329. Solo una última vez antes del adiós rotundo
—¡No hace falta ponerse así, jolines! —exclamó Melinda, cierto cabreo refulgió por unos instantes en su mirada, hasta acomodarse de nuevo en el humor de una sonrisa condescendiente —. ¿Acaso no sabes con quién estás hablando? ¡Soy la maga más poderosa del Páramo Verde! Puede que incluso de la Isla Caracola.
—No sé, Melinda. Hay mucha gente en la isla —añadió Sabela y Melinda, ante esta falta de educación por parte de su hermana, lanzó un bufido.
—Y ella cayó del cielo y no se hizo ni un rasguño —añadió Xoana y señaló a Muma —. Puede que ahora sea la maga más fuerte de todo el Páramo y no tú.
Melinda fulminó con la mirada a su sobrina, pero logró que el malhumor que quería salir a voz de grito se quedase anclada en su garganta. Sabía que solo le decían esas cosas para hacerla rabiar y, tras una breve lucha, logró acabar el drama con una sonrisa temblorosa.
—Pero lo que no hay duda ninguna es que soy de las fuertes, ¿a qué sí? —preguntó y Sabela se encogió de hombros mientras Xoana le lanzó una pelota a Macarrón que corrió cual galgo para cogerla con la boca.
—¿Puedes ayudarme, Melinda? —preguntó Muma.
—Claro que puedo hacerlo y lo haré, ese objeto mágico que tienes... Puede que si le metemos energía suficiente podamos romper esa regla estúpida de que no se puede ir al pasado —dicho esto, Melinda se agachó para coger la pelota y lanzársela a Macarrón —. Estoy segura de que tendré éxito porque te vi en el pasado y recuerdo que vestías justo como estás vestida ahora, ¿lo intentamos?
—¡Claro que quiero! ¡Ahora mismo, por favor! —pidió Muma y la sonrisa se retorció en la cara de Melinda, después se volvió en dirección a Sabela y Xoana para decirles:
—Lo mejor es que os vayáis y os llevéis a Macarrón, lo que pretendo hacer puede ser peligroso y no quiero que os pase nada, ¿vale?
—¿Eh? ¡Pero yo quiero ver cómo acaba todo! —exclamó Xoana poniendo morritos, pero Melinda sacudió la cabeza.
—Si Melinda lo dice, lo mejor es irse —dijo Sabela y cogió en brazos a Macarrón, que aprovechó la oportunidad para darle un lametón a la cara.
—Está bien... Adiós, Muma. Espero que te encuentres con Nuna —le dijo con el tono desanimado, esperando provocarle a Melinda la pena suficiente como para que le dijera que se quedara en el jardín trasero de la casa. No sucedió, Sabela, ella y Macarrón se marcharon dejando solas a Muma y Melinda.
—¿Empezamos? —preguntó Muma, se balanceaba de un lado a otro ante la mirada divertida de la pelirroja. Entonces le preguntó lo siguiente:
—De verdad te mueres de ganas de verla, ¿no? ¿Es tan especial ella para ti?
Muma asintió con la cabeza.
—Sí, aunque no sé si lo seguiré siendo para ella. Nos separamos hace mucho, por lo menos desde su perspectiva. Pero por lo menos quiero verla... aunque solo sea una vez más.
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