𝐂apítulo Ⅶ: hermosa como tú
Astrid ya había sido trasladada a su hogar, con ayuda de ambas abuelas. Las dos estaban al tanto de Astrid y la pequeña, la cual aún no tenía nombre. Esperaba a Hiccup para elegir juntos el nombre de su amada hija.
Ayudaron a Astrid a recostarse en la cama, colocando una almohada en su espalda para que estuviera sentada, mientras que Valka ponía a la bebé en el moisés que con tanto amor le hizo a su nieta.
—Y recuerda, hija, ¡no debes levantarte demasiado ni cargar cosas pesadas! —le regañó su madre —. No vayas a cargar a la bebé parada.
—De todos modos, Astrid, estaré contigo para lo que necesites —Valka le sonrió —. Hiccup no tarda en llegar. Salió a buscar a Gothi, está preocupado.
—Apenas iba a preguntar por ella —suspiró la rubia, su mamá le besó la mejilla, pues tenía que pasar a retirarse.
—Nada de preocupaciones ahorita, mi cielo —una vez más, mamá gallina preocupada por su polluela —. Tienes una nena y nada mejor que la leche materna, así que no te alteres que puedes cortar la leche.
La madre de Astrid se despidió y prosiguió a salir. La abuela paterna no dejaba de mirar a su nieta, pues estaba tan emocionada y solo quería cargarla, llenarla de amor y abrazos.
Era igualita a Hiccup cuando era un recién nacido, a diferencia que la pequeña se cargaba unos zafiros envueltos en un azul similar al de su madre.
Astrid también miraba con ternura a su suegra, pues sabía que su bebé no solo traía una enorme alegría para ella o Hiccup, sino para su querida abuela, quien perdió años de su hijo y, quizás la niña podía consolar un poco ese dolor.
Hiccup todavía no la conocía. Estaba ansiosa porque su esposo llegara y conociera a la nueva razón de ser de este matrimonio. Además, su dulce princesa era tan parecida a su padre. Tan solo observarla, la imagen mental de Hiccup se programaba en su mente: ese cabello castaño, mínimamente más claro, su color de piel, sus llamativas pecas posando sobre las mejillas de su hija.
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El castaño, finalmente, llegó a su hogar. Sabía que había perdido horas valiosas de su bebé, pero en verdad le alarmaba el hecho de que la anciana no se viera por ningún lado.
Sabía que Gothi era reservada y no solía darle instrucciones a las personas de a donde iría. Pero él, tiempo antes, había confiado la vida de su bebé en ella y ella le prometió que estaría ahí para el parto de Astrid.
Sin embargo, las cosas no fueron así. Y para nada estaba culpándola, es decir, todos tienen asuntos que atender y le encantaría poder buscarla más, pero seguramente Astrid necesitaba de su ayuda. No podía abandonarla tanto tiempo.
Rápidamente, llegó al cuarto, minucioso, observando como Astrid mecía entre sus brazos a un bulto envuelto en unas colchas, mientras tarareaba una canción.
Una sonrisa de tonto se escapó. Por todos los dioses, había tanto amor en esta familia. Al menos, él amaba como un loco a la mujer con la que decidió comprometer su vida de esta manera.
Ambos siempre fueron ajenos a estas ideologías, a soñar más allá de la aventura y los dragones. Su vida se basaba en completar un libro de aventuras, un listado de sueños y lugares por conocer.
Ahora tenían a esta pequeña en sus vidas, por lo que, en estos momentos, sus vidas debían cambiar y llevar un estilo de vida más hogareño. Sus planes no estaban frustrados por esta bebé, de lo contrario, ahora, además de su mujer y por supuesto, sus amigos, estaba esta dulce chiquilla contemplada para estas aventuras.
— ¿Vas a quedarte ahí viéndonos como tonto o ya te vas a acercar? —preguntó Astrid, burlonamente.
Ni siendo madre, su carácter brusco y rudo se iría. Aunque la amaba así, amaba su humor, su forma de demostrar el amor que sentía por él.
