𝟐𝟎 - 𝐀𝐭𝐫𝐚𝐩𝐚𝐝𝐨
Porque tienes mi corazón en una llave de cabeza
Detuviste la sangre e hiciste que mi cabeza se ablandara
Y Dios sabe que
Me tienes atrapado.
R o s i e
Había pasado una semana desde la noche en que Draco se sentó conmigo en el sofá. Aunque había lanzado pequeñas miradas en su dirección durante el día, desde entonces no se había intercambiado nada más entre nosotros. Me había resistido al deseo de volver a esperarlo, por miedo a que pensara que me estaba obsesionando demasiado con él si lo hacía.
Aunque en realidad lo estaba. Mis pensamientos estaban ahora llenos de Draco, no podía evitarlo. Se me revolvía el estómago cada vez que recordaba la pequeña sonrisa que me había dedicado al despedirse. Mi corazón se apretaba cada vez que recordaba lo destrozado que parecía y lo completamente resignado que estaba a lo que fuera que tuviera que hacer. Tenía tantas ganas de acercarme a él. Pero tenía miedo, miedo de que me rechazara.
Pero esta noche, después de una semana, decidí ponerme cómoda en el sofá junto al fuego cuando el último Slytherin se fue a la cama. Y entonces esperé.
Esta vez no tuve que esperar mucho. Draco entró justo después de la medianoche. Oí sus pasos cansados mientras entraba prácticamente a rastras. Sentí el suave golpe cuando se desplomó en el otro extremo del sofá.
-Hey. - intenté una pequeña sonrisa al saludarle, aliviada de que hubiera elegido sentarse conmigo de nuevo.
-¿Todavía no puedes dormir? - preguntó, sus ojos se encontraron con los míos. Mi pulso se aceleró. Había sombras oscuras bajo sus ojos que antes no estaban allí. Su rostro parecía dibujado y su cuerpo se veía delgado bajo la camisa. Tuve que luchar contra el impulso de poner mi mano en su hermoso y cansado rostro.
-Pansy está hablando en sueños, al parecer el gato de los vecinos la ha vuelto a perseguir hasta un árbol.
Draco se rió ante mi intento de humor. Era cierto que Pansy hablaba en sueños, pero normalmente eran tonterías inidentificables. Mi corazón se hinchó al ver que le había hecho sonreír.
Observé cómo bostezaba y sus manos se dirigían a la cabeza, alborotando su pelo rubio con los dedos y dejándole un aspecto cansado y áspero.
-La oferta sigue ahí, sabes. - le dije mientras me miraba interrogante. -Para ayudar.
Draco exhaló lentamente mientras volvía a mirar hacia el fuego. -No es necesario. - y luego, añadió en voz baja como si no estuviera seguro de querer decirlo, -Pero... pero gracias... de todos modos.
Sonreí en respuesta aunque él no me miraba. No pude evitar sentir una pepita de decepción porque no quería que le ayudara.
-Por cierto, no te merecías eso.
Miré a Draco con curiosidad mientras me preguntaba de qué demonios estaba hablando.
-El año pasado. Lo que te hizo Pansy. Lo que yo hice.
Me quedé sin palabras. Ni siquiera se me había ocurrido que él siguiera pensando en eso, y menos que estuviera algo arrepentido.
-Está en el pasado. - ofrecí, encogiéndome de hombros. Realmente no quería que sacara a relucir esa noche, sólo pensar en ello hacía que mis mejillas ardieran de humillación. Eso y el hecho de que me recordaba lo cruel que había sido Draco conmigo una vez.
-Pero no lo es: Pansy sigue siendo una perra de grado para ti.
Empezaba a sentirme irritada, solo deseaba que lo dejara.
-¿Por qué sales con ella? - pregunté, sin poder mantener la irritación fuera de mi voz.
-¿Por qué tú sales con Potter? - él devolvió el ataque.
