258. La falsa mujer
—¿Para qué me has traído aquí, Zaltor? —le preguntó la mujer gigantesca al dios, cuya sonrisa se contorsionó en una mueca que hizo hervir las entrañas de Muma.
—¿Ves a ese sujeto, Verónica? —contestó Zaltor, refiriéndose al Lorenzo carnudo no al huesudo.
Con un desinterés palpable, la mujer observó al humano.
—Tengo ojos en la cara. Y bien sabes lo que él significa para mí: es el humano al que pretendo convertir en mi nuevo héroe. Mi elección anterior fue... desastrosa —dijo Verónica.
En su cara se dispuso mueca de repugnancia al recordar el fracaso de aquel hombre, al que intentó convertir en un héroe y terminó siendo una completa y absoluta decepción.
—Elegiste a este porque crees que es un buen hombre, ¿no es así? —preguntó Zaltor y observaba a Verónica con unos ojos cargados de una maldad asombrosa, que incluso superaba a los del Lorenzo esqueleto y eso que él tenía los ojos que eran dos llamas de color rojo.
—Sí que lo es y además pelea bastante bien, cosa que no se puede decir de mi último intento, ¿qué es lo que pretendes hacer? —preguntó Verónica.
—Tú dices que es bueno, pero yo creo que en el fondo es malo. ¿Qué te parece si hacemos un pequeño un pequeño juego?
Verónica miró con curiosidad a Zaltor y por unos instantes dio la sensación de que le iba a lanzar un no rotundo a su cara barbuda. Pero al final una corta sonrisa apreció en su rostro a la vez que asentía con la cabeza.
—Puede ser interesante. A fin de cuentas, si no es capaz de superar la prueba que tienes pensada.
Los ojos de Zaltor se posaron sobre Lorenzo, el hombre no el esqueleto, y una risita de cortas proporciones, pero malevóla como ella sola se escurrió de entre abultados labios de gusano.
—Mataré a su mujer y le haré creer que él lo hizo. Solo eso, creo que solo eso será suficiente para convertir a ese hombre en un monstruo —dijo Zaltor.
—Él no tiene mujer... —indicó Verónica, pero Zaltor se encogió de hombros sin darle la menor importancia a ese pequeño detalle.
—¿Y qué? Crearé una mujer para que él la mate. Por Dios, Verónica: somos dioses. Ten un poco de imaginación —le dijo Zaltor esgrimiendo cruel sonrisa.
—Está bien, hazlo —dijo Verónica, observando con curiosidad al que podría haber sido su próximo héroe —. Aunque no tengo demasiadas ganas de ver cómo mata a una mujer, por muy falsa que sea, así que me despido de ti y ya veremos si ese hombre está a la altura de las circunstancias.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top