19. Gladiadores
Me quedé totalmente impactado ante la imagen de aquel que se hacía llamar Trok. Medía por lo menos dos metros y medio, era musculoso, y su piel era de color verduzco oscuro. Trate de articular alguna palabra, pero entre el terror que me producía ese gigante, y esos maníacos de los túneles, se me formó un nudo en la garganta. Trok seguía con su mirada clavada en mí y me inspeccionaba de arriba abajo, supongo que sabía que estaba totalmente aterrado.
—Nunca habíamos tenido un visitante de la superficie con tus... características —continuó el gigante—. Puedes empezar a explicar tu presencia en mis dominios cuando quieras.
Trok se levantó y empezó a caminar hacia mí, traté de retroceder, pero me percaté de que dos enormes plantas carnívoras se había arrastrado sigilosamente por el suelo y colocado justo detrás de mí. No tenía escapatoria, así que decidí contarle mi historia al enorme sujeto que se encontraba delante de mí.
—Mi nombre es Daniel Front... Soy miembro de un grupo que se está revelando contra el dictador de la superficie, Cíclope —comencé, dubitativo—. En un fallido intento por derrocarlo tuvimos que huir por estos túneles, pero sus soldados nos siguieron, y tras destruir una de las ramificaciones quedé separado de mis amigos... ahí fue cuando me encontré con tus... eh... ¿súbditos?
Me quedé en silencio, y el gigante que se erguía delante de mí hizo lo mismo. Parecía estar pensando seriamente, pero el objeto de sus pensamientos me era totalmente esquivo. Por lo que sabía, podía estar pensando en si debía matarme ahí mismo, o dejar que sus amigos caníbales hicieran el trabajo más tarde. De repente la gruesa voz de Trok volvió a llenar la enorme cueva en la que me encontraba prisionero.
—Tú y tus amigos son unos idiotas por intentar destronar a Cíclope. —Lentamente volvió a su asiento y se desplomó sobre él—. Su poder es infinitamente más grande que el de cualquier otra persona sobre este planeta.
Me quedé sorprendido ¿Era posible que el gigante supiera de mis poderes? No me extrañaría si así fuera, Trok claramente tenía poderes tan grandes como él, y hasta donde podía deducir el principal era controlar a las plantas, e incluso crearlas, pero podría haber algo más oculto bajo esa esa piel verde y extraña.
—Supongo que es mejor que esconderse bajo tierra —contesté tras tomar un poco de coraje, inmediatamente me di cuenta de que mi respuesta no le había hecho ninguna gracia al grandulón.
—Estas personas y yo no nos estamos escondiendo, estamos sobreviviendo... —respondió Trok conteniendo su furia—. Cuando el caos de la superficie termine vamos a resurgir, y quienes lograron aguantar todo este tiempo en estos túneles van a ser los nuevos dueños de la tierra.
—Estas soñando si piensas que el gobierno de Cíclope va a terminar algún día, a menos que alguien haga algo para obligarlo a parar —le espeté al gigante, al día de hoy todavía no sé de donde saqué las agallas para hablarle así.
—Nada es eterno, Daniel Front, y pronto vas a descubrirlo.
Dos de los súbditos de Trok comenzaron a acercarse para llevarme a las celdas que había visto hacía unos momentos, cuando decidí que si quería salir de ese lugar, iba a necesitar toda la información posible, así que tenía que seguir hablando con Trok, quien claramente era el "líder" de esa comunidad.
—Ustedes no son sobrevivientes... ustedes son un grupo de cobardes...
De repente Trok volvió a levantarse. Caminó hacia mí hecho una fiera, y temí que fuera a matarme en ese mismo lugar, para mi sorpresa se limitó a dar dos fuertes golpes a sus secuaces, mandándolos a volar, y a tomarme por el cuello para luego levantarme del suelo con su increíble fuerza.
—¿Te atreves a llamarnos cobardes? ¿Después de todo lo que pasamos? ¿Después de veinte años de protegiéndonos, preparándonos para una nueva tierra?
—¿Una nueva tierra liderada por secuestradores y asesinos? ¿Cuál sería la maldita diferencia?
