25. Segundo round
Sin tiempo para perder, debíamos robar el Marcum para detener a Cíclope antes de que detonara Kane-B y DC-52. Así que ni bien tuvimos las coordenadas exactas, decidimos partir hacia el almacén en donde, de acuerdo con la información de Joel, se encontraba un trozo pequeño del extraño metal, pero que era más que suficiente para detener al dictador.
Las buenas noticias era que el lugar no estaba demasiado lejos. Se encontraba justo a las afueras de El Núcleo. Pero lamentablemente el almacén donde se almacenaba el Marcum estaba en el medio de una enorme base militar, y no teníamos tiempo para elaborar un plan o esperar a la noche para entrar sin que se dieran cuenta. Íbamos a tener que improvisar.
—Un ataque frontal no es nunca una buena idea —nos aclaró Edward—. Pero parece no haber otra opción.
—De acuerdo con la información que pudo recolectar Joel, tenemos torretas automáticas que disparan munición calibre .50 aquí, aquí y aquí. —Mi padre marcaba con rapidez un improvisado mapa de la base dibujado por Joel—. Podrían eliminarlas por aire, pero también hay tanques anti-aéreos preparados para destrozar a cualquiera que quiera atacar la base.
—Dentro de la base va a haber aproximadamente mil doscientos enemigos, todos bien armados —continuó Surfer—. Si queremos hacer esto, vamos a tener que atacar rápido, y sin que ellos se den cuenta de qué los golpeó, de otra manera se van a reagrupar y a obligarnos a retroceder. Lo primero que voy a hacer cuando llegue al lugar va a ser cortar las comunicaciones para evitar que pidan refuerzos, pero esto no va a durar mucho, así que tenemos que entrar, tomar el Marcum y salir de ahí de inmediato.
—Muy bien, la base está ubicada en los acantilados de Klein, justo en las afueras de la ciudad, así que no va a haber bajas civiles. —Edward se dirigió a las computadoras—. Pero si fallan, millones de personas van a morir antes del amanecer, así que les recomiendo que muevan el culo y nos traigan ese pedazo de Marcum.
Gladiador seguía tan alentador como de costumbre, pero no teníamos ni siquiera tiempo para pensar en eso, así que sin decir nada salimos nuevamente.
Miramos alrededor para asegurarnos de que nadie nos había visto salir de nuestro escondite y de que no hubiera ningún merodeador o soldado cerca. Nada. Había llegado el momento de avanzar hacia la base de Klein.
—Va a ser mucho más rápido y menos peligroso por el aire —declaró Jax—. Zero tú me llevas a mí y Emma, tú llevas a Archer.
De inmediato seguimos las órdenes impartidas por Exo y empezamos a marchar hacia los acantilados de Klein. Sin embargo, cuando habíamos recorrido poco menos de la mitad del camino, observé con horror como Felicity detenía repentinamente su vuelo y comenzaba a caer a toda velocidad contra el suelo.
Sin esperar a que los demás se percataran me solté de Emma y me lancé en caída libre contra Rocket. El piso estaba cada vez más y más cerca, y Felicity aún no podía remontar vuelo.
—¡Archer! ¿Qué mierda está pasando? —preguntó Jax.
—¡No lo sé! ¡Parece que Felicity no puede volar!
—¿Y tú sí? Maldito idiota.
Finalmente logré llegar a ella y la envolví con mis brazos y ella hizo lo mismo.
—¡No te sueltes! —le grité, y esperé que ella me hubiera escuchado sobre el sonido del viento.
Con ella abrazada a mi cuerpo, di media vuelta y disparé una flecha-paracaídas al aire, que se desplegó en cuestión de segundos, disminuyendo nuestra velocidad, pero no lo suficiente para que no nos diéramos un buen golpe al "aterrizar".
Surfer fue el primero en alcanzarnos en el suelo, y pronto se nos sumaron los demás.
—¿Están bien? —se apresuró a preguntar Kevin una vez que dejó a Jax en el suelo.
