14
Off encontró interesante que cada vez que él y Gun estaban juntos nunca había ningún error acerca de sus papeles individuales. Las cosas caían en su lugar sin discusión, y cada uno sabía la posición que quería asumir tanto en el dormitorio como fuera en el mundo real. Cuando se acercaron a la entrada de un restaurante italiano en el West End Avenue, Gun instintivamente, dio un paso a un lado y permitió que Off mantuviera la puerta abierta para él. Cuando Gun se encontraba dentro, Off puso su mano sobre la espalda de Gun y lo guió hasta una pequeña mesa en un rincón oscuro. Off, incluso empujó la silla para Gun y esperó a que se sentara primero. Y cuando terminaron de comer y era hora de que el camarero le trajera la cuenta a su mesa, el camarero se la colocó delante de Off en lugar de Gun sin pensarlo dos veces.
A Gun no parecía importarle que a Off le gustara tomar el control y ser su guía. Tal vez fuera porque Off era mayor que Gun y tenía más experiencia de la vida. Tal vez fuera porque Gun se encontraba como más suave, más tranquilo. En cualquier caso, no hubo momentos difíciles entre ellos. Se le ocurrió a Off que estar con Gun, después de no haberlo visto en tantas semanas, se sentía más natural que cualquier cosa que jamás hubiera conocido en su vida.
De hecho, se sentía tan natural que Off tuvo una erección en sus pantalones la mayor parte de esa noche. Después de la cena, tomaron un largo paseo por el Riverside Park. Mientras que Gun hablaba de sus planes para el futuro, Off se mantenía con las manos en los bolsillos para reajustar su pene rígido y que no rozara con la misma sección de su ropa interior durante demasiado tiempo. Cuanto más hablaba Gun, más duro se ponía Off. En un momento, cuando Gun se hizo a un lado para evitar caminar hacia un ciclista, su brazo rozó el brazo de Off. Cuando su carne tocó la de Off, las pelotas de Off se levantaron tan rápido que tuvo que estirar las piernas e inclinarse hacia adelante para mantenerlas dentro de su escroto. Finalmente llegaron a un punto en el que Off se detuvo, y sugirió que se sentaran en un banco durante un tiempo.
La cabeza de su pene se frotaba contra la cintura de su ropa interior y quemaba tanto, que su ojo izquierdo se retorcía. Dijo que quería relajarse y disfrutar de la vista del río. Pero realmente sólo quería sentarse y darle a su polla la oportunidad de recuperarse.
—¿Estás bien? —Preguntó Gun—. Pareces incómodo.
—Estoy bien —dijo Off, moviendo sus piernas alrededor para encontrar una posición que no machacara su polla. No debería haber llevado esos estrechos pantalones de cintura baja. Los había estado usando desde que había dejado Alaska. Tenían tendencia a machacar la polla y dejar marcas temporales.
Gun se acercó y tocó el antebrazo.
—¿Estás seguro? —Fue un gesto inocente.
Off tomó un poco de aire y exhaló. Decidió ser sincero, nunca había estado tan atraído por nadie y dudaba de que se sintiera así con nadie en el futuro.
—En realidad, estoy un poco molesto en estos momentos.
—¿En serio? ¿Qué pasa? ¿Has comido algo en el restaurante? —Mi polla está tan dura que está empezando a ser doloroso. Y creo que se me están poniendo las bolas azules ahora.
Estiró la pierna derecha, metió la mano en la parte delantera de sus pantalones, y se agarró la polla.
Sacó el eje hacia arriba y hacia la derecha, y luego ajustó sus bolas a la derecha.
—¡Ah!, ahora está mucho mejor. —Luego se sentó y cruzó las piernas para cubrir el bulto en caso de que alguien pasara por allí.
Gun miró hacia abajo entre las piernas de Off y se echó a reír.
—No tenía ni idea —dijo.
—No puedo evitarlo —dijo Off—. Supongo que soy un viejo cachondo.
Gun le miró a los ojos y dijo:
—No, no lo eres. Eres simplemente caliente, es lo que eres. Y estás lejos de ser viejo.
—Es todo culpa tuya —dijo Off. Miró a sus ojos y sonrió.
Gun miró a su regazo y frunció el ceño.