—Nosotros no somos lo que crees, no nos involucramos en los problemas de la superficie, a no ser que ustedes atenten contra nuestro hogar, que nos pongan en peligro —respondió Trok—. Y no pensamos matarlos. Ustedes pueden unirse a nosotros, si así lo desean, vivir el resto de sus días en esta comunidad, o pueden morir de hambre en la celda. Después de todo, no podemos dejar que ustedes, caminantes de la superficie, nos descubren y echen todo a perder, como siempre lo han hecho.
Finalmente parecía que aquel gigante estaba empezando a abrirse, así que decidí probar suerte e insistir para tratar de adquirir un poco más de información y ganar algo de tiempo.
—¿Estuvieron en este túnel desde el principio? —pregunté ciertamente asombrado.
—Nuestra historia es larga, Daniel Front, creo que empieza cuando por un accidente adquirí este don que hoy puedes apreciar... Poco tiempo después Cíclope fue creado, y tuve que observar con impotencia como gente que conocía... buena gente, moría en sus manos. Decidí no soportar más eso, y tomé a las pocas personas que pude salvar y me las llevé conmigo hacía abajo —comenzó a relatar aquel gigante, y por primera vez pude apreciar algo de humanidad en sus ojos—. Planeábamos encontrar alguna cueva subterránea, y por decisión del destino encontramos estos viejos túneles, aquí nos asentamos y vivimos desde hace veinte años, pero ahora si se terminaron tus estúpidas preguntas, es hora de que vayas a lugar a donde perteneces: las celdas. Tienes tres días para pensar si quieres ser un hijo de la nueva tierra, o un cadáver olvidado entre los escombros.
¿Era posible que alguna vez Trok haya sido un héroe? Si la historia que me contaba era cierta, era una posibilidad. Sin embargo este detalle no tenía importancia, podía ver en sus ojos que ya no le interesaba otra cosa que proteger a la gente que se encontraba allí abajo adorándolo como a un dios, supe entonces que no podía contar con su ayuda, ni para salir del lugar, ni para enfrentar a Cíclope. Pero supongo que veinte años viviendo bajo tierra hacen estragos en la mente de cualquiera. Debía escapar de ahí como sea, pero no era inteligente enfrentarme a ese enorme sujeto armado solamente con una flecha, así que decidí esperar y dejar que sus lacayos me arrastraran a una mal oliente celda.
Dentro de esta había otras cinco personas. Dos eran soldados de Cíclope, supongo que tuvieron mejor suerte que la mayoría de sus compañeros y llegaron vivos al escondite de los subterráneos, otro era un anciano que parecía estar terriblemente asustado de verme, y por último, una pequeña y sucia niña que tendría aproximadamente la edad de la que me cruce en los túneles, se acurrucaba contra una bella y delgada joven, quien me inspeccionaba de arriba abajo, pero que de inmediato pareció reconocerme gracias a mi traje.
—No se preocupen, voy a sacarlos de aquí abajo —dije por lo bajo, tratando de tranquilizar a mis nuevos "compañeros".
Esta afirmación solo generó risas por parte de uno de los soldados, el cual se encontraba sentado contra la pared, totalmente entregado a su suerte.
—¿En serio? Prefiero morir en manos de este grupo de dementes a dejar que me salve un terrorista —contestó mi joven enemigo.
—¡Cállate, Dave! —le dijo entre dientes su compañero.
—No, Martin, después de todo es su puta culpa que nos tuviéramos que meter en estos tún... —antes de que pudiera terminar la frase me acerqué y lo levanté del suelo por el cuello.
—Ustedes eligieron obedecer a Cíclope y venir detrás de mí, así que ahora quédate callado mientras te saco del lío en el que te metió tú líder —inmediatamente lo empujé contra la pared y quedé sentado nuevamente.
Sin decir una sola palabra más me encaminé hacía la rejas de la celda, que en realidad estaban formadas por troncos duros y resistentes. Empecé a inspeccionar los alrededores, tratando de formar en mi cabeza alguna vía de escape. Lo primero que note es que un "guardia" se quedaba vigilando, pero sin mirar directamente a la celda, lo que claramente era una ventaja para nosotros.
Me encontraba escrutando el área cuando percibí que alguien se acercaba por detrás de mí, y pensando que era Dave, dejé que se acercara lo suficiente como para poder hacer un contraataque rápido. Para mi sorpresa, unos leves toques en mi hombro me hicieron distraerme de la tarea que tenía por delante, y cuando me di vuelta pude ver a la delgada muchacha, que ahora había dejado a la pequeña con el anciano.
—¿Eres él, verdad? ¿Aquel al que llaman Archer? —preguntó la joven, pero claramente sabía la respuesta a esta pregunta, así que simplemente asentí con la cabeza—. Mi nombre es Amy, quería que supieras que puedes contar conmigo, mi hermana Clara, y con Laurence si necesitas ayuda para salir de aquí.
—Gracias ‒dije con una gran sonrisa, era la primera vez que un extraño me demostraba su confianza en mí en persona.
Le dirigí una larga mirada a la pequeña que se encontraba con Laurence, el anciano, y por un momento me pareció totalmente idéntica a mi pequeña Ana. No es que tuvieran rasgos similares, sino que sus ojos destilaban la inocencia típica en los niños. No pude evitar sentirme terriblemente triste. Desde que había salido de mi casa la última vez no había vuelto a ver a mi hermana y a mi madre, y era muy probable que no volviera hacerlo. Deseé haberme despedido con un abrazo y un beso, hacerles saber cuánto las amaba, pero no era el caso. Sin embargo no podía ponerme a pensar en ellas ahora, toda mi concentración tenía que estar en salir de ese asqueroso lugar, y volver a reunirme con mis amigos.
Me alejé de la reja e intenté contactarme con mi padre, tal vez podría pedirles ayuda, pero la señal se encontraba cortada, y no me sorprendía, estaba varios metros bajo tierra, así que no podía esperar mucho. Esta vez estaba solo, e iba a tener que arreglármelas con lo que tenía.
—¿En algún momento se apagan las luces de esas plantas? —pregunté de la nada, sin dirigirme a nadie en especial, pero esperando que alguien me conteste, y así fue tras algunos segundos de silencio.
—Cada tanto bajan bastante, supongo que para que los habitantes puedan dormir —contestó Laurence— ¿En qué estás pensando?
—Una vez que escapemos de la celda sería bastante sencillo salir, pero necesito mi arco y mis flechas, y ciertamente no tengo idea de donde están.
—Vi a un grupo de esos hijos de puta llevarse nuestro equipo hacia una especie de choza no muy lejos de aquí —dijo Martin mientras se acercaba a donde estaba, le dediqué una larga mirada para tratar de discernir si se trataba de algo serio o era simplemente una trampa, y escuchando los latidos de su corazón, un pequeño truco que había aprendido hacía poco, pude comprobar que no trataba de engañarme—. Creo que puedo guiarte hasta allí, por supuesto que primero tienes que sacarnos...
—¿Estás loco? ¿Te vas a aliar con uno de los enemigos número uno del planeta? —le espetó Dave a su compañero, quien de inmediato se volvió hacia éste para contestarle.
‒En este momento este chico es la mejor opción de salir de esta pocilga y si a Cíclope le importáramos un carajo pudo haber mandado refuerzos hace horas y yo no los veo por aquí, así que sí, y te recomiendo que hagas lo mismo si no pretender morir aquí abajo.
Dave se quedó en silencio, parecía que la mayoría estaban dispuestos a arriesgarse para lograr salir de ese agujero, así que solamente tenía que encontrar la manera de abrir la celda y poner en marcha el plan.
—Bien, creo que tengo una idea... es bastante arriesgada, pero si lo hacemos en la oscuridad tal vez podamos evitar el alboroto.
—¿Qué tienes en mente? —me preguntó Laurence
—Tenemos que esperar hasta que las luces bajen lo suficiente, después vamos a tener que romper algunos de estos barrotes, los troncos se ven bastante firmes, pero creo que con la ayuda de Dave y Martin puedo hacer un agujero lo suficientemente grande como para que Amy pase. —Le dediqué una breve mirada y la chica ni pestaño, claramente tenía coraje—. Luego quiero que ella le clave esto en el cuello al guardia
Dicho esto saqué la flecha que tenía escondida, y todos parecieron un poco sorprendidos por algunos segundos, pero inmediatamente volvieron a prestar atención al plan que estaba exponiendo.
