16. Desaparecida

A pesar de saber de memoria su lugar en la larga fila de mujeres con la que cruzaba camino todos los martes, y notar que ella no se encontraba ahí, mantuve la esperanza hasta ver pasar a la última de esas muchachas. Nada. Todas ellas desfilaron ante mí con sus caras sin expresiones, como si todo siguiera tan normal como siempre, mientras tanto mi mundo se caía a pedazos. Entonces pensé que todavía tenía tiempo, podía escapar y no ir al colegio, y en eso estaba cuando de repente me llegaron las palabras de Sam.

—¿Qué tal, Daniel? —Su saludo había cambiado, pero reconocería esa voz donde fuera, así que me obligué a detener mis piernas y sin mirarlo mascullé mi respuesta.

—Bien. —Me di vuelta lentamente y me obligué a formar una sonrisa—. Creí que me había olvidado algo en casa y estaba a punto de volverme, cuando recordé que lo cargué esta mañana.

—Si tú lo dices. —Mis mentiras nunca fueron muy buenas, pero siempre lograban su truco, sin embargo, el Sam militar no era el mismo niño tonto e ingenuo que conocí, este Sam había ido al combate, y había perdido, se había entrenado y era cada vez más corpulento e inteligente, así que supongo que eventualmente me iba a ver obligado a inventar mejores mentiras—. Vamos, se nos va a hacer tarde.

Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para empezar a caminar detrás de él. En ese mismo momento tenía dos opciones; o salía corriendo hacía la base de mando en Liberty y me arriesgaba a que Sam le contara esto a su padre, o pretendía que no pasaba nada y ponía en peligro la vida de la chica que... amaba. Decidí buscar un punto medio.

Con disimulo tome el pequeño comunicador que Joel me había otorgado, y que llevaba conmigo en todo momento, y me lo coloqué fingiendo que me rascaba el oído. Inmediatamente la cansada voz del pequeño Green llego a mi cabeza.

—¿Daniel? ¿Te das cuenta de que hora es? —dijo y bostezó; claramente se había quedado dormido con el pequeño aparato colocado, y cuando active el mío, el pequeño pitido que emiten al conectarse lo despertó.

Sin responder, me apresuré a alcanzar a Sam, quien sin esperarme ya había adelantado más de media cuadra. Claramente sabía que había algo raro conmigo, pero esperaba que sus años de amistad en mí lo estuvieran haciendo dudar lo suficiente como para ganar tiempo. Al momento que llegue a su lado inicié una conversación.

—¿Escuchaste algo sobre lo que pasó anoche en S-Lee? —pregunté de la nada a mi viejo amigo, quien me dedicó una mirada confundida—. Oí que uno de estos nuevos terroristas tuvo problemas, ¿no sabes nada?

Sam negó con la cabeza y volvió a dirigir su mirada al frente, mientras que yo escrutaba su rostro en busca de alguna pista.

—¿No? Realmente quisiera que alguien me dijera sí pudieron matar a por lo menos uno de esos hijos de puta —continué, esperando que el pequeño Green captara mis intenciones.

—¡Rocket! —exclamó Joel y enseguida pude escuchar sus rápidos dedos escribiendo en la computadora—. Ya me pongo a trabajar en ello.

Por algunos segundos lo único que pude escuchar fue el sonido de teclas siendo apretadas a toda velocidad, hasta que de repente me percaté de que Sam me miraba frunciendo el ceño. Las cosas se estaban empezando a complicar y no había lugar para esconderse.

—¿Te pasa algo, Dan? Te noto algo nervioso. —Me limité a negar con la cabeza—. Eso pensé... ¿Cómo fue que te enteraste que uno de los Vigilantes había tenido problemas anoche? No salió nada en televisión.

—Mi padre... él trabaja en la zona. —Mentiras y más mentiras, que lo único que lograban eran conseguirme un poco de tiempo, pero a la misma vez me encerraban más y más.

—Creí que tu padre trabajaba en el barrio V-Tepes...

—Lo reubicaron. —Y ahí había terminado todo.

Cuando Sam volviera a su casa iba a hacer que revisaran los registros e iba a descubrir que mi padre efectivamente trabajaba en el barrio que él había mencionado. Acto seguido unos militares iban a rodear la manzana entera solo para asegurarse de que no escapásemos e iban a entrar a buscarnos, si oponíamos alguna resistencia estábamos muertos.

