350. Diarrea

 —¡Iiiaaarrrggghhh! —chilló horrorizado Zaltor al ver como Muma se relamía los labios. No podía concebir cómo el dios más poderoso de todos los dioses había caído tan bajo y a punto estaba de ser devorado —. ¡¡Si me matas nunca jamás sabrás dónde están tus padres!!

Los ojos bien abiertos de Muma le proporcionaban un aire enloquecido incrementado por una risa que bailaba entre sus dientes.

—¡¡Me da igual!! ¡Si los encuentro bien y si no, pues que se le va a hacer!! ¡¡Si estás vivo me buscarás, me torturarás, me matarás!! ¡¿Es cierto o no?! —gritó Muma y apretó con crueldad, haciendo que el débil y blando cuerpo de Zaltor doliera.

—¡No, si yo te respeto un montón, Muma! ¿No ves que todo lo que hice fue para ayudarte a sacarte tu verdadero potencial? ¡Y has pasado la prueba, eres la elegida para heredar mi poder! —mintió descaradamente Zaltor, pero era la clase de persona que haría y diría cualquier cosa para salvar el pellejo. Puede que no fuera la mejor filosofía de vida porque le había llevado a estar en la mano de una bruja que poco le faltaba para darle un buen bocado.

—¿Y supongo que necesitarás que te llevé hasta dónde escondiste tu poder, no? —preguntó Muma.

Una sonrisa temblorosa apareció en el rostro de Zaltor, durante unos momentos pensó que podía librarse de aquella mediante la lengua. A fin de cuentas, los humanos son bastante tontos y se creen cualquier cosa que le digas.

—Sí, es así... ¡Me alegro de que lo entiendas! Vamos, solo abrir la puerta y todo habrá terminad, mi querida Muma —dijo Zaltor, de todas maneras, al mirar los ojos pérfidos de la loca se dio cuenta de que no pretendía soltarlo y por mucho que intentase dorarle la píldora el resultado daría igual. Puede que hubiera una combinación de palabras que al usarlas tuvieran el poder de conmover y convencer a Muma, aunque el desdichado dios nunca podría articularlas.

—¡¡No, jódete!! ¡Te voy a comer! —chilló Muma y abrió la boca, poco a poco se acercaba a Zaltor y este miraba con desolación.

Su vida iba a terminar. Y de una forma tan patética. Si lo llegara a saber, habría elegido perecer en la primera ocasión, con un machete en la cabeza, o quizás mejor en la segunda, después de una épica batalla. ¿Pero ser comido? Él no era un cerdo ni un pollo, era un dios y lo menos que se merecía era una muerta digna.

—Espero que te cause diarrea —le dijo con lo que creía que serían sus últimas palabras.

Ahí fue cuando la puerta blanca comenzó a abrirse y eso significaba una nueva oportunidad para Zaltor. De entre la ranura, comenzaron a surgir pequeñas esferas blancas y una alegría le inundó: era energía, ¡magia que podía usar! Aunque era poco, sería suficiente como para librarse de Muma.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top