𝟐𝟒 - 𝐃𝐞𝐬𝐩𝐮é𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐛𝐞𝐬𝐨
Fue como si alguien encendiera la luz. Los dedos de ella habían encontrado el camino bajo la camisa de él y, justo cuando pensaba en lo mucho que deseaba que se la arrancara, se acordó de la Marca.
Dio un salto hacia atrás, haciendo que Rosie se deslizara torpemente hacia el suelo. Apartó la mirada de ella mientras, todavía jadeante, intentaba recuperar el aliento.
-Lo siento. - habló en voz baja después de que su respiración volviera a la normalidad. -No sé qué me pasó. - eso era una mentira. Sabía exactamente lo que le había sucedido. La deseaba. La deseaba de una manera que nunca había deseado nada en toda su vida. Y estar tan cerca de ella, respirar su aroma mientras la guiaba por el encantamiento, hizo que sus sentidos se dispararan. La sensación de su pequeño y suave cuerpo apretado contra él y el tacto de su mano bajo la suya lo habían vuelto loco.
Pero había algo que no le había dicho y, aunque comprendía que nunca había tenido elección, seguía sin poder soportar la idea de ver su cara si descubría en qué se había convertido. Un mortífago.
Y ella era nacida de muggles.
Volvió a caminar hacia el Gabinete. La oyó encogerse de hombros antes de unirse a él.
-¿Crees que ha funcionado?
Él parpadeó, tardó un momento en darse cuenta de que ella se refería al Gabinete. Ella decidió actuar como si el beso no hubiera ocurrido. Su corazón dio un ligero vuelco. Pero tenía que ser así.
Apoyó la mano en la puerta, nervioso, y miró por encima del hombro, encontrándose con los ojos de ella. Se dio cuenta de que sus mejillas seguían sonrojadas y su pecho se agitaba ligeramente, aún recuperándose de su acalorado encuentro. Pensó en lo hermosa que estaba mientras sus ojos azules centelleaban con anticipación. Ella asintió suavemente con la cabeza.
Abrió la puerta muy lentamente. La manzana seguía allí. Sintió un tirón de decepción. No había funcionado.
-Espera - mira. - Rosie se acercó a él y cogió la manzana. Al darle la vuelta, su corazón se estremeció.
Faltaba un gran trozo. Una marca de mordida.
***
R o s i e
Estaba funcionando. Draco y yo estábamos arreglando con éxito el gabinete. No estaba segura de cómo me sentía con esto. Estaba nerviosa sin saber lo que esto significaba para nosotros, para Hogwarts, para Draco.
No mencionamos el beso. Me había sentido herida cuando se apartó de mí. Pero al mismo tiempo me sentí aliviada. No había querido que se acabara. No sé hasta dónde habría llegado aquella tarde en la Sala de Requerimientos, pero cuando estoy con Draco es como si estuviera embriagada y pierdo todas las inhibiciones. Sentía que no podía saciarme de él y era como si hubiera algo que deseaba y que estaba fuera de mi alcance. No podía averiguar qué era, pero la necesidad imperiosa de encontrarlo era asombrosamente abrumadora.
Dracos Malfoy había encendido algo dentro de mí e incluso después de que se apartara del beso, sabía que iba a seguir encendido. Era aterrador.
Mis pensamientos estaban constantemente en la Sala de Requerimientos con Draco y eso me dificultaba concentrarme en cualquier otra cosa.
-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
Parpadeé, y le dirigí a Neville una mirada de disculpa mientras me devolvía al presente. Estábamos en Transfiguración e intentando sin éxito convertir una rana en un ratón. La rana seguía saltando.
-Como decía. - Neville parecía algo agitado y golpeaba nerviosamente su varita en el borde del escritorio. -Slughorn va a dar una pequeña fiesta de Navidad la semana que viene y dijo que podíamos llevar a un invitado, y me preguntaba si podríais... ya sabéis... - se interrumpió, adquiriendo un profundo tono carmesí.
Oh no. Neville estaba tratando de invitarme a salir pero realmente no quería ir a una fiesta con nadie. Y realmente no quería molestarlo.