—Claramente están bien, me preocupa más qué carajos le paso a Felicity —dijo Malcom, desestimando nuestros golpes y raspones. Acaba de aterrizar y, como siempre, su aporte a la conversación no fue mucho.
—Yo... yo no lo sé... —respondió por lo bajo Felicity y con algo de vergüenza, mirándose las manos con confusión—. Creo que aún estoy demasiado débil desde lo de Darkside...
—Genial, un soldado menos y aún no empezamos el combate —recalcó Torch.
—Malcom, cierra la puta boca, nosotros no somos soldados, somos amigos, así que Surfer la va a llevar en su tabla y la va a dejar cerca de la base, cuando terminemos con nuestro trabajo la vamos a pasar a buscar y vamos a detener a Cíclope, espero por tu bien que lo entiendas —comenzó Jax, pero Felicity sabía muy bien lo que estaba pasando.
—Lo sé, ahora sería una carga para ustedes y no hay tiempo, por favor solamente prometan que van a salvar a toda esa gente —respondió con tristeza Rocket.
Nunca había visto a Felicity tan desanimada, ni siquiera cuando me contó que no era del todo humana (detalle que de momento había decido guardarse para ella y ocultarlo del equipo). Supongo que después de estar cuatro días en Darkside tenía la necesidad de salir a patear traseros, pero eso no iba a ocurrir hoy.
Una vez que Surfer la subió a su tabla, todos retomamos camino. Aún teníamos un largo viaje hasta la base, y cada segundo que pasaba, la muerte de millones de personas se sentía cada vez más certera.
Tardamos aproximadamente una hora y media en acercarnos lo suficiente como para poder observar la base sin que ninguno de sus guardias pudiera vernos a nosotros.
Agazapados entre algunos arbustos, escuchábamos como las olas rompían contra el acantilado y podíamos oler perfectamente la sal en el agua. Nunca había estado tan cerca del mar en mi vida, y ciertamente había algo relajante en ese lugar, pero no habíamos ido de vacaciones.
—Bien, es ahora o nunca —comenzó Jax—. Es conveniente que nos separemos; un equipo terrestre va a entrar primero en la zona de combate, suponiendo que no nos aniquilen en el mismo instante en que nos pongamos en su mira, vamos a avanzar y a destrozar todos los tanques anti-aéreos que podamos para que los del equipo aéreo entren y causen estragos. En el equipo terrestre vamos a estar Archer, Zero y yo, ¿les parece bien?
Nadie dijo nada. Después de todo a ninguno se le ocurría una mejor idea, así que era lo único que teníamos. Tímidamente comenzamos a asentir con la cabeza y nos preparamos para atacar.
Surfer, Torch y Gravity se alejaron un poco para preparase para cuando los necesitáramos, mientras que Rocket se sentó en el suelo, con la mirada clavada en la base militar.
Zero y Exo ya había comenzado a avanzar, pero yo decidí acercarme a Felicity, después de todo, si algo salía mal, lo más seguro era que iba a terminar muerto.
—Sé que es una pregunta estúpida, pero... ¿estás bien?
—No, Archer, no lo estoy —respondió ella de forma abrupta—. Me capturaron, me torturaron, los delaté, casi causando que los maten a todos, y ahora ni siquiera puedo ir y ayudarlos en la pelea... Me siento una completa inútil.
—Está bien, lo siento —dije mientras comenzaba a alejarme.
—Archer... un momento... yo... yo... perdón, estoy de muy mal humor. —Felicity se levantó y caminó hacia mí—. Tienen que traer ese Marcum, todo depende de esto.
—Lo sé, vamos a conseguirlo, Rocket.
Miré por algunos segundos a los ojos de Felicity, y como atraído magnéticamente hacia ella, la besé. Por algunos segundos fuimos uno sólo, y yo me sentí completo. Esos labios eran definitivamente lo mejor de mi vida. Pero el romanticismo se cortó con las carcajadas de Torch.
