sus manos, de manera que, Sandy, recién llegada a la habitación, aprovechó para tirar una de las bombas diseñadas por Ian, la cual dejó al enemigo pegado al suelo, luchando por liberarse.
Antes de que pudiera intentar algo, Dune hizo que su brazo derecho se volviera totalmente de arena, e inmediatamente lo estiro hasta donde estaba el enemigo, golpeándolo con una fuerza impresionante, y obligándolo a soltar El Trueno de los Dioses, el cual cayó rodando por el suelo.
–Esto va a ser interesante –oí decir a Tsunami, quien aún seguía envuelta gracias a mi flecha.
Al escuchar esto, giré en dirección a la apuesta villana, justo a tiempo para verla cambiar su cuerpo totalmente a estado líquido liberándose así de mis ataduras, y quedando preparada para la batalla.
Intenté dispararle dos veces, pero las flechas atravesaban de lado a lado su cuerpo líquido sin causarle ningún daño, y a pesar de esto ella ni siquiera me miró, parecía mucho más interesada en Sandy.
Al notar que Tsunami se acercaba caminando hacia ella con una sonrisa en el rostro, Sandy se mostró valiente y le devolvió la sonrisa, al tiempo que se sonaba el cuello.
–¿Quién eres tú, belleza? –preguntó Tsunami seductoramente.
–La chica que pateara tu pequeño trasero –respondió Sandy sin borrar la sonrisa de su rostro.
–Bueno... ¿qué estas esperando? –inquirió nuevamente la villana, transformando su mano en una especie de maza al estilo medieval, completamente de agua.
–Esto se va a poner lodoso... –dijo Sandy, al tiempo que su mano se convertía en un pesado martillo de arena– Espera ¿lodoso es una palabra?
Sin decir nada más, ambas combatientes se lanzaron una contra otra, comenzando una épica batalla de elementos, que no parecía tener un ganador definido, sin embargo, nuestra compañera parecía tener la situación bajo control, de manera que Amy y yo decidimos ocuparnos de recuperar el arma.
En el caos de la batalla, se nos hacía difícil esquivar las constantes explosiones y personas volando, ni hablar de encontrar una pequeña vara de metal que había caído dios sabe dónde, sin embargo, tras algunos segundos logré ubicarla al otro lado de la sala.
Ambos corrimos hacia el arma, pasando peligrosamente cerca de donde Damien se encontraba batallando con su ex novia, y a mi derecha pude observar con Revan destruía con un golpe de su espada, la arena movediza que mantenía sujeto al tipo de los portales.
El aparente archienemigo de Drake, observó que nos acercábamos cada vez más al Trueno de los Dioses, de manera que dio un impresionante salto y cayó justo delante de nosotros, y, antes de que pudiéramos frenarnos, nos dio una rápida patada en el rostro a cada uno, deteniendo nuestra carrera.
Revan parecía determinado a acabar con nuestras vidas utilizando su sable, y caminaba con aires triunfales mientras nos miraba.
–Héroes –comentó al tiempo que lanzaba una corta y seca risa–, parece que nunca van a aprender.
El enemigo se disponía a atacarnos con su espada, al tiempo que yo llevaba mi mano hacia el arco que yacía junto a mí, pero, por suerte, no tuve que usarlo, ya que el sable de Revan se encontró con el de Drake antes de llegar al cuerpo de Amy.
–Drake –soltó Revan con una sonrisa, claramente entusiasmado ante el desafío.
–En estos días se me conoce como Paladín –respondió sin inmutarse nuestro compañero.
Inmediatamente, Drake sacó su otra espada de la funda y le causó un profundo corte a su enemigo en el rostro, haciéndolo retroceder, y dándome tiempo a mí y a Amy de levantarnos.
Apenas y habíamos logrado ponernos de pie, cuando el sujeto de los portales apareció de repente nosotros y nos propinó unos fuertes golpes antes de desaparecer nuevamente, y reaparecer adelante nuestro.
–¿Y a ti como te llamamos? –preguntó Amy, tomándose su adolorido estomago tras haber recibido esos golpes.
–La gente me conoce como Dimensión, pero lamentablemente ustedes no llegaran a usar ese nombre... –respondió, y creó un portal a sus espaldas, por el cual desapareció.
Casi al mismo instante, otro portal se abrió detrás de nosotros, y Dimensión colocó dos enormes cuchillos contra nuestros cuellos.
–Estarán demasiado muertos –completó el enemigo.
Sin embargo, éste rápidamente salió volando hasta impactar contra el techo, para luego caer a toda velocidad, quedando inconsciente.
–Odio a los fanfarrones –comentó Emma, que llegaba volando hacia donde estábamos nosotros.