-¡Oh, qué adorable! - Neville saltó cuando Pansy gritó desde el escritorio detrás de nosotros. -¡A Longbottom le gusta la Sangre sucia! - se rió con maldad.
Me giré para mirarla y mis ojos se encontraron brevemente con un par de ojos gris plateados, pertenecientes a la persona que estaba sentada a su lado. Draco parpadeó, sin mostrar ninguna emoción.
-Cállate, Pansy. - apreté los dientes. -Sólo estás celoso porque a nadie se le ocurriría invitarte a la fiesta. Y además, creo que los perros no están permitidos.
Oí unas cuantas carcajadas cuando me volví hacia mi rana.
-¡Tú pequeña perra! - Pansy escupió detrás de mi.
-Déjalo. - Draco. Mi corazón dio un salto al oírle advertir en voz baja, pero con firmeza, a Pansy. Mis mejillas se sonrojaron mientras casi podía sentir sus ojos penetrando en mi espalda.
Neville no dijo nada más durante el resto de la lección sobre la fiesta, hiperconsciente de la burlona Pansy detrás de nosotros. Me sentí aliviada, no quería una conversación incómoda.
***
-¿Longbottom te invitó a salir entonces?
Estaba en la Sala de Requerimientos, aliviando mi bolsa de provisiones mientras Draco trabajaba en el Gabinete.
Suspiré. -Me estaba insinuando que me invitaría a la fiesta de Navidad de Slughorn.
Draco soltó un bufido burlón. -Slughorn. ¿Qué es él? Es patético que todo el mundo quiera formar parte de su Club de las Babosas. - sabía que esto era un punto sensible en lo que respecta a Draco.
-Bueno, no quiero ir de todos modos. - me encogí de hombros.
-¿Por qué no? - Draco levantó la cabeza, con los ojos clavados en mí. -Seguro que es mejor que estar atrapado aquí conmigo.
-No me importa. Me gusta ayudarte. - ¿Cuántas veces tuve que decírselo? A veces sentía que intentaba alejarme deliberadamente.
-Deberías ir. Ve con Longbottom. Él te quiere después de todo. - sonaba enojado. No podía entenderlo. ¿Me estaba poniendo a prueba?
Draco nunca había sacado el tema de aquella tarde cuando nos besamos. Me di cuenta de que también se cuidaba de evitar cualquier tipo de contacto físico desde entonces, asegurándose de dejarme de lado si alguna vez teníamos que cruzarnos. Y ciertamente no se ofreció a ayudarme con el encantamiento de nuevo.
-Pero no quiero ir. Y menos con Neville. - respondí bruscamente, dolida.
Draco se levantó, me encaró y me miró directamente a los ojos. Su expresión era feroz.
-¿Qué estás haciendo aquí, Carter? ¿Por qué me ayudas? No tienes ni idea de quién soy, ni de qué mundo vengo.
-Draco, no te pongas así. - dije en voz baja, tratando desesperadamente de calmarlo.
-¡Pero es lo que soy! - siseó. -¡Esta soy yo! Y si no te gusta entonces, por favor, ¡vete! Tienes una opción, Carter, yo no. Nunca la tuve.
Pateó una botella de agua que tenía delante y me estremecí al ver que golpeaba la pared de al lado.
-¡Draco! Cálmate. Por favor.
Pero ya no me escuchaba.
-Lárgate de aquí, Carter. Ve y diviértete, sal con quien quieras. No podría importarme menos. Nunca debí involucrarte en nada de esto, especialmente porque eres un...
-¿UN QUÉ? - grité, temblando de rabia ante sus crueles palabras. -¡¿Una asquerosa Sangre sucia?!
Bajó la mirada, como si de repente se sintiera avergonzado. -Sólo vete. Vete.
Cogí con rabia mi bolso y me di la vuelta para darle una última colleja antes de irme. -A pesar de todo lo que has hecho siempre he visto lo bueno en ti Draco. He creído en ti y te he apoyado. Sólo lamento que nunca hayas podido verlo. Adiós, Malfoy.
Me marché enfadada, con las lágrimas cayendo por mis mejillas mientras le dejaba allí, junto al armario de la desaparición, solo y derrotado.
***
nt; no sé si quiero pegarle a Draco o abrazarlo...
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Att. -F
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