—Dios, parecen dos patos besándose, es vergonzoso...
—¿Vergonzoso? Yo más bien diría asqueroso... —dijo Joel, quien se había sonrojado ante la escena.
—Todavía eres demasiado joven, Surfer —le respondió Torch, quien aún se secaba las lágrimas de risa de sus ojos.
—¡Archer! ¡Más te vale que no te hayas quedado besando a Rocket mientras nosotros vamos a la guerra! —La voz burlona de Jax me llegaba desde el comunicador.
—En camino, señor —dije mientras comenzaba a alejarme de Felicity.
Apuré el paso y alcancé a mis dos amigos, quienes ya se habían adelantado bastante.
—¿Cómo diablos conseguiste que esa chica te besara? ‒preguntó Kevin—. Si mal no recuerdo, el primer día que te vio, te pateó el trasero.
—Un buen mago nunca revela sus secretos... O algo así... ¿Podemos concentrarnos, por favor?
Tras algunas risas por lo bajo, continuamos nuestro camino. La base en donde guardaban el Marcum estaba mucho más poblada que las bases regulares, de manera que íbamos a tener que actuar mucho más rápido.
A medida que nos acercábamos íbamos acelerando el paso, y para cuando estábamos a poco más de cien metros, ya nos encontrábamos corriendo.
Un guardia en una torre de vigilancia se percató de nuestra presencia, de manera que le disparé una flecha antes de que pudiera dar la alarma. De inmediato el enemigo cayó.
Zero congeló la pared, de forma que cuando la chocamos esta se desmoronó sin esfuerzo alguno, y los soldados que estaban del otro lado se llevaron el susto de sus vidas.
Sin dejarlos reaccionar, Zero comenzó a congelarlos, mientras que yo disparaba mis flechas contra todo aquel que amenazaba con abrir fuego contra nosotros. Por su parte, Jax, se cubrió de metal, y aprovechando su enorme fuerza levanto un jeep y lo lanzo contra una de las torretas terrestres que había señalado mi padre.
—Zero, Archer, sepárense y busquen los tanques anti-aéreos, yo voy a causar un desastre —dijo nuestro líder con una gran sonrisa en su rostro, y de inmediato salió corriendo mientras repartía puñetazos, atrayendo así la mayoría de las balas que rebotaban en su piel.
De inmediato, Kevin y yo, tomamos caminos distintos, y comenzamos la búsqueda encargada por Jax.
Decidí subirme a los techos del lugar, de manera que pudiera ubicar más rápido los tanques, pero ni bien logré hacerlo una lluvia de balas casi me impacta, a la cual respondí disparando tres flechas en poco más de un segundo, eliminando a un enemigo con cada una de ellas.
Una vez que tuve vía libre comencé a moverme rápidamente. Eliminando soldados por todas partes.
—Un tanque menos —informó Kevin por el comunicador, jadeando.
—Tres más y el equipo aéreo hace su entrada, ¿quedó claro? —dijo entre gritos Jax.
—Ya estamos listos —respondió Emma desde lejos.
Seguí avanzando en busca de uno de los tanques, hasta que finalmente di con uno, al cual protegía una torreta automática, la cual de inmediato comenzó a dispararme. Aprovechando la velocidad de mi carrera, me tiré al suelo, y deslizándome bajé del techo. Oculto tras una caja, disparé una flecha explosiva que destruyó la torreta, dándome tiempo suficiente como para clavar en el tanque otras tantas flechas explosivas.
El enorme vehículo estalló en cuestión de segundos, y sus partes volaron por sobre mi cabeza a toda velocidad.
—Uno menos —informé a mis compañeros.
—Que sean dos —dijo Jax—. Uno más y estamos listos.
Desde la esquina norte de la base, pude ver como Kevin despegaba y volaba sobre nosotros gracias a las fantásticas botas que su hermano le había construido.
—¡Zero, baja de ahí en este instante! —le ordenó Jax.
