259. Nuevo objetivo

El rostro de Zaltor se quedó congelado en el cielo con una sonrisa siniestra en el rostro, cuya maligna influencia cayó sobre Muma y Lorenzo tal y como si fuera lluvia negra. Muma observó a Lorenzo, el esqueleto permanecía con la cabeza hacia arriba, la boca abierta y llamas rojas flameando con intensidad de sus cuencas oculares.

—¿Estás bien? —preguntó Muma y sentimientos contradictorios se enzarzaban a mordiscos en su interior. Por una parte, sentía pena por el esqueleto debido a que Zaltor se la había jugado, pero no podía olvidar que por culpa de Lorenzo de nuevo había sido separada de Nuna.

—¿Bien...? ¿De verdad me estás preguntando si estoy bien? ¡Todo lo que era yo estaba basado en una mentira! Creía que era un hombre que mató a su mujer porque ella quería dejarlo, ¡pero ni siquiera tenía mujer, ni viva ni muerta! Era el malo, bruja, era el malo de la historia, pero ahora resulta que solo soy un idiota que fue engañado por ese cara culo.

—Ya, pero creo que es mejor que no hayas matado a tu mujer. No sé, ahora me caes un poco mejor. Pero me sigues cayendo mal porque por tu culpa estoy de nuevo lejos de Nuna, ¿sabes cómo podemos volver a la isla de la brujería, eh? —preguntó Muma, pero para Lorenzo el regreso no era una preocupación inmediata.

—¡No me gusta nada de lo que está pasando aquí! —gritó el esqueleto, cogió una silla y la estampó contra la pared —. ¡Es que así no hay quien viva! ¿Y qué voy a hacer con todas las ganas de matar que tengo? Antes tenía más o menos sentido, pero ahora me sentiría como un idiota si siguiera con mi idea de cargarme a todo lo que tenga vivo.

Una idea iluminó el cerebro de Muma a la vez que una sonrisa surgía en su rostro, igual de siniestra que la de Zaltor.

—¿Sabes una cosa, esqueleto? A mí también me tocó los ovarios el Zaltor ese y nada me gustaría más que darle su merecido. ¿Por qué no, en vez de cargarte a todo el mundo, lo matas a él?


 —¿Matarlo a él? ¿De veras crees que se puede matar a alguien como él? Pero que digo, ¡no lo sabré si no lo intentó! Bruja, creo que esa es una idea inmejorable: mataré a un dios, ¡lo mataré a él y también a esa que llamaban Verónica! Mataré a todos los dioses, esos cabrones siempre están jugando con los mortales como si fuéramos sus juguetes. Pero lo lamentarán, lamentarán haberse cruzado en mi camino —dijo Lorenzo, recuperando un poco del buen humor. Uno un tanto macabro.

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