36. La desesperación de Ooh

 Muma y Nuna caminaban calle abajo en dirección al puerto, allí les esperaba una Tunante deseoso de lanzarse al y navegar en busca de más aventuras o, mejor que mejor, deliciosas coles. ¿Qué maravillosas nuevas variedades de coles escondería en su seno el Archipiélago de las mil islas?

A pesar de que hacía un día maravilloso, Muma no lo disfrutaba especialmente y no era solo por la resaca que rondaba su cerebro cual minotauro por su laberinto particular. La razón principal era Ooh, las perseguía calle abajo mientras rogaba y no dejaba de rogar para que le dejaran viajar con ellas a bordo de Tunante.

—¿Cuántas veces te lo tengo que decir, Ooh? Nos cortarías el rollo. Además, a Nuna le caes mal —dijo Muma que, decidida a que no Ooh no viajase con él, ni siquiera podría ser convencida por ella misma.

—¿Eh...? ¿Me cae... mal? —preguntó Nuna, la resaca que llevaba encima era peor que la de Muma. Era como si su cerebro estuviera completamente oxidado.

—Sí —sentenció Muma, sin dar más explicaciones.

—¡Pero os digo que sería beneficioso para vosotras si me dejáis viajar en vuestra tortuhogar! —chillaba Ooh, no deseaba quedarse anclado en la pequeña isla de Pietra.

¡Allí solo había un pueblo y un poco de bosque! ¡Nada más! ¡Lo único emocionante que había era el monstruo, pero ya estaba muerto y enterrado!

—Beneficioso dices... ¿Cómo? —preguntó Muma, saludando a la gente del pueblo que le ofrecía sonrisas y gracias y hasta bendiciones. Se sentía como una verdadera heroína aunque ella no había hecho absolutamente nada.

—Peleando... ¡En mi mochila tengo una gran cantidad de armas! Si aparece de nuevo un monstruo como el de las estatuas, os puedo ayudar —dijo Ooh.

Él llevaba una mochila bastante grande a sus espaldas y de allí sacó la garra con la que se cargó al monstruo peludo y con ojos de búho. Muma lanzó un bufido que chorreaba impaciencia y le dijo:

—Malo será que nos encontremos con más monstruos.

Se encontraban a escasos pasos de llegar al puerto y la desesperación ahogaba a Ooh.

—¡Tengo un mapa de parte del Archipiélago! —gritó el viejo.

—No necesitamos mapas allí a dónde vamos —dijo Muma, sin saber exactamente a qué se refería, pero lo dijo porque le sonaba guay.

—¡Sé cocinar! —clamó Ooh, en un último intento de captar el interés de Muma.

Acertó, nada más escuchar esas palabras Muma frenó y se dio la vuelta. Observó con detenimiento a Ooh.

—¿En serio me lo cuentas? ¿Sabes cocinar... bien? —preguntó y Ooh asintió con la cabeza.

—En el barco yo siempre cocinaba... y llevo haciéndolo desde toda mi vida, mi mujer tiene un restaurante familiar con más de 500 años a las espaldas —dijo Ooh.

—Ya veo... Eso es una habilidad que aprecio, Ooh. De acuerdo, podrás venir con nosotras. Pero estás a prueba... —dijo Muma.

—¿Pero no era que me caía mal...? —preguntó Nuna y lamentó haber hablado, cada palabra era como un puñal en el cerebro. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top