—¡Creo que veo el último! Yo... —De repente un enorme proyectil impactó de lleno en nuestro amigo, haciendo que caiga inmediatamente del cielo.
Impresionado por la imagen, tuvieron que pasar varios segundos para que reaccionara, y me encontré rogando mentalmente que Kevin no estuviera muerto.
De camino al lugar donde cayó Zero me topé con Jax, quien debido al combate tenía toda su piel chamuscada y hasta pude ver algunas abolladuras, pero parecía no molestarle para nada.
Cuando encontramos a Kevin, éste estaba totalmente rodeado de enemigos que le apuntaban con sus armas, pero parecía estar moviéndose, de manera que me alivié bastante.
Sin perder el tiempo, Jax se metió en el medio de los soldados y comenzó a golpearlos uno por uno. Desde el suelo, el aturdido Kevin congelo los pies de varios enemigos obligándolos a caer, y yo eliminé a dos militares que se habían posicionado en los techos con lanzamisiles y se disponían a disparar a Jax.
—¿Estas bien? —preguntó nuestro líder, mientras ayudaba a levantar a Kevin.
—Sí, el impacto me dejó muy aturdido... pero creo que puedo seguir peleando...
—Genial, porque te vamos a necesitar.
Mientras Jax cuidaba a Kevin, me subí a un techo cercano y vi que el tanque que le había disparado venía en nuestra dirección. Así que desde donde estaba disparé otra tanda de flechas explosivas que acabaron con la amenaza. Sin embargo, me encontraba tan preocupado por el tanque, que no noté que un soldado se había posicionado a mi izquierda hasta que empezó a dispararme.
Una de sus balas me dio justo encima de la pierna derecha, y por suerte pasó de lado a lado. Caí del techo hasta donde estaban mis dos amigos, y para cuando intentamos prepararnos para contraatacar, ya nos encontrábamos totalmente rodeados de enemigos.
Más de quinientas armas estaban apuntándonos, y el final parecía casi seguro. Hasta que, desde el cielo, una enorme ráfaga de fuego cayó en el medio del grupo de soldados, haciendo que se separen y sembrando el caos entre ellos. El equipo aéreo había entrado en combate.
Algunos de los soldados comenzaron a levitar, y fueron despedidos hacía la otra punta de la base por Emma. Surfer se movía a toda velocidad por entre los enemigos, golpeándolos con su tabla y los potentes brazos que le daba el traje.
En poco menos de un minuto, habíamos podido dar vuelta la pelea a nuestro favor. Tal vez aún había esperanza de salvar a la gente de Kane-B y DC-52.
Los soldados de Cíclope prestaron batalla por algunos minutos, pero al darse cuenta de que no tenían ninguna posibilidad de derrotarnos comenzaron a retirarse, y aunque sin duda iban a volver, pero por lo menos teníamos un respiro como para poder tomar el Marcum y salir de ese maldito lugar.
Una vez que vimos que el último enemigo buscaba cobertura decidimos que era momento de actuar.
—Surfer, ¿dónde está ese maldito metal? —exclamó rápidamente Jax.
—En un bunker junto al acantilado —respondió el pequeño Green de inmediato.
Sin que nadie nos dijera que debíamos hacer, comenzamos a movernos rápidamente hacia los peligrosos barrancos que se precipitaban en una gran caída hacia unas filosas rocas y las profundas aguas del océano.
Finalmente, a medida que nos acercábamos al hipnótico sonido de las olas rompiendo contra el acantilado, vimos un pequeño edificio que tenía una pesada puerta de metal.
—Daniel, Emma, conmigo —anunció Jax—. El resto vigilen que los soldados no se reagrupen.
Exo avanzó hacia la puerta, y con sus fuertes brazos no tardó mucho en destrozarla. De imprevisto, un grupo de soldados, que se encontraban ocultos dentro del bunker, comenzaron a dispararnos. Por suerte Emma estaba atenta, y logré detener las balas en el aire justo a tiempo, y darme el espacio justo para acabar con los enemigos.
