233. La vida fue un error
—¡Eso es lo que te crees tú! —gritó Leuco levantándose del suelo, librarse de la pesadilla sería fácil: solo tirarse por la borda y nadar como lo había hecho Silvia. Pero descubrió que no podía moverse y al mirar hacia abajo descubrió que sus pies se había sumergido en la carne hasta el tobillo.
—Estás atrapado conmigo —susurró un febril Lorenzo, la sonrisa feroz surgió en su rostro.
El rostro simple de Leuco lucía corrompido por miedo profundo y de su nariz corría sangre de un rojo que contrastaba con la blancura de su piel. Lorenzo encontraba deliciosa la expresión del antiguo Hijo del Sol, pero todavía le lastimaba que Silvia se hubiera escapado. Ella también merecía sufrir, chillar y temblar de miedo ante él, quería verla morir de una forma horrenda porque era lo único que podría traerle un poco de felicidad en aquel mundo sin sentido.
—¿Por qué no atrapaste a la mujer como hiciste con este? —le peguntó al hombre de la VHX que se encontraba parado en frente a la esfera negra, con una mano sobre ella.
—Yo no controlo al barco.
Ya sin miedo de que Leuco se escapase, Lorenzo se acercó al hombre de la VHX y se fijó en que quedaban escasas brazadas para traspasar la azul Barrera del Rey.
—Pronto llegaremos al Mar de Sangre —dijo Lorenzo y se sentía feliz, dentro de poco todo terminaría en violencia y muerte, en horrores que pocos humanos habían visto y ninguno sobrevivido.
Ese era un final digno para un hombre como él.
—Tú eres cómo yo, Lorenzo. También quieres verlo, quieres ver el Mar de Sangre... Todo el mundo habla de la Nación de las Pesadillas, pero lo realmente terrible es el Mar de Sangre, pues los verdaderos monstruos duermen en las profundidades del océano, allí donde no llega la luz del sol.
La Barrera del Rey se levantaba sobre el barco monstruo, lo hacía diminuto e incluso más a los hombres perdidos que se encontraban en su borda. A menudo, chispas de energía azul salían disparadas con destellos y estallidos de su superficie.
—¿No sería genial eliminar la Barrera del Rey para siempre y que los monstruos entrasen en el Reino? —preguntó el hombre de la VHX.
—Tú trabajas para el Reino, ¿por qué quieres que suceda eso? —preguntó Lorenzo.
—Es inevitable que suceda, al final fallará y los monstruos entrarán aniquilando todo lo humano. La vida es un error, la humanidad nunca debió de haber existido y pronto dejará de serlo. ¿No te gustaría ser testigo del apocalipsis?
—Sí, pero no siendo un humano. Quiero ser un monstruo, no quiero volver a sentir ni pensar. Quiero destruir todo porque nada es eterno y todo acaba muriendo, ¿por qué no hacerlo cuanto antes y ahorrarnos sufrimiento? ¿Por qué no mientras estoy vivo?
—Quizás tengamos suerte más adelante, amigo mío —le contestó el hombre de la VHX.
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