Capítulo 8
—¿Y si les pintamos el cabello rojo? —preguntó Sirius.
—Ya lo hicimos —contestó Remus.
—¿Polvo en la ropa? —dijo James.
—Que vieja broma —murmuré rodando los ojos.
—¿Amortentia en sus bebidas? —sonrió cínico Sirius.
—Esa no es tan mala idea —dijo Peter sonriendo.
—Eres brillante Canuto —dijo James sonriendo.
—Olvidan algo ¿dónde conseguiremos eso? —preguntó Remus frunciendo el ceño.
—Slughorn siempre tiene reserva Rem, le robaremos un poco no creo que se de cuenta. Hablando de eso, deberíamos hacer la broma aún mejor —dije y ellos asintieron para que siguiera —. Deberíamos poner en unas bebidas amortentia y en otras veritaserum —dije cínica.
—¿Por qué no pensé en eso? —susurró James.
—Porque eres un tonto —dije riendo y entramos a la clase de posiones.
—¿Sabes que? tu eres la mente y yo la acción —dijo y pasó su brazó por mis hombros mientras besaba mi cabeza.
Al final terminé perdonando a mi hermano, se disculpo como mil veces, no podría estar enojada con él por siempre.
El profesor Slughorn no había llegado así que nos sentamos a esperar.
—Miren, si es la parejita de raros —dijo una voz a nuestra espalda.
Nos volvimos, vi seria a Malfoy y Narcissa Black, viéndonos a Remus y a mí con asco.
—¿Se te perdió algo estirado? —pregunté levantando una ceja —. ¿Tu cerebro? no, no creo, eso lo perdiste hace mucho —mencioné y Malfoy rodo los ojos.
—Pero mira, tal vez con el rostro desfigurado te vez mejor, igual de rara que tu amiguito —me dijo la chica Black sonriendo burlona.
—Tienes razón rubia falsa, tengo la cara desfigurada ¿pero sabes que? —dije y me acerqué a su rostro —. Aún con la cara desfigurada Lucius me quiere en su cama y a ti no —susurré sonriendo burlona, esta me vio con odio.
—Eres una insolente, como te atreves a hablarme así —exclamó indignada.
—¿Qué? ¿vendrán tus papis o tu hermana a defenderte rubia teñida? —pregunté con un puchero falso.
Ella iba a decir algo, pero Slughorn llegó.
—Chicos, hoy tengo una sorpresa para ustedes —exclamó feliz y se puso al frente de la clase.
El profesor abrió la tapa de un caldero, nos acercamos para ver su contenido.
—¿Alguien sabe que es? —preguntó sonriendo.
—Amortentia —respondió rápidamente una chica de Slytherin.
—¿Y saben para que es su uso? —preguntó de nuevo Slughorn.
—Es el filtro de amor más fuerte del mundo. Causa una poderosa obsesión en el bebedor. Su vapor asciende formando un aroma diferente para cada uno que lo huela, recordándoles las cosas que más les atrae, incluso si esa persona no conoce la verdadera afición a dicho objeto —expliqué y el profesor asintió complacido.
—Muy bien señorita Potter, diez puntos para Gryffindor —mencionó con una sonrisa —. Por supuesto, la amortentia no crea amor, es imposible crear o imitar el amor. Sólo produce un intenso encaprichamiento, una obsesión —dijo levantando los brazos.
—Ah lo que quiere llegar, es que esa persona que tome la amortentia no estará enamorada, solo ¿obsecionada con la persona? —preguntó James interesado.
Oh no... se a que quiere llegar.
—Así es señor Potter —dijo el profesor.
—Y que pasa si yo le doy no sé hipoteticamente a una chica amortentia ¿como se utiliza? —volvió a preguntar.
Sirius rió divertido.
Todas las chicas se amontonaron en la esquina en dónde estábamos nosotros y suspiraron o rieron encantadas.
Vi de reojo a Evans, esta tenía cara de espanto, pobre de ella.
—Bueno, tendrías que estar frente a ella para que la poción funcione, otra manera sería que lo primero que viera fuera una fotografía —mencionó el profesor encantado con la charla.
Claro, él no sabe que mi gemelo no lo pregunta solo de forma "hipotética".
—Claro, gracias profesor —dijo James sonriendo encantadoramente haciendo suspirar a la mayoría.