—Eso estuvo demasiado cerca —dijo Gravity, y acto seguido dejó caer los proyectiles al suelo, a escasos centímetros de nosotros.
—Tengan cuidado, puede haber más trampas —nos advirtió nuestro líder mientras avanzábamos por el oscuro almacén.
Sin embargo no hubo nada, solo el silencio. Pero pudimos notar, mientras bajábamos las escaleras, que ese lugar guardaba cosas mucho más peligrosas que el Marcum.
Las estanterías estaban repletas de extrañas armas, cubos, máquinas y todo tipo de artefactos para matar. Un escalofrió recorrió mi espalda al pensar en cuantas personas habrían perecido en manos de semejantes artilugios.
Finalmente, al final de un largo pasillo, en una caja de cristal, descansaba un alargado y filoso trozo del metal. Por algunos minutos me quede maravillado viendo su brillo y su textura. Era increíble que algo tan hermoso pudiera ser tan destructivo.
Mi apreciación del Marcum fue interrumpida por el repentino puñetazo que Jax le propino a la caja, haciendo que los cristales estallaran en miles de pedazos.
—Una advertencia hubiera estado bien —dije por lo bajo.
—Lo sé, pero no quería perderme tu cara de susto ‒respondió Jax mientras sonreía y tomaba el trozo de mental—. Surfer, lo tenemos, es hora de marcharnos.
—Genial, Exo, tal vez sea lo mejor, hace algunos minutos las comunicaciones volvieron a estar en línea, y no quisiera estar aquí cuando lleguen refuer... Un momento... Ese es... ¡Oh, mierda!
De repente las comunicaciones se cortaron. Jax, Emma y yo compartimos una breve mirada de confusión y terror antes de salir corriendo del lugar.
Una vez fuera, nos quedamos impactados al ver que nuestros tres compañeros ya no estaban vigilando la puerta, sino que se encontraban a varios metros del bunker, a una corta distancia del barranco, totalmente golpeados por él. Cíclope había llegado.
El dictador estaba esta vez en su traje de combate, que consistía en una extraña y fuerte tela negra, con una capa blanca y detalles en dorado. En el centro de este traje se encontraba el símbolo de su partido.
Cuando nosotros lo vimos, Joel se encontraba tirado en el suelo, tratando de reincorporarse, Kevin estaba debajo de la pierna de ese hijo de puta, y Malcom estaba siendo sostenido por el cuello.
—Me preguntaba dónde estaba el resto —dijo Cíclope, aún con la mirada clavada en Malcom—. Debí imaginarme que se encontraban intentando poner sus sucias manos sobre el Marcum, es una lástima que nunca vayan a poder usarlo.
—¡Suéltalos en este mismo instante o...! —comenzó Jax.
—¿O qué, señor Jackson? ¿Va a matarme? Creo que es el momento de que lo intente.
De inmediato, Jax apretó con fuerza el Marcum y su cuerpo se cubrió de ese extraño metal. Todos supimos lo que iba a hacer.
—¡Jax! ¡No! —Intenté detenerlo, pero ya era demasiado tarde, estaba envistiendo contra Cíclope.
El dictador sonrió, anticipando los movimientos de nuestro amigo, y cuando lo tuvo lo suficientemente cerca, disparó un rayo de sus ojos, que mandó a Jax al otro lado de la base militar.
—Bien... ¿Quién sigue?
Sin embargo, Cíclope no esperaba que Torch se encendiera de repente. Y si bien no lo soltó, le dio tiempo a Kevin de salir de debajo de su pesado pie, y acercarse a su hermano para ayudarlo a pararse.
—Veo que Malcom tiene bastante espíritu —dijo mirando al chico aún en llamas—. Vigilantes... contemplen su futuro.
De repente el rayo de sus ojos se concentró en el rostro de Malcom, quien aumento la intensidad de sus llamas, pero fue totalmente inútil, en cuestión de segundos Torch comenzó a lanzar gritos de desesperación y agonía, hasta que finalmente hubo silencio...
