312. Te convertiré en una diosa
—¿Cómo que Dios? —preguntó Muma, de todas las cosas raras que había vivido desde que llegó a aquel mundo de fantasía aquella posiblemente fuera la más increíble.
—¡Sí, Dios! ¡Dios, creador del cielo y de la tierra! ¡El mismo que aparece en la biblia! ¡Ese soy yo! —chillaba Zaltor, aquella era la última carta que tenía que jugar y esperaba de todo corazón que Muma fuera religiosa. Bueno, religiosa de la religión adecuada.
—¿Tú Dios? Según tengo entendido es omnipotente y omnipresente... Tú no pareces ninguna de las dos cosas —dijo Muma y no comprendía demasiado bien la razón de aquella treta. Es decir, suponía que quería evitar la muerte, pero decirle esas cosas no iba a decrecer sus ganas de matarlo.
—Ese era el problema, ¡es aburrido! Y además estaba encerrado en el Cielo, vigilado todo el rato por los arcángeles. No tenía libertad, ¿te lo puedes creer? —se quejó Zaltor.
—¿Estás hablando en serio? —preguntó Muma y se abrió a la posibilidad de creerlo. Pues en aquel mundo extraño había sido testigo de sucesos extraordinarios, ¿por qué no la existencia de Dios?
—¡Claro que sí! Yo quería libertad y por eso fingí mi suicidio, para todos me dejaran en paz y pudiera vivir, vivir sin tener tanta responsabilidad —decía Zaltor y, poco a poco, Muma se iba convenciendo de que él decía la verdad —. Y no solo eso, sino que... ¿Cómo explicarlo? Me despojé de gran parte de mi poder porque no quería llamar la atención y la guardé en un sitio en donde solo yo puedo entrar. Así pues, me convertí en Zaltor. Un dios poderoso, claro está, pero no le llega ni a la suela de los zapatos a mi antiguo ser.
Muma negó con la cabeza y se maravilló ante aquella escena, ante sus pies se encontraba el supuesto creador de todo. Aunque para ser sinceros no causaba demasiada impresión, sangraba como si fuera un humano normal y se precipitaba poco a poco hacia la muerte.
—Y supongo que ahora estás yendo hacia donde está el resto de tu poder, ¿no? Porque estás herido de muerte y sin él estás acabado —dijo Muma.
—¡Sí, sí! ¡Es así! Ven conmigo, acompáñame y te daré parte de ese poder. Con él serás capaz de hacer lo que quieras, te convertiré en una diosa —dijo Zaltor, seguro de que aquella posibilidad sería capaz de tentar a Muma.
—Es una oferta bastante interesante —dijo Muma y la esperanza renació en Zaltor, el cual no tenía ninguna intención de compartir su poder. Una vez lo tuviera en sus manos, se encargaría de que aquella zorra sufriera lo indecible.
El machete cayó sobre la cabeza de Zaltor matándolo en el acto.
—No soy tan idiota como para pensar que cumplirás tu parte del trato. Y de todas formas, prefiero matarte —dijo y sonrió, matar a Zaltor le sentó bien —. He matado a Dios... ¡Ha! Si se lo cuento a Nuna no se lo cree...
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