4. Ultrasonido.

Wei Wuxian estaba particularmente emocionado por su cita con Lan-nainai ese día. Pues ese día Lan Yizhen le dijo que podrían ver la energía espiritual de su bebé por primera vez con ayuda del talismán que proyectaba esta misma para que los padres pudieran verla, una novedad que el Clan Jiang inventó años atrás.

Lan Wangji y él salieron del Jingshi tomados de la mano. Encontraron que tener a su primer bebé los envió de nuevo a un estado parecido a los primeros años de su matrimonio, donde eran empalagosos y desvergonzados recién casados cariñosos. Estaban encantados, más bien. Y no es como que alguien pudiera reclamarles por ello, todos sabían que no existía nadie en el mundo que se mereciera más ser feliz que ellos después de toda la tragedia que vivieron. Si eso venía con un montón de demostraciones de afecto públicas, que así sea.

Wei Wuxian asistía en las clases de Hanguang-Jun por las mañanas, para su mayor desgracia, su bebé tenía el horario de los Lan y lo despertaba a las cinco en punto. Cuando descubrió esto, Wei Wuxian lloriqueó por una semana entera hasta que pudo acostumbrarse a su triste destino.

Para los juniors era un deleite ver crecer día con día el vientre de Wei-qianbei, donde el hijo de su admirado Hanguang-Jun crecía. Además de que era un tanto gracioso verlo ser el mismo Wei Wuxian de siempre; activo, parlanchín, inquieto y juguetón, pero ahora con la adorable adición de estar enorme por su bebé.

—Hanguang-Jun, ¿cuándo podrán saber si será niño o niña? —después de que la clase terminase –sobre todo la clase de los más pequeños– los niños no eran inmunes a su curiosidad por el primer bebé dentro de la familia principal de la secta y rodeaban a Wei Wuxian para, a veces ser atrevidos, y pedirle el permiso de tocar su vientre.

Wei Wuxian los dejaba brillando en dicha al saber que su bebé era esperado y ansiado.

—Ah, ¿entusiasmados de saber si tendrán una shimei o shidi? —a ninguno de los dos les importaba tanto, para ser honestos. Solo deseaban que naciera sano y sin complicaciones, y pronto, porque ya querían tenerle con ellos.

—¡Será un shidi! —opinó uno de ellos con deslumbrantes ojos esperanzados.

—Una shimei vendría bien para la secta —murmuró otro, recordando las historias que Wei Wuxian contaba sobre su shijie. Tal vez ella sería igual de gentil que Jiang Yanli.

—Sí, ya tenemos un Da-Shixiong, ¡que sea una shimei! —Wei Wuxian soltó unas risas.

—Mi pobre A-Yuan, sus shidis son crueles con mi rabanito —vio las adorables caras de los niños y se le venía a la mente cuando su A-Yuan tenía la misma edad. Una sonrisa melancólica rompió su rostro, añorando esos días donde su pequeño aún era un pequeño.

Una firme negación con cabeceos apresurados lo distrajo.

—Sizhui-ge es el mejor, no nos referíamos a eso —Lan Wangji reconoció la voz de ese niño como uno con el cual Lan Sizhui jugaba seguido cuando tenía tiempo libre. Frecuentemente los podía ver en el prado de los conejos.

—Bueno, bueno. Sea lo que sea, le querrán mucho, ¿verdad? —de inmediato los vio a todos asentir frenéticamente con sus puñitos cerrados alzados en el aire. Wei Wuxian sintió su corazón derretirse, los bebés Lan eran tan adorables—Perfecto, ¡ahora vayan a su otra clase o el Gran Maestro los comerá! —alzó sus manos como garras y sonidos de un monstruo, consiguiendo que los niños salieran huyendo entre risas y tenues gritos.

—Wei Ying —reprendió ligeramente Lan Wangji al verlos correr fuera del salón. Su esposo no encontró ningún tipo de vergüenza en reírse incluso con el regaño.

