22. Santos Celos 4

En el santuario

La diosa Athena daba los últimos detalles de la misión para los tres caballeros quienes tenían sus cajas de pandora listas para emprender el viaje.

Cisne no mostraba felicidad al saber que su pareja no iba a estar junto a él sino con Dragón y Perseo, este último disimuladamente se burlaba de su situación.

—Andromeda, Dragón y Perseo, les deseo buena suerte en su viaje, ojalá que Asgard vuelva a la normalidad.

—Así será Athena, cuenta con nosotros — respondió el dragón.

—Déjelo en nuestras manos mi diosa— el santo de Perseo se puso al lado de Andromeda, cosa que a Cisne le desagradó. —Todo estará bien, o no es así lady Andromeda.

—Tienes razón — la amazona dio una leve sonrisa.

—¿Puedo golpearlo? — Cisne tenía el puño cerrado mientras miraba a Pegaso y Fénix.

—¡Aun no! — Pegaso contestó y bajó la mano de su compañero.

—Está bien — dijo frustrado, Fénix y Pegaso se marcharon cuando vieron que Andromeda se acercaba a él.

—Y bien, ¿no piensas darme un besito antes de irme? — la ojiverde decía esto de una forma tan dulce.

—No quiero que te vayas, quédate conmigo y con los niños — Cisne estaba triste.

—Siento mucho que no sea así pero te prometo que regresaré muy pronto para que podamos estar juntos — la amazona beso su mejilla.

—Solo espero que ese idiota no te haga nada o se las verá conmigo cuando regrese — su pareja de dio una leve palmada en la cara tras escuchar al rubio.

—¡Ash! ¡Y sigues con lo mismo!, por favor Hyoga, no me pasara nada yo se cuidarme sola — Andromeda cruzó los brazos.

—Lo lamento pero no confío en él, quien sabe e intente coquetearte o alguna otra cosa para molestarme porque eso es lo que esta logrando ahora mismo — Cisne se enfado al ver al Santo de plata que se acercaba a ellos.

—Siento interrumpir su platica pero es hora de irnos Andromeda, ¿le ayudo a llevar su caja de pandora? — propuso el santo de plata de manera amable.

—No gracias, ella no necesita tu ayuda — Cisne respondió en lugar de Andromeda.

—Esperaba la respuesta de la dama, no la tuya — Perseo se molestó.

—Y eso a mi que me importa, además Shun no necesita tu ayuda para llevar su caja de pandora — respondió Cisne.

—¡Hyoga! — exclamó su pareja con enojo.

—Veo que no te enseñaron modales, aun me pregunto como fue posible que tan hermosa mujer como Andromeda se haya fijado en alguien tan amargado y estúpido como tú — Cisne arqueo la ceja y respondió.

—Shun me ama tal como soy, y a mi si me enseñaron buenos modales a diferencia de ciertas personas que no saben respetar a una mujer casada — Perseo apretaba los dientes.

—El que ella esté casada contigo no significa que haga hasta lo imposible por conquistarla — Andromeda se sonrojó ante el comentario. —Ella merece a alguien mejor que tú y yo soy el indicado para eso, además Andromeda es la constelación que mi constelación ama y luchare por ganarme su amor!!

—¡¡Eso ya lo veremos!! — Cisne y Perso estivieron a punto de agarrarse a golpes de no haber sido Fénix que intervino en la discusión.

—¡Basta ya! — alzó la voz y observó a su cuñado. —¡Qué diablos te pasa!

—¿Qué es lo que me pasa?, Pues esto es lo que me pasa — señaló a Perseo. —Este imbécil quiere propasarse con mi mujer — el santo de hielo estaba alterado.

—Deberías controlar a tu cuñado Fénix, con actitud hasta podría lastimar a tu hermana — dijo en defensiva el santo de plata a lo que Fénix le dio la razón y terminó regañando a su cuñado.

—¡Por Dios Hyoga! ¡Controlate!, si pasa algo con mi hermana te juro que te partiré la cara — advirtió el pelizaul.

—Pero él... — Cisne observó a su esposa que estaba llorando. —Shun, lo siento... Yo solo quiero...

—No llores Andromeda, aquí estoy yo para que te desahogues — Algol a atrajo a su pecho mientras ella seguía llorando, Hyoga quedó perplejo de ver esa escena.

—¡Que te pasa Hyoga!, ... Porque siempre tienes que actuar de esa manera — dijo entre sollozos su pareja.

—Amor, yo lo siento... — Fénix le dio un golpe en el estómago.

—¡Idiota! — le dijo y observó a Perseo. —Cuida de mi hermana durante el viaje.

—Así será Fénix, con tal de que tu hermana se encuentre bien yo arriesgare mi vida... ¿nos vamos? — Andromeda asintió.

—Si...vámonos — limpio sus lágrimas y se separó de Algol, ambos junto a Dragón terminaron yéndose del santuario mientras Cisne le miraba con dolor.

—S... Shunny... Perdón... — el rubio soltó una lágrima.

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Seis días habían pasado tras lo sucedido en el santuario, Shun y compañía finalmente habían llegado a su destino: Asgard.

Los tres miraron con asombro todo su alrededor, casas destruidas por el fuego, muchas grietas en el suelo, muchos habitantes ocultandose por su propia vida y por si eso era poco hasta la estatua del dios Odín estaba hecha añicos.

—¿Pero que fue lo que pasó aquí? — dragón tomó un fragmento de la estatua de Odín.

—Esto es peor que lo pasó hace años atrás — Andromeda miraba una casa que estaba ardiendo en llamas.

—Me preguntó quien hizo semejante barbaridad — Perseo dijo, sin embargo un fuerte cosmos de hacía acto de presencia en el lugar, una corriente roja estaba a punto de atacar a la amazona, él de inmediato la protegió.

—¿Están bien? — preguntó Dragón.

—Si... Muchas gracias Algol — el santo de plata asintió y le ayudo a ponerse de pie.

—Tal parece que estamos en problemas — él, Dragón y Andromeda se pusieron en alerta ante lo que estaba pasando.

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