229. Hijo del Sol

 —Tengo una sorpresa para vosotros dos —dijo el hombre de la VHX refiriéndose a Lorenzo y Leuco.

Este se encontraba al lado de dos cofres que recién habían sido traídos por unos guardias, hombres vestidos de blanco de rostros imperturbables. El hombre de la VHX permanecía al lado de los dos baúles y aquella sonrisa cruel permanecía en su rostro. Los cofres eran de color blanco, liso y sin ninguna marca distintiva.

Lorenzo sintió ganas inmensas de borrársela del rostro a puñetazos, pero por el momento se comía las ganas y le seguía el juego. Pero una vez estuvieran en alta mar le demostraría lo equivocado que estuvo en haberlo elegido para aquel viaje.

—¿Qué hay en esos cofres? —preguntó Lorenzo.

No se fiaba del hombre de la VHX ni de Hugo ni de Silvia. Únicamente de Leuco, aunque solo fuera porque había sido un Hijo del Sol. No le importaba nada que se hubiera convertido en un criminal, pues bien sabía que a veces los hombres buenos tienen que hacer cosas malas. Como él, ya que creía que el asesinato de su mujer había estado justificado.

—Abre el cofre, el de la derecha —dijo el hombre de la VHX metiéndose un caramelo rojo en la boca, masticando con fuerza y con sonrisa grande en su rostro estúpido y cruel.

Lorenzo no dijo nada, no quería prolongar aquella conversación ni escuchar más la voz burlona de aquel individuo. Se arrodilló en frente del cofre y lo abrió, descubriendo en su interior una armadura con el sol sonriente en el pecho. La reconoció: era la suya, la que había llevado durante largos años con orgullo. La nostalgia lo invadió, por aquellos tiempos antiguos en los que era un héroe y no criminal condenado al garrote vil.

—¿Qué significa esto? —preguntó clavando la mirada en el hombre de la VHX.

—Vosotros dos os merecéis vestir como Hijos del Sol, pues tanto uno como el otro lo habéis sido. No sois simple escoria criminal como esos dos, así que ¿por qué no llevar de nuevo sobre vuestro corazón el símbolo del gremio más noble del Páramo Verde? —preguntó el hombre de la VHX y el tono burlón no se había desvanecido de sus palabras.

No le importó, Lorenzo quería ponerse su armadura y diferenciarse de Hugo y Silvia. Quería sentirse de nuevo parte de la organización, quizás podía olvidar durante unos breves momentos aquel crimen que, una y otra vez, intentaba justificar.

No obstante, Leuco no se acercó a su cofre.

—Yo no lo quiero, no quiero eso... No me merezco ser de nuevo de los Hijos del Sol después de lo que hice, después de... —Pero se calló y la boca, eso no le gustó a Lorenzo: él quería saber todo sobre su compañero de aventuras, quería saberlo todo antes de que muriera en aquella misión suicida. 

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