𝟔𝟐 - 𝐃ó𝐧𝐝𝐞 𝐝𝐞𝐛𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫
Shell Cottage. Parecía que hacía toda una vida cuando había traído a Rosie aquí. El lugar donde ella dijo que algún día le gustaría vivir.
Entró en la playa, sus ojos escudriñaron las dunas vacías. Y su corazón se contrajo.
Allí, en la distancia, estaba ella. Su querida, dulce y hermosa Rosie. Era como ver un fantasma. No podía creer que fuera real.
Su pelo oscuro y ondulado ondeaba alrededor de su cara pálida y pecosa. Tenía los ojos cerrados, pero no necesitaba verlos para recordar su aspecto. Cada detalle de ella se grabó con dolor en su memoria.
Y entonces los abrió y esos brillantes ojos azules del alma se clavaron de repente en los suyos.
El corazón de Draco se aceleró. A cada paso que daba hacia ella estaba más convencido de que era una alucinación. Le aterraba que no fuera real. Había pasado tanto tiempo pensando que estaba muerta. No podía ser posible.
Empezó a moverse, a acercarse a él, a correr, a acercarse cada vez más.
Y entonces ella estaba en sus brazos. Exactamente donde debía estar.
***
R o s i e
El corazón me estallaba en el pecho mientras me obligaba a correr más rápido. Era él, era realmente él. Me aterraba la idea de que si no llegaba hasta él a tiempo, volvería a desaparecer.
Me lancé con tanta fuerza hacia él que casi caímos al suelo. Me aferré a él, rodeándolo con mis brazos, sollozando en su pecho.
No podía creer que estuviera aquí. Después de todo este tiempo, todo este dolor, él estaba aquí y yo estaba en sus brazos.
-Lo siento mucho, Rosie. - susurró, abrazándome con fuerza. -Siento mucho haberte dejado.
Lloré con más fuerza, no creí que fuera a parar nunca. Las abrumadoras lágrimas de dolor, alivio, tristeza y alegría me abandonaron a la vez.
Ambos caímos de rodillas, aferrándonos el uno al otro mientras el viento nos azotaba y las olas chocaban a nuestro lado.
-Estoy aquí, Rosie. - murmuró en mi pelo. -Ya está bien, estoy aquí.
***
Se aferró a ella con fuerza mientras temblaba, sus sollozos sacudían su cuerpo con tal ferocidad que lo asustaron.
-No llores, Rosie, por favor. - le susurró una y otra vez al oído. Le besó el pelo y la apretó cada vez más, tratando de absorber parte de su dolor.
No creía que su corazón pudiera romperse más de lo que lo había hecho, pero verla así de rota le dolía mucho.
Se quedaron en la playa, él abrazándola mientras ella lloraba. No sabía por cuánto tiempo, pero no le importaba. El tiempo ya no importaba ahora que tenía a Rosie de vuelta.
-Nunca renuncié a ti. - susurró ella, después de que sus sollozos se calmaron. Las primeras palabras que había pronunciado. -Volví a la mansión para encontrarte. Te esperé allí.
El corazón de Draco se apretó, imaginando que ella volvía al lugar donde la habían torturado sólo para encontrarlo. No podía creer que Potter la viera pasar por eso sin decir nada.
-Yo- pensé que estabas muerto. - se atragantó. -Nunca me habría ido si-
-¿Qué? - su rostro miró al de él con una mezcla de dolor y confusión. -¿Por qué crees que estoy muerta?
Ella no lo sabía. Era muy consciente de que lo que iba a decir la heriría aún más, y no quería hacerle eso. Pero había habido demasiadas mentiras, demasiados secretos.
-Me dio el anillo. Vino a la mansión y me lo entregó él mismo.
-¿Quién? Draco, ¿quién te dijo que estaba muerta?
Respiró profundamente. -Potter.
No estaba preparado para su reacción.
Se levantó de un salto y, cubriéndose la cara con las manos, empezó a gemir. No era como ningún ruido que hubiera escuchado antes, más bien como una especie de grito primario.
El miedo le atenazó el corazón. Estaba furioso con Potter, pero esto- esto era algo más.
-¿Rosie? - él se levantó de un salto junto a ella, intentando atraerla de nuevo a sus brazos, pero ella retrocedió, agarrándose ahora el estómago mientras se doblaba. El dolor en su rostro era indescriptible mientras las lágrimas caían en cascada por sus mejillas.
Draco no sabía qué hacer.
-¿Rosie?
Sintió que el mundo desaparecía bajo sus pies cuando ella pronunció las siguientes palabras;
-Nuestra pequeña. - ahogó entre jadeos. -He perdido a nuestra pequeña.
***
R o s i e
Era la primera vez que decía las palabras en voz alta.
De hecho, me di cuenta de que era la primera vez que le decía algo a alguien sobre la existencia de mi bebé. Había permanecido muda sobre el tema cuando alguien había intentado abordarlo conmigo. Era demasiado doloroso afrontarlo.