—La flecha tiene un agente que lo dormirá de inmediato, así que no hace falta que lo claves muy profundo —continué—. Una vez que el guardia esté dormido, le tienes que quitar ese machete que tiene colgado, y así tal vez logremos hacer suficiente espacio como para que los soldados y yo podamos salir y buscar nuestros equipos y con eso escapar del lugar.
—¿Qué puedo hacer yo? —dijo de inmediato el anciano, claramente no le gustaba la idea de no ayudar en el escape.
—Cuidar a Clara —le contesté—, hasta que encontremos nuestras cosas el lugar más seguro es aquí adentro... una vez que estemos preparados para irnos vamos a volver por ustedes, lo prometo.
Miré las sucias caras de mis compañeros, ninguno parecía completamente conforme con el plan, y era entendible, pero era lo único que teníamos y ciertamente se nos estaba acabando el tiempo. Así, sin más opciones que trabajar unidos para lograr huir, nos sentamos en el suelo esperando que las luces bajaran lo suficiente como para poder movernos en las sombras, y cuando finalmente llegó el momento todos nos pusimos en marcha.
Dave, Martin y yo nos acercamos a uno de los gruesos troncos, y tras debilitarlo un poco con el filo de la flecha comenzamos a tirar de este. Tuvimos que hacer un esfuerzo sobre humano, y nuestras manos se llenaron de astillas, pero finalmente el tronco se partió en dos haciendo un leve sonido, y dejando lugar para que alguien pequeño pudiera pasar por ahí.
Teníamos poco tiempo, ya que sin dudarlo el sonido de la rama quebrándose iba a atraer al guardia, así que Amy sin esperar indicaciones se dispuso a salir de la celda. Una vez fuera fue acercándose lentamente hacia el distraído guardia que miraba en todas las direcciones tratando de discernir el lugar de donde había provenido el ruido. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, sin dudarlo un segundo, esa ágil joven atacó velozmente a su captor, y en pocos segundos este se desplomó en el suelo, totalmente fuera de combate.
Una vez que nos acercó el rustico machete que portaba el guardia fue bastante más sencillo destruir nuestra jaula. Así que en poco más de un minuto logramos hacer el suficiente espacio como para poder cruzar hacia el exterior. Martin tomó la delantera y Dave comenzó a seguirlo, yo iba detrás de ellos para cubrirles las espaldas, pero antes me acerqué a Amy para darle un consejo.
—Deberías volver a la celda... no va a ser seguro aquí afuera...
—De algo hay que morir ¿verdad? —me contestó e hizo su mejor esfuerzo para formar una sonrisa en su rostro, aunque en sus ojos se notaba que estaba bastante nerviosa por lo que acababa de hacer, pero, por sobre todas las cosas se notaba que estaba preocupada por su hermana.
A pesar de la oscuridad de nuestra celda, sabía que era una chica bastante atractiva, pero hasta ese momento no me había dado cuenta de que en realidad era terriblemente hermosa. Su simple sonrisa logró hacerme sentir mucho mejor sobre estar encerrado en un túnel totalmente rodeado de asesinos dispuestos a dejarnos allí encerrados para siempre, y eso era algo. Pero tenía que concentrarme en el objetivo. Así que simplemente le devolví la sonrisa y continuamos nuestro camino, siguiendo a los dos soldados que más temprano ese día habían intentado matarme.
En el camino hacia la choza en la que, según Martin, escondían nuestro armamento solo nos encontramos con otros dos habitantes de los túneles, a los cuales dejamos noqueados con facilidad. Después de todo, ellos también eran personas, y no pensaba sacrificar vidas si no era absolutamente necesario.
Finalmente llegamos hasta un lugar muy poco iluminado, que no se distinguía en nada de los lugares en los que vivían los demás lugareños. Efectivamente allí dentro se encontraban todas nuestras cosas, y volví a tomar mi arco con gran alegría, en cierta manera, ese artefacto ya se había transformado en una parte de mí.
