Capítulo OO3


Mordí mi labio y me pasé la mano por el cabello varias veces, desordenándolo.

Me llegó un mail de la empresa a las 2 horas de mi encuentro con él, en el que se confirmaba que me citaban nuevamente a Jeon enterprises y que la hora del encuentro sería a las 10 de la mañana.

Estaba muy nerviosa, porque realmente no sabía que hacer. Si decía que sí, probablemente me metería en la boca del lobo. Si decía que no, lo perdería para siempre.

Me daba curiosidad saber que era lo que quería proponerme. Pero al mismo tiempo algo me decía que en realidad no era para nada bueno. La situación era muy extraña. Y yo no sabía que hacer al respecto, porque mis ganas de ir eran iguales a las que me retenenían a la cama y me decían "no vayas, no será bueno para ti y lo sabes".

Pero luego de meditarlo unos minutos más terminé por decidirme. No podía engañarme a mi misma, aunque lo más sensato era no darme vueltas al asunto y seguir con mi vida, yo tenía curiosidad de su propuesta, y por encima de todo, también tenía curiosidad de él.

Así que, ignorando mi cabeza y siguiendo a mi corazón decidí levantarme de la cama y arrancarme el pijama para adentrarme a la ducha. Luego de asearme y desayunar algo atareada, me cambié de ropa. Esta vez no fui con una falda y camisa ni intenté esforzarme en aparentar que era alguien que marcara una muy buena presencia. Solo fui como Lisa. Con un jean y una remera sin mangas y mi cabello atado en una coleta.

Me tomé el primer taxi que vi y fui intentando controlar los nervios y la ansiedad que me asaltaban. Mi idea era solo escuchar su propuesta, si no era una locura, la aceptaría. Si era algo que pasaba de mis límites me iría. Necesitaba el dinero después de todo, debía aprovechar si se trataba de una propuesta laboral favorable.

¿Pero a quien podía engañar? solo intentaba convencerme a mi misma de que esto era lo correcto. Pero en el fondo, muy en el fondo, mis instintos me decían que saliera corriendo. 

Cuando me bajé, ingresé sin mirar a ningún empleado del lugar y me dirigí a la recepcionista. Era la misma peliroja zorra que antes había insinuado que cuidara mis manos sobre el señor Jeon. Cuando vió que nuevamente aparecía por ahí se sorprendió, pero intentó fingirlo con una sonrisa vagamente profesional.

—Buenos días.—dije, intenté controlar mi tono soverbio—Tengo cita con el señor Jeon a las diez.

—Ya mismo se lo informaré.—dijo entre dientes, antes de que tardara unos segundos en responderme.

Entonces, no pasó mucho tiempo antes de que recibiera un llamado telefónico y me mirara una ultima vez.

—Puede ingresar a su oficina.

Y antes de que pudiera decir algo, una chica se acercó y me pidió que la acompañara. Sin decir nada más la seguí en silencio.

Cuando me dejaron en la puerta de su oficina la chica a mi lado golpeó la puerta.

—¿Señor Jeon? Aquí esta la aspirante.

Entonces, el corazón me saltó en un latido nervioso al verlo alzar la mirada desde unos papeles que estaba revisando, mientras se incorporaba de su asiento y alisando las inexistentes arrugas de su traje se acercaba a mí con una sonrisa de boca cerrada muy profesional y actuada.

—Gracias, Hyuna. Puedes retirarte.

En un segundo, la chica a mi lado se fue y se cerró la puerta. Todo pasó tan rápido que parpadeé con sorpresa.

El señor Jeon me sonrió y me invitó a pasar. Lo seguí enmudecida y me senté frente a el en el mismo asiento. El se sentó frente a mí con una sonrisa serena y complacida, algo que me causó curiosidad y nerviosismo.

—Ciertamente no sabía si vendría. En mi cabeza, las posibilidades de que lo hiciera eran tantas como las que no.—confesó.

—Aquí estoy señor Jeon. Necesito el dinero al fin y al cabo.—resolví—Por cierto ¿qué quería ofrecerme? Permítame decirle que me causó curiosidad su misterio.

Y no era mentira. A pesar del miedo y las dudas yo decía la verdad. Sonreí un poco al decirlo, el sonrió apenas.

—No era mi intención resultar misterioso. Pero el tema es algo delicado, así que no me parecía correcto expresarlo en esa cafetería con tanta gente observando.—explicó

Y con esas palabras, realmente si comencé a inquietarme. Era como lo que decía alguien segundos antes de hacer algo muy malo.

—¿Es muy grave?—pregunté.

El señor Jeon lo pensó detenidamente. Se tocó el reloj de plata que llevaba en la muñeca en un gesto que me resultó curioso y sexy al mismo tiempo. Luego se tocó los labios y comenzó a hablar con una sonrisa forzada.

—No lo es, sin embargo es poco usual lo que estoy por ofrecerle.

—Estoy lista para escucharlo.

