𝐂apítulo ⅩⅩⅩⅤⅠⅠ: culpable o no


No sabía cómo actuar ante lo dicho. Por supuesto que era algo que le dolía. Si bien, jamás la amó como alguien con quien pudiera hacer su vida, pero era su amiga.

Con ella pasó acompañado todo el tiempo que Astrid estuvo ausente. Sin embargo, sentía que junto a ella no podía mostrarse así por respeto.

Snotlout hizo un terrible escándalo, haciendo que el bebé despertara. Hiccup se sentía preso entre el intento de su esposa por calmar al pequeño, los lloriqueos de éste y su corazón que no dejaba de latir.

—Puedo cuidarlo por ustedes. —pidió Snotlout, apenado de haber alborotado al infante.

Y a pesar de ser él, Astrid no desconfiaba del vikingo.

— ¿Podrían hacerlo dormir? Por favor... —apeló, entregándole al bebé, con una sonrisa.

Hiccup estaba de espaldas, con los brazos cruzados. Una vez que el Jorgenson salió, Astrid meditó si acercarse o no.

—Cariño... —llamó con dulzura. Puso su mano en el hombro del muchacho —. No hay problema si necesitas desahogarte... yo entiendo.

La miró y no pudo evitar atraerla a él. La abrazó con mucha fuerza y lloró con ella. Ver al amor de su vida así la lastimaba muchísimo. Y claro que sentía pena por la muchacha.

—Seguramente lo hizo por mí...

—No, Hiccup —tomó su rostro —. Cielo...

—Me siento culpable... me siento culpable por no haberla amado como quería... —Astrid dejó caer sus manos, con culpabilidad. Si ella no hubiera vuelto, quizás Hiccup hubiese amado a Liv —. ¡No, no, no! —La tomó por la cintura y pegó su frente con la suya —. Lo siento. No quiero que te sientas culpable por esto. Ni que creas que volver fue una mala idea... Aunque no estuvieras aquí, no podía amarla...

Se recostó en el hombro del castaño y lo acompañó a cada una de sus lágrimas.

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Pasaron las horas. Él seguía pensando. Seguía culpándose. Desearía haber estado ahí para evitar que cometiera aquella tontería.

Completamente sumido en él, reaccionó. Astrid permanecía recostada en su hombro, dormida.

—Astrid —Removió, suavemente. La rubia despertó —. Llevas horas aquí, debes descansar —mencionó, deprimido.

No quería que se fuera. Añoraba tenerla aquí y poder abrazarla. Sentir que su dolor se iba al momento que sus pieles rozaban, que no estaría solo en un tormento como estos.

—No, me quiero quedar contigo. —afirmó, tercamente.

—Astrid, el bebé te necesita... ¿qué va a comer si tú no estás?

—Le están dando fórmula... no es mejor que la leche materna. Pero, por favor, Hiccup... solo será hoy —imploró.

Hiccup sonrió de lado. No había nada mejor. Definitivamente.

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He aquí que veo a mi padre, he aquí que veo a mi madre, a mis hermanas y mis hermanos. He aquí que veo el linaje de mi pueblo. Y he aquí que me llaman, me piden que ocupe mi lugar entre ellos, en los atrios de Valhalla, el lugar donde viven los valientes para siempre.

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En sus manos sostenía una joya que para ella era muy especial. No podía creer que el amor de un joven la hubiese llevado a la peor decisión de todas.

No había sentido nada de gratitud por ella cuando la conoció, pero al analizar sus historias, eran similares. Dos humanos enamorados que en ningún punto de su vida serían correspondidos.

¿Qué tenía él que las chicas cometían locuras como estas? Le daba un tremendo coraje... Tenía a las damiselas más hermosas de Berk y no cualquier damisela; Astrid, belleza divina y carácter audaz. Liv, la mujer que podría fácil ser el sinónimo de sensualidad y feminidad. Ambas matando por un chico sin chiste, débil y simple.

No consideraba a Liv su amiga, pero fue su aliada. Quería vengar la muerte de ésta porque Hiccup no podía seguir viendo como sus pretendientes se mataban por su amor y él sin inmutarse. Ni siquiera se preocupó por ella cuando desapareció por días. No la buscó. Prefirió reparar algo que él mismo rompió.

— ¿Estás seguro de que acaba de parir? —cuestionó con intriga, a lo cual Daven afirmó —. Poco más y podría hacer pasar a ese mocoso como mi hijo.

—No diga tonterías...

Luego de enterarse lo que el señor A había cometido con Astrid, dejó de respetarlo.

— ¿Sigues enojado por lo que le hice a tu "mujercita"? —comentó, con burla.

—No siga o yo mismo me encargaré de que muera. —respondió, con rabia.

El más alto carcajeó.

— ¿Y por qué no me has matado? Eh, Davencito... —Esperó una respuesta.

—No se paga con dinero en las deudas del honor... me comprometí con usted a terminar con Haddock y eso haremos. Es tiempo de iniciar esta tregua... ahorita que su hipocresía hará velar a su amiga.

—Entonces, me apego a tu plan —garantizó.

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En su habitación trataba de consolar el llanto de su bebé. Lo había cambiado. Le dio de comer. Pero el pequeñín al parecer tenía sueño y no lograba arrullarse.

Astrid tarareó una canción de cuna. El bebé persistía en su llanto y del coraje, su carita se tornó rojiza. Era tan chiquito. Nació en su tiempo perfecto, pero Fishlegs confirmó que era demasiado pequeño y le preocupaba que sus pulmones no estuvieran bien desarrollados. Y, ante estos berridos, solo podía afirmar que Nuffink estaba sano y fuerte de sus pulmoncitos.

Notó cómo Hiccup entró al cuarto y con más alteración lo meció de un lado a otro. Presentía que su esposo no estaba del mejor humor o ánimo para soportar tanto ruido y lo entendía.

Sorpresivamente, el castaño acomodó sus manos, pidiéndole a Astrid que le cediera al pequeño.

—Te toca descansar. —declaró, cargando a Nuffink.

— ¿Cómo te sientes? —indagó, con angustia.

—Mejor. —sonrió y miró cómo el nene en sus brazos había conciliado el sueño de inmediato.

Astrid tomó una postura de ofendida.

—Mira... solo estaba esperando los brazos de papi y en lo que llega tengo a mamá como mensa haciéndome compañía.

—No te sientas culpable. Estos brazos conquistan a cualquiera —mencionó, irónico.

Se sentaron en la cama e Hiccup acomodó al bebé en su pecho, brindándole unas palmaditas en la espalda que hacían arrullarlo más.

—Recuerdo cuando Zephyr estaba tan peque como él...

Terminaron dormidos antes que él pudiera contar su anécdota. 

Sí, Astrid confía en Snotlout. Siempre he pensado que este tipo cuando fuese adulto maduraría muchísimo. Con su mismo humor, pero también esa noción de lo mucho que un padre ama a su hijo. Del amor que se comparten esposo y esposa. De que a veces un amigo necesita la calidez de otro amigo... entonces, no quiero que Snotlout sea el Patán de siempre... entienden? 7u7 


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