—He pasado una noche maravillosa —dijo.— Pero no podemos hablar de esta manera. Me voy el domingo para iniciar una nueva vida en Vancouver, y quiero que seamos siempre amigos. Y no importa lo mucho que me gustaría entrar en esos arbustos y acariciarme contigo en este momento, no podemos. Sería un gran error que ambos lamentaríamos.
—Habla por ti mismo —dijo Off. Él asintió con la cabeza hacia un árbol—. Estoy listo para joder a ese árbol ahora mismo.
—No seas vulgar. Sabes que tengo razón.
Off suspiró.
—Lo sé. No estoy tratando de sugerir nada. Te juro que no lo estoy. Yo, sólo es que no podía caminar más. —Por un segundo, se preguntó si debía contarle a Gun acerca de su verdadera identidad. Luego decidió que era una mala idea.
Así pasaron los siguientes minutos mirando el río en silencio. Un par de hombres de edad avanzada pasaban por allí y les sonrieron. Uno iba caminando con un gran caniche negro con una correa de color rosa y el otro llevaba una bolsa de alimentos cubiertos con hojas de verduras y hortalizas. Discutían sobre si la salsa de la pizza era o no diferente de la salsa regular de espagueti y ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder.
El del caniche se volvió a Off, y dijo:
—Estoy tratando de contarle todos mis conocimientos a mi compañero y explicarle que la salsa de la pizza es totalmente diferente a la salsa de espagueti, y él no lo entiende. ¿Podrías por favor explicárselo?
—Ah, bueno —dijo Off. Se sentó y enderezó los hombros. Bajó la voz, como si estuviera testificando ante un tribunal—. Hay dos salsas completamente diferentes. La salsa de la pizza es mucho más picante que la salsa de los espaguetis.
—Yo no estoy tan seguro —dijo Gun. Se sentó y se inclinó hacia adelante—. Creo que son la misma. Sólo que sabe diferente porque ponen más hierbas y especias en la parte superior de la pizza antes de meterla en el horno.
El chico que llevaba los comestibles alzó la barbilla y dijo:
—Eso es exactamente lo que dije. No tienes que tener una salsa especial para la pizza. La salsa de espagueti la hará más ligera.
—No hay absolutamente ninguna diferencia —dijo Gun, llegando a sacudir la mano del hombre.
El hombre que caminaba con el perro miraba a Off y se encogió de hombros.
—Creo que no podemos ganar con estos dos.
Off sonrió. Había algo adorable en estos dos hombres que no podía resistir.
—Supongo que no.
El tipo con el caniche volvió la cabeza hacia el hombre con los alimentos.
—Espera hasta que los dos hayan estado juntos tanto tiempo como llevamos nosotros. He estado tratando de educar a éste durante más de cuarenta años y nunca escucha una palabra de lo que digo.
El de los alimentos sonrió a Gun y le dijo:
—Eso es porque siempre tengo razón y él siempre se equivoca. —Su tono era alegre y sus ojos brillaban como si supiera un secreto que no podía decir.
Gun golpeó el brazo de Off y se echó a reír.
—Exactamente.
Entonces el tipo que caminaba con el perro rodó los ojos y le dijo a su compañero.
—Vamos a dejar a estos agradables hombres jóvenes solos. Estás hablando demasiado de nuevo. —Se volvió a Off.— Nunca para de hablar.
El de los alimentos sonrió.
—Alguien tiene que hablar, porque él nunca dice una palabra.
El tipo con el caniche se encogió de hombros y empezó a caminar. El tipo de los alimentos hizo una señal a Off y a Gun y siguió a su pareja. Llevó la bolsa de alimentos junto a su estómago y caminaba como un pato, con sus piernas abiertas y los pies hacia el este y el oeste. Antes de que estuvieran fuera de escucharles lejos, se dirigió a su compañero y le dijo:
—¿Hablo demasiado? Tú eres el que empezó a hablar con ellos. Yo no dije ni una sola palabra. Estaba pensando en mis propios asuntos y tuviste que empezar el lío sobre la salsa de pizza y la salsa de espagueti.
Cuando los tipos mayores se habían ido, Off sonrió y dijo:
—Ellos han estado juntos durante cuarenta años. Eso es toda la vida. Demonios, yo tengo cuarenta años de edad ahora. Si alguna vez estoy con alguien durante cuarenta años será mejor empezar a moverse.