Nos miramos el uno al otro. Vi que una sonrisa empezó a aparecer en su cara y no pude evitar devolverle la sonrisa.
-Vale, vale. - me reí. -Entiendo el punto.
Más tarde, ambos nos dimos las buenas noches al separarnos y cuando me dormí soñé con ojos grises plateados y pelo rubio blanco.
***
Se sentía atraído por ella de una manera que nunca antes se había sentido atraído por nadie. Era extremadamente desconcertante para él. Tenía una tarea que hacer y no podía permitirse ninguna distracción.
Sin embargo, ahora, cuando trabajaba en el gabinete hasta altas horas de la noche, se daba cuenta de que estaba ansioso por terminar y volver a la sala común. Le inquietaba cómo su corazón latía con fuerza ante la expectativa de verla, y cómo la decepción le golpeaba cuando el sofá estaba vacío, con un aspecto tan triste y desnudo sin la chica de pelo oscuro y ojos azules de Slytherin.
Draco entró en la sala común después de otro largo y agotador esfuerzo por intentar arreglar el armario. Como de costumbre, sus ojos se dirigieron directamente al sofá junto al fuego y sintió que una pequeña oleada de placer lo recorría al verla.
Sin embargo, al acercarse a ella, se dio cuenta de que algo iba mal. Ella no le dedicó su habitual sonrisa de saludo, sino que, acurrucada en un rincón del sofá, tenía la cabeza gacha, los hombros caídos y la mano colocada sobre la mejilla izquierda, como si intentara disimular algo.
-¿Carter? - se sentó a su lado, mirándola con preocupación y, cuando ella levantó lentamente la cabeza para mirarlo, notó que algo rojo oscuro y pegajoso se filtraba por los huecos de los dedos que sostenían su mejilla.
-Maldita sea, Carter, ¿eso es sangre? ¿Qué ha pasado? - notó que sus ojos estaban rojos y vidriosos, como si hubiera estado llorando y los miró, con sus propios ojos llenos de preocupación.
-Pansy. - su cuerpo se tambaleó mientras trataba de reprimir un sollozo.
***
R o s i e
-¡¿Por qué demonios te hizo esto Pansy?!
Sonaba muy enfadado. No quería que Draco me viera así, pero aún menos quería volver al dormitorio. No con Pansy allí.
Esa misma tarde, había estado pasando el rato en mi cama, leyendo, tratando de pasar el tiempo hasta que pudiera ir a esperar a Draco en el sofá. Cuando Pansy, Tracy y Daphne entraron por fin, me levanté para salir, pero antes de llegar a la puerta, Pansy se puso delante de mí, con los brazos cruzados y una expresión de furia en su cara de perro.
-¿Y a dónde crees que vas?
Molesta, intenté rodearla pero ella movió su cuerpo actuando como una barrera entre la puerta y yo.
-¡Respóndeme, Sangre sucia! - me estremecí cuando me gritó la última palabra en la cara, con motas de saliva aterrizando en mi ojo.
-No es asunto tuyo lo que hago. - intenté hablar con calma, pero con firmeza, esperando que se echara atrás y me dejara ir. Pero no lo hizo, y lo que dijo a continuación me heló la sangre.
-Sí es de mi incumbencia cuando es a mi novio a quien persigues, pequeña puta.
Intenté fingir ignorancia, pero no pude evitar el rubor que apareció en mis mejillas. -No sé de que estas hablando.
-No actúes inocente conmigo. - Pansy bajó la voz peligrosamente. -Sé lo de tus pequeñas reuniones de medianoche. Es patético. ¿De verdad crees que Draco miraría dos veces a una asquerosa Sangre sucia como tú?
-No es mi culpa si quiere una conversación inteligente para variar. - respondí con una sonrisa, sonando más valiente de lo que me sentía.
