22. Hormonas.

—Shijieeee~

Jiang Yanli sonrió y con una una de sus delicadas manos acarició el cabello de Wei Wuxian. Ambos estaban en la cama, con sus espaldas recargadas en el cabecero de la cama y cubiertos por las sábanas para evadir el frío.

—Lan Zhan ya no me ama —lloriqueó el menor soltando pequeñas lágrimas y haciendo un puchero que provocó que la mujer quisiera reír por lo adorable que se veía.

—A-Xian, estoy segura que el amor de Lan-Er-Gongzi por ti no ha cambiado ni cambiará. No importa por lo que estén pasando —Wei Wuxian abrazó su cintura y escondió su rostro en su vientre, ella continuó con sus caricias a pesar del movimiento.

—Pero no quiso quedarse conmigo hoy —él balbuceó. Sus ojos grises se cristalizaron al pensar—¿Qué habrá en Caiyi que va seguido allí? ¡¿Y si hay otra persona?!

En ese momento, Wen Qing aprovechó su cercanía y le dio un pequeño golpe en su frente.

—Wei Wuxian, no deshonres de esa manera a tu esposo. Lan Wangji te es fiel como un devoto a su dios —Wei Wuxian aumentó el puchero de sus labios por el golpe, se sobó con una mano mientras que con la otra jugaba con su mechón de cabello.

—Lo siento... no sé qué es lo que me sucede últimamente... no puedo tolerar el estar lejos de Lan Zhan —a lo lejos, Lan Ming comenzó a quejarse en su cuna, una señal de que había despertado y necesitaba ser alimentado.

Rápidamente, Wei Wuxian se levantó de su cama y tomó la manta de su bebé para poder sacarlo de su cesta, Lan Ming estiró sus manitas hacia él en cuanto le vio y eso hizo sonreír a Wei Wuxian.

—Son hormonas, te dije que estas te provocarían cambios de ánimo, sensibilidad o tristeza —ella estaba contenta con que lo último no fuera de forma extrema. Lo ha visto, algunas veces las madres o padres caían en una melancolía extrema después del parto y en muchas ocasiones afectaba el lazo con el bebé.

Por fortuna, ese no fue el caso con Wei Wuxian, al parecer sus hormonas le hicieron crear un apego excesivo con su familia, Lan Ming estaba a su lado siempre, mas Hanguang-Jun era otra situación.

El invierno había caído en Gusu y sus horizontes se llenaron de la blanquecina nieve. Las calles y carreteras se obstruían gracias a ella, entonces Gusu Lan enviaba a sus discípulos a ayudar con la limpieza de las ciudades cercanas. Lan Xichen y Lan Wangji asistían a ellas personalmente, haciendo que Hanguang-Jun no estuviera en casa por horas.

Eso dejaba a un hormonal Wei Wuxian llorando por la ausencia de su esposo y padre de su hijo. Wen Qing y Jiang Yanli fueron con él como medida de apoyo para no dejarlo solo. Jin Zixuan también estaba ocupado haciendo reparaciones a casas que necesitaban prepararse para la fuerte nevada que vendría según los expertos predecían. El aire ciertamente se sentía más frío últimamente, el pueblo necesitaba mantenerse cálido en sus casas.

Jiang Yanli estaba preocupada por ello, sin embargo, Jin Zixuan le dijo que podía hacerse cargo y así ella podía ir a darle apoyo a su hermano. Jiang Yanli estaba orgullosa del cambio de Jin Zixuan durante todos los años de su matrimonio. Era un hombre maravilloso que estuvo dispuesto a aprender por amor, ella no podía estar más feliz a su lado.

El día de su llegada, Wei Wuxian lloró por horas en su regazo. Estaba tan feliz del verla y de saber que estaría con él por algunos días.

—¿Qué pasó, baobei? ¿Tienes hambre? No te preocupes, baba te dará de comer ahora mismo —Wei Wuxian pudo sentir algo del frío al abrir sus túnicas para exponer pecho. Su piel se erizó por unos segundos antes de que se acostumbrara a la temperatura.

—Los bebés Lan son casi perfectos, ¿no? —Jiang Yanli se paró para poder ver a su sobrino despierto después de varias horas. Lan Ming todavía tenía los ojos cerrados mientras comía—Muy tranquilos... A-Ping también fue un bebé excelso, les tengo algo de envidia. A-Ling fue algo difícil.

Lan Ping, ahora Lan Jingyi, era hijo de Lan Xichen y Jiang Cheng. Wei Wuxian soltó un bufido gracioso al recordar el pánico de su shidi al enterarse que estaba embarazado. Su relación con Lan Xichen se limitaba a lo sexual, no estaba en sus planes tener un bebé cuando estaba en medio de las reconstrucciones de su secta. Pero se necesitó que se olvidara una sola vez de tomar su tónico luego de su encuentro con Lan Xichen para que quedara embarazado.

El resto fue sencillo, una confesión amorosa y propuesta de matrimonio llevó a la unión de Yunmeng Jiang y Gusu Lan, con esta última ayudando a la reconstrucción de la secta del futuro esposo de su líder de secta. Jiang Wanyin era un hombre orgulloso, sí, pero no tonto. No iba a negar la ayuda para agilizar el proceso de volver a ser una secta grande y evitar que otras sectas trataran de aprovecharse de ellos. Además, tener el apoyo de Gusu Lan siempre era beneficioso.

Por eso podía tener la ayuda de Gusu Lan en la construcción de albergues para que la gente sin hogar pasara el invierno, que supuestamente sería el más frío que se haya visto en años. Después de escuchar las historias de Wei Wuxian en las calles, no podían permitir que ninguna persona pasara por lo mismo en sus sectas.

Cuando Wei Wuxian se enteró de todo el asunto, lloró por días, cada que se acordaba de por qué su esposo estaba lejos, se soltaba a llorar. Su grandioso Hanguang-Jun estaba allí afuera ayudando a los desamparados e inocentes, eso era tan noble que lo hacía llorar cuando lo pensaba.

Al recordar eso, él también se quiso golpear por lo que dijo hacía unos momentos. Su Lan Zhan jamás haría eso.

—Tu padre es asombroso, A-Ming. Tienes que quererlo mucho, ¿si? —susurró contento.

—A-Xian también es asombