332. El esperado encuentro

   Después de haberle dado una buena bofetada a Gale, Muma se sintió bastante bien. Se frotó las manos como gesto de trabajo bien hecho, pero todavía no era capaz de sentirse completa y la razón era bastante obvia: le faltaba Nuna, pero en esos momentos creía que solo era cuestión de tiempo que se volvieran a ver.

—¿Qué? ¿Nos vamos al pasado? —preguntó Muma ofreciendo una sonrisa con su gran boca y Melinda asintió entusiasmada, le gustaba aquella mujer. No era alguien como Frederica con la cual era incapaz de pasar medio minuto sin comenzar a discutir por cualquier tontería.

—¡Por supuesto! —chilló Melinda y ahí fue cuando chocaron las cinco.

Sucedió de pronto, se encontraban en medio de un bosque y del cielo caía nieve suave, era una noche que apenas comenzaba. Muma tiritó de frío y se frotó los brazos, buscando con la mirada a su bienquerida Nuna, no obstante se encontraba en un camino en el cual había dos posadas: una se llamaba el Castillo y la otra el Portal.

—¿Es aquí, Melinda? —le preguntó con ansias Muma y Melinda asintió con la cabeza, creando en la primera tal alivios y emoción que casi se echa a llorar. Pero dejaría las lágrimas para otro momento porque tenía que encontrarse de inmediato con Nuna.

—¡Pues vamos! ¡Es el Castillo! ¡Allí está tu novia! —exclamó y avanzó con paso decidido en dirección a la posada, pero su avance fue interrumpido cuando Muma le agarró por la muñeca.

—¿A dónde te crees que vas tú? —le preguntó y la pelirroja arrugó la nariz, en esos momentos pensó que aquella rubia no le caía tan bien. ¡No le gustaba nada que completos desconocidos la tocasen!

—¡Oye, quiero conocer a mí yo del pasado! —exclamó Melinda y se ganó una mirada horrorizada de Muma —. ¿Por qué pones esa cara?

—¡Porque eso que dices es peligroso! ¿No está en contra de...? —Muma frunció el ceño, todo lo que sabía sobre viajes en el tiempo provenía de películas

—. ¿No acabarás borrando el futuro o algo por el estilo?

Melinda puso los ojos en blanco.

—¡Como si el futuro fuera tan débil como para destruirse por una menudencia como estad! Si nosotras dos hemos viajado en el tiempo, ¿no crees que hubo más gente que lo hizo? ¿No sería entonces bastante razonable pensar que ya hubo personas del futuro que visitaron a sus yos pasados?  Y mira, todavía continuamos aquí. Además, si tan preocupada estás tengo que contarte que... —argumentó Melinda.

Pero la maga nunca llegó a contarle nada porque la puerta de la posada el Castillo se abrió y de su interior salió una niña pelirroja. Una cuya apariencia era demasiado parecida a la de Melinda y en el rostro de esta surgió una sonrisa que desbordaba.

—¡Melinda, soy yo! ¡Melinda! ¡Tú yo del futuro! 

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