–Gravity, ve a ayudar al resto de nuestros compañeros, Midnight y yo nos encargamos de esto –pedí a mi amiga, quien inmediatamente asintió y comenzó a arrancar pedazos de roca de las paredes, los cuales eran luego arrojados contra Kali.
Sin más interrupciones, Amy y yo corrimos hasta al alcanzar el arma que descansaba a nuestros pies, pero al llegar a ella nos detuvimos, no sabíamos de que era capaz aquel artefacto, pero, si era capaz de detener a El Antiguo, entonces valía la pena correr el riesgo.
–Te amo –dije mirando a mi novia.
Antes de que ella pudiera responder algo, me agaché velozmente y tomé la pequeña vara metálica entre mis manos.
De repente, esta comenzó a brillar y a lanzar rayos en varias direcciones, los cuales impactaron en el techo haciendo caer grandes roca.
El Trueno de los Dioses alcanzó un brilló enceguecedor, lo cual me obligó a cubrirme el rostro con mi otra mano, sin embargo, podía sentir todo su poder recorriendo mi cuerpo, y era algo que jamás había experimentado antes.
Finalmente, abrí mis ojos, y noté que ya no estaba sosteniendo una pequeña vara de metal, sino una larga y afilada espada, con varios detalles grabados en ella, sin embargo, el que más destacaba era el rayo que la cruzaba de punta a punta y que parecía seguir brillando.
Miré a mi alrededor, y vi que mis compañeros habían logrado contener a todos los enemigos, y los que aún seguían intentando liberarse se dieron por vencido al ver habían sido derrotados.
–¿Te sientes bien? –preguntó Amy, con cierta preocupación en su rostro.
–Mejor que nunca –respondí con una sonrisa, mientras que admiraba la poderosa arma que tenía en mis manos.
Miré hacia el agujero en la pared por la cual el resto de mis compañeros habían llegado a la sala, y noté que allí parado, sosteniéndose contra la pared, se encontraba Gladiador, quien no paraba de sonreír ante la imagen.
Sin embargo, aquel hermoso momento duró muy poco, ya que, pocos segundos después, el techo del lugar crujió fuertemente, y fue atravesado sin ningún problema aparente por una oscura figura, la cual no tardé en identificar como El Antiguo.
El amenazador enemigo permaneció algunos segundos en el suelo, y luego comenzó a levantarse, con una sonrisa en su rostro, y la misma maldad de siempre en sus ojos.
Noté que su piel, que antes parecía la de un anciano, ahora se encontraba en un mejor estado, aunque seguía teniendo un tono azulado que lo hacía destacar, y aquellos ojos rojos tampoco ayudaban mucho.
–Bien, supongo que debo agradecerles, Vigilantes, por haber encontrado este bello artefacto por mí –comenzó El Antiguo, sin moverse del lugar, con un tono tranquilo–, pero me temo que es hora de que me devuelvan lo que es mío.
–Y yo me temo que llegaste demasiado tarde –respondí amenazadoramente–, ríndete ahora, o...
–¿O qué? –preguntó mientras que caminaba hacia mí y miraba como Damien, Rachel y Joel se colocaban a su alrededor– ¿Vas a hacer que estos pequeños bastardos me golpeen? ¡Por favor! Sabes muy bien que no pueden ni siquiera tocarme.
–O... te voy a detener, de una vez por todas –contesté dando un paso al frente, y sin despegar la mirada el enemigo.
–Haz tu mejor intento –respondió El Antiguo.
Antes de que pudiera siquiera pensar en hacer algo, nuestro enemigo se movió a una velocidad realmente impresionante, y dio unos poderosos golpes a mis compañeros, quienes salieron volando en diferentes direcciones sin poder hacer nada para evitarlo.
Rápidamente, el resto de nosotros nos lanzamos hacia él, con las esperanzas de detenerlo.
Emma comenzó a levitar, al tiempo que lanzaba los enormes pedazos de roca que derrumbó El Trueno de los Dioses al ser activado, pero El Antiguo simplemente los destrozaba a puñetazos sin hacer ningún tipo de esfuerzo, hasta que logró atrapar uno y lanzarlo directamente a nuestra compañera, quien sufrió el impacto de lleno.
Por su parte, Dune se transformó en la gigantesca mole de arena que era cuando la conocimos, dándole un aspecto grotesco, monstruoso, y aterrador, sin embargo El Antiguo ni siquiera pestañó, y en su lugar simplemente sonrió.
–Impresionante –comentó sin despegar la mirada de Sandy, quien le arrojó un enorme puñetazo al enemigo.
Sin embargo, El Antiguo lo detuvo sin ningún problema con solo una de sus manos, y antes de que Sandy pudiera reaccionar fue arrojada al otro lado de la sala, impactando contra la pared y volviendo a su forma humana.
