Capítulo OO4
No le dije nada a Jennie sobre la propuesta del señor Jeon. Porque incluso hasta para ella (quien era capaz de aventurarse a lo que sea) era lo mas parecido a rozar los limites de la locura.
El señor Jeon me envió un mail citándome tres días después de nuestro encuentro. Nuevamente la cita parecía totalmente profesional y hablaba como una relación lejana entre empleada y jefe. Sin embargo, detrás de ese texto, yo sabía lo que realmente significaba.
Tragué duro y me masajeé el cuello en un acto inconsciente de nerviosismo. Mordí mi labio pensativa mirando hacia la nada misma. ¿Estaba realmente en lo correcto al aceptar esto?
Los días pasaron y los nervios no se fueron para nada. Y para cuando finalmente llegó el día en que sabía que todo cambiaría para mí, decidí tomarme el bus y presentarme en el establecimiento. Esta vez, llevé mi atuendo de siempre: un jean negro, tennis y un saco gris. Mi cabello lo dejé suelto porque no tenía animos para algo más que solo peinarme. Así que siendo transparente, solo fui y me presenté.
Pero mi sorpresa fue muy grande cuando al hacerlo y detenerme en la puerta de entrada, me di cuenta que no había nadie en el establecimiento. De hecho, estaba tan vacío que me causó un escalofrío.
Aún así toque la puerta de vidrio, insegura. ¿El señor Jeon se habría confundido con los horarios? ¿O quizás yo leí mal al leer su mail? Millones de preguntas abordaron mi mente, pero ninguna llegó a ser demasiado fuerte porque cuando fui consciente de lo que había a mi alrededor, parpadeé con sorpresa.
Un hombre alto, serio y con apariencia de ser agil y fuerte me abrió la puerta sin decirme nada. Acto seguido me miró e hizo una reverencia rápida.
—Señorita Manoban, el señor Jeon la espera en su oficina.
No podía negar el hecho de que me asustaba que no hubiera nadie. Y que tan solo estuviera el señor Jeon y aquel hombre que daba un poco de miedo. Y que tenía pinta de que si debía apuñalarte lo haría sin dudarlo y en lugar exacto.
Sonreí apenas.
—¿Por qué no hay nadie?—pregunté, en mi inocencia.
—Es domingo.—respondió sin sorprenderse por mi despiste. Sentí mis mejillas calentarse por la pena.
Ahora tenía sentido todo.
—¿Trabajas para el señor Jeon?—volvi a preguntar cuando nos dirigimos al ascensor. El me envió una mirada lasciva (sin embargo no despectiva) y asintió con la cabeza.
—Soy su guardaespaldas.
Y allí terminó la conversación, dejándome un poco más calmada y menos incómoda que antes.
El ascensor subió al tan esperado último piso y sin muchas vueltas las puertas se abrieron dejando visualizar el pasillo. El guardaespaldas comenzó a caminar sin musitar palabra y yo lo seguí.
Una vez que abrió la puerta se hizo a un lado para dejarme pasar y yo di dos pasos adelante, sujetando con nerviosismo las correas de mi bolso.
Le eché una ojeada rápida al lugar y me di cuenta de inmediato que el señor Jeon se encontraba recostado en el borde de su mesa de oficina y me miraba con una sonrisa de boca cerrada. Sus manos se encontraban en los bolsillos de su pantalón en una pose desgarbada y su camisa estaba arremangada hasta los codos de sus brazos. Se veía tan malditamente sexy que apenas oí su saludo cuando se posicionó frente a mí.
—Me alegro que vinieras.—alcancé a oír. A lo que intenté sonreír forzadamente, intentando no hacer notar mi incomodidad.
—Lo hago por el trabajo.—tuve la necesidad de decir, que en parte era cierto. Pero por otra parte, en realidad no.
—Lo sé.—respondió él. No supe descrifrar si se estaba burlando o de verdad se creyó aquel cuento.—¿Alguna vez volaste en helicóptero?
De repente al oír esas palabras me congelé de inmediato y abrí los ojos de par en par alarmada.
—¿Vamos a volar en helicóptero?—susurré asustada dando pasos en reversa.
—¿Le temes a las alturas?—inquirió el señor Jeon con una sonrisa sincera, coqueta y divertida por sobre todas las cosas. Y eso me sorprendió. El pecho se me lleno de algo lindo, como si me sintiera afortunada de ver ese gesto en un chico tan serio e imponente como él.
