𝟒𝟑 - ¿𝐐𝐮é 𝐥𝐞 𝐩𝐚𝐬𝐨 𝐚 𝐬𝐮 𝐜𝐚𝐫𝐚?

Miré hacia un par de impresionantes puertas de hierro forjado, más allá de ellas un largo camino de grava conducía a una hermosa casa señorial. La casa de Draco.

Las puertas se abrieron y nos empujaron hacia la entrada, tropezando y tambaleándonos mientras cada uno de nuestros captores nos arrastraba con saña, las uñas amarillas y nudosas de Greyback clavándose dolorosamente en mis brazos.

El corazón me martilleaba en el pecho mientras nos acercábamos a la mansión. No tenía ni idea de lo que iba a pasar. Podría estar a punto de ver a Draco, pero en las peores circunstancias. Una parte de mí anhelaba volver a ver su rostro, pero otra parte de mí quería huir lo más lejos posible de esta situación. Esto era demasiado peligroso para todos nosotros.

Una puerta se abrió, derramando luz sobre todos nosotros, mientras una mujer que reconocí como la madre de Draco, nos miraba fríamente, escudriñando nuestros rostros.

-Síganme. - dijo, guiándonos por un pasillo lleno de retratos. -Mi hijo, Draco está en casa para sus vacaciones de Pascua. Si ese es Harry Potter, él lo sabrá.

Mi pulso se aceleró. Apenas podía respirar. Draco estaba aquí. Y él iba a ser quien nos entregara a Voldemort.

Entramos en un gran salón. Tenía una magnífica araña de cristal y más retratos contra las paredes de color púrpura oscuro. Dos figuras se levantaron de las sillas frente a una ornamentada chimenea de mármol y fuimos arrojados bruscamente ante ellas. Levanté la vista.

Draco y su padre, Lucius.

Vi el pánico salvaje que se apoderó de los ojos de Draco cuando se posaron en mí. El miedo se apoderó de mi pecho al darme cuenta de la terrible situación en la que se encontraba. La lealtad de Draco siempre estará con su familia. Las palabras de Snape pasaron por mi mente.

-¿Qué es esto? - Lucius dibujó.

-Dicen que tienen a Potter. - dijo Narcissa con su voz fría. -Draco, ven aquí.

Le vi tragar saliva mientras asentía secamente, caminando hacia nosotros, con los ojos ahora recorriendo nerviosamente a todos nosotros, intentando no mirarme directamente a mí.

Greyback empujó a Harry hacia Draco, que se detuvo bajo la luz del candelabro.

-¿Y bien, muchacho? - el hombre lobo carraspeó. Contuve la respiración, preguntándome qué iba a hacer Draco.

Parecía que Draco se resistía a mirar a Harry y sólo permitió que sus ojos se fijaran brevemente en su rostro, antes de volver a bajarlos rápidamente al suelo.

-¿Y bien, Draco? - Lucius se adelantó sonando ávido. -¿Es Harry Potter?

-No estoy- no estoy seguro. - Draco tartamudeó. Respiré. Se estaba demorando.

-¡Pero míralo bien, mira! Acércate! - Lucius puso el brazo alrededor del cuello de Draco, instándolo a acercarse a Harry. -Draco, si somos nosotros los que entregamos a Potter al Señor Tenebroso, todo se perdonará-

-Ahora, no nos olvidaremos de quién lo atrapó realmente, espero, señor Malfoy. - Greyback intervino amenazadoramente.

-¡No te atrevas a hablarme así en mi propia casa! - chilló Lucius, fulminando con la mirada a Greyback antes de volverse hacia Draco, suavizando la voz. -Vamos, hijo, fíjate bien ahora.

-¿Qué le pasa en la cara? - preguntó Draco. Parecía perplejo, casi asqueado, mientras miraba de cerca el efecto que el gafe de Hermione tenía en la cara de Harry.

-Parece una maldición de picadura. - dijo Lucius entrecerrando los ojos, mirando aún más de cerca. -Hay algo ahí, podría ser la cicatriz, estirada...

Se me revolvió el estómago. Draco parecía ahora temeroso. -No lo sé. - dijo finalmente, en voz baja.

-Tenemos que estar absolutamente seguros o si llamamos al Señor Tenebroso y no es Potter entonces nos matará a todos con seguridad. - Narcissa habló, permitiéndome respirar un poco. Con suerte, la reticencia de Draco sería suficiente.

De repente, apartando bruscamente a Harry, Greyback me empujó hacia delante, ante la cara alarmada de Draco.

-¿Qué pasa con la Sangre sucia, entonces? - gruñó Greyback, empujando mi cabeza violentamente hacia la visión de Draco.

Mi respiración se aceleró y el corazón casi se me sale del pecho de puro terror. Los ojos de pánico de Draco se encontraron con los míos y estaba claro que sentía el mismo horror que yo.

-Espera. - habló Narcissa bruscamente. -¡He visto su foto en el Profeta! Es la chica Carter, de la que se sospecha que está huyendo con Harry Potter. Mira, Draco, es ella, ¿no?

Draco me miró, sus ojos grises parpadearon nerviosos mientras tragaba. -Yo... tal vez... sí.

Me dirigió una breve mirada de disculpa antes de apartar la vista.