Sacado de su yo interno, se acercó a sus dos chicas y por fin pudo conocer el rostro que tanto ha anhelado ver todos estos meses.
—Por Thor, es tan hermosa como tú —esto la ruborizó. Era increíble que llevaran ya meses juntos y la rubia aún no se acostumbraba a los cumplidos de Hiccup.
—Qué dices, es igualita a ti... —respondió, modestamente. Sentía que estaba exagerando, pues la niña era la copia exacta de Hiccup. Toda una Haddock.
— ¡Pero es hermosa! Quizás tenga mis rasgos, ¡pero esta princesa no se puede parecer a mí! —sus palabras eran sinceras, y su autoestima bajamente positiva.
No podía creer que esa preciosa mujercita sea tan parecida a él, a un asqueroso intento de vikingo. Astrid sabía perfectamente que Hiccup jamás llegaría a considerarse tan guapo como lo es.
Se acercó a él y depositó un beso en su mejilla: —Pues se parece a ti, amor. Es imposible pensar que pudiera ser hija de alguien más. Son tan bellos los dos —Astrid se recargó en el hombro de Hiccup.
Comenzaron con el debate tan esperado: el nombre. Y es que todos los nombres parecían tan poca cosa para Hiccup, quien alzaba a su pequeña como toda una duquesa digna de un nombre maravilloso y envidiable.
Pero Astrid insistía en que su niña merecía un nombre más sensible a la delicadez de su alma. Sabía que no sería una bebé por siempre, pero buscaban la mejor combinación que una mujer puede tener.
Finalmente, coincidieron: Zephyr.
—Sabes, ahora entiendo por qué Chimuelina estaba tan alterada estos días —comentó Hiccup, cargando Zephyr.
—Tú y tu valioso don para los nombres —la rubia negó, riendo.
—A no ser que tengas algo mejor —Astrid pensó, pero nombrarla, para ella, sería algo tan íntimo como lo fue con Tormenta. No podía, aunque deseaba tener una compañera para no sentirse tan sola, no podía hacerle eso a la memoria de Tormenta.
Astrid iba a responder, pero Valka entró al dormitorio, agitada, pidiendo la presencia de Hiccup.
—Lamento interrumpirlos, pero exigen una junta y lamento que no son comentarios muy positivos lo que escuché —Valka se encontraba alterada, con los ojos llorosos.
Hiccup puso a la bebé en el moisés y le pidió a Valka que se calmara.
— ¿Qué tienen? ¿Por qué están eufóricos?
—Al parecer no están conformes con la llegada de tu bebé, hijo... —Astrid inmediatamente se levantó.
—Tengo que ir —prosiguió, buscando su ropa.
— ¡No hija, tienes que reposar!
—Se trata de mi hija, no puedo entender por qué están así —Astrid encontró sus prendas —. Valka, por favor, quédate con mi hija. Sea lo que sea, necesito escuchar, no estaré parada, lo prometo.
Valka miró a Hiccup y éste asintió.
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Planeaba escribir más, pero creo que dejaré esto hasta aquí. Aunque me imagino que saben más o menos de que trata.
¿Cómo ven? ¿Qué creen que vaya a pasar? ¿Les gustó el capítulo?
Su apoyo es lo más bonito que me ha pasado en la vida y de verdad lo agradezco. La historia está teniendo un apoyo increíble y estamos a nada de llegar a los 1k y me emociona eso. Que a pesar de mis fallos y mi inexperiencia, esta historia siga siendo apoyada.
Quizás aún no es la historia más exitosa del momento, y probablemente nunca lo sea, pero el hecho de que el apoyo sea así de constante y que interactúen tanto en los comentarios me fascina y me llena de motivación.
Ustedes insulten, amenacen, únanse como fandom a destrozar verbalmente a los villanos que presenta la historia. No me molesta para nada y me encanta leer como se unen y usan su imaginación XD me encanta.
Espero que la historia les esté gustando. Repito que trata temas sensibles que pueden llegar a darnos coraje, pero todo esto es ficción.
Creo que, sin más avisos, aquí termina mi sermón. ¡Muchas gracias!
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