—Bueno hoy les ofrezco esto, un pequeño frasco de amortentia, el que mejor haga la poción y nos explique a que huele, esa persona lo ganara —dijo todas las chicas chillaron emocionadas —. La poción está en la página treinta y seis ¡manos a la obra! —exclamó y todos corrieron por los ingredientes
—Esto no podría ser más fácil, ya no tendremos que robarlo —susurré hacia Remus, este asintió emocionado.
—Tendremos que apresurarnos, temo que alguna chica lo gane y trate de usarlo contra nosotros —susurró Sirius haciendo una mueca.
—Solo a Slughorn se le ocurre dar un frasco de la poción que hace unos minutos dijo que era la más peligrosa que tenía —rodé los ojos.
—¿A quién le importa? peligrosa o no la necesitamos para la broma, será legendaria —exclamó James empujando nuestros hombros para que fuéramos a una mesa.
Peter y Sirius fueron por los ingredientes mientras nos acomodamos en una mesa
—De acuerdo ¿quién es el mejor en pociones? —preguntó mi mellizo y todos me vieron.
—Ah nononono —negué inmediatamente.
—Vamos enana, esto es por los merodeadores, te ayudaremos —dijo Sirius encogiéndose de hombros.
Maldición ¿por qué nunca me escuchan?
___
Suspiré cansada mientras quitaba el cabello de mi cara, este se pegaba a mi cicatriz y dolía.
La había terminado.
—¡Profesor Slughorn! Halston terminó —exclamó James.
No había sido la primera, otros lo habían intentado, pero ninguna daba resultado.
—Vamos a ver —dijo el profesor y quitó la tapa del caldero.
Una nube color rosado desprendió del caldero haciendo oler lo que no quería.
—¡Está es una poción estupenda! —exclamó el profesor —. Ahora querida dinos que hueles y ganarás un frasco con tu poción —dijo sonriendo.
Todos nos volvieron a ver.
Me sonroje y me oculté detrás de Lunático disimuladamente.
—No lo haré —murmuré avergonzada.
—Hazlo, necesitamos esa poción —susurró mi hermano en mi oído.
Suspiré rendida y me coloqué frente al caldero.
—Huele a menta, colonia y aceite de motocicleta—murmuré y me sonroje fuertemente.
Menta y colonia, Sirius siempre desprendía ese olor.
Aceite de motocicleta... la estúpida moto de Sirius.
—¿Acabas de decir aceite de motocicleta? —preguntó James incrédulo.
—Muy bien señorita Potter ¡un frasco de amortentia como lo prometí! espero que solo lo tengas de recuerdo —dijo entusiasmado y me lo dio.
Cuando acabo la clase, salí rapidamente, que verguenza.
Me senté frente al lago negro.
—Hey calamar ¿no quieres venir y comerme? —pregunté al lago. Tal vez así ya no pasaría penas.
—Yo te puedo comer de otro forma —dijo Sirius detrás mío.
Me sobresalte al verlo.
—Maldita sea Canuto ¿cuántas veces les he dicho que odio que me asusten? —dije poniendo mi mano en mi pecho.
Uno de estos días me iba a dar un infarto por estos idiotas.
—No era mi intención asustarte —dijo sentándose a mi lado —. Así que ¿aceite de motocicleta? —dijo sonriendo.
Carraspeé viendo el lago.
—Sí ¿qué tiene? —dije restándole importancia.
—Me alagas —mencionó engreído.
—¿Ah que te refieres? —dije levantando una ceja.
—Que la amortentia huela a mí —dijo y fingí una carcajada, él me vio extrañado.
—¿Quién dice que la amortentia huele a ti? —dije divertida.
—Los olores... —dudó inseguro.
—Bueno, no eras tú —dije viendo otro lado.
—¿Entonces quién? —preguntó incrédulo.
—No tengo porque decírtelo —mencioné levantándome.
—Claro que si —dijo también levantándose.
—¿Por qué? —pregunté cruzándome de brazos.
—Porque, maldición tú... tu... me gustas —confesó viendo al piso.
Abrí la boca ligeramente, muy sorprendida.
Él ¿lo acaba de admitir?
—Pero por lo que veo el sentimiento no es mutuo —comentó desilusionado.
Él solo me vio y se fue rápido, trate de seguirlo pero no pude solo lo observe irse.
¿Qué hice?
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