Gun vaciló, y luego se levantó y dijo:
—Se está haciendo tarde y tengo un vuelo temprano mañana. Deberíamos volver ahora.
Off bajó la pierna y se puso de pie. Un sentimiento oscuro pasando por su cuerpo.
—Creo que es seguro caminar de nuevo. Estoy suave ahora.
—Y será mejor que sigas estando así, también —dijo Gun—. Porque si vuelves a ponerte duro otra vez, es asunto tuyo.
»Al llegar a su edificio, ambos sacaron sus llaves al mismo tiempo.
Gun se mantuvo de pie y dijo:
—He sido muy bueno con mis llaves últimamente. Me aseguro de tenerlas por todas partes ahora, así que no tengo que despertar al pobre señor Gordon.
Off sonrió e hizo un gesto hacia la puerta para que Gun pudiera utilizar su llave.
—Entonces sé mi invitado.
Pero Gun devolvió sus llaves al bolsillo y empujó el botón del Sr.
Gordon.
—Vamos a torturarlo esta noche por los viejos tiempos. Nunca podré hacerlo de nuevo.
Un minuto más tarde, el Sr. Gordon les gritó. Estaba de pie en el piso superior mirando abajo.
—Estaba durmiendo —dijo, agitando el puño arriba y abajo—. Esto es el colmo. Si esto ocurre de nuevo, voy a llamar a la policía. Estoy harto. Necesito mi descanso.
Mientras el Sr. Gordon les gritó, Off y Gun se echaron a reír todo el camino hasta el quinto piso.
Cuando llegaron al apartamento de Gun, éste le preguntó:
—¿Quieres una copa?
—Suena bien —dijo Off. Estaba duro nuevamente. Su polla estaba a punto de estallar a través de la cintura de sus pantalones vaqueros y todo lo que quería hacer era bajar la cremallera y liberarla. No estaba seguro de cómo iba a reaccionar Gun, pero iba a tratar de seducirlo una vez más esa noche. Sabía que podría ser un error. Pero no podía evitar la manera en que se sentía. Tenía que besarlo una vez más; tenía que separarle las piernas y follar su pequeño culo caliente sólo una vez más antes de que saliera de New York para siempre.
Sin embargo, cuando Gun abrió la puerta y encendió las luces, dos hombres grandes en la oscuridad lo agarraron por la espalda. Pusieron los brazos de Gun detrás de su espalda y golpearon las esposas en sus muñecas. El pequeño perro aulló y corrió hacia el dormitorio. Off sólo se quedó ahí, sin poder moverse, con los ojos saliéndose de las órbitas. Antes de que Off tuviera la oportunidad de decir una palabra, un tercer hombre en traje oscuro al otro lado de la puerta agarró los brazos de Off y lo esposó.
—¿Qué está pasando? —Gritó Off— ¿Qué mierda es esto?
El hombre del traje oscuro de pie detrás de Gun sacó una tarjeta de identificación de su bolsillo y dijo:
—Policías de New York.
Gun miró hacia atrás y hacia adelante varias veces.
—¿Sobre qué es esto, oficial?
—Vamos a llevarte a la comisaría —dijo el policía—. Tenemos razones para creer que has estado implicado en una gran red de narcóticos con un hombre llamado Mike Chinnarat.
—¿Mike estaba traficando con drogas? —Preguntó Gun—. ¿Ese buen viejecito? ¿Por qué, yo sólo iba a mirar listados de bienes inmuebles con él? No tenía ni idea de que era un traficante de drogas.
—Resulta que el buen viejecito estaba traficando con drogas al dejarlas escondidas en apartamentos vacíos por toda la ciudad en tus calcetines sucios sudados —dijo el policía—. Los dejaba ahí, y su cómplice los recogía más tarde.
Gun y Off se miraron entre sí. Gun se encogió de hombros y sonrió.
—¿Los agentes inmobiliarios hacen negocios con drogas?
—¿Calcetines sucios sudados? —Preguntó Off. Todo parecía surrealista.
—Calcetines sudados y ropa interior —dijo el policía—. Dejaba las drogas en los apartamentos vacíos y condominios para otros agentes inmobiliarios. —Señaló a Gun.— Las envolvía en los calcetines sucios de este tipo y en su ropa interior.