El me miró a los ojos y me inquieté. Era como si estuviera observando si mentía o no. Como si quisiera leer mi mente y averiguar que era lo que pasaba por mi cabeza. Por ello puse mi rostro mas serio e impasible que me surgió en el momento. No quería que el supiera como me hacía sentir.

—Empezaré por el plato fácil.—informó, comenzando a hablar mientras unía sus manos y las colocaba sobre sus piernas.—sigo insistiendo en que quiero que seas mi secretaria personal, Lalisa Manoban. No supone de un gran esfuerzo, es solo armar agendas y básicamente atender mis caprichos dentro de la empresa. Aunque pedí experiencia previa, tomaré en cuenta lo que me dijiste el día en que viniste a aquí que fue "creo que a veces alguien sin experiencia puede guardar mas potencial que una persona que sí la tiene."—citó mis palabras exactamente igual al día en que las saqué de mis labios—este trabajo vendrá de la mano con el siguiente. ¿entiendes? Si no quieres hacerlo no te obligaré. Pero me gustaría que estés cerca de mí por cuestiones estrictamente personales.

Intentaba procesar la información todo lo que podía al mismo ritmo en el que el señor Jeon me iba soltando toda la información. Sus palabras, su forma de decirme las cosas... sabía que no me haría daño pero parecía que quería... ¿controlarme tal vez?

¿Cómo se supone que debería reaccionar con una propuesta así?

Hasta ahora, me parecía algo extraño, pero no era algo de lo cual debería salir corriendo.

—¿Y cual es la otra propuesta?—indagué con desconfianza y mucha sospecha.

—La otra propuesta es algo más...íntima.—reconoció y fruncí el entrecejo.—en vista de lo que pasó hace semanas, me queda claro que viste en mí lo mismo que yo vi en ti. Te atraigo.—concluyó y alcé ambas cejas avergonzada, sintiendo el calor en mis mejillas-- Y no es mi intención parecer egocéntrico, pero sé reconocer cuando una mujer me desea.

Desvié la mirada sin saber que decirle.

—Tú también me atraes.—agregó luego de unos instantes y volví a mirarlo sorprendida. Que lo dijera en voz alta... no sonaba real.—¿sabes cual será mi propuesta cierto?

Me paralicé mientras miraba un punto fijo e inexistente en el suelo. De repente mi cerebro se había reiniciado como si fuera una computadora. Y al encenderse estaba intentando procesar rápido todo lo que podía.

Y no, aún seguía sin poder procesarlo del todo. Y una parte de mí no podía creerlo.

—¿Esta hablando en serio? ¿Qué le hace pensar que le diré que sí?—inquirí algo molesta.

—No lo sé. Por eso estoy preguntándole.—dijo con seriedad, observándome. Mordí el interior de mi mejilla.

Respiré hondo y decidí contestar.

—¿Porqué... porque hace esto? ¿Qué ganaría mateniendo una relación intima conmigo?—pregunté confusa.

Aún no podía creer que lo que estaba escuchando era real. El señor Jeon Jungkook, de repente y sin darme oportunidad a procesarlo, me estaba ofreciendo tener sexo con él.

Era muy bueno y muy malo en partes iguales.

El señor Jeon, quien se había incorporado comenzó a dar pasos lentos frente a mí. Cuando desvié la mirada hacia el suelo intimidada, sus dedos callosos se posicionaron en mi mentón y lo alzaron levemente para obligarme a observarlo.

 —No tengas timidez conmigo.—pidió casi en un tono amable y me sentí extraña—mi único objetivo es satisfacer y calmar los deseos que surgieron cuando te vi, Lalisa.—confesó, erizándome la piel.

--¿Y que ganó yo?—dije medio riéndome. Quizás por los nervios. Él se alejó de mi rostro y apoyo sus manos en el borde de la mesa de su oficina.

—Tenerme a mí. —soltó, sin reírse.

Lo miré sin saber que responder.

Lo peor de todo, es que muy en el fondo, no me desagradaba su propuesta.

—¿Cuánto tiempo tengo para pensarlo?

—Todo el que quieras. Solo dame una respuesta concisa cuando volvamos a vernos.—me pidió. A lo que asentí tragando duro. De repente tenía la boca seca.

Entonces, el se incorporó y me ofreció su mano. Dudé por un instante en tomarla, pero cuando lo hice lo apreté con mas fuerza de lo necesaria.

—Adiós, señor Jeon.

—Adiós, señorita Manoban.

El miró mis labios y yo miré los suyos inconscientemente. Pero no sucedió nada. Solo sonrió levemente, soltándo mi mano. Entonces yo salí a pasos rápidos de ahí.

Era una jodida locura. No podía parar de repetirme eso.

Pero lo peor de todo no era la propuesta o las cosas que me dijo, si no porque en realidad en el fondo, yo sabía la respuesta a esa pregunta.

Quería hacerlo. Quería saber lo que era tener al señor Jeon embistiéndome, besándome, tocando las partes mas sensibles de mi cuerpo y haciéndome sentir que estaba en el cielo.

Pero no dejaba de ser una locura.

Y eso, solo era la punta del gran iceberg llamado Jeon Jungkook.

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