205. Tentación
Pero al separarse los labios, Muma dio unos pasos, sintiéndose arrepentida por lo que había hecho. Ella quería a Nuna, ella era su mundo, eso era de lo único en que podía estar segura en aquel cambiante mundo de locos, ¡eso era cierto! ¿No? Y había hecho de todo para lograr recuperarla y cuando lo consiguió, ¿qué fue lo primero que hizo? Besarse con una desconocida, besarse y traicionar lo que había entre Nuna y ella. Se pasó la mano por los labios, queriendo quitarse de encima el dulce sabor de Ambrosía, dulce y venenoso.
—No debiste de hacer eso... —le dijo Muma con tono de reproche y queriendo sentir odio por Ambrosía, pero eso era imposible. De todas formas, era culpa suya porque era ella quién estaba en una relación y no la bruja.
—¿Él qué...? ¿Besarte? ¿No te gustó? Pensaba que yo te gustaba... —dijo Ambrosía y en sus palabras no había burla, solo sinceridad y hasta parecía apenada, con la sonrisa decaída y eso fue malo, malo porque Muma se sintió peor que antes.
—Sí que me gustas, pero estoy con Nuna... Ella es mi novia... —dijo, pero las palabras se tornaban inseguras a medida que hablaba, ¿de verdad lo era? ¿Qué eran en realidad sino apenas unas desconocidas? No sabía casi nada de Nuna. Sintió vértigo en el estómago al pensar en esto, como si se hallase al borde de un abismo insondable y Nuna fuera la única que la mantenía a salvo.
—Aquí creemos que el amor debe de ser compartido, Muma —dijo Ambrosía y le cogió de las manos, el tacto era agradable, quizás demasiado, y el deseo de volver a besarla resurgió. Pero la culpabilidad era incluso más fuerte, no podía hacerle eso a Nuna...
Se apartó de ella con ansiedad, queriendo ir detrás de Nuna, pero una vez la encontrase, ¿qué le diría? ¿Cómo lograría reconciliarse con ella? Era posible, tenía que serlo, sino no sabía como podría superarlo.
—No, no... el amor es cosa de dos y no de más, Nuna... No le gustaría que yo me acostase contigo... no... —Muma frunció el ceño, pues recordaba como estando en Sono, la coletas le había dicho que le daba igual que ella se acostara con otras personas, ¿no era así? ¡Pero aquello podía haber sido solo un sueño y la Nunanejo que le había hablado una ilusión! ¿O podía ser cierto? La idea de seguir hasta el final con Ambrosía era tentadora, pero al mismo tiempo le apenaba profundamente.
—Es lo que quiere la Gran Diosa, Muma. Es lo que queremos extender a partir de esta pequeña isla: el amor, el amor libre, siempre que los integrantes quieran... No te voy forzaré a hacer algo que no quieres hacer.
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