Capítulo O14
Al día siguiente, estaba muy intranquila caminando hacia mi humilde oficina, metida en mis pensamientos mas profundos y preocupantes, donde la ansiedad no dejaba de carcomerme viva.
Hasta que de pronto, soy abordada por la persona que, si me dieran a elegir entre compartir oxigeno con un león o con ella, definitivamente eligiria un león.
Con ese nivel de odio expresado me refería a Han Mina. La secretaria de la empresa que misteriosamente desde el día en que entré, me declaró su enemiga principal.
Mina siempre estaba detras mío diciendome que debía hacer y que no, siempre regañandome si llegaba muy temprano al trabajo o si llegaba muy tarde. Siempre alardeando y restregandome en el rostro que ella era mejor que yo entre las lineas muy sutiles de nuestras charlas.
Y sobre todo, siempre dandome mas trabajo del que tenía.
—Empieza a tener responsabilidad como todos nosotros Manoban.
Mina me regañó, mientras me daba un enorme papeleo entre las manos. Nuevamente no me sorprendió... pero si me enfureció.
Ese día, al sentir como esas pilas de hojas se estacionaban entre mis manos una vez más, sentí un temblor de pies a cabeza por producto de la rabia que me comía entera. Apreté la mandibula y me la quedé mirando, expectante de lo que fuera a hacer.
Hace semanas me hacía lo mismo. Creí que en algun momento pararia con el trabajo excesivo, pero veia claramente que no iba a ser asi. Que siempre abusaría de su poder sobre mi y me vería la cara de imbécil.
Ella sonrió. Podía ver como gozaba de mi incomodidad y rabia, de verme preocupada, atrasada o estresada y ver que mi día empeoraba con sus llegadas, regaños y burlas. Ella sabía bien que no tenía el valor de replicar por esa pila de hojas al menos, porque después de todo era mi trabajo.
Pero asi como ella me usaba para ser el centro de su malvada diversión, nadie me dijo que estaba prohibido retribuirle el favor.
—En vez de dejarme todo el trabajo a mi...—comencé—¿porque no empiezas por dejar de pintarte las uñas en la oficina?
Sonreí de manera falsa hacia ella haciendola enmudecer. Se quedó observandome, como si quisiera confirmar que de verdad lo dije.
Al darse cuenta de que no me retracté de mis palabras, su palido rostro enrojecio como el color de su cabello.
—¿Que acabas de decir? ¿Acaso quieres que te despidan, es eso?—amenazó, sintiendo que de verdad tenia la capacidad de hacerlo. Pobre niña ingenua.
—Punto número uno: dudo mucho ser despedida por faltarle el respeto a una secretaria tan reemplazable como tú. Y punto numero dos, lindura, ¿Crees que no sé que tu trabajo lo estoy haciendo yo?
Señale con mis ojos los papeles entre mis manos con cólera. Ella agrandó los ojos, sorprendida de mi confesión.
—Si quieres conservar tu puestito, mas te vale que empieces a hacer lo que te corresponde. Y no darme todo el trabajo a mi... ¿no te parece justo?
Parecía que a Mina le habian comido la lengua los ratones. Nisiquiera intentó contradecirme, solo se vió tan amenazada que se quedó tiesa como una roca.
Sonreí, siendo consciente de que yo habia ganado ese round. Dicho eso, le devolvi el papeleo bruscamente empujandola unos pasos, de la misma forma que ella todas esas semanas me lo había hecho a mi, y me fui a mi oficina haciendo eco con mis tacos altos, sintiéndome una triunfadora.
Al llegar, masajeé mis sienes y prendí el aire acondicionado. Ese día, hacía mas calor del normal, y comenzaba a notar las gotas de sudor que en cualquier momento se arrastrarian por mi cara.
Habia dejado mi telefono encima de mi oficina, mientras me dedicaba a ordenar el papeleo y de vez en cuando lo miraba angustiada. Aún consideraba cambiar el número por los mensajes de texto que me llegaban, donde insistían en verme y charlar. Una parte de mí queria creer firmemente que se trataba de un idiota que le gustaba jugar a ser el tipo malo, pero no podía engañarme a mi misma.
Sabia de quién era ese número, y estaba aterrada.
Al recordar el mensaje que me llegó minutos antes de entrar a la oficina, sentí como los nervios se disparaban por todo mi sistema.
"Veo veo: observo a una linda chiquilla con tacones, que se esta creyendo demasiado importante como para ignorarme"
Sentía mi corazón palpitar con cada segundo que pasaba. De pronto sentí que el aire comenzaba a faltarme asi que intenté abrir las ventanas de la oficina para que entrara aire fresco. No era un buen lugar para tener un ataque de ansiedad y prefería prevenirlo a toda costa. Las nauseas subieron por mi garganta y el sudor volvio con fuerza.
