283. Olvidar
Los gritos fueron seguidos del silencio de la calle muerte, el corazón latía fuerte y el sudor nacía provocado tanto por el sol como por el miedo que le provocaba la reacción del dios. Nada, por más que esperó a su furia no ocurrió nada y pese a eso Muma no fue capaz de quitarse el nerviosismo de encima.
—Creo que deberíamos buscar otras ropas, Muma. No sé, ir por ahí caminando manchados de la sangre del desgraciado ese no me parece la mejor idea del mundo. Me resulta muy incómodo, ¿a ti no o qué? —preguntó Huesos y Muma asintió con la cabeza, la sangre la cubría y manchaba la túnica de bruja, de aquella isla que ya le parecía lejana en la memoria pese a que hacía nada que estuvo en ella.
—Pero antes tengo que hacer algo importante —dijo Muma y se dirigió a la puerta delante del coche blanco, al tiempo que Huesos se quitaba de encima el peto de la armadura y también la ropa que llevaba quedándose con el esqueleto al aire.
De todas formas, ¿para qué necesitaba vestirse si no había nada por lo que sentir vergüenza y no era capaz de sentir ni frío ni calor ni coger ninguna enfermedad?
—Es porque me siento desnudo —dijo para si mismo a la vez que Muma sacaba del asiento delante del vehículo la espada cubierta por su vaina y el libro de carne.
Una mueca de victoria nació en el rostro de la Muma, pues ya se había esperado que el desgraciado de Zaltor le hubiera robado su ticket de salida de aquel infierno.
—Huesos, nos vamos a largar de aquí —le dijo, lanzándole la espada, el esqueleto se la colgó al cuello pasando la correa a la cual se juntaba la vaina alrededor del costillar.
—¿De verdad? ¿No era que lo íbamos a matar o algo por el estilo? Aunque yo te haré caso en lo que decidas, de los dos eres la única que tiene cerebro —comentó Huesos.
—Lo mataremos, pero creo que aquí estamos en desventaja. Nos iremos de esta isla y buscaremos información sobre cómo matarlo. Además, ¿no crees que será mejor buscar ayuda? Cuantos más seamos, más oportunidades tendremos de patearle el trasero —dijo Muma, sintiéndose exultante ante la posibilidad de matar a un dios. Eso sí que era un buen plan de futuro.
—¿Oh? ¿Aliados dices? ¿Cómo la Nuna de la que siempre hablas? —preguntó Huesos.
—¿Nuna, pero de quién estás hablando? —preguntó Muma y en seguida se horrorizó de sus propias palabras. Durante unos segundos, no sabía quién era Nuna y se estremeció, los recuerdos sobre su pasado en la tierra habían sido carcomidos hasta el hueso, ¿acaso también sucedería lo mismo con los de aquel nuevo mundo? ¿Estaba condenada a olvidar? —. Sí, como ella. También tiene una Corona de Margaritas, así que será igual de fuerte que yo... —dijo con menos entusiasmo.
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