353. Pedazo de mierda
Breogán frunció el ceño, había visto a Muma pisar a Zaltor con una sonrisa triunfal en el rostro y no sabía demasiado bien como sentirse al respecto. Aunque aquel sujeto no le caía demasiado bien, era su padre. Pero él era un pedazo de mierda y morir aplastado era la mejor manera de hacerlo para una cucaracha como él, con perdón a estos insectos. Zaltor no era bueno ni como padre ni como dios ni como persona.
—Lo aplasté —dijo Muma y sonreía, levantó el pulgar en dirección a Breogán y este asintió con la cabeza.
—Ya lo vi —contestó y también levantó el pulgar.
La sonrisa se Muma se turbó.
—Espera... ¿Él era tu padre...? ¿No deberías de estar molesto?
Breogán negó con la cabeza.
—No, era un pedazo de mierda.
Debajo del pie de Muma, algo comenzó a revolverse y, antes de que tuviera tiempo de preguntarse qué pasaba, la mujer salió volando y antes de caer en el suelo, dio varias volteretas.
Ante ella se erguía de nuevo Zaltor, tan fresco como una rosa. Parecía que el combate que había tenido lugar entre ellos no había sucedido. Desde las alturas, el dios exhibía una sonrisa triunfal y la observaba como si fuera poco menos que la cagada de un gato.
—¡Imposible! ¡Te aplasté, deberías estar muerto! —chilló Muma.
—¿Yo, morir por el pisotón de una humana? No, nunca caería tan bajo, humana. ¡Yo no moriré por algo tan nimio! Soy dios... no, no solo un dios. ¡Soy Dios, Zaltor, Posthumano! ¡Soy el protagonista de esta historia y como tal no importa los problemas en que meta porque siempre saldré victorioso! —gritó Zaltor hinchando pecho de puro orgullo que rebosaba.
—¿Pero qué dices...? —preguntó Muma, tirada en el suelo lo único que podía hacer era mirar a Zaltor y sentir como poco a poco la desesperación la inundaba. Detrás del dios, vio a Breogán con la boca abierta y una idea le cruzó la mente —. ¡¡Cierra la puerta de una vez!!
Zaltor levantó la mano en dirección a Breogán y el brazo se estiró hasta que sus dedos se hundieron en el pecho del peliblanco. Con el sonido de un estallido, el brazo recuperó su longitud original y la mano agarraba un corazón que chorreaba sangre.
—La puerta no se cerrará —sentenció Zaltor y Breogán cayó al suelo, ya sin vida.
—Era tu hijo... —murmuró Muma, a punto había estado de vencer. Sin embargo, ¿era eso cierto o solo una ilusión proyectada por el dios? Todo era un juego para él, se divertía con ella como si no fuera nada más que un juguete.
—No te preocupes por él, no creas que es tan débil como para morir por simplemente arrancarle el corazón del pecho. Pero, en cambio... Tú sí que morirías si lo llegó a hacer, así que tienes que aceptarlo, Muma. He ganado, pero no soy un dios vengativo. Así que te permitiré que vivas, solo si te arrodillas ante mí, si me juras lealtad... —dijo Zaltor, sonreía burlonamente a la vez que Muma sudaba de miedo.
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