—Dios, eres un mentiroso terrible —dijo Joel a modo de burla—. Me sigues dando trabajo, yo también tengo una vida, ¿sabes?

Trató de sonar relajado, pero notaba que estaba casi tan estresado como ya tras la desaparición de Felicity.

—Listo, de acuerdo a todos los registros tu padre trabaja en V-Tepes, y no te preocupes, ya le avisé sobre los cambios, pero, Dan... No sé cuánto tiempo más vamos a poder mantener todo esto —anunció con preocupación el pequeño genio—. Le recomendé a tu padre que esta misma noche trasladen a toda su familia hacía Liberty.

Ignoré los comentarios de Joel, sin embargo me sentía aliviado porque me había salvado por aunque sea un día más ¿Es que no había problema que ese chico no pudiera solucionar? Estuve a punto de soltar un suspiro de alivio, pero eso solo hubiera hecho que parezca aún más sospechoso, si es que eso era posible, así que me contuve y seguí caminando, y, con disimulo, me quité el pequeño comunicador del oído.

Durante todo el día Sam no me volvió a dirigir la palabra, y solo se dedicó a darme unas miradas furtivas desde su pupitre. Pero yo no tenía tiempo para preocuparme por él, mi mente estaba atiborrada de miedos sobre lo que le pudo haber pasado a Rocket la noche anterior, y no podía arriesgarme a que alguien me descubriera poniéndome el auricular en la oreja para ver que avances había hecho Joel. Los nervios me comían por adentro, y la clase se me antojaba eterna. No paraba de mover mis piernas y mis dedos, en claros signos de ansiedad, pero por lo menos una persona al mes expresaba esos síntomas, así que a nadie le llamaba la atención... excepto a Sam. Empecé a preguntarme cuánto tiempo nuestra amistad iba a servir como escudo para evitar que él hablara con el General Levin, pero nuevamente mi mente era arrastrada a Felicity y su ausencia.

Cuando finalmente el día escolar acabó, sin esperar a Sam, me levanté y salí corriendo del colegio. No es que él hubiera querido que lo esperara, y supongo que tenía sus propias preocupaciones sobre las cuales pensar, así que era mejor que estuviera solo, aunque eso significara que me iba a delatar con su padre y, de manera indirecta, matarme.

Corrí desesperadamente, ignorando los gritos de los soldados que me miraban pasar, sabía que iban a intentar detenerme, y también sabía que no podían alcanzarme. Seguramente ordenaron a alguna patrulla buscarme y seguirme, pero tampoco iban a lograrlo, ya que no me dirigía a mi casa, mi destino era Liberty.

Cuando llegué a la barrera que habían preparado los militares de Cíclope para evitar que la gente huyera, me agaché y me escondí entre algunos arbustos. Cada vez era más difícil cruzar al otro lado, y de día era una tarea casi imposible, ya que en aquellos lugares donde un soldado se encontraba ausente, un merodeador ocupaba su lugar. Uno de estos últimos inspeccionaba el área cerca de donde me encontraba y tuve una idea... era algo estúpida, pero esperaba que funcionara.

La barrera no era muy alta, y si lograba el impulso necesario iba a poder pasar sobre ella, pero para ello iba a tener que tomar un riesgo muy alto, sin embargo, preocupado como estaba por Felicity, no dudé demasiado. Tomé una piedra que se encontraba cerca de mí, y con gran precisión la arroje al otro lado de la valla, provocando una distracción suficiente como para que el merodeador desviara su mirada y yo pudiera trepar al techo de la casa que se encontraba a mi lado. El amenazador robot comenzaba a darse vuelta cuando, tomando carrera, efectué un salto que me permitió caer directamente sobre él, y una vez encima de esta máquina, volver a impulsarme lo suficiente como para saltar por encima del cercado.