—Algo.—alcancé a admitir.—una vez volé en avión y vomité durante todo el viaje. No es algo de lo que esté orgullosa.
—Bueno, esperemos no repetir esa mala experiencia.—hizo una ligera mueca y sonreí de forma sincera.
—¿El viaje será muy largo?
—En helicóptero no. Prometo que pilotaré de la manera mas leve que pueda.—aseguró y aquella palabra... "pilotaré" resonó en mi cabeza por varios segundos.
—¿Tu sabes volar esa cosa?—pregunté con sorpresa. El asintió. ¿Por qué me sorprendía? Era millonario, tenía una vida de ensueño. Estaba claro que pilotar un helicóptero era tan fácil para él como sumar cinco más cinco.
—Andando.—dijo finalmente.
Tragué duro con nerviosismo siguiéndole los pasos. Ambos salimos de su oficina y nos dirigimos a la terraza, que se encontraba en una puerta que no había divisado anteriormente. El sol me dio de lleno en la cara e hice una mueca por ello, sin embargo, cuando menos pude darme cuenta, Jeon Jungkook, con su cabello desordenado revoloteando en el viento, me abrió la puerta del enorme helicóptero que se visualizaba frente a ambos y me invitó a pasar. Yo, temblorosa, subí.
Aún no podía creer que estaba metida en eso.
Estaba loca de remate y ya lo tenía más que claro luego de ello.
El señor Jeon me ofreció un casco negro que pesaba en mi cabeza y me ordenó ponerme en el asiento del copiloto, al mismo tiempo que me indicaba que me asegurara con el cinturón de seguridad. Estaba hecha un manojo de nervios, aunque hice todo lo que estuvo a mi alcance para no hacérselo notar. No quería que viera que era una chiquilla asustadiza e ingenua.
—Te llevaré a mi departamento y allí hablaremos claramente.—me aseguró. Tragué duro la bola de ansiedad que se formó en mi garganta. Mierda.
Jungkook sin esperar a que siquiera pudiera procesarlo comenzó a apretar botones y en menos de lo que pude imaginar el helicóptero comenzó a flotar sobre el suelo de la terraza. Ahogué un gemido y me sujete fuerte de la manija situada en el techo del vehículo aéreo y cerré fuertemente los ojos. Podia sentir la sonrisa burlona del señor Jeon a mi lado, sin embargo no dijo nada.
Poco a poco, el vehículo comenzó a elevarse y la tensión que ocupaba en mi cuerpo fue desapareciendo. A tal punto que abrí los ojos y miré lo que había a mi alrededor. Al ver la distancia que me separaba del suelo sentí que en cualquier momento estaria por desmayarme, sin embargo con el pasar de los minutos ese sentimiento fue cambiado por otra cosa. Por una más ligera. Mas cálida.
—¡Desde aquí puedo ver la casa de mi abue!—solté sin pensarlo. Y al instante me tapé la boca avergonzada. Había quedado frente al señor Jeon como una chiquilla.
—Linda vista ¿verdad?—preguntó, ignorando mi comentario. Algo que agradecí.
—Más lindo que un avión, sí, lo es.—admití comenzando a observar aún más a detalle la ciudad. Eran pequeños cuadrados diminutos sobre un piso de tierra. Parecía una pintura en movimiento. Era increíble.
Luego de eso, y de un buen rato admirando la vista que se me presentaba, ninguno de los dos habló con el otro hasta que volvimos a pisar tierra firme.
Jungkook vivía en un departamento. En el último piso, para ser mas precisos. Me daba la impresión de que todos los vecinos de los pisos inferiores eran iguales de importantes o de mucho dinero como él. El edificio en sí se veía carísimo.
El señor Jeon dejó el helicóptero en la enorme terraza de aquel lugar y le dio lugar a otra persona para que se lo llevara, suponía, su lugar de origen en un establecimiento de vehículos aéreos. Luego de eso ambos nos situaamos en el ascensor y este bajo un piso en lo que fueron menos de 5 segundos.
Las puertas se abrieron de repente y abrí los ojos como platos. Frente a mí se visualizó una puerta y el la abrió con un lector de dedos. Quedé sorprendida por el gesto.