—Bueno ¿qué te parece eso? —dijo Gun. Parecía molesto—. No estaba por mis calcetines después de todo. Sólo los quería para guardar sus drogas. Si alguna vez lo vuelvo a ver, le diré las cuatro verdades.
—Por favor, deja de hablar —dijo Off—. Vamos a arreglar todo esto en la comisaría de policía.
El otro policía comenzó a leer a Gun sus derechos.
—Yo ni siquiera tomo aspirina —dijo Gun—. Y no creo que la venta de mis sudorosos calcetines usados y los calzoncillos a un anciano sea un delito. Sólo pensé que era un coleccionista. —Luego miró a Off.— Off, haz algo. Nunca he estado involucrado en drogas o cualquier otra cosa que sea ilegal. No pueden detenerme por algo que no hice. ¿Pueden hacerlo?
Off conocía a Gun lo suficiente como para entonces saber que no era un traficante de drogas.
—Cálmate —le dijo—. Yo me ocuparé de esto. Es sólo un malentendido. Luego se volvió hacia el policía a su lado y le preguntó:
—¿Por qué estoy esposado? Yo sólo conocí al hombre una vez.
—Vamos a llevarte abajo para ser interrogado —dijo el policía.
Cuando la policía los bajó por las escaleras, el pobre señor Gordon se quedó allí en el rellano y apretó la palma de la mano en su pecho.
—Eso es —gritó—. Quiero que se vayan de mi edificio. No más chicos agradables aquí. Tengo un edificio tranquilo y no quiero tener nada que ver con la policía o delincuentes. Estoy harto. —Luego colocó sus manos sobre las orejas y gritó— Y no más ruido.
En el momento en que la policía los arrastró a comisaría, había unos pocos fotógrafos y periodistas tomando fotos y gritando preguntas. Off se acercó a la mesa y preguntó si podía realizar una llamada a su abogado, mientras que Gun estaba en el fondo y posaba para los fotógrafos. Sonreía y ponía ojitos, actuando a la vez inocente y sorprendido. A pesar de las esposas alrededor de sus muñecas, respondía a sus preguntas como si estuviera caminando por la alfombra roja para una entrega de premios.
Pero dejó de sonreír cuando oyó a Off gritar al policía detrás de la mesa.
—Yo no estoy jugando —dijo Off. Su voz era profunda, e incluso, su expresión era blanca y estoica—. Mi nombre es Off Jumpol, de Jumpol Virgin Enterprises, y exijo una llamada telefónica a mi abogado, Arm Weerayut. Usted no tiene ninguna razón para mantenerme aquí esposado. Mi cartera y mi ID están en mi bolsillo trasero. Viajé hoy y tengo mi pasaporte ahí, también.
Cuando Off mencionó el nombre de Arm Weerayut, la sala quedó en silencio. Arm Weerayut era uno de los abogados más respetados en el país. Acababa de ganar un caso de alto perfil que involucraba a un personaje famoso sobre el que la gente todavía seguía hablando. Y cuando uno de los policías sacó su pasaporte y la billetera del bolsillo de Off, lo miró y dijo:
—Parece que está diciendo la verdad. Es, de hecho, Off Jumpol.
Los policías se miraban hacia atrás y hacia adelante el uno al otro. El policía detrás de la mesa gritó:
—¡Quítale las esposas ahora!
Después de un momento de silencio, un periodista se adelantó y le preguntó:
—¿Eres tú ESE Off Jumpol? Off Jumpol, ¿el multimillonario Virgen?
Off asintió con la cabeza y dijo:
—Eso es exactamente lo que soy. Y si no tengo un teléfono en este minuto, voy a demandar a la ciudad y voy a acabar con todos en esta sala. Soy un amigo personal del alcalde, y no creo que le gustara saber que uno de sus amigos fue tratado de esta manera por ninguna razón en absoluto. —Hizo un gesto a Gun—. Y por lo que puedo ver, no tienen ninguna prueba que demuestre que estaba involucrado.
Los policías se miraron y se encogieron de hombros. Los fotógrafos comenzaron la toma de fotografías y los reporteros gritaban las preguntas.
Gun se echó a reír y sacudió la cabeza. Evidentemente, era el único que no creía que Off estuviera diciendo la verdad.
—Déjate de joder, Off —dijo—. Sólo nos vas a meter en más problemas y no hemos hecho nada malo. Voy a llamar a March. Tendrá un abogado y todo va a estar bien.