Una vez del otro lado, rodé un poco por el suelo, pero llegué a ponerme de pie justo a tiempo, ya que inmediatamente, una lluvia de balas comenzó a perseguirme mientras corría por los pocos metros que separaban El Núcleo de Liberty. Comencé a escuchar que unos cuantos merodeadores me perseguían, y sabía que iba a tener que esforzarme mucho más si pretendía poder empezar a buscar Felicity. Más adelante, en unas improvisadas torres de vigilancia, dos milicianos me veían llegar y me hacía señales para que me apurara, y eso hice. Exigiéndome más que nunca, redoblé mis esfuerzos y aceleré mi paso, sin embargo las máquinas de Cíclope eran altamente avanzadas y también aumentaron su marcha y comenzaron a disparar, casi logrando que caiga al suelo, donde seguramente iban a acabar con mi vida, pero no lo consiguieron, ya que los dos ciudadanos de Liberty, al tenerlos a tiro, abrieron fuego y destruyeron en un santiamén a mis acechadores.

Jadeante, entré al barrio que tanto había protegido, y no tuve tiempo para fijarme en todo lo que había mejorado desde que había partido, tenía que dirigirme inmediatamente a la base de operaciones, donde, con seguridad, Joel me esperaba con noticias... aunque no estaba seguro de si iban a ser buenas.

Llegué a la tapa de alcantarilla donde conocí a quienes ahora eran mis más grandes amigos y casi la arranco del suelo en el apuro por entrar. Me obligué a calmarme. Si quería ayudar a Felicity necesitaba tener la cabeza fría para poder pensar claramente. Tomé grandes bocanadas de aire y levanté suavemente la tapa. Dentro de esa habitación me esperaba la misma oscuridad que me recibió la primera noche, y el mismo chirrido, era bueno saber que algunas cosas seguían en su lugar, sobre todo cuando todo mi mundo parecía estar yéndose a la mierda. De inmediato las frías manos de Kevin me sujetaron, y él me dedico una mirada severa que presagiaba que nada bueno podría haber ocurrido, haciéndome temer lo peor.

—Dan, no te preocupes, la vamos a encontrar. —Había tratado de tranquilizarme afuera, pero aparentemente mi cara delataba mi total desesperación.

Inmediatamente me solté y me apuré a acercarme a Joel, quien no había despegado la mirada de su pantalla de computadora.

—Ni bien te contactaste conmigo estuve tratando de rastrear su ubicación mediante el comunicador —comenzó el pequeño aún sin dirigirme la mirada—. Cuando eso falló, me metí en el sistema de cámaras de Cíclope y comencé a mirar todas las grabaciones tomadas en S-Lee anoche, y la encontré...

Por un momento mi alma volvió a mi cuerpo, pero las palabras de Joel me engañaron haciéndome esperar algo que no era lo que me iba a dar.

En la pantalla apreció un video, en el cual se podía ver claramente a Felicity, peleando astutamente contra un grupo de soldados y un hombre elástico en la azotea de un edificio. Quedé sorprendido de sus habilidades para batallar en solitario, claramente le estaba costando menos adaptarse que a mí. En cuestión de minutos desarmó y noqueó a todas las tropas, dejando al enemigo con poderes para el final, y una vez que también acabo con este lo utilizo para atar a todos los soldados caídos con un fuerte nudo, para luego salir volando hasta desaparecer de la pantalla.

—Eso es lo último que tengo de ella, esta mañana vinieron a desatar a los pobres bastardos que dejo en ese techo... si algo le pasó, no fue delante de las cámaras. —La desilusión de Joel era casi tan grande como la mía, y aún peor, ya que él era el único con la capacidad para encontrarla y no había podido hacerlo—. Tienen que ir por ella... no queda otra opción.

Joel ni siquiera tenía que pedirlo, iba a hacerlo de todas maneras. De inmediato me alejé de la pantalla y comencé a caminar hacia afuera. Enseguida noté que Kevin se había puesto el traje y venía caminando detrás de mí, así que me frené en seco y lo enfrenté.

—¿A dónde crees que vas? —le pregunté de inmediato.

—Felicity también es mi amiga, no me voy a quedar de brazos cruzados cuando ella puede estar en peligro —respondió Zero sin desviar la mirada.

—Alguien se tiene que quedar aquí para proteger la base y a Liberty, Kevin, quédate, yo me ocupo de esto.

Sin esperar respuesta salí del lugar, y supongo que mi argumento llego a convencer a Zero, ya que él no se movió de donde estaba. Utilicé unos complicados y escondidos caminos para moverme sin ser visto hasta Kane-B, donde tomé mi traje y me preparé para partir hacía S-Lee. Si esos hijos de puta le habían puesto un dedo encima, me iba a asegurar de que sufrieran.

