225. No hay escapatoria
Lorenzo se quedó en silencio observando al hombre del VHX. Persistía en su rostro aquella sonrisa de mucho diente y percibía maldad en la mirada, por mucho que esta estuviera oculta tras unas lentes gruesas. Mientras esperaba su respuesta, desenvolvió de nuevo un caramelo redondo de un vivo y sangriento color rojo. Se lo metió en la boca, destrozándolo en cuestión de escasos segundos.
—Sí, lo haré —dijo Lorenzo, prefería arriesgarse a lo desconocido que enfrentarse a una muerte segura y, lo que era peor, a manos de alguien que no fuera él. No le daría al verdugo la satisfacción de acabar con su vida.
—¿Estás seguro de que quieres venir? Luego será demasiado tarde para negarse —preguntó el hombre de la VHX, con un tono burlón que irritó a Lorenzo y ganas no le faltaron para estrellarle un puño en toda la cara. Podría haberlo hecho: él se encontraba bastante cerca y su brazo podía pasar a través de los barrotes.
—Ya he dicho que sí. Lo haré —dijo fríamente, ya habría más tiempo en el futuro para enseñarle una lección a aquel desagradable hombre.
—Perfecto —dijo el hombre de la VHX y abrió la puerta de la celda con una llave de color blanca —. Vamos, no perdamos más el tiempo y vayamos al puerto.
Libertad, Lorenzo la pudo paladear y no vio ningún guardia a su alrededor. Podía acabar con la vida de aquel hombre, podía hacerlo fácilmente, ¿pero qué haría luego? Ni siquiera sabía dónde se encontraba aquella extraña celda ni siquiera sabía por dónde tenía que ir para salir.
—Estamos en una isla y el único barco disponible es el que se dirigirá al Mar de Sangre. No hay escapatoria para ti, solo te queda obedecerme —le dijo el hombre de la VHX.
—Puedo robar ese barco, puedo liberar más prisiones de esta cárcel... y puedo matarte ahora —dijo Lorenzo, pero sus palabras no atemorizaron al hombre de la VHX. Este se rio, una risa que irritó todavía más al Hijo del Sol.
—Solo hay tres prisioneros más en esta cárcel y ese barco no te llevará hasta el Reino. Una vez comience el viaje irá hacia el Mar de Sangre y más allá —dijo el hombre de la VHX y, muy a pesar suya, Lorenzo creyó lo que le decía y decidió no arriesgarse.
Además, una idea comenzó a surcar en su mente: en el Mar de Sangre podría convertirse en un monstruo. ¿Acaso eso no sería el mejor final que podía desear? Liberarse de la pesada carga de la humanidad y encontrar la verdadera libertad en una forma monstruosa. Quizás no fuera tan malo, de todas formas poco de humano le quedaba a Lorenzo.
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