CHAPTER 1

ADVERTENCIA +18

Esta obra contendrá temática adulta (sexo, violencia, política, etc). Seguir leyendo significa que aceptas proseguir bajo tu propia responsabilidad.

Este fanfiction contiene datos históricos levemente alterados y de pura ficción, moldeado así para el entretenimiento del lector.

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SERPIENTES
Y TIGRES.

( 1367 )

     La flecha del General Yi llega de forma inminente al pecho de su rival. Un acierto desde una distancia que parece imposible, lo cual no sorprende a sus ejércitos. Es el mejor tirador del reino. El único conocido de realizar semejante hazaña a cuatrocientos pasos.

     El campo de batalla huele a sangre, polvo y sudor. Algunos caídos quedan atrás por sus honorables compañeros, de este modo, mantener el espíritu de lucha vivo, tal como las llamaradas de una hoguera.

    El grito de guerra alienta a sus soldados, los guía y no retrocede ante el ejército de los Turbantes Rojos que han invadido la península noroeste del reino, llegando a ocupar la capital actual: Gaegyeong.

    La madrugada resurge en el firmamento, los primeros rayos del sol divide en varias partes el campo en el que los caballos, trotan y repiquetean sus cascos sobre el césped. Una brisa estampa en las mejillas de los hombres, logrando apreciarse la escasez de los que todavía están de pie.

     Las espadas decapitan y realizan un feroz desmembramiento de extremidades. No hay piedad cuando los corazones luchan por un ideal en común o lo hacen en nombre de un rey que veneran semejante a un dios. Laten al mismo compás que el blandir de un filo, y las flechas vuelven a ser una lluvia que cae rabiosa.

    Miles de cadáveres desplomados, dos generales de élite que sonríen por empujar a los rebeldes de la Dinastía Yuan.

    ¡Una victoria sin igual!

    El Rey Gongmin recompensará; pero saben que se encuentra en Andong a salvo tras huir y refugiarse lejos de la capital ante la segunda invasión de los Turbantes Rojos.

    Al regreso del ejército real, se muestran en un porte solemne, en una marcha sincronizada cuando los felicitan y los alaban en vitoreos, sobretodo al gran y feroz General Yi Seong Gye. Es el nacimiento de un mito, un héroe que merece ser escrito en la historia del reino.

    La sangre en su armadura no ha sido removida, lo cree un emblema de sus hazañas y la alabanza del pueblo lo ayudan a no cerrar sus párpados por el agotamiento. Un hombre de su talla debe mostrar respeto ante los elogios. Se aferra a las bridas de su caballo, calcinado por el mediodía que lo apuntan en el cenit. Se siente hambriento, con ganas de un baño que refreseque sus músculos y relajen su alma feroz luego de haber acabado con miles de hombres.

    Evita felicitar al General Choe Yeong, por una rivalidad silenciosa presente y de antaño, guardándose las críticas venenosas para pisar el Palacio Real en donde se esperaría el regreso del Rey.

    La espera se convierte en un banquete con manjares; música de alabanzas, colores vibrantes por bailarinas de la Corte y risas contagiosas que llenan el espíritu de los presentes.

     Sabe que todo aquello es una máscara, pues detrás aún hay una corrupción que limpiar. Ministros y gobernantes divididos que, se sonríen mutuamente y no dan lugar a la confianza sino todo lo contrario: apuñalarse por la espalda ya que la reina ha muerto. Ha dejado a un bebé que actualmente tiene dos años y la inestabilidad del soberano Gongmin se volvió palpable al alejarse de la política.

    El Rey llega cuando el atardecer se muere; todos lo reverencian en el momento que accede al salón. Una felicitación venerable, un agradecimiento insistente y seguidores que se inclinan. Después de rendirle sus respetos al Rey, viaja rápidamente a ver al calor de su hogar donde una esposa que ha parido lo espera.

«  ...  »

    El quinto hijo con su primera esposa Sin Ui, nació rebosante y saludable. En sus brazos es tan pequeño que es fácil amarlo a primera vista. Sus ojos se empañan al ver lo adorable y tan pálido que es, se lo puede confundir con la misma nieve.

    Su aroma incluso es diferente del campo de batalla, la sangre o el sudor porque su bebé parece oler a pétalos de flor. Es refrescante, limpio. Lo absorbe su ternura por completo y despierta su instinto paternal.

    Besa el pequeño bulto de cabellos que decoran su frágil cráneo, mirando a sus primeros hijos curiosos por el recién nacido. Ninguno quiere acercarse pronto para no generar conflictos o más bien, un temor arraigado en sus pechos por ver al nuevo hermano del hogar; y sin embargo, el rostro degastado se su mujer es sumamente hermoso para él. Le regresa a su hijo, conteniéndose de besarla frente a todos los presentes.

    En voz baja ella le sugiere presentar al niño a una mudang especializada en el musok para consultar su buena fortuna. Será importante para la familia, así como también decidir un buen nombre para que tuviera un futuro brillante. Sus creencias los ponen en un acuerdo, por ende, traen a su hogar a la hechicera que presume de ser la mejor. 

   Es descrita por muchos como la más poderosa dentro del pueblo, alejada del mismo al pie del árbol sagrado, donde ella ha estado viviendo sin que nadie recordara desde cuando ni porqué. Si ella no quería ser hallada, se volvía una odisea el encontrarla, pues solo los que realmente estaban despesperados capturan su interés.