Ya era un poco más tarde, y el sol iba a comenzar a ocultarse en cualquier momento, pero no podía esperar al cobijo de la noche, tenía que actuar en ese mismo instante. Así que me moví a toda velocidad, incansablemente hasta finalmente llegar a mi destino.

El contraste con Kane-B era demasiado grande, y por un momento la diferencia me dejo impactado. En S-Lee, el mundo casi parecía cuerdo, pero por supuesto era solamente una fachada, ya que el ojo de Cíclope también controlaba todo el lugar.

Una vez allí comencé a buscar pistas, empezando por el tejado donde la cámara la capto peleando la noche anterior, pero no pude encontrar nada que valiera la pena, así que no tuve otra opción que tratar de adivinar el recorrido que pudo haber hecho.

—Joel, necesito la ubicación de su guarida, ahora —ordené al pequeño, quien de inmediato me informó que Felicity se había instalado en un antiguo teatro que actualmente se encontraba abandonado, al cual sin demoras me dirigí.

Ella había elegido ese lugar con inteligencia, la mayoría de los edificios de alrededor estaban totalmente abandonados, lo que significaba que no había mucha gente alrededor y que tampoco había cámaras de seguridad, aunque sin lugar a dudas, alguna vez debía de pasar alguna patrulla. Por dentro el lugar era totalmente hermoso, y supe que era mejor que mi refugio, pero supongo que el mío capturaba mejor la esencia del lugar en el que se encontraba. De inmediato noté unos pequeños rastros de sangre y empecé a caminar siguiéndolos entre las butacas hasta llegar cerca del escenario, pero escuche algunos ruidos que me obligaron a esconderme.

—¿Algo? —preguntó una voz que parecía venir directamente de abajo del tablado, claramente un militar.

—No, la muy hija de puta logró borrar todos los archivos de la computadora antes de que llegáramos.

—Sigan buscando, debe de haber algo que nos indique la ubicación de la base de los demás Vigilantes.

Agudicé mis sentidos, y llegué a percibir a por lo menos 6 tropas ahí debajo, y por el olor de la pólvora supe que llevaban sus armas. Sin embargo no importaba si había un ejército ahí abajo, si la habían lastimado, estaban todos acabados.

Con delicadeza me coloqué justo encima de ellos y clave una de mis flechas explosivas, la cual detoné tras alejarme un poco, causando una enorme conmoción entre mis enemigos. Para cuando el polvo levantado por la explosión comenzó a disiparse yo ya me encontraba entre ellos, y había noqueado a tres, estaba dejando al que parecía ser el jefe para el final. Los que quedaban en pie comenzaron a intentar atinarme con sus armas, pero era demasiado rápido para ellos, y antes de que llegaran a agotar el primer cargador disparé tres flechas que impactaron directamente en sus manos, haciendo que perdieran su armamento. Cuando el primero se agachó a levantar su arma recibió un fuerte golpe de mi rodilla contra su cara que lo dejó totalmente fuera de combate, y esto disuadió a sus compañeros de intentar algo parecido. En lugar de recurrir a sus herramientas de combate decidieron atacarme con sus puños. Mala idea. En cuestión de segundos dejé a los dos restantes en el suelo, sin embargo me asegure de no golpear muy fuerte al líder, todavía tenía preguntas que hacerle.

Mi puñetazo no llegó a desmayarlo, pero si lo dejó totalmente confundido y sin posibilidad de moverse, así que seguramente se percató de que me estaba moviendo hacía el techo del teatro, y no podía hacer nada para evitarlo. Le até los pies a una vieja cuerda que encontré en el lugar y esperé a que estuviera lo suficientemente despierto como para sentir miedo, y cuando llego el momento, sin esperar a que pudiera hacer el menor movimiento, empujé con mi pierna el cuerpo y este comenzó a caer por el abismo, disfruté por unos breves segundos de los gritos de horror y luego sostuve la cuerda y comencé a subirlo nuevamente, claro que aun así lo dejé colgando de manera que pudiera ver que si lo soltaba le esperaba una caída de más de diez metros de cabeza.

—¡Estas demente! —gritó el aterrado soldado, y tal vez estaba en lo cierto, pero no tenía tiempo para cuestionarme mi cordura.