—Ah~ Tienes que admitir que es gracioso —Wei Wuxian se limpió las lágrimas de sus ojos, su risa muriendo poco a poco—Así es como me gustaría que nuestro hijo sea, Lan Zhan. Un niño con una vida simple, que pueda correr, gritar y divertirse.

Todo lo que Lan Zhan no pudo ser.

Lan Wangji quería a su tío y estaría siempre agradecido por haberlo criado incluso cuando no era su responsabilidad, cuando fácilmente pudo dejarlos al cargo de una nodriza. No fue perfecto, fue estricto más de lo necesario y se equivocó. Pero era fácil de olvidar que él no es su padre, que no tuvo hijos propios por cuidar de ellos. Hacía mucho que lo había perdonado por su castigo que cargaba de manera permanente en su espalda, su tío hizo lo que pudo con lo que conocía y le fue entregado. Se disculpó por el dolor que causó y ha estado mejorando. Y para Lan Xichen y Lan Wangji eso era lo más valioso.

Lan Zhan entendía que la vida de un niño en el Descanso de las Nubes era diferente en su totalidad de la vida que tendrían en cualquier otra secta, sobre todo en una rebosante de vida como Yunmeng Jiang. Y estaba de acuerdo con Wei Ying sobre poder darle esa posibilidad a su hijo de ser libre de las reglas de su hogar.

—Lo será —para eso estaba Lan Wangji. Para asegurarse, incluso en contra de las reglas, que su hijo tendría esas oportunidades de tener una infancia normal y sencilla.

Wei Wuxian comprendió y adivinó el monólogo interno que Lan Wangji tuvo hacía unos momentos.

—Te creo, Lan Zhan.

Después de las clases, decidieron visitar a los conejos para alimentarlos. Wei Wuxian disfrutaba de cómo los animalitos lo rodeaban al sentarse debajo de un árbol.

Los conejos incluso se lograban subir a su vientre, provocando que Wei Wuxian se riera genuinamente.

—¿Ustedes también están emocionados de conocer al heredero de Hanguang-Jun? —les preguntó acariciando el pelaje de uno de ellos. Había descubierto que –tal vez sintiendo su embarazo– los conejos ya no huían deliberadamente de él y aceptaban sus caricias sin mayor resistencia—Pronto, pequeños, pronto.

Lan Wangji veía la escena desde lo lejos. A su esposo rodeado de conejos, pancita redonda y enorme por llevar a su bebé, riendo y siendo feliz.

Su corazón explotaría de euforia.

Algo así se sentía al ir en camino de la residencia médica de Lan-nainai, su mente llevaba consigo el peso del fervor al saber que dentro de unos minutos, cuando Lan Yizhen usara el talismán en Wei Ying, su bebé se dejaría ver por primera vez ante ellos. Incluso podrían saber si tendrían un niño o una niña.

La mujer de avanzada edad los recibió con un hogareño saludo, y después de hacer una revisión general del estado de Wei Ying, les enseñó el talismán. Su respiración se detuvo por un milisegundo al verlo, Wei Ying le apretó un poco la mano, sintiendo lo mismo que él.

—¿Están listos para verlo? Solo necesito que envíen energía espiritual y pronto podremos comenzar a ver algo —les entregó el talismán para que ambos pudieran tomarlo, y para ellos, tenerlo en sus manos se sentía como un paso más cerca de su bebé.

Los ojos de Wei Wuxian buscaron los de Lan Wangji, buscando apoyo y reconforte del mismo hombre con el que decidió vivir toda su vida. Y como siempre desde que se conocieron, Lan Wangji lo respaldó con firmeza.

—Muéstrate, pequeño —con un murmullo, Wei Wuxian y Lan Wangji activaron el talismán.

Este pronto brilló y un hilo morado resplandeciente revoloteó en el aire hasta encontrar el vientre de Wei Wuxian, donde entró haciendo que el hombre sintiera que una nueva energía jalaba una dentro de él, sin embargo, no era la suya, era la de su bebé. Este hilo pronto se tornó azul bajo los ojos asombrados de Wei Wuxian y Lan Wangji. En medio de la sala, una explosión de energía como en pequeños granos de arena se mantuvo en el aire como una nube, pronto en su centro comenzó a formarse una figura.

