136. La carta
Y en el mejor de los momentos, perdiéndose entre los besos y caricias de aquella mujer sin nombre, de aquella Túnica Rosa, la puerta de la Zona VIP se abrió de pronto y rompió la magia de la escena, el idiota rostro sonriente de Nadría. Agitaba en la mano una carta que llevaba el sello del Instituto Valiente que tenía la forma de la cabeza de un búho de enormes ojos.
—¡Eh, Ooh! ¡Qué tienes correo! ¡Y no te vas a creer de la forma en que llegó! —gritó estridente Nadría cortando de raíz aquel momento de pasión que se deslizaba a la iluminación. Con ojos destellantes de rabia, Ooh observó a aquel minúsculo muchacho y deseó que fuera hormiga para aplastarlo con un pulgar.
—¿No puedes ver que estoy ocupado? —preguntó entre dientes, sin mostrar el más mínimo interés por aquella miserable carta que bien podía acabar en la chimenea. Él no quería leer, quería perderse entre los mágicos pechos de aquella mujer, quería hacerle el amor hasta quedar agotado, hasta desmayarse, hasta morir incluso.
—¡Pero llegó en un búho! Yo no sabía que el correo funcionase así —dijo Nadría, inmutable ante la escena que se desarrollaba ante sus ojos, no parecía que le molestaba la visión de Zorolen metiéndole mano a la pelirroja ni de Butfais siendo desnudado por la mujer morena. No, lo realmente impactante era la carta de aspecto vulgar que llevaba en las manos.
—¿Un búho...? ¿Viene de Antioquía? —preguntó Ooh y de inmediato se levantó de la silla y se acercó a toda velocidad a Nadría, antes de que este pudiera contestarle le arrebató la carta de las manos y se puso pálido.
—¿Antioquía? Tú eres de ahí, ¿no? —preguntó Nadría y de pronto se dio cuenta de la mujer con la que se había estado besando Ooh. Nada más verla, los sueños de Silea y Nadia fueron enterrados y olvidados, ¡aquella sí que era una mujer de verdad! El amor que sintió en aquellos momentos fue de la intensidad de una polilla atravesando la llama de una vela y creó desfallecerse cuando aquella diosa en tierra le dirigió una dulce sonrisa.
—Vamos afuera —gruño Ooh cogiendo a Nadría por el brazo y llevándoselo fuera de la Zona VIP. Los sueños de amor fueron rotos, los restos llevados por el viento y, aunque Nadría no lo sabía, él no vería nunca más a la rubia de la Túnica Rosa.
—Pero yo... —murmuró Nadría, viendo como la puerta se cerraba de golpe y de nuevo se encontraba en un silencioso corredor, sin nada especial, sin mujeres bellas, sin esperanza, sin futuro.
—¿Fue un búho de verdad lo que te trajo esto? —le preguntó Ooh.
—Sí... ¿Qué pasa? ¿Malas noticias?
—No lo sé... viene de Aam... Ella es mi exmujer —murmuró Ooh, le temblaba la carta en las manos. Él siempre había querido volver con ella y el papel que tenía en la mano podía ser la contestación a sus plegarias o su absoluta refutación.
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