—¡La chica que se oculta en este lugar! ¿Dónde está? —pregunté de inmediato, con una voz que metía miedo.

—¿¡De qué carajos me hablas!? —La desesperación de mi enemigo era evidente, pero aun así planeaba engañarme, y no me encontraba de humor como para eso, así que solté la cuerda y esta vez lo dejé acercarse más al suelo antes de subirlo— ¡Cíclope Mío! ¡Por favor! ¡Ya basta!

—¡Habla! ¿¡Qué le hicieron a la chica!? —Antes de que volviera a pensar en mentirme lo solté nuevamente y hasta que no estuvo lo bastante cerca del suelo cómo para poder olfatearlo no me detuve, una vez arriba su lengua se había soltado.

—¡No la pudimos atrapar! ¡No sabemos dónde está! —Su voz parecía al borde de quebrarse en un agudo llanto cuando lo subí nuevamente al techo del edificio y lo levanté del suelo con mis fuertes manos.

—¿¡Qué quieres decir!?

—¡Anoche! Gum, el hombre elástico, logró ponerle un rastreador antes de que ella los acabara a todos, pero la emboscada en la entrada del teatro salió mal y ella logró repelernos por algunos minutos, por el rastro de sangre supongo que alguien logró dispararle, para cuando logramos reagruparnos y entrar ella ya se había ido, no tengo idea a donde fue ¡Lo juro!

¿Era posible que Felicity hubiera logrado salir de ese edificio con vida? Ciertamente no podía confiar en mi aterrorizado enemigo, pero tenía esperanzas de que fuera verdad, además ella era una chica dura, y confiaba en que se podía cuidar sola.

—Si descubro que me engañaste te voy a romper el otro... —dije por lo bajo.

—¿El otro qué? —preguntó el confundido soldado.

De inmediato tomé su brazo y lo quebré en tres partes, y entre el dolor y la impresión, mi adversario no pudo evitar desmayarse. Me levanté y comencé a bajar las escaleras hacía el abandonado teatro, y noté que había algo distinto en mí, tal vez era la desesperación, o quizás era que finalmente la violencia y la oscuridad con la que tenía que convivir todas las noche en Kane-B estaba llegando a las partes más profundas de mi ser para echar raíces ahí, sin embargo no podía preocuparme por esto ahora, mi primer y único objetivo era encontrar y poner a salvo a Felicity. Dentro del oscuro salón, los enemigos a los que había atacado aún yacían tirados en el suelo, totalmente inconscientes, lo que me dio tiempo suficiente como para revisar el lugar en profundidad, y, siguiendo un rastro de sangre casi imperceptible logre encontrar la manera en la que ella había escapado. Astutamente se había deslizado en un conducto de ventilación que la llevó hacía el callejón trasero del edificio.

Afuera, las manchas de sangre se iban haciendo más y más grandes, hasta que finalmente desaparecían de repente, lo que me llevó a deducir que en ese momento había levantado vuelo, dejándome sin una sola pista para encontrarla, una vez más. Pero por lo menos tenía pruebas de que ella seguía viva, y este rastro parecía confirmar la historia del desdichado soldado que dejé en la azotea.

¿Dónde podría estar escondida Felicity? ¿Estaría herida de gravedad o sería solamente un rasguño? Ciertamente la cantidad de sangre en el callejón parecía indicar lo primero. La noche ya había llegado a la ciudad, y tenía que apurarme a encontrarla antes de que los militares lo hicieran. Estaba a punto de salir sin rumbo, con la esperanza de encontrar algo más que me ayudara, cuando de repente el comunicador se encendió, y la voz de Joel llego cargada de emoción.

—¡Archer, la tengo! —Hizo una pausa para recuperar aire—. Una cámara de seguridad la acaba de captar a aproximadamente quince cuadras de tu posición, apúrate, parece que está herida de gravedad y... un grupo de soldados también se dirige hacia allí.

No tuve tiempo para agradecer al pequeño sabandija, pero tampoco era necesario, no le había pedido un favor, todos estábamos en esto juntos. Disparé una de mis flechas-garfio e inmediatamente comencé a dirigirme a la posición indicada por Joel. Una vez allí, desde un techo cercano, observe todo el lugar, hasta que vi una figura delgada que caminaba tambaleándose hacía todos lados. Tenía que ser ella.

