301. He soñado que estaba lejos de ti

 Muma no contestó, en verdad se sentía cansada después del enfrentamiento contra Noé. Pero de ninguna manera iba a dar marcha atrás, lo único que le quedaba es continuar hacia delante y no pensar demasiado sobre lo que le podría suceder de manera irremediable.

Avanzó hacia el túnel que tenía en frente y de nuevo se zambulló en la oscuridad, pero esta la notó rara porque era como si fuera acariciada por ella. La sintió en el mismo cerebro, adentrándose entre sus pensamientos con una suavidad atractiva.

Negrura, solo había negrura a su alrededor y ninguna salida estaba marcada por la luz. Pero lo raro es que no sentía miedo ante aquello, sino una sensación de modorra que poco a poco la guiaba en dirección al sueño.

Bostezó, ¿dónde se encontraba? Recordaba a un esqueleto que hablaba, pero era una memoria con la consistencia de un sueño, presta ya a desvanecerse en la mañana. Y pronto, ya no pensaba sino que se rendía ante el agradable sueño.

Resistió unos momentos, pues tenía algo importante qué hacer. Pero no lograba recordar casi nada, solo una importancia que gradualmente perdía el significado.

Al abrir los ojos, vio que se encontraba tumbada en una cama redonda y durante unos segundos no supo dónde estaba. Escuchó ronquidos suaves a su lado y vio la espalda desnuda de una mujer de cabello negro, el corazón de Muma se aceleró ante esta visión.

—¿Nuna? —preguntó y aunque fuera normal verla en la cama que compartían todas las noches, sintió una felicidad anormal.

—Estoy durmiendo, déjame dormir —gruñó Nuna.

La mano de Muma cayó sobre el hombro de la morena y sintió la carne bajo sus dedos. Era real, estaba junto a ella y la alegría la inundaba, ¿pero por qué? En realidad, Nuna no debería estar a su lado, sino a mundos de distancia. Rechazó ese pensamiento, lo enterró en el fondo de su memoria.

Lo único que importaba era ser feliz.

Nuna se dio la vuelta, Muma se deleitó con los bonitos rasgos de su rostro aniñado y no tardó nada en besarla, beso que fue bien recibido, con las ganas de continuarlo y precipitarse a algo más profundo.

—Hoy te has levantado juguetona —le murmuró Nuna, los rostros de ambas estaban a milímetros de distancia y al despegarse el beso había quedado durante un segundo un puente de saliva conectándolas.

—He soñado que estaba lejos de ti, Nuna —le dijo acariciándole el pecho, sintiendo la dureza del pezón bajo su mano y en sus entrañas una pasión que no hacía más que crecer.

—Pobre Muma, ha debido ser terrible para ti —le contestó burlona Nuna empujando con suavidad a la rubia hasta dejarla acostada en la cama.

Se subió encima de ella, deslizando su cuerpo sobre el de Muma, cadera contra cadera, pecho contra pecho y de nuevo las bocas se encontraron en un prolongado beso.

—Ha sido terrible, pero ahora estoy despierta —contestó Muma, pero eso no era la verdad. 

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