-¿Qué es esto? ¿Qué ha pasado, Cissy?

Reconocí la voz al instante como la de Bellatrix Lestrange y mi miedo aumentó diez grados. Se acercó a mi lado y me miró con ojos pesados.

-¿Qué tienes aquí, Draco? Es una cosita bonita, ¿verdad? - me estremecí cuando su mano me rozó el pelo.

Desde detrás de mí, Greyback se burló. -Es una Sangre sucia. No ayudes a Potter. - grité cuando apretó su agarre sobre mí, mis ojos lloraban por el dolor de sus uñas clavándose en mi piel.

-¡Es una Slytherin! - dijo Draco rápidamente, mientras miraba preocupado de Greyback a Bellatrix.

-Imposible. - Bellatrix puso cara de asombro. -Los Slytherin no aceptan a los asquerosos Sangre sucia.

-Es cierto. - Lucius habló con frialdad, su labio se curvó con disgusto. -Está en el año de mi hijo en Hogwarts.

-¿Pero debes haber engañado al sombrero de alguna manera? - chilló Bellatrix, cogiéndome del agarre de Greyback y haciéndome girar para encararla. -Dime chica, ¿cómo lo hiciste?

La miré a la cara, amenazante, y el terror me hizo temblar. -Yo- no lo hice.

-¡¿CÓMO ENGAÑASTE AL SOMBRERO PARA QUE TE DEJARA ENTRAR EN SLYTHERIN?! - gritó, sacudiéndome violentamente.

-¡No he hecho nada! - sollozaba, mientras el dolor subía por mi brazo a causa de su sorprendente y feroz agarre.

-Bien, lleva a los otros prisioneros a las mazmorras. - le espetó a Greyback. -Me gustaría tener una conversación con esta... de chica a chica.

***

Draco pudo oír a su madre entrando en el salón, mientras estaba sentado junto a la chimenea con su padre. No estaba sola.

Se levantó del sillón y se giró para ver quiénes eran sus visitantes. Se encogió interiormente al reconocer primero a Greyback. Parecía estar arrastrando a alguien. De hecho, ahora que todos habían entrado en la habitación, Draco pudo ver que había otros tres arrastrados por su propio Snatcher.

Los prisioneros fueron arrojados bruscamente bajo la luz del candelabro, y cuando el que había sido arrastrado por Greyback levantó la vista, el corazón de Draco se detuvo. Era ella. Rosie.

Y entonces el pánico lo golpeó, con toda su fuerza. ¿Qué estaba haciendo ella aquí? Ahora se dio cuenta de que los otros prisioneros eran Ron Weasley y Hermione Granger, y uno que podría haber sido Harry Potter, pero era difícil saberlo.

Su madre lo llamó y él trató de ocultar la alarma en su rostro mientras se acercaba con cautela. No la mires. No la mires. Se repitió a sí mismo. Le aterraba la idea de que sus ojos lo delataran si la miraba.

Definitivamente era Potter. De eso no había duda. Pero hacerles saber eso haría que convocaran al Señor Tenebroso. Y entonces seguramente mataría a Rosie. No iba a permitir que eso sucediera.

Pero entonces, allí estaba ella, siendo sostenida frente a su cara por Greyback. Se vio obligado a mirarla, y lo que vio le rompió el corazón. Había un terror en sus ojos que él nunca había visto antes. Estaba tan desesperado por rodearla con sus brazos y quitárselo todo.

Pero en lugar de eso, tuvo que quedarse allí y aguantar viendo cómo la arrojaba y destrozaba aquel repugnante hombre lobo. Era impotente para ayudarla y no podía soportarlo.

Para su consternación, su madre la reconoció. No se le ocurrió otra cosa y tuvo que admitir que la conocía, ya que, al fin y al cabo, se había quejado de ella por su nombre muchas veces a sus padres en sus primeros años de Hogwarts.

Se odiaba tanto a sí mismo que tuvo que apartar la mirada.

Pensó que la situación no podía empeorar. Y entonces su tía entró en la habitación.

Mierda.  Tuvo que contenerse para no agarrar la mano de Rosie en ese mismo instante y hacerlos desaparecer de allí. Pero, en lugar de eso, se quedó congelado mientras veía a su tía aterrorizarla.

Había empeorado las cosas al decirle a Bellatrix que Rosie era una Slytherin. Había sido un intento desesperado de salvarla.

-¿CÓMO ENGAÑASTE AL SOMBRERO PARA QUE TE DEJARA ENTRAR EN SLYTHERIN?

-Déjalo, Draco. - siseó venenosamente en su oído.

-Te enseñaré a conocer tu lugar, asquerosa Sangre sucia. - Bellatrix escupió mientras arrojaba a Rosie al suelo, sentada a horcajadas sobre ella.

El corazón de Draco se apretó violentamente cuando Rosie empezó a gritar, un grito que lo atravesó y lo dejó sin aire. Se dobló luchando por encontrar una respiración. Los gritos parecían continuar y vio que Bellatrix estaba haciendo algo en el antebrazo derecho de Rosie con su varita. Rosie se sacudía y se agitaba debajo de ella, gritando. Creyó que aquello no acabaría nunca.

Y entonces, finalmente, los gritos cesaron.

***

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