Dave y Martin tomaron sus armas y sus chalecos antibalas con el símbolo de cíclope cosido en el pecho, el cual el último se aseguró de arrancar de inmediato. Me dirigió una larga mirada y asintió con la cabeza, y en ese momento supe que me había ganado un nuevo aliado. Por otra parte Dave simplemente se dedicó a mirar con asco a su compañero, como si estuviera enfermo.
Todo marchaba demasiado bien, sin embargo decidimos no confiarnos, y estarnos listos para lo que fuera, así que los dos soldados sacaron de un bolsillo de sus chalecos unos pequeños silenciados que colocaron a sus armas, y una vez que encendimos un par de linternas para poder guiarnos mejor nos dirigimos nuevamente hacía la celda.
Cuando estuvimos allí saqué una de mis flechas congelantes y la dispare contra los troncos, y luego con un simple golpe estos se desarmaron, permitiendo que Laurence y Clara salieran. Esta última corrió y volvió a acurrucarse con su hermana mayor, quien me dedicó una mirada llena de gratitud. Ya liberados, solamente teníamos que subir hacía el agujero que daba a la continuación del túnel para lograr salir de esa pesadilla, pero en ese momento se complicaron las cosas.
Laurence acaba de poner un pie fuera de la prisión cuando quedó totalmente helado y con su vista clavada detrás de nosotros. Temiendo lo peor nos fuimos dando vuelta lentamente, para descubrir que la pequeña niña que había visto morder el cuello de uno de los soldados, nos observaba con sus dos grandes ojos oscuros y en completo silencio.
Ciertamente era una imagen aterradora, ya que la pequeña se encontraba totalmente sucia y con rastros de sangre aún alrededor de su boca, pero no representaba una amenaza mayor si nos encargábamos de ella rápido como pretendía hacer con una flecha calmante. Lamentablemente no todos pensaban igual sobre la situación.
Dave, sin esperar un segundo, levantó su arma y apuntó con su linterna a la pequeña, quien alterada por la luz comenzó a gritar como una desquiciada. Sin esperar un solo segundo Dave disparó, haciendo un agujero en el cráneo de la niña, que se desplomó en silencio y provocó un ruido húmedo al impactar con el suelo.
Me quedé congelado ante lo que acababa de presenciar, creo que todos lo hicimos. Dave era un asesino, y tenía que detenerlo, pero no tenía tiempo. Los alaridos de la niña habían atraído a los demás, y ya podíamos sentir sus gritos de furia mientras se acercaban. Aun así me acerqué y le di un fuerte puñetazo en la cara a ese hijo de puta.
—No acabé contigo... —dije antes de salir corriendo en dirección a nuestra salida.
Durante todo el camino fui disparando flechas contra los enemigos que intentaban detenernos, pero sabía que las iba a necesitar para algo mucho más grande, así que trate de contenerme para evitar quedarme sin proyectiles.
Todos corríamos sin mirar atrás, Martin había decidido quedarse en la retaguardia y cubrir a Laurence quien nos seguía el paso lo mejor que podía, Dave por otra parte se puso delante de mí y llego primero a la pared en la que se encontraba nuestra vía de escape. Amy llevaba a la pequeña Clara colgada de la espada para evitar que nos entorpeciera el camino. Ciertamente me sorprendía la valentía de mi más reciente amiga.
Cuando todos estuvimos en el lugar, mientras Martin me protegía, disparé una de mis flechas-garfio, y enganché a Amy y su hermana para que subieran primero, inmediatamente le siguieron Laurence y Martin. Tal vez podía escapar sin tener un encontronazo con Trok, pero estaba pidiendo demasiado.
Dave se colgó del cable de la flecha-garfio y subió sin problemas hasta el agujero de salida, mientras tanto yo seguía tratando de economizar mi munición. Estaba a punto de subir cuando noté que alguien había soltado el garfio, dejándome varado en ese lugar.
Desde el lugar en donde estaba pude escuchar perfectamente la conversación que estaban teniendo arriba.
—¡Hijo de puta! ¡Él te ayudo a escapar! —le gritó Amy a Dave.
—¡Y va a seguir haciéndolo, después de todo si subterráneos están peleando contra él no van a venir detrás de nosotros! —le respondió ese bastardo.