Allí es cuando la anciana doctora se acercó a la imagen, con un ojo experto empezó su análisis.

Hasta que esa figura se transformó en una clara forma de un bebé, encogido en su natural posición fetal. Todo en esa figura se podía ver a la perfección; su pequeña boquita, sus ojos cerrados, sus diminutas manitas y pies moviéndose adorablemente.

Wei Wuxian y Lan Wangji veían eso con los ojos llenos de lágrimas, sus manos se sostenían el uno al otro, conectándose en un momento tan precioso y especial para ambos padres.

—Y ese es su bebé —Lan-nainai no pudo evitar su orgullosa sonrisa salir al también ser testigo de la imagen del bebé de Hanguang-Jun—Ahora, si tan solo se moviera, podría ver qué es.

Los padres apenas prestaron atención a sus palabras, en sus mentes ahora solo había espacio para la figura de su bebé frente a ellos, tan perfecto y hermoso. Las manos de Wei Wuxian querían tomar esa figura y colocarla en sus brazos, su instinto maternal gritaba por ello.

—Vamos, baobei, date la vuelta —la mujer pidió en voz baja. El talismán no tenía una larga duración y si esta acababa sin poder ver nada, tendría que usar otro.

El bebé se removió cuando Lan Wangji pasó sus manos por encima del vientre de su esposo. Pareciera que seguía el calor en el toque de su padre, pues comenzó a mover su cabeza en diferentes direcciones. Lan Wangji juró allí mismo que protegería a su bebé con su propia vida de ser necesario.

—Justo así, allí —parecía ser que el bebé se colocó en una buena posición para que la doctora pudiera ver, así que Lan Wangji detuvo sus movimientos justo en ese segundo, esperando pacientemente por las siguientes palabras de Lan-nainai.

Wei Wuxian miró ansioso por los largos segundos en los que Lan Yizhen analizaba la proyección.

—Oh —masculló ella, con algo de sorpresa en su voz—Es una niña.

Wei Wuxian comenzó a llorar, en realidad, lloraría con cualquiera de las opciones, por el simple hecho de que la mera existencia de su bebé era suficiente para ser feliz y llorar por eso.

—Una bebé Lan —no podía creerlo. Tendría una preciosa niña que portaría la cinta del clan, ¡ya quería verla con ella!

Lan Wangji pensó en su madre al instante. Después de ella, no hubo ninguna mujer Lan dentro de la familia principal.

Ahora habría una heredera Lan, su hija. Suya y de Wei Ying.

Lan Sizhui tendría una meimei.

—Ya la imagino, Lan Zhan. Será hermosa como su padre, ¡oh, imagina que herede tus ojos dorados, la de corazones que romperá!

La mirada de Lan Wangji se oscureció con ese pensamiento. Su hija sería bella sin dudas, eso lo tenía asegurado por Wei Ying, por lo que tendría muchos pretendientes. Lan Wangji tendría que soportar a personas que vendrían por la mano de su hija.

—Aiya, Lan Zhan, no te pongas así —se rió al ver la reacción que su comentario provocó—No es como si A-Yuan no vaya a pasar por lo mismo en unos años cuando alcance la edad para casarse.

Esto no ayudó en nada, Lan Yizhen se quiso reír por ver que Hanguang-Jun apretó la mandíbula y Wei Wuxian se rió con más fuerzas.

Ella se giró a ver a la imagen de la bebé en el aire.

«Que los cielos se apiaden de quien te haga llorar, pequeña» le dijo con gracia.

Porque de ser quien hiciera rodar lágrimas por el rostro de cualquiera de los hijos de Lan Wangji y Wei Wuxian, conocerían el verdadero poder del Patriarca Yiling y Hanguang-Jun juntos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top