Las manos de los fantasmas atravesaron su carne y sintió un frío inmenso, un frío de muerte que la hizo tiritar y el escenario se tornó tinieblas. Su corazón latía rápido ante la comprensión de que era posible que muriera, en aquella isla perdida en el tiempo y el espacio con la única compañía de un esqueleto, un rey loco y los fantasmas.
Docenas de dedos angulosos se cerraron sobre el herido corazón de latido tan rápido que le daba la sensación de que le iba a estallar. A la vez, su mente se nublaba de pensamientos teñidos de oscuridad.
Nunca más vería a Nuna, aquel era el adiós a todas las posibilidades que una vez se habían abierto y lo peor es que ella ni siquiera se enteraría de que murió. Continuaría su vida por aquel mundo de fantasía, inconsciente de que Muma había muerto y puede que aún guardase la esperanza de verla de nuevo.
El abismo aparecía debajo de sus pies, inundada por la sensación de vértigo sintió que se perdía para siempre, pero el último paso nunca llegó. Su corazón seguía latiendo, rápido, pero seguro y tiritaba del frío, aunque no de tal manera que pensara en la muerte. Aquello no fue un final, continuaba viva rodeado por muertos de dedos congelados.
Se levantó, los fantasmas hacían un corrillo a su alrededor y la miraba con expresiones de una tristeza pasiva. No dijeron anda, simplemente se dieron la vuelta y caminaron hacia la oscuridad de aquellos cuatro túneles que rodeaban aquel patio de reducidas dimensiones.
—No estoy muerta —dijo Muma mirando a Noé, pero no sentía por él rabia, sino tristeza. Quizás fuera por el aspecto de aquel patético rey sentado en la soledad de aquel trono, observando con una sonrisa caída el espectáculo de a su alrededor.
—Hace mucho tiempo yo vine aquí junto a tres personas más. Queríamos matar a Zaltor y pensábamos que seríamos lo suficientemente fuertes. Nada más lejos de la verdad, comprendimos que él era un dios y nosotros hormigas —dijo Noé mirando distraído su cetro.
—También os ofreció uniros a él, ¿no? —preguntó Muma.
—Era la única manera de continuar vivos, pero siempre tuvimos la esperanza de que apareciera alguien lo suficientemente fuerte como para derrotar a Zaltor. Espero que seas tú —dijo Noé y él también se levantó, para unirse a la marcha de los tristes fantasmas.
—Eh, al final salió todo bien. ¡Durante unos momentos pensé que te ibas a morir, Muma! —dijo Huesos caminando hasta ponerse al lado de la rubia, quien le lanzó una mirada furibunda.
—Y no te importaría nada, ¿verdad? Muchas gracias por la ayuda —se quejó Muma.
—Lo reconozco, pero al final todo salió bien. Respeto a lo que dijo: cuatro personas, ¿crees que vamos a tener que enfrentarnos a tres más antes de matar a Zaltor? Eso me parece bastante cansado.
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