308. ¡Pues que te jodan!

 Al escuchar las palabras de Huesos, Zaltor comenzó a aplaudir de un entusiasmo apagado y una sonrisa retorcida surgió en su rostro. Luego hizo un gesto con la mano, indicando al esqueleto que se acercara. Aunque lo cierto es que fue un gesto inútil, porque Huesos ya caminaba en su dirección con paso decidido.

—¡Perfecto, perfecto! ¡Me alegro de que no me guardes rencor por mi pequeña broma! Simplemente, cuando eres un dios tus maneras de divertirte son un poco diferentes a la de los mortales. Pero no hay maldad en mis actos, es igual que vosotros, que os divertís observando en la televisión las desgracias de vuestros personajes favoritos —decía Zaltor ante el rostro enfurecido de Muma, la cual todavía se encontraba atrapada en la parálisis provocada por el dios.

—¡Ciertamente, así también lo veo yo! Además, no creo que sea demasiado correcto juzgar a un dios de la misma manera en que juzgamos a los humanos —decía Huesos y seguía subiendo las escaleras en dirección al barbudo Zaltor —. Pero me gustaría recibir una recompensa, ¿no le prometiste a Muma que le darías a Nuna? Yo también quiero algo, aunque no te creas que es gran cosa. Solo un pequeño capricho.

Zaltor se mesaba las barbas, gesto que le daba un aire de dios sabio.

—¡Por supuesto! ¿Cómo podría negarle algo a uno de mis fieles seguidores? ¿Qué es lo que quieres, Lorenzo? Tengo en mi mano el poder suficiente para conceder hasta el más salvaje de tus deseos —dijo Zaltor y abrió la palma de la mano, en ella surgió una esfera dorada que relucía cual sol en tierra. Muma tuvo que cerrar los ojos debido al poderoso brillo, pero Huesos continuó caminando en dirección al dios.

—Ser un esqueleto viviente es pesado, no me gusta nada. Quiero volver a tener carne, quiero volver a estar vivo. ¡Quiero comer, beber, follar! ¿Qué sentido tiene la vida si no eres capaz de disfrutar de los más simples placeres? —preguntó Lorenzo y Zaltor estalló en grandes carcajadas de un histérico poco divino.

—Es bastante simple lo que me pides, pero considero que es un buen deseo. La vida está para disfrutarla ¿y qué puedes hacer siendo solo huesos? Está hecho, mi fiel seguidor. Disfruta de la nueva carne —dijo Zaltor chasqueando los dedos y de pronto Huesos recuperó su forma original de humano. Se miró las manos y una sonrisa surgió en su rostro barbudo.

—¡Esto es maravilloso, Zaltor! Tu poder es indudable, no me puedo creer que haya gente capaz de enfrentarse a ti. ¡Qué estúpidos, qué imbéciles, qué idiotas! —rugió Lorenzo y desvió la mirada en dirección a la paralizada Muma, riéndose de ella.

—Es una pena porque realmente ella me gustaba. A pesar de que mis poderes son gigantescos, hay una pequeña cosa que no se puede torcer: la voluntad de una persona, no puedo simplemente desear que Muma me sea fiel y conseguirlo. Ese tiene que provenir de ella.

—¡Pues que te jodan! —gritó Muma. 

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