Temblando de furia, Pansy me empujó con fuerza, haciéndome caer al suelo, de espaldas. Antes de que pudiera darme cuenta de lo que estaba pasando, cogió el libro de tapa dura que se me había caído y, con un grito, me lo estampó en la cara con toda la fuerza que pudo.
El dolor fue insoportable cuando sentí el duro filo cortando mi mejilla cuando Pansy lo cortó hacia abajo. Estaba demasiado sorprendida para gritar, pero jadeaba. Fui consciente de que Daphne y Tracy me quitaban a Pansy de encima y en ese momento me levanté tambaleándome, agarrándome la mejilla que me escocía y por la que el corte sangraba profusamente, y salí corriendo por la puerta hacia la sala común.
Y ahora Draco estaba sentado a mi lado, mirándome la mejilla, con los ojos llenos de preocupación.
-Ella... cree que estoy tratando de robarte. - murmuré, sin que mis ojos se encontraran con los suyos. De repente me sentí muy avergonzada.
-¡¿Qué?! - se levantó tan repentinamente que di un pequeño respingo. Empezó a pasearse frente al fuego con rabia, frotándose enérgicamente la cabeza con las manos, revolviéndose el pelo por todas partes. Parecía que intentaba pensar en qué decir, pero no se le ocurría nada.
-No lo hago, para que lo sepas. - susurré.
Se detuvo y me miró, y luego habló suavemente: -No soy de los que pierden.
Nuestras miradas se cruzaron y algo brilló entre nosotros antes de que él apartara rápidamente la mirada. Sentí como si mil mariposas acabaran de volar en mi estómago.
Suspirando, Draco se arrodilló en el suelo frente a mí, donde yo estaba sentada en el sofá, y tiró suavemente de mi brazo izquierdo hacia abajo, obligando a mi mano a abandonar la mejilla. Mi corazón latía con fuerza mientras él se inclinaba más cerca para estudiar la herida que Pansy me había infligido.
-Puedo arreglarlo. - habló con suavidad. -Si quieres.
Asentí en silencio. No me atrevía a hablar, la cercanía me daba vértigo.
Observé cómo Draco sacaba su varita del bolsillo de la chaqueta. No tenía ni idea de lo que iba a hacer y, de repente, me sentí nerviosa, ya que no conocía ningún hechizo de curación.
Al ver mi expresión de preocupación, Draco enarcó una ceja y me dedicó una leve sonrisa. -¿Confías en mí? - su voz era aterciopelada mientras hablaba.
-Si. - apenas un susurro, pero lo oyó.
Se acercó a mí, con los ojos puestos en mi corte mientras se inclinaba hacia mí. Podía sentir su aliento en mi mejilla mientras apuntaba con la punta de su varita a mi cara. Empezó a murmurar palabras que no pude entender y jadeé cuando una sensación muy extraña recorrió mi mejilla. Sentí como si la piel rota se estuviera tejiendo con fuerza con agujas muy afiladas y diminutas. Intenté no gritar de dolor, pero no pude evitar el temblor. Draco tuvo que sujetar mi cara con la otra mano, ahuecando mi barbilla con sus largos y callosos dedos. El tacto de su piel sobre la mía me provocó escalofríos por todo el cuerpo.
Nuestras caras estaban tan cerca que casi se tocaban. Mientras seguía susurrando el hechizo, pude sentir cómo las palabras salían de su boca y se posaban en mis propios labios y lo único que podía pensar era que si acercaba mis labios un centímetro más, nos estaríamos besando.
Cuando Draco bajó su varita, no retiró su mano de mi barbilla ni apartó su cara de la mía. Sus ojos se encontraron con los míos y su respiración coincidió con mis jadeos cortos y agitados.
Mis labios se separaron y me encontré susurrando su nombre sin poder evitarlo.
Pero antes de que pudiera reaccionar, otra voz llenó la habitación, una que no pertenecía ni a él ni a mí, y nos hizo separarnos de un salto.
-¡¿Qué en nombre de Merlín le estás haciendo a Carter?!
***
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