Totalmente paralizados, observamos cómo Cíclope lanzaba el cuerpo inerte de nuestro compañero por el barranco, sin inmutarse ni un segundo. Emma cayó de rodillas y lanzó un grito desgarrador, lo cual logro sacar una sonrisa del rostro de nuestro más grande enemigo.
—¿Lo entienden ahora? No pueden derrotarme, están destinados a perder.
—Tal vez... —dije por lo bajo—. Pero voy a morir con una sonrisa si logro meterte una flecha en el ojo.
La tierra parecía estar temblando debido a la repentina activación de los poderes de Gravity, pero ella no parecía poder enfocarlos, y tan solo estaba causando destrozos a nuestro alrededor.
Inmediatamente comencé a disparar flecha tras flecha contra el dictador, quien con una enorme velocidad las destrozaba antes de que le tocaran.
Kevin se percató de la lucha y congeló el suelo donde estaba parado cíclope. Pero este sencillamente levantó vuelo, evitando el tropezón que me iba a permitir darle con una de mis flechas.
—Es hora de terminar con esto. —Cíclope se lanzó de repente contra Kevin, dándole un golpe que lo mandó, junto con su hermano, a varios metros de distancia.
Mientras tanto, yo seguía intentando impactar con mis flechas, pero no había caso, y finalmente llegó el momento que tanto me temía... las flechas se me acabaron, dejándome vulnerable frente a mi enemigo.
Cíclope avanzó, y con un simple empujón quitó a la traumatizada Emma del medio, quien pareció ni siquiera percatarse de la presencia del dictador. Intenté asestarle varios golpes, pero era demasiado fuerte y rápido, de manera que en un momento detuvo uno de mis puñetazos en el aire y aprovechó el momento para darme un fuerte golpe en el pecho.
Sentí como todo mi aire se escapaba de mis pulmones, y también como un poco de sangre llegaba a mi boca. Otro puñetazo. Más sangre. Un tercero llegó con la fuerza de una bala y sentí que algunas costillas se quebraban.
El cuarto golpe fue a mi mandíbula, y me mandó a volar lejos de mi enemigo. Caí con fuerza en el suelo, y traté de arrastrarme pero no tenía sentido. Mi muerte era segura. Así que había algo que debía hacer.
—Felicity... ‒dije con mis últimos alientos, esperando que ella estuviera prestando atención a su comunicador.
—¿Daniel? ¿Eres tú? —contestó la familiar voz al otro lado del comunicador.
—Si... yo... yo no voy a salir de aquí...
—¿Qué? ¿De qué estás hablando? Esto no es gracioso, Daniel...
—Felicity... Yo... Te amo... —Cíclope ya estaba a pocos pasos míos.
—Entonces levántate y vuelve conmigo. —Su voz estaba al borde de quebrarse.
—Adiós...
Solté el comunicador y me tiré a esperar que mi verdugo acabara conmigo.
Cíclope ya se encontraba delante de mí, y me clavó sus ojos llenos de odio.
—Quiero que sepas que el mundo los va a olvidar, me encargaré personalmente de borrar hasta el último rastro de su patética existencia.
Sus ojos comenzaron a tornarse de un rojo intenso, lo que indicaba que en cualquier momento su rayo me iba a impactar. Pero de repente una figura pasó volado por sobre mí, y golpeó a Cíclope directamente en el pecho, haciendo que salga despedido hacia la lejanía.
Con algo de esfuerzo logré incorporarme, y vi que Felicity estaba dándole fuertes golpes al dictador, quien parecía totalmente confundido por esa repentina fuerza en nuestra compañera.
Ella estaba exhibiendo un poder descomunal, ninguno de nosotros jamás la había visto pelear en semejantes condiciones, realmente estaba manteniendo a Cíclope a raya. Fue solo entonces cuando logré darle sentido y dimensión a lo que ella me había contado en la cárcel. Realmente había mucho poder dentro de suyo, y ni siquiera parecía estar llegando a su límite. Al observarla luchar no pude hacer otra cosa que agradecer que se encontraba de nuestro lado.