—Sientete libre de sentarte y ponerte cómoda.—me dijo él. No pude responderle adecuadamente debido a lo ensimismada que había quedado observando lo que era su hogar.
Era enorme. Había grandes ventanales con cortinas blancas entreabiertas y un suelo brillante. El living, donde descansaba un gran sofá desplegable, era al menos 3 veces mi departamento. Había un gran candelabro que no se utilizaba debido a la luz del día, pero que también era impresionante. Lo sabía.
Avancé unos pasos y vi al señor Jeon desaparecer por una puerta. Yo solo me límite a sentarme de manera tensa en el sofá, pensando que sería lo que finalmente me diría.
El señor Jeon tardó menos de lo que pensé, porque cuando comencé a quitarme mi bolso y mi abrigo, lo ví a él con dos copas de vino entre las manos. Una me la entregó en la mano y se sentó frente a mí con una sonrisa calma. Lo miré en silencio, expectante a lo que tenía para decir.
—Bien. Ya que acordamos un punto en común te explicaré como quiero que lo hagamos.
Parpadeé repetidamente.
—¿Cómo?
—Yo acostumbro a hacer un acuerdo de forma legal y con papeles. ¿Entiendes? Te daré unos papeles y tu deberás leer y firmarlos si realmente estas de acuerdo con lo que, si quieres, haremos.
¿Qué?
—¿Qué es lo que quieres hacer Jungkook?
Entonces él respiró hondo y se acomodó para mirarme fijo a los ojos. Era algo a lo que estaba acostumbrado a decir, sin embargo no significaba que no le costara.
—Yo no suelo tener sexo de la forma que conoces. Yo lo hago de una forma más...peculiar.
Apenas dijo eso, me di cuenta de que, sea lo que sea que dijera, no sería nadabueno.
—Utilizó... utilizo objetos.—soltó haciéndome contener la respiración—tengo formas, manías y rarezas, "fetiches" si así quieres llamarlo. Utilizo el sadomasoquismo y muchos roles de sumisión. Pero contigo no usaré el sadomasoquismo, si es que aún piensas continuar con esto.
Respiré hondo y miré mi copa de vino con cierta duda. ¿Era normal tomárselo tan a la ligera como lo estaba haciendo yo?
—Sadomasoquismo no.—fue mas una pregunta que una afirmacón—¿cierto?
El señor Jeon negó.
—No es tan malo. Lo prometo. Quizás hasta llegues a disfrutarlo mas que yo.
Sabía que quizás tenía razón. No hacía falta mucho para que Jungkook me excitara. Eso estaba claro. E imaginármelo haciendo cosas extrañas conmigo ohacia mí haciera que la curiosidad picara mas que nunca en mi interior. ¿Y porque no? También era algo caliente.
—Okay.—acepté con un ligero asentimiento. A juzgar por la mirada del chico frente a mí, supe que le sorprendió esa respuesta.
Jungkook sonrió y dejo la copa a un lado.
—¿De verdad?
De repente, parecía entusiasmado, como un niño a quien le compraron esa paleta que tanto quería.
—Si... señor Jeon.
—Dime Jungkook.
—Jungkook.—repetí, probando ese sencillo nombre en mis labios.
—Si, Jungkook.--afirmó, como si fuera gracioso.
Entonces, Jungkook intentó dejar la copa en la mesa, inclinándose ligeramente hacia mi dirección puesto que la mesa ratona se encontraba de mi lado. Ese movimiento fue suficiente para que su rostro quedara cerca del mío y nuestros brazos rozaran. Entonces, todo se detuvo por un instante.
Jungkook miró mis labios y luego los subió de vuelta a mi rostro. Sonrió levemente. Mi corazón comenzó a latir nervioso por esa repentina cercanía, sin embargo no me alejé.
Sin esperar una objeción de mi parte, se acercó un poco más a mí ycolocó sus dos brazos detrás de mí, apoyados en el asiento de sofá. Inclinó un poco la cabeza y casi me pidió permiso con la mirada.
Yo cerré los ojos, esperando su toque.
El entonces, se acercó tanto que sentí su cabello hacerme cosquillas enel mentón. Y a los pocos segundos, sentí sus labios húmedos situarse en elpunto sensible de mi cuello.
N/A
No quería dejarlos sin capitulo, asi que perdonen los guiones, luego los corregiré<3
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