—Si no hubiéramos servido juntos desde hace años te dispararía en este mismo instante... —dijo entre dientes Martin.
Totalmente rodeado, no iba a tener tiempo para disparar otra flecha y escapar sin que los subterráneos se me echaran encima, así que hasta ahí había llegado. Casi parecía increíble que, tras todas las aventuras que había tenido recientemente, fuera a morir varios metros bajo tierra, lejos de mis amigos y de la mujer que amaba.
Los lacayos de Trok ya estaban comenzando a tirar de mis extremidades, y juro que sentí que alguien me mordisqueaba el brazo, cuando el suelo a nuestro alrededor comenzó a temblar, y pude ver como Trok se acercaba hacía donde estaba. Lentamente esas peligrosas personas se detuvieron y me soltaron. El gigante se posó delante de mí y me dedico una de sus espantosas sonrisas antes de comenzar a hablar.
—Muy inteligente, Daniel Front, pero tus aliados te traicionaron y ahora estas a mi merced... ¡Levántate! —mis piernas temblaban, pero con un poco de esfuerzo logré erguirme y hacerle frente al enorme Trok—. Ha llegado tu hora. Has sacrificado tu vida por nada, mis hombres alcanzarán al resto de los prisioneros antes de que puedan ver la luz del sol, no tienen escapatoria.
—¡Detente! —exclamé, y Trok hizo una señal a sus súbditos para que se detengan, algunos de ellos ya estaban utilizando las raíces para llegar a Martin y los demás—. Dices no ser un asesino, demuéstralo, danos la posibilidad de ganarnos nuestra libertad.
—¿Qué tienes en mente, joven héroe? —preguntó con curiosidad el gigante verde, con una leve sonrisa en su rostro.
—Una lucha hasta que el otro se rinda —respondí, y esto llamó realmente captó la atención de Trok—. Si gano, nos dejas ir, y nosotros prometemos guardar tu secreto.
—¿Y por qué debería confiar en tu palabra?
—Mi guerra no es con tu gente, Trok, es con Cíclope, no me interesa lo que tú y tus esclavos hagan aquí abajo —respondí con sinceridad.
—Todo suena muy bien, pero hay un pequeño detalle —dijo el gigante—, ¿qué pasa si pierdes?
—Entonces podrás hacer lo quieras con nosotros, seremos tuyos hasta el día de nuestra muerte —contesté con frialdad.
Nuevamente una sonrisa se formó en la cara del gigante. Claramente se tenía mucha confianza, y tenía sus motivos, después de todo no solo estábamos peleando en su terreno, sino que su poder era claramente más fuerte que el mío, y él había tenido veinte años para aprender a controlarlo. Pero mi padre me había dejado en claro que no podía dejar la pelea.
—Acepto —respondió Trok.
Claramente para el gigante era un trato justo, sobre todo teniendo en cuenta que mis posibilidades de ganar eran pocas, si no nulas. Pero tenía que intentarlo, de otra manera Amy y los demás iban a terminar encerrados por siempre aquí con esos sujetos. Miré hacia el lugar a donde mis nuevos "amigos" habían escapado y noté que ninguno se había movido de ahí, todos seguían con sus miradas clavadas en mí, incluso el traidor de Dave.
Me levanté del suelo, y sin decir una sola palabra Trok comenzó a caminar hacía la otra punta de la enorme cueva. De inmediato me di cuenta que nos acercábamos hacia una especie de "arena" de combate, cuyas paredes parecían estar echas del mismo tronco que las celdas, solo que este tenía unas enormes y puntiagudas espinas. Tragué un poco de saliva al ver esto, pero no podía parecer temeroso frente a mi enemigo, así que tomé coraje y seguí caminando.
Poco a poco, todos los subterráneos del lugar fueron llegando a esa suerte de estadio y Trok parecía estar listo para empezar el combate, sin embargo yo seguía sin una sola idea sobre cómo acabar con el gigante, lo único que sabía era que tenía que encontrar una solución... rápido.
—Te voy a permitir el primer golpe, hoy me siento caritativo... —dijo Trok con una gran sonrisa.