   Su piel es lozana, una seda comparable a las telas que China comercializa; pese a su sobrenatural belleza, parece ser dueña de unos ojos indescifrables, negros como la noche que adora. Vivaracha. Despierta. Con mejillas color melón. Una sonrisa roja y un humo de incienso de sándalo parecía perseguirla, atrayendo consigo vibras espirituales. 

    Acaricia al niño, una inspección sutil y curiosa. Este duerme entre telas y sus pequeñas manos están cerrados en forma de puño.

    —Tiene las facciones de un rey —asegura sonriente. Al instante realiza una lectura al tirar granos de arroz sobre una tabla de madera. El mensaje fue claro e innediato—: Pero, oh, ¡el dios de la Muerte se lo querrá llevar! Su espíritu es codiciado en los cielos. Si quieren que crezca y viva bien, tendremos que hacer un ritual para atarlo al plano terrenal, de lo contrario, el plano espiritual lo arrastrará. 

    Los padres mantienen la sonrisa de alivio después de la sacudida emocional que la noticia les provoca. Ninguno desea que su pequeño muera joven. ¿Qué padre quiere eso para su propia sangre y carne? Ellos aceptan. Entonces, a la hora de escoger el nombre, a ninguno les disgusta el anuncio.

    La madre lo repitió en voz alta, llorando emocionada por reconocerlo en su paladar.
    —Yoon Gi. —Saborea las palabras con goce y alegría—. Nuestro bebé se llama Yoon Gi.

    Y Yoon Gi, inocente y puro, fue llevado en los brazos de la mudang a la noche siguiente. Los preparativos del ritual chamánico, constaron de alimentos sobre un altar, destinados a los ancestros y dioses, pudiendo pedir con mayor seguridad la petición, incluso realizar una comunicación exitosa. Instrumentos comenzaron a sonar durante la celebración, una en que los humanos y los dioses tendrán contacto espiritual, más cercana, palpable. Los espíritus hablaban a través del viento, nadie los escucha.

    Las farolas iluminan tenues el escenario. El aire mantiene un aroma a flor de cerezo, recién nacidas; sus pétalos vuelan en la misma dirección como si danzaran y se perdieran en la nada, tragadas por completo.   

    La expectación les pone en una posición de nerviosismo latente. El nacido fue puesto en el medio de una gran tela blanca, y la chamana, danza alrededor suyo para exorcizar todo mal que pudiera perseguirlo en un futuro cercano o lejano. No importa, cualquiera evitará un mal destino.

    Baila con dos grandes cuchillas con semejante maestría, su cuerpo se contornea como una serpiente, su risa se vuelve estridente, al compás de unas cascabeles y un tambor tocado por su aprendiz.

    El viento se vuelve violento, las velas se apagan de un brusco soplo, una demanda que sofoca a los presentes y los obliga a abrazarse. El cuerpo de la mujer se estremece, la sonrisa es deliberadamente maliciosa y se arrodilla ante el curioso bebé que desconoce lo que sucede en su entorno.

    Sin miedo. Sin el típico lloriqueo de quien está frente a alguien poderoso. No hay pizca de estremecimiento o duda, siquiera un quejido ante la brava ventisca que enfría sus mejillas o su boca abultada.

    La chamana lo amenaza con una de sus cuchillas, como si quisiera comersélo, como si quisiera descubrir a que sabía el alma de un bebé. El pequeño Yoon Gi arruga su nariz, dispuesto a enfrentar su destino ante la silenciosa propuesta que tiene delante.

   Aún experimentando, no deja escapar su propicio llanto pues quiere ser valiente. O quizá demasiado ingenuo como para notar el supuesto peligro. ¿Quién podría saberlo de todos modos?

    Es una prueba ante los dioses. Todo mal u obstáculo, él va a superarlo, permanecerá con el alma impune. Sobrevivirá. Vencerá. Alcanzará la cima.

    Una nueva risa se escucha de parte de la mujer poseída, sofocada por el tronar del firmamento oscuro, luego un relámpago que amenaza con rajar la tierra. Es el grito de una afirmación. Pero, nadie esperaba una tormenta esa noche, o un clima aterrador en plena primavera como si se tratara de un anuncio trágico.

    La pequeña mano de Yoon Gi busca palpar el frío de la cuchilla, de forma ciega por los sonidos que su cerebro descubre por primera vez en su corta exstencia.

   Sin embargo, el corte que la mujer realiza con el gallo, hace que la sangre nazca rojiza y brillante, mezclada por las primeras gotas de lluvia. El ritmo del tambor se esmera en tocarse más vehemente sin que nadie dejara de repetir los versos de un canto. El animal cantor se retorció y pereció como última ofrenda. Un intercambio de vida sobre un cuenco de barro.

    Las gotas de sangre caen en los labios del bebé, quien no evita beberla con ansia, con hambre creyendo beber del seno materno y sellando de esta manera, un pacto que nadie se atreve a detener ni cuestionar. Ni siquiera una pregunta al respecto. A su vez, se le entrega un pequeño amuleto desconocido, un objeto que se deberá proteger, permanecer oculto del mundo. Una protección contra el daño, que la deidad —presente en el cuerpo de la mujer— revela como si debiera ser parte de su vida, hasta que cumpliese la edad adecuada.

    Los padres prometen no hablar o mencionar dicho ritual para nadie puesto que se trataba de uno privado y secreto, el cual culmina con cantos y una nueva danza hasta que el cuerpo de la chamana desfallece, quedando inconsciente unos segundos en el suelo.

    La deidad se ha ido junto con la caótica tormenta, el cielo recobra su intensa negrura y sus estrellas brillantes. Él ha sido generoso con el pequeño Yoon Gi, o quizá... Solo quizá, interesado.
  

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