Inteligentemente, Felicity se había escondido hasta que se hiciera de noche y había cubierto su traje de heroína con un sucio sobretodo beige. Sonreí al ver esta imagen, ella estaba bien, y ahora solamente tenía que ponerla a salvo. Apunté el arco cerca de donde ella se encontraba y disparé una de mis flechas-tirolesa, de la cual me enganché para bajar hasta el suelo. Pero en el trayecto pude ver que un gran número de enemigos se acercaba a su posición, y ella ni siquiera se había percatado. Cuando estuve a una distancia segura me solté, e inmediatamente corrí contra ella y la tiré al suelo. Fue una suerte que hiciera eso, ya que pude sentir una ráfaga de balas pasar sobre nosotros a toda velocidad.

—¡Quédate abajo! —le ordené a Rocket, mientras que yo me levantaba y comenzaba a disparar flecha tras flecha, sin embargo me di cuenta que no había necesidad de decírselo, no estaba en condiciones de hacer ningún tipo de movimiento.

De un momento a otro, el lugar se había convertido en una zona de guerra. Los soldados se acercaban de todos lados, y las flechas que tenía en mi carcaj eran cada vez menos. La maquinaria de guerra no tardó en aparecer y vi una oportunidad para terminar el combate. Los soldados se habían alineado y disparaban todos desde una calle que se encontraba a unos cuantos metros, y el tanque de guerra parecía que iba a colocarse en ese mismo lugar, así que tome unas flechas congelantes y las dispare al camino por donde avanzaba la implacable bestia metálica. Cuando estas se activaron generaron sobre toda la senda una capa de hielo tan densa que provocó que el tanque no se pudiera agarrar al suelo, logrando que patine por toda la calle, tumbando a mis enemigos para finalmente chocar contra un edificio y quedar encajado.

Tras eliminar a algunos enemigos rezagados, y comprobar que no había más peligros en el área, me acerqué a Felicity, que se encontraba respirando a duras penas en el suelo. Había recibido un impacto en el hombro izquierdo y debido a la pérdida de sangre se encontraba tan blanca como una hoja, no pintaba para nada bien, pero si la llevaba a Liberty con seguridad podrían estabilizarla. De inmediato me comuniqué con Joel.

—¡La tengo! Dime como salir sin que me vean estos hijos de puta.

—No te preocupes, déjame planear una ruta, me va a llevar un minuto —respondió el pequeño genio.

—No tengo un minuto, tiene que ser... —una explosión cercana me cortó a mitad de frase y me hizo volar a metros de Rocket.

El tanque había logrado soltarse y se encontraba nuevamente en acción, pero yo estaba fuera de combate. El impacto me había dejado demasiado aturdido, y cuando abrí los ojos un grupo de soldados estaban levantando a Felicity por los brazos y metiéndola en uno de los tanques. Con un esfuerzo sobrenatural tomé mi arco y disparé una flecha que se clavó en la parte baja de su vehículo. Intenté ponerme de pie, pero una nueva explosión volvió a dejarme en el suelo, y cuando quise tomar otra flecha noté que mi carcaj estaba vació. Desarmado y solo en S-Lee, mi muerte era segura.

Ya me encontraba cerrando los ojos para rendirme, cuando vi pasar una cegadora luz por encima de mí en dirección al tanque. Hice un esfuerzo y me apoyé en mis codos para ver qué era lo que pasaba y casi que no podía creerlo. Torch se encontraba lanzando unas grandes llamaradas contra el vehículo blindado, pero esto era solo para distraerlo, ya que Jax se acercaba a él furtivamente, totalmente cubierto de metal. Con un gran coraje, nuestro líder se metió debajo del tanque y este dejo de funcionar, lo próximo que vi fue que los dos operadores de la maquina eran despedidos por la escotilla de entrada, y de esa misma surgía Exo unos segundos después. Una vez que lograron detener el avance de las tropas, Emma se acercó y me levantó del suelo.

—Bien héroe, es hora de volver a casa —me dijo con su suave voz.

—¡No! —exclamé— Felicity...

—No hay nada que podamos hacer en este momento, tenemos que reorganizarnos y...

Sin embargo no llegué a escuchar esta última parte, ya que caí totalmente desmayado, y para cuando abrí mis ojos me encontraba nuevamente en Liberty.

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