Antes de que El Antiguo continuara regodeándose, Amy atrapó sus piernas con su pistola de garfios, y Drake dio un impresionante salto y le aplicó una fuerte patada en el pecho, con lo cual logró tirar a nuestro enemigo al suelo.
Una vez allí, Paladín intento atravesarlo con una de sus espaldas, pero esta parecía ser incapaz de atravesar la piel del enemigo, quien sin esperar un segundo le dio un puñetazo para sacárselo de encima.
Amy y yo nos miramos, y yo supe cuáles eran sus intenciones.
–Ni siquiera lo pienses, es un suicidio –comenté mirándola.
–Yo también te amo –respondió con una sonrisa, y guiñándome el ojo, antes de echarse corriendo hacia El Antiguo.
–¡Maldición! –dije entre dientes, al tiempo que imitaba a Midnight y me lanzaba hacia el enemigo.
El Antiguo ni siquiera dudo cuando vio venir a Amy hacia él, y resolvió el asunto dándole una poderosa patada en el pecho, la cual la mandó volando devuelta hacia la escalera.
Sin embargo, yo venía justo detrás de ella, y aproveché el momento para utilizar tan legendaria arma y atacar al enemigo, pero este logró esquivarme en el último segundo.
A pesar de sus esfuerzos, El Trueno de los Dioses hizo un enorme corte en el traje de El Antiguo, y no sólo eso, sino que también abrió su piel, de la cual salía una sangre en un tono azul oscuro.
–Interesante... –dijo El Antiguo mirándose la herida en su pecho– hacía años que mi vida no estaba en peligro.
Ignorándolo totalmente, comencé a lanzar ataque tras ataque contra él, pero era demasiado ágil y rápido como para que lograra hacer un daño mayor a algunos pequeños cortes.
En un momento, agotado por la continua batalla, no pude evitar dar un paso en falso, el cual El Antiguo aprovechó para darme un tremendo puñetazo, que me hizo caer al suelo y perder el arma, la cual volvió a convertirse en una pequeña vara metálica.
–Claramente las espadas no son lo tuyo, deberías dedicarte estrictamente al arco, Archer –comentó El Antiguo mientras que apoyaba su pesada pierna sobre mi pecho–. En mi corta estadía en este pequeño planeta desde que desperté, me di cuenta de lo primitiva que es la raza humana...
–Vamos... vamos a detenerte... –dije, mientras que escupía un poco de sangre.
–Adoran a héroes, tal y como si fueran dioses, les dan nombres bonitos, viven en sus fantasías –continuó El Antiguo, ignorándome totalmente–, y, cuando encuentran algo dejado atrás por los verdaderos dioses, lo utilizan para construir un arma, dejando atrás todo su potencial ¡patético! He recorrido el universo, y puedo asegurarte que no los va a extrañar cuando no estén.
La bota de El Antiguo se apretó un poco más contra mi pecho, y pude sentir las costillas quebrándose.
–Aunque tengo que admitir que no me molesta totalmente lo de los nombres, es más, elegí uno para mí, Eon ¿te gusta? –preguntó mientras me sonreía.
–¡Eh, imbécil! –escuché gritar a Ana, y claramente El Antiguo también, ya que levantó su vista y la clavó en ella.
Haciendo un esfuerzo tremendo, giré mi cabeza y noté que ahora ella estaba en posesión de El Trueno de los Dioses, el cual nuevamente era una impresionante espada, y lo apuntaba directamente hacia El Antiguo, o Eon, como lo conocería desde ese momento.
–Los niños no deberían jugar con las herramientas de los mayores –comentó Eon, quitando su bota de mí pecho, al tiempo que caminaba hacia Ana.
–No soy una niña... y no estoy jugando –respondió amenazadoramente Ana, al tiempo que El Trueno de los Dioses comenzaba a brillar.
Antes de que El Antiguo pudiera dar otro paso, un poderoso rayo salió disparado desde la hoja de la espada, y lo impactó directamente en el pecho, arrojándolo al otro lado de la sala.
Observé todo esto impresionado, y rápidamente noté que Ana se había llevado la misma sorpresa que yo, claramente no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo, pero fue una suerte que lo hiciera.
Me levanté del suelo totalmente adolorido y caminé hasta donde estaba Ana, quien aún sostenía El Trueno de los Dioses con una clara confusión.
–Ana, tranquila, baja eso –dije, intentando calmarla.
–Eso... si... que dolió –comentó Eon, quien ya se encontraba de pie al otro lado del salón.
Rápidamente tomé la espada y me coloqué delante de mi hermana para protegerla, y, al observar un poco alrededor, noté que Drake ya se encontraba nuevamente de pie, así que lo miré y este asintió con la cabeza.
