321. Casada y con dos hijas
Butfais levantó la cabeza al cielo oscuro lleno de estrellas, pero vacío de Pitiminí, el loro. Ni rastro del pájaro por ninguna parte, quizás rumbo a aventuras en lugares lejanos, quizás volvería en una hora, un día, un año... O nunca.
—No hacía falta que se fuera —se quejó Butfais, tan cerca se encontraba de la victoria y al mismo tiempo tan lejos.
En su mano, la canica con la que quizás su amada Mhala Shora podía restituir el honor de los dholorianos, pero sin el loro le sería bastante difícil llegar hasta ella.
—¡Vosotros dos sois unos bastardos! ¡¿Qué queréis?! ¡Seguro que destruir Cassiria! ¡Ratas! ¡Villanos! —gritaba desbocada Xoana, cabreada por el golpe que le había dado Butfais, pero sin estar malherida.
Su hermano gemelo se encontraba a su lado en silencio, él no pensaba que aquello fuera cierto. Solo eran dos personas raras que habían aparecido accidentalmente en sus vidas y lo mejor sería no hacerles caso hasta que se marcharan.
—¡Por favor! No soy una villana, yo... —Muma se calló porque había una recompensa sobre su cabeza —. ¿Hay Agentes de Uno por aquí?
Xoan negó con la cabeza.
—No, no los necesitamos en el Páramo Verde. Aquí tenemos a los Hijos del Sol, Xoana y yo formamos parte de él, ¿por qué preguntas?
Muma arrugó los labios, ni de broma les iba a decir a aquellos dos críos el precio que le darían por su cabeza. De todas formas, ni siquiera se acordaba de los créditos exactos: los recuerdos en su mente se hundían en la niebla y lo único que relucía era Nuna.
—¡Carajo! Me olvidaba, Butfais. ¿Tú sabes dónde está Nuna? —preguntó y el dholoriano dejó de mirar el cielo nocturno para observarla a ella. En silencio se quedó, uno tan tenso que malos augurios rodeaban a Muma y se temía lo peor: muerta, secuestrada, lavado de cerebro...
—¡Hacedme caso! ¿Sois vosotros dos villanos o no? —preguntó Xoana y Muma bufó.
—¡No, no lo soy! No he hecho nada malo últimamente, solo quiero encontrarme con mi novia Nuna. Nos separamos por culpa de un idiota... ¡Y la echó mucho de menos!
Las mejillas de Xoana se pusieron coloradas, pero como era de noche nadie se dio cuenta.
—¿Es eso cierto...? ¿Y tú sabes dónde está su novia? —preguntó la aventurera principiante a Butfais.
—Se casó y ahora tiene unas hijas —dijo el dholoriano con toda la calma del mundo y la noticia chocó contra Muma como aquel camión que la había desterrado a un mundo de fantasía.
—¡Oh, no! ¡Eso es horrible! —dijo Xoana. No conocía a esa gente, pero era bien fanática de las telenovelas y la literatura rosa. Así que le era fácil empatizar con la gente que se encontraba en ese tipo de situaciones. Además, le causaba una curiosidad morbosa.
— ¿Nuna casada? ¿Con hijos? ¡Pero es imposible! ¡Si no pasó nada de tiempo desde...! Tiempo... ¡Tiempo! —gritó Muma y miró la pulsera que le permitía viajar en el tiempo.
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