A pesar de los mejores intentos de Cíclope, Rocket aún le estaba dando pelea, y por un segundo me permití soñar que ella sería quien lo acabaría, a todo, en aquella horrible base militar, con el sonido de las olas de fondo. El dictador caería, los soldados se rendiría y nosotros volveríamos victoriosos con nuestros padres, sabiendo que Kane-B y DC-52 estarían a salvo. Pero no podía ser tan sencillo, nunca lo era, y en un momento de descuido, Cíclope logró asestar un brutal golpe a Rocket, alejándola y dándose unos segundos para recuperarse.
—¡Daniel! —me gritaron desde la distancia.
Cuando giré mi cabeza vi que Jax se encontraba con Joel, y Kevin estaba arrastrando a Emma hacia donde estaban.
Exo se encontraba aplicando una enorme fuerza sobre la punta de la tabla de Surfer, hasta que esta finalmente cedió, liberando una afilada punta de Marcum, la cual de inmediato me arrojaron.
Mirando alrededor vi que una de mis flechas estaba cerca, así que me estiré a agarrarla, e improvisadamente até la punta de Marcum a esta.
Apunté mi arco contra el enemigo, y vi que la pelea se había dado vuelta, y la que estaba recibiendo una golpiza ahora era Felicity, quien sin lugar a dudas era el único ser sobre la tierra que había logrado aguantar tanto tiempo en una lucha mano a mano contra el dictador. Sin dudarlo un segundo disparé, pero el aturdimiento de los golpes que había recibido me hizo fallar, y la flecha simplemente rozo la mejilla del dictador. Sin embargo, esto le dio tiempo a Felicity para alejarse.
Como pudimos, nos arrastramos hasta donde estaban los demás, y desde allí vimos como Cíclope se recuperaba lentamente, hasta que finalmente comenzó a flotar por sobre el suelo, desde donde nos miraba con odio.
Parecía que estaba a punto de lanzarse en picada contra nosotros, cuando de repente llevó su mano a su oído.
—¿Qué? ¡Eso no es posible! ¿Quiénes son los responsables? —Nunca vi tanta furia en una sola persona como en ese momento, lo que hubiera sido, debía de ser bastante malo— ¡Son un grupo de inútiles! ¡Voy en este mismo instante!
Cíclope nos dirigió una vez más su odiosa mirada.
—Lamento que este encuentro tenga que acabar así, pero tengo asuntos más importantes que atender que un grupo de mocosos —dijo él, en su voz se notaba que había algo que le molestaba—. Les aseguro que la próxima vez no van a tener tanta suerte.
De inmediato, el líder salió volando hasta perderse en la distancia. No pude evitar preguntarme que era lo que acababa de pasar ¿Por qué seguíamos vivos? Aunque lamentablemente no todos teníamos la misma suerte.
Cuando nos recuperamos, nos acercamos al barranco, en busca del cuerpo de Malcom, pero fue inútil, la marea ya se lo había llevado.
Permanecimos algunos minutos allí, en silencio. Sencillamente viendo las olas golpear con violencia contra las rocas. Había algo caótico en ellas, a pesar de su belleza. Nadie tenía nada que decir, y si lo teníamos, las palabras parecían ser incapaces de desatar el nudo que teníamos en nuestras gargantas, así que dejamos que las lágrimas se expresaran por nosotros. Pero no podíamos quedarnos allí eternamente, los soldados que habíamos derrotado hacía apenas unos minutos (aunque se sentía como una eternidad) ya estaban de regreso y a punto de alcanzarnos.
Nos dimos vuelta y comenzamos el camino de regreso a casa. Sin embargo, gracias a Joel, quien insistió en buscar entre los escombros no nos fuimos con las manos vacías.
El Marcum estaba en nuestro poder.
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