El Antiguo comenzó a correr hacia mí, y a mitad de camino efectuó un impresionante salto con el cual esperaba aterrizar sobre mí, pero, en ese mismo instante, arrojé el arma a Drake, quien ya se encontraba en carrera y logró tomarla en pleno vuelo, y, aprovechando su velocidad, subió a una gigantesca roca que estaba en el camino y dio un impresionante salto, con la espada apuntada directamente hacia Eon.
En el aire, ambos cuerpos se chocaron, y cayeron rodando al suelo con un brutal sonido, y levantando una enorme cantidad de polvo, el cual no me dejaba distinguir que era, exactamente lo que había sucedido, pero, una vez que este se asentó, no pude hacer otra cosa que tragar saliva.
Allí, en medio de todos los escombros, El Antiguo tenía a Drake del cuello con una mano, y con la otra sostenía El Trueno de los Dioses, el cual brillaba con una particular intensidad en sus manos.
–Supongo que este es el final definitivo de El Ojo –comentó mientras miraba a Paladín y se preparaba para atravesarlo de lado a lado.
Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, una enorme roca impacto contra la espalda de Eon, obligándolo a soltar a Drake, quien ya se encontraba demasiado agotado como para seguir peleando.
Dirigí la mirada al otro lado de la habitación y vi como Gladiador hacía un tremendo esfuerzo por levantar otra pesada roca, la cual pronto arrojó contra El Antiguo.
Pero este, realmente enfurecido, comenzó a caminar hacia él, cortando las piedras en el aire con una precisión impresionante.
Una vez que estuvieron cerca, Gladiador comenzó a darle unos brutales puñetazos a Eon, quien, a pesar de que trataba, no parecía ser capaz de esquivarlos y de contraatacar.
Hasta que, finalmente, Gladiador logró darle un golpe lo suficientemente fuerte para hacer que se arrodillara ante él.
–Eres un verdadero guerrero –comentó Eon, aún en el suelo–, y te mereces la muerte de uno.
Sin decir nada más, El Antiguo se levantó a toda velocidad y atravesó a Edward con El Trueno de los Dioses, manteniéndolo así por algunos segundos.
–¡No! –exclamé, pero al intentar moverme caí al suelo, derrotado.
Eon quitó la espada del cuerpo inerte de Gladiador, y se giró para ver a sus abatidos secuaces, que lo miraban realmente aterrados.
–Vengan aquí, pequeñas basuras, es hora de irnos –les ordenó, y todos ellos fueron a reunirse junto a él, sin decir una sola palabra.
Inmediatamente, Dimensión creó un portal por el cual cada uno de ellos fue saliendo de la sala, sin ni siquiera mirar el cadáver de nuestro líder.
–En cuanto a ustedes –dijo, al tiempo que se giraba para verme–, decidí que matarlos sería demasiado misericordioso, pero si intentan joder mis planes, no dudaré en aniquilarlos...
Dicho esto, Eon desapareció en el portal, el cual inmediatamente se cerró a sus espaldas.
Prácticamente me arrastre hasta el cadáver de mi amigo, mi padre sustituto, Gladiador, y lo primero que noté fue la leve sonrisa en su rostro, y fue entonces cuando me di cuenta.
El Antiguo tal vez podía ser un asesino, un desquiciado, una amenaza, pero sin dudas tenía razón en algo, Edward era un guerrero, y nadie más en esa sala se merecía tanto la muerte de un guerrero como él, y eso fue exactamente lo que tuvo, aunque más que guerrero yo lo llamaría héroe.
Asumí que esa sonrisa se debía a eso, a su último momento heroico, o por lo menos eso me dije para seguir adelante, mientras que el resto de mis compañeros se reunían alrededor del cadáver.
Pasamos el resto del día llevando el cuerpo de nuestro líder de vuelta a la superficie, y, una vez allí volvimos hacia la base, la cual desmontamos sin decir ni una sola palabra, ni responder las incesantes preguntas de Ian.
De vuelta en nuestra verdadera base, todos nos fuimos en diferentes direcciones sin decir absolutamente nada, y no es que hubiera mucho que decir, tampoco es que hubiera palabras para expresar el infinito dolor que cada uno de nosotros sentía.
Para cuando salí de la ducha, el sol ya estaba empezando a asomarse nuevamente, y Amy pasó por mi lado sin siquiera mirarme a los ojos.
Me senté en la cama y miré la salida del sol, y en ese mismo instante, el teléfono volvió a sonar, un nuevo mensaje había entrado, y era justamente el que había estado esperando desde la primera vez:
"Esto ha llegado demasiado lejos, es hora de que nos veamos cara a cara".
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