Off se encogió de hombros.
—No estoy bromeando —dijo—. Soy Off Jumpol, el multimillonario Virgen. —Miró a los ojos de Gun.
—Y yo soy el príncipe Guillermo —dijo Gun, agitando un cigarrillo invisible, hablando con un mal acento.
Off bajó los ojos y suavizó su voz.
—Yo soy el multimillonario Virgen. He estado viviendo en el Upper West Side, porque quería saber lo que sería pasar por anónimo. Quería saber quién era yo realmente. He estado en un perfil tan alto durante tantos años que me había olvidado de lo que era ser una persona normal. —Estaba hablando con Gun, no con el resto. No le importaba lo que pensaran.
Gun parpadeó.
—¿Eres en realidad ese Off Jumpol? ¿El tipo que empezó el agua pura de manantial de Alaska, y luego pasó a empezar todas esas otras empresas multi-millonarias de dólares? —Se inclinó hacia adelante y miró más de cerca— El multimillonario Virgen tiene el pelo largo y barba. Parece un renegado de la década de 1960. He visto fotos en las revistas y lo he visto en programas de entrevistas. Él fue invitado para la celebración del aniversario de la Reina de Inglaterra, y se sentó con Elton John.
Off enarcó las cejas.
—Me corté el cabello y me afeité para que nadie me reconociera —dijo—. Traté de decirte la verdad en la biblioteca ese día. Pero no quisiste escuchar. Me dejaste plantado por March. Me dijiste que ibas a mudarte a Vancouver. Estaba pensando en decirte esta noche, pero aquí estamos.
Gun dio un paso atrás. Bajó las cejas y apretó los puños.
—Ya veo —dijo—. Apuesto a que lo pasaste bien recorriendo los barrios bajos en estos últimos meses conmigo. Apuesto a que te has echado unas buenas risas a mi costa, Sr. multimillonario Virgen.
La mandíbula de Off cayó.
—Tú no lo ves. No entiendes. Nunca me reí de ti. Estoy enamorado de ti. Quise decírtelo muchas veces, pero nunca parecía correcto.
—Lo habría averiguado de todos modos —dijo Gun, inclinándose hacia adelante—. Habría visto fotos tuyas y leído cosas sobre ti con el tiempo. —Él extendió sus brazos separados y ladeó la cabeza—. Todo lo que tenías que hacer era decirme la verdad. Yo no estaba detrás de tu dinero. Contigo, nunca se trató de dinero.
Off tragó saliva. Bajó los ojos y miró al suelo.
—Tenía que estar seguro. No entiendes por lo que estaba pasando. La gente siempre está tratando de llegar a conocerme por mi dinero. Nunca sé en quién puedo confiar.
Todo el mundo dejó de moverse, y la sala quedó en silencio. Off acababa de salir del armario frente a una sala llena de policías, reporteros y fotógrafos, y no podía haberle importado menos. Lo único que le importaba era lo que pensaba Gun. Sabía que había cometido un error al no contarle la verdad, y ahora estaba decidido a arreglarlo.
Gun alzó la barbilla y miró a los ojos de Off. Una lágrima corría por el lado derecho de su cara.
—Ah, bueno, yo entiendo más de lo que tú piensas, señor multimillonario Virgen. No soy tan tonto como parezco. —Luego se volvió hacia el policía a su derecha y dijo—. Sáquenme de aquí. No me importa donde me lleven. Sólo aléjenme de este hombre tan rápido como puedan. Si no lo hacen, creo que voy a vomitar por todos sus zapatos.
Cuando oyeron que iba a vomitar, agarraron sus brazos y le bajaron por un pasillo largo en el extremo posterior de la comisaría. Los reporteros y fotógrafos empezaron a gritar y tomar fotos de Off, ignorando por completo a Gun. El policía detrás de la mesa entregó un teléfono a Off y pidió disculpas por la forma en que había sido tratado.
Pero Off no estaba escuchándoles. Se sentía como si su corazón se hubiera caído en su estómago, y su cabeza le latía tan rápido que se sentía mareado. Cuando pensó en la expresión del rostro de Gun, cuando lo llevaron a rastras lejos, tuvo que apretar los puños para mantener la compostura.
🔥 𝕭𝖑-𝖋𝖎𝖈𝖘
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