Aprete fuertemente los puños mirando un punto fijo en el suelo, mientras intentaba calmar mi fragil y atormentado corazón que no dejaba de golpear con fuerza contra mis costillas, a tal punto que comenzaba a doler.
Decidí salir de la oficina camino al baño. Mis pasos fueron rápidos y para evitar miradas sospechosas mire al suelo en todo momento. No quería que vieran el terror en mi mirada, no queria que vieran mi sudor, tampoco queria que vieran que estaba apretando tanto los puños que mis uñas comenzaban a lastimar mi carne.
Apenas la puerta se cerró detrás de mí abrí el grifo y mojé mi cara de inmediato, sin importarme si arruinaba mi maquillaje. Sujeté el borde del lavabo con mis manos e intenté estabilizarme cerrando fuertemente los ojos.
Ya pasó, ya esta. Basta Lalisa.
No aquí, no ahora
Y así me repetí por unos minutos, intentando realmente volver a encontrarme.
De pronto la puerta se abrió y un chico de cabello negro y ceño fruncido se acercó a mi rápidamente.
No me di cuenta hasta que estuvo frente a mí que se trataba de SeokJin, mi vecino del piso de abajo.
—¿Todo en orden?
Asentí con la cabeza de forma repetitiva.
El me tomó de las mejillas y me obligó a mirarlo.
—Enfocate en mi, Lalisa. Inhala y exhala con cuidado.
Entonces, con mucha dificultad, comencé a hacerlo.
Al principio se sintió como si no hubiera aire suficiente para inhalar, pero conforme comencé a repetir la acción, mis pulmones comenzaron a llenarse de aire.
No me di cuenta hasta ese momento que estaba apretando con fuerza las muñecas de Jin.
Sin embargo, cuando comencé a sentirme mas aliviada, mi agarre se aflojó hasta deshacerlo por completo.
—Lo siento.—susurré—no era mi intención...
—No importa.—me interrumpió con firmeza— tú no puedes trabajar así. Deberias decirle al señor Jeon que te dé el día libre.
Negué con la cabeza.
—No quiero llegar a ese punto. Yo...
—No puedes estar aquí en este estado.—insistió. Hizo una mueca, como pensando algo y dijo—: Ven a mi oficina. Pediré que te traigan un café.
Luego de 10 minutos, yo me encontraba en su oficina, con un café entre las manos y la mirada perdida. No podia cargar con la vergüenza de haber hecho, posiblemente, una de las peores escenas de mi vida. En medio del trabajo, y sobre todo con alguien que apenas conocía.
—¿Mejor?—preguntó Jin. A lo que asentí levemente mirando al suelo avergonzada.
—Gracias, señor Kim.
El me miró, asintiendo.
—Fuiste al baño de mi piso, es mi deber ver por tu bienestar.
Lo dijo, pero sonó mas como una excusa. Como para no demostrar que era alguien empático y siempre miraba por el bien de las personas que necesitaban ayuda.
Luego de sus palabras me quedé en silencio de nuevo.
—Hacen buen café.—dije, era estúpido decirlo pero sentí la necesidad de hablar.
—Son de la máquina, pero gracias.—se burló e inevitablemente a ambos se nos escapó una sonrisa.
De pronto, la puerta se abrió de golpe y un Jungkook con su semblante serio de siempre entro por ella.
—Seokjin necesito...
Su voz se cortó abruptamente al verme ahí, con un café entre las manos y tímida y encorvada mirando hacia la oficina de Seokjin. Me quedé tiesa de golpe, sin saber lo que se venía ahora.
Jungkook nisiquiera frunció el entrecejo. Su mirada se oscureció varios tonos mientras pasaba de mirarme a mi a mirar a Seokjin.
—¿Kim?—dijo, su voz sonó fría y autoritaria.
Seokjin me miró, y al ver mi cara de pánico, al parecer se apiadó de mi o le di tanta pena que no pudo evitar cubrirme.
—Yo la envié hacia aquí. Estabamos hablando de ciertos documentos que le envié la semana pasada para ti.
—¿Cuales documentos?—Jungkook parecía querer indagar hasta el fondo del asunto.
Jin entonces pareció palidecer por un instante.
—Los de los acuerdos con el banco—dije, con mi voz ligeramente rasposa—esos documentos.
Jungkook de quedó en silencio unos segundos. Y para ser honesta fueron los segundos mas tensos de mi vida, porque sabía que en el fondo no se creia el cuento. Y ver a Jungkook mirarnos como si estuviera a punto de sacar los dientes en cualquier momento, si que me dió miedo.
—Bien.—dijo finalmente para mi total sorpresa.—Señorita Manoban dejeme hablar a solas con el señor Kim. Diríjase a su oficina y terminé de tomar su café ahí.
De pronto, me sentí aterrada por Seokjin. Sin embargo el tenía una mirada calmada, como si realmente no le afectara ese caracter podrido, como si se hubiera acostumbrado a esa aura imponente que siempre parecia emanar.