Tomé una gran bocanada de aire y disparé una flecha contra mi enemigo, esta se clavó contra su hombro, sin embargo mi enorme enemigo pareció no sentirla para nada. Si quería ganarle iba a tener que ser mucho más original.
Sin esperar un solo segundo, Trok se arrancó la flecha y corrió hacía mí. A pesar de su tamaño era terriblemente veloz, y no logré esquivar su primer puñetazo, que me dio directamente en la cara, dejándome tendido en el suelo. Si no tuviera una resistencia aumentada ese golpe pudo haberme quebrado el cuello sin ningún problema.
Con un gran esfuerzo me levanté y disparé varias flechas contra mi enemigo, pero todas tuvieron el mismo efecto. Así que decidí moverme hacía algo más grande y disparar directamente una flecha-explosiva, la cual impactó de lleno en el pecho de mi enemigo.
Una nube de polvo cubrió el lugar, y por un momento pude soñar con que había derrotado con una gran sencillez a tan temible adversario, pero mi sueño se hizo pedazos cuando escuché una fuerte carcajada de provenía desde la gran nube de tierra.
—Vas a tener que esforzarte más si planeas salir de aquí alguna vez —dijo Trok con una gran sonrisa en su rostro.
De inmediato se acercó y me dio un fuerte golpe en el estómago, que me levantó del suelo, y mientras estaba en el aire me dio un puñetazo en la espalda, de manera que caí a toda velocidad al suelo. Tras escupir un poco de sangre, logré ponerme en pie nuevamente y seguir con mis inútiles intentos. Las flechas volaban hacía todos lados pero no lograban detener a esa mole que avanzaba incansablemente tirando puñetazos y patadas. Y entonces el milagro...
Totalmente aturdido, disparé una flecha que erró enteramente a mi enemigo, pero que dio sobre una de las bolas que iluminaban el lugar, la cual estalló al instante. Sorpresivamente Trok pareció disminuir la velocidad de su ataque tras esto, así que volví a intentarlo y efectivamente, cada vez que una de esas pequeñas pelotas explotaba, mi enemigo se hacía más débil. Entonces caí en la cuenta: aquellas plantas eran parte de él, una extensión de su propio cuerpo, mucho más vulnerables.
Comencé a disparar sin cesar contra estas, y parecían estar teniendo un efecto, incluso los continuos golpes que me daba parecían mucho más suaves que los anteriores, pero no por esto dejaban de ser demoledores.
—¡Deja en paz a mis plantas! —me gritó el gigante, claramente estaba logrando algo.
El problema era que había millones de pelotas por la cueva, y yo solamente tenía alrededor de diez flechas más. Así destruyera unas pocas más, mi enemigo seguía superándome en fuerza y en velocidad, pero no por eso iba a dejar de intentar. Así que seguí disparando, hasta que solamente tres flechas quedaron en mi carcaj.
—Bien, ya tuve suficiente diversión por hoy. —Trok estaba claramente agotado, pero aun así parecía dispuesto a destrozarme.
Antes de que pudiera reaccionar, el gigante me dio un fuerte golpe debajo de mi mentón, que me mandó a volar a varios metros. En el aire pude notar que iba a impactar contra la pared de espinas, y por suerte, pude disparar una flecha-garfio contra el suelo, la cual logró detenerme justo a tiempo para evitar mi segura muerte. Solo quedaban dos flechas.
Totalmente apaleado, me encontraba boca arriba en el suelo, sangrando por la boca, cuando noté que en el techo de la cueva colgaba una esfera brillante, justo como las otras, pero significativamente más grande. Antes de que pudiera terminar mi línea de pensamiento, Trok se interpuso entre la gigantesca pelota y yo.
—Estas acabado, Daniel Front, ríndete ahora, y prometo que tú y tus amigos tendrán una muerte rápida....
—Va a llegar en día en el que esté acabado... pe-pero no va a ser hoy... —contesté con una voz débil y quebradiza que causó gracia en el gigante.
Sin embargo, antes de que pudiera dejar de reír disparé una flecha que se clavó directamente en su ojo, haciéndolo retroceder y dándome una vista clara de la gigantesca esfera que colgaba del techo.
