290. Pizza
Muma y Huesos continuaron caminando por aquel bosque y cuando el sol se encontraba directamente sobre sus cabezas el estómago de la rubia ladró de hambre. Apretó los dientes y en parte lamentó no haberse quedado en el pueblo, allí seguro que no tendría problemas para encontrar algo de comer. Pero ahora solo quedaba lamentarse y continuar adelante.
—Si me muero de hambre después de todo lo que pasé... —dijo entre dientes.
—Por eso está bien ser un esqueleto, no tengo que comer ni beber ni nada de esas cosas. Aunque creo que echo de menos el sabor de un buen queso y de una cerveza, es una lástima... —comentó con tristeza, y le dio una patada a una piedra que dormía en medio de la carretera, dicha piedra voló hasta golpear la pata de un letrero: Cumbre Gemelas: 2 km.
—¡Ala, estamos de suerte! Parece que si continuamos por esta carretera llegaremos a un pueblo, ¿no es eso genial? —le preguntó Huesos.
Muma apuró el paso, el hambre le roía el estómago y en esos momentos echaba mucho de menos en Tunante. Qué maravilla era viajar en el animal, pues tenía todas las comodidades que una pudiera desear. Se preguntó dónde estaría la tortuhogar y si Nuna todavía viajaba en ella.
Al cabo de un rato, llegaron al comienzo de un pueblo que nacía bajo la sombra de las montañas de un verdor húmedo. Las casas eran de piedra, de un estilo rústico y moderno al mismo tiempo. Mujer y esqueleto se adentraron en el pueblo y al cabo de unos pasos se dieron cuenta de que algo raro sucedía en el pueblo.
—No hay nadie... —murmuró Muma.
—Quizás sea un pueblo de gente tímida, pero somos amigables. No les haremos daño a menos que tengamos que hacerles daño, pero espero que no nos den ningún motivo para hacerlo. Es decir, yo solo quiero matar a Zaltor, pero no creas que le hago muchos ascos a eso de matar y...
—¿No te puedes callar un rato? —le soltó Muma.
—Oh, una pizzería, ¿no tenías hambre? Podemos ir a comer a ese restaurante. Es decir, yo no voy a comer porque ni tengo ni hambre ni estómago, pero supongo que a ti te vendría bien —le dijo el esqueleto señalando una pizzería llamada Carnivale.
Muma ya pensaba en contestar de mala manera, pero ya se encargó de hacerlo su estómago. Aunque no tenía demasiada confianza que estuviera en funcionamiento asintió con la cabeza y comenzó a caminar en dirección al local.
—Supongo que no pasará nada malo por probar —dijo Muma, pero la verdad es que si que pasaría algo malo por probar.
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