Seokjin asintió con la cabeza casi diciendome "Ve" por lo que no me quedo más remedio que levantarme y a pasos torpes y débiles salir de ahí.
Al cabo de media hora, Jungkook entró a mi oficina en silencio. Esta vez, llevaba el ceño fruncido ligeramente. Dandome a entender que había algo que lo dejaba inquieto y que probablemente tenia que ver conmigo. Mis nervios se dispararon nuevamente, por lo que solo pude morder el interior de mi mejilla mientras lo veía mirarme fijamente desde su punto en la habitación.
—¿Estas bien, Lalisa?
Lo miré y asentí de inmediato.
—¿Que le dijiste a SeokJin?
—¿Porque te interesa saberlo?
Me quedé en silencio unos segundos, sintiendo la mirada filosa de Jungkook en mí.
—Solo... si llegase a perjudicarse por mi, me sentiría culpable.
—¿Y porque te sentirías culpable? ¿No que el te llamó?
No sabia que decir.
—¿Lo regañaste?—atiné a preguntar
Jungkook esta vez, dejo de mirarme con semblante duro y relajó la mirada.
—Solo le dije que la próxima, yo mismo me encargaría del asunto. Para evitarnos las molestias.
Jungkook no dejaba de mirar todos mis movimientos en el acto, como si fuera un animal que acechaba a su presa. Como si quisiera que yo cometiera el mas mínimo error para solucionar lo que pasaba por su mente.
—Con "asunto" ¿te refieres a mí?
Pude percibir un brillo divertido en su mirada.
—Con asunto... me refiero a que no veras a Seokjin cuando se te dé la jodida gana. Si tienes un problema vendrás a mí.
Lo mire entrecerrando los ojos.
—¿Esa es tu manera de mantenerme controlada?—indagué—¿de mantenerme en tus juegos retorcidos?
—Es mi manera de tenerte solo para mí.—explicó—eres mía. Y nadie toca lo que es mío.
Mi corazón dio un vuelco al oirlo decir eso de la unica forma en la que un tipo como el podia hacerlo: como si tan solo esas palabras erizaran cada poro de tu piel, sintiendo como con esa mirada te desnuda entera... y sobre todo, sintiendo que esa voz te esta embistiendo una y otra vez.
Mi mente vuelve a la cena de la noche anterior, donde nos tocamos tanto que caimos rendidos en un sueño profundo.
A veces me frustraba que nuestra relación fuera tan desenfrenada y pasional, pareciamos dos animales en pleno celo.
Lo divertido fue que tuvimos una charla normal, como dos personas que se conocen y no como jefe-empleado. Me contó cosas bonitas de su infancia, como el hecho de que su abuelo siempre le exigía ser elegante porque decia que nada era mas importante que ello, también como sus hermanos solían pelear por los juguetes, y vestirse con frazadas y ropas viejas para caracterizar a un personaje de cada cuento que les habian leido.
Jungkook en lo poco que pudo decir de su infancia, fue que no habia sido perfecta, pero que sus abuelos habían hecho todo lo posible para que a ninguno les faltara nada. Y eso, era lo mas importante. La familia y el tiempo con ella. Lo demas jamas superaría esos valores.
—Habrá una fiesta en esta oficina, y me complace informarte que tú junto a Mina y Seokjin, serán los organizadores de dicho evento.
Alcé las cejas con sorpresa.
—¿Quién cumplirá años?
—Nadie. Es un evento que harán el domingo solo para divertirse. Lo hacen de vez en cuando y yo se los permito.
Jungkook se encogio de hombros. Yo lo miré curiosa.
—¿Porqué lo permitirías?
—Porque todos son buenos trabajando. Se lo han ganado.
—Se lo ganaron luego de que tú los dejaras sin cabello de tanto estrés. Eres exigente.
—La exigencia es fruto de todo trabajo. Si no exigiera profesionalismo, prolijidad y exactitud ¿donde estaría yo ahora?
Me quede callada. No podia hacerle frente a esa pregunta.
—¿Estoy invitada a dicha reunión?
—Por supuesto.
—¿Y tú vendrás?
No queria sonar como una niña ilusionada, pero lo hice.
—No.—respondio, a lo que fruncí el entrecejo—sigo siendo el jefe, tengo una distancia que tomar con mis empleados.
—Aguafiestas.—me burlé.
—Molesta.—respondió, en broma.
Dicho eso Jungkook me dedicó una ultima mirada y salió de la oficina a paso tranquilo.
Yo sonreí, pensando que sería una gran fiesta. Luego recordé que tendria que trabajar con Mina y todo mi animo se esfumó de repente.
El teléfono vibró casi todo el día, y yo sin más lo apague y le saqué su chip.
Era hora de dejar de entrar en pánico por unos mensajes que me dañaban.
Sin embargo, eso fue mi primer error: pretender ignorar la situación incluso cuando tenía un circulo de fuego a mi alrededor, con sus llamaradas llegando a laa nubes.
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