Solo una flecha... si fallaba este tiro todo habría acabado. Aún tirado en el suelo tensé la cuerda del arco y disparé mi último proyectil, el cual voló con una trayectoria totalmente recta e impactó de lleno en el blanco. Trok, quien recién había logrado quitarse la flecha de su cavidad ocular, miró horrorizado el espectáculo.
—No... No... No podes hacer eso... no podes destruir mis plantas...
Tras haber estallado aquella enorme bola de luz, la gran mayoría de las más pequeñas comenzaron a estallar en cadena, dejando el lugar con una iluminación sombría y tenue. De repente, su piel verde comenzó a marchitarse y el Trok vigoroso y fuerte dejo lugar a lo que parecía ser una simple hoja seca. Su color se tornó más marrón y su epidermis comenzó a quebrarse poco a poco.
Me puse de pie con un gran esfuerzo y me acerqué a quien anteriormente había sido un enorme rival, y le di un puñetazo con toda la fuerza que me quedaba.
—Libéranos... ahora... —le dije a pocos centímetros de su cara— Ordénale a tus hombres que no nos sigan.
—Lo que quieras... solamente... deja en paz a mis plantas... —. Junto con su fuerza, su mente también parecía haberse marchitado, y ahora era solamente un anciano asustado.
Con un simple movimiento de sus manos, los subterráneos que me habían comenzado a rodear tras golpear a su jefe comenzaron a abrirme camino. Sentía lastima por todas esas personas que adoraban a Trok como si fuera un dios. De alguna manera él no era muy distinto de Cíclope, y supe que si él podía caer, también lo podía hacer nuestra amenaza en la superficie.
Levanté una de las flechas garfio y la guarde en mi carcaj. Me disponía a salir de esa horrible pesadilla para siempre, cuando la debilitada voz de Trok me llegó a mis odios, y me frené en seco, aun esperando que ese gigante tuviera un as bajo la manga.
—Daniel Front... vas a ser un enemigo digno de Cíclope... espero que tengas éxito en tu misión...
Sin dirigirle la mirada, disparé la flecha-garfio y de inmediato me encontré reunido con mis nuevos compañeros, quienes de inmediato me ayudaron a mantenerme en pie.
—Eh, Archer, sin resentimientos ¿verdad? —preguntó Dave con una gran sonrisa en su rostro.
Miré su rostro y supe sus intenciones, pero estaba demasiado debilitado para intentar detenerlo. En menos de un segundo había desenfundado su arma y estaba a punto de apretar el gatillo, cuando se vio interrumpido por un fuerte empujón propinado por Amy, el cual lo hizo caer desde donde estábamos hacía el fondo de la cueva.
Tras comprobar que Dave se encontraba muerto, y sin pensarlo demasiado, comenzamos a caminar por el túnel con un silencio total. A pesar de haber escapado de nuestros captores, estábamos demasiado agotados como para sentirnos victoriosos.
Sin embargo el camino era largo, así que tras un tiempo Amy y yo nos pusimos a hablar. Así descubrí que ella y su hermana habían sido secuestradas por las plantas de Trok en uno de los barrios más ricos de la ciudad. Sus padres habían estado trabajando en una construcción y dieron por casualidad con uno de los túneles del gigante verde que, temiendo que su gente se viera expuesta, envió a sus "hijas" a eliminar la evidencia, incluyendo a Amy y su pequeña hermana. A pesar de todo el dinero que tenía, parecía una chica realmente sencilla, dispuesta a ayudar a los otros y valiente como pocas, si hubiera sabido de la iniciativa Nuevos Héroes, se hubiera unido sin dudarlo.
Tras largas horas de caminata, finalmente nos encontramos de frente con una gran puerta metálica. La cual Martin golpeó con todas las fuerzas que pudo. Por algunos segundos no hubo otro sonido aparte del eco de los golpes del soldado, y temí que mis amigos ya no estuvieran ahí dentro. Pero mis esperanzas volvieron a surgir cuando la puerta comenzó a abrirse.
De inmediato, los brazos de mi padre me rodearon y me apretaron con tanta fuerza que por un segundo creí que iba a estallar.
Finalmente estaba de vuelta.
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