𝐂apítulo Ⅵ: falta poco

El día para conocer a su hijo estaba más que cerca, pues la mujer comenzó a sentir unas fuertes contracciones en su vientre.

— ¡No puede ser hoy! —gritó, alarmada.

— ¿Por qué no, hija? —le preguntó Valka, feliz de que ya iba a conocer a su nieto.

—Vi que Gothi salió y se llevó una enorme bolsa... ¡ella no está aquí!

—No seas paranoica Astrid, probablemente ya regresó.

Pero el castaño se presentó en la puerta con una cara no tan optimista. Tragó saliva. La mujer se estaba retorciendo de dolor en la mesa.

—De todas formas, no puedes parir aquí, vamos a la cabaña de Gothi. Ahí está lo que necesitamos —le tendió la mano.

— ¿Y quién demonios va a manejar este parto? ¿Tú?

—Conozco a alguien que tal vez lo pueda hacer. Ya, tranquila

.

.

Astrid llevaba horas ahí, acostada, con una bata blanca y las piernas abiertas para dar espacio al procedimiento.

— ¡¿Cómo crees que yo voy a aliviar a Astrid?! —mencionó Patapez, casi arrancando sus cabellos —. Ayudar a los animales con sus partos y la incubación de los huevos no es lo mismo que traer un ser humano, Hiccup. ¿Te has vuelto loco?

— ¡Eres la única opción que tenemos!

—Además, es tu mujer. ¡La voy a ver casi desnuda! ¿No te importa?

—Patapez, sé que no eres esa clase de hombres. Si vine aquí contigo es porque tengo mi confianza depositada en ti —se sinceró, tomándolo del hombro —. Ni mi madre ni yo estamos capacitados para traer al bebé sin complicaciones. Y tú has estado en todos los partos de tus hermanas.

Patapez suspiró: —Tienes razón, Hiccup. Ayudaré a lady Astrid para que no esté preocupada. ¡Pero ni me llamen para recibir el segundo! —Hiccup rio y lo guio hasta donde estaba Astrid.

Patapez le hacía ciertos exámenes, midiendo las contracciones por minuto, tocando su estómago para cerciorarse que el bebé esté en la posición correcta.

— ¿Cuándo sale? —cuestionó Astrid, sudando, desesperada.

—La posición del niño viene estándar y las contracciones tienen un ritmo normal; sin embargo, tu dilatación es muy lenta. Llevas tres puntos de dilatación y debes llegar a los diez para comenzar a pujar.

— ¡Demonios! —se quejó Astrid. Era mucho lo que le faltaba y en dos horas solo había dilatado tres. Además, las horribles contracciones que estaba sufriendo en el momento la tenían cansada.

—Lo mejor es que te relajes, estarás un buen tiempo aquí.

Astrid se recostaba en la cama, sobando su panza. Traía unas ojeras espantosas y la piel muy pálida, pero era normal, pues el dolor es inmenso.

Hiccup solo podía observarla preocupado. Realmente, no sabía qué hacer para poder consolar todo este momento de dolor que estaba viviendo. La veía retorcerse en su cama y se creía un cretino por haberla embarazado.

Astrid comenzó a llorar de la desesperación, pues no podía moverse mucho y la posición en la que estaba no era la más cómoda. Tal cosa sorprendió a Hiccup, porque la ha visto enfrentarse a situaciones que parecen más dolorosas que esta.

— ¿Recuerdas que los cólicos eran mi mayor tormento? —habló, a duras penas. Él se acercó y tomó su mano, asintiendo —. Pues esto es un maldito castigo de los dioses —cerró los ojos, sintiendo como el dolor pasaba desde su columna hasta la parte baja de su espalda.

Otra vez, tragó saliva. Corrió en auxilio a su madre, pues quería asegurarse que todo el dolor y agonía de Astrid fuera normal.

—Hijo, tranquilo. Un parto es muy doloroso y eso lo debes saber. Leíste los libros y notas de Gothi, ¿no?

—Las leí, pero pareciera como si ese bebé la quisiera matar —argumentó, asustado, muy asustado. Valka rio ante las ocurrencias de su hijo.

— ¡Cómo crees! —acarició su cabello —. Sé que no te gusta verla sufriendo, pero cuando tengan a esa pequeña cosita en su alcance, verán que todo valió la pena —besó su mejilla y sonrió.

Y era verdad, todo lo que deseaba en este mundo era tener a su pequeño en brazos. Y su madre no podía estar equivocada, pues ella también pasó por esa dura labor y si dice que es tan maravilloso como para soportar el dolor, es porque lo es.

.

.

Tenían la esperanza que, con la tardanza de su dilatación, Gothi llegara. Pero no pasó, Patapez tuvo que encargarse de ayudar a Astrid a dar a luz, pero pidió que no hubiera nadie pues se sentía presionado con personas en la habitación.

Ni Hiccup ni Astrid se quejaron pues sabían que Patapez jamás trabajó en un parto humano y era difícil para él concentrarse. Obviamente, Hiccup hubiera deseado estar con Astrid, y viceversa. Pero no podían ponerse exigentes.

—Ya va linda, falta poco. Tengo su cabeza aquí —con delicadeza, Patapez le decía que pujara.

Astrid hacía el mayor de sus esfuerzos, porque en serio ya quería que saliera, ya no aguantaba más esta situación. En su mente, todo era horrible y oscuro, la peor de las situaciones que ha vivido, pero al oír el primer llanto de su bebé, todo se transformó.

—Es una niña —comentó Patapez, contento.

Inmediatamente la limpió y en una manta limpia la entregó a su mamá. La bebé sintió rápidamente el calor de su mami y dejó de llorar, por unos momentos.

Otra vez soltó en llanto, lo cual la preocupó. La bebé con su boca buscaba el pecho de mamá para alimentarse; alarmada, miró a Patapez y este solo asintió, saliendo para que pudiera alimentarla cómoda.

Astrid sacó su pecho y la niña lo tomó, calmando su ansiedad y descontrol. Era la cosa más chiquita que alguna vez pudo tener en brazos, y no dejaba de admirar el cabello tan corto y castaño que se cargaba. Pero lo que la mató de ternura, fueron esas pequeñas pecas depositadas bajo sus ojos cerrados.

—Eres hermosa —fue lo único que pudo pronunciar.

No dejaba de admirarla ni creer que haya cuidado de esta cosa tan perfecta dentro de ella, durante nueve meses. Fue muy difícil tenerla, pero ahora que estaba en sus brazos, no había nada que no hiciera por ella.

.

.

El sexo del hijo de Hiccup fue inmediatamente revelado. Los vikingos lo habían tomado con alegría, hasta que una mente con mucha cizaña se acercó a un grupo de feroces vikingos.

—Eso quiere decir que el próximo jefe será... ¿una mujer? —gritó Daven, con la intención de que esta manada de vikingos machos lo escuchasen.

—Es verdad, ¡¿cómo demonios pretenden que una mujer gobierne?!

— ¡¿Y cómo permitió Hiccup que su mujer diera a luz a una niña?!

—Esto solo tiene un castigo. Tiene que morir esa niña.

.

.

Bueno, ahí va otro, otro que personalmente comienza beio pero miren en qué desgracia acaba :'v

Espero les haya gustado. ¿Cómo creen que se resuelva esta situación? ¿Les gusta?

Les dije que sería una historia llena de drama y cosas que agh, darán coraje, pero es parte de la trama. Espero no se molesten. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top