-¿Un bebé? - su voz estaba ahogada por la incredulidad. -Rosie, ¿has tenido un bebé?
Lentamente, me permití mirarle. Su cara era de completo shock. Asentí con la cabeza.
-Se parecía a ti. - susurré, mientras las lágrimas volvían a brotar de mis ojos.
Los brazos me rodearon cuando sentí que me atraía hacia él.
-Lo siento mucho, lo siento mucho. - lloró, enterrando sus lágrimas en mi pelo.
Me aferré a él con todo lo que tenía. Sabía el dolor que estaría sintiendo, y quería que supiera que estaba ahí para él. Siempre estaría ahí para él, amándolo para siempre.
En un instante, sus sollozos cesaron y sentí que su cuerpo se ponía rígido.
-¿Dónde está? - gruñó.
Le miré, su cara estaba ahora contorsionada por la rabia, sus ojos grises brillaban peligrosamente.
-¿Dónde está? ¿Dónde está Potter?- escupió, temblando de furia.
-Probablemente esté en el Ministerio, pero-
Soltándome, Draco empezó a caminar acaloradamente hacia la playa.
Mi corazón martilleaba en mi pecho. Corrí tras él, agarrando su brazo justo a tiempo cuando desaparecía.
Caímos en el suelo del concurrido vestíbulo. Draco se dirigió directamente a las escaleras mientras yo corría tras él.
-¡Draco! - grité, el pánico me ahogaba.
No se dio la vuelta, no se detuvo, sino que siguió caminando con determinación, con la mente puesta en una cosa y sólo una cosa. Harry.
Le perseguí mientras irrumpía en las oficinas principales de los aurores. La gente empezó a gritar indignada mientras él abría las puertas de un tirón, haciendo volar los papeles en su apuro.
-¿Malfoy?
Draco se detuvo y se volvió hacia la voz. Hubo un momento de vacilación cuando se cruzaron las miradas. Draco, jadeando fuertemente, miró fijamente. Lo observé, con el corazón en la garganta.
Y entonces, Draco se lanzó.
Harry cayó al suelo mientras Draco le golpeaba puño tras puño.
-¡Me la robaste! - bramó mientras le golpeaba. -¡Me la robaste a ella y a nuestro bebé!
-¡Draco! ¡Para! Por favor, detente. - grité, tratando desesperadamente de quitárselo de encima a Harry. Harry no parecía resistirse, simplemente estaba tumbado mientras Draco le destrozaba la cara. De repente recordé que tenía una varita y apunté temblorosamente a Draco.
Hubo una explosión y Draco voló por los aires, aterrizando a varios metros de él.
Harry se incorporó lentamente, con la cara cubierta de sangre.
-Gr-gracias, Rosie. - tartamudeó, quitándose las gafas rotas.
-No lo hice por ti. - dije fríamente, sin poder evitar el asco en mi rostro.
Me acerqué a Draco y le ayudé a levantarse. La furia había abandonado su rostro y ahora parecía totalmente resignado.
Sin soltar la mano de Draco, me volví hacia Harry, que ya estaba de pie.
-Lo hice por Draco. No voy a perderlo de nuevo por tu culpa.
-Rosie, lo hice porque me importa-
-¡SI ALGUNA VEZ TE PREOCUPARAS POR MÍ NUNCA HABRÍAS HECHO ESO! ¡LO AMO! - grité, con las lágrimas cayendo por mis mejillas. -¡TE SENTASTE A VER CÓMO MI CORAZÓN SE ROMPÍA EN PEDAZOS Y NO DIJISTE NADA!
Harry simplemente me miró, con la vergüenza escrita en su cara.
-Tú y yo, nuestra amistad ha terminado. - mi voz era más tranquila, fría.
Sin mirar atrás, conduje a Draco fuera del despacho, dejando a Harry atrás.
No dijimos nada hasta que bajamos al vestíbulo.
-¿Tenía un nombre?
Me detuve. Algo tiró de mi corazón. Miré sus ojos grises plateados, llenos de tristeza.
-Pearl. - susurré. El sonido de su nombre en mis labios me retorció las entrañas mientras estiraba la mano y tocaba la mejilla blanca y perlada de Draco.
Cerró los ojos y una sola lágrima rodó por su mejilla. Me puse de puntillas y la aparté con un beso.
-Es precioso. - murmuró, apoyando su frente en la mía.
-También lo era ella. - respiré, suspirando por el alivio de poder hablar por fin de ella. Una gran calidez se apoderó de mí mientras mi corazón latía satisfecho junto al suyo.
-Vamos, Rosie. - susurró Draco, rozando suavemente sus labios con los míos. -Vamos a casa.
***
nt; la bebé de Rosie y Draco se llama "Perla", pero suena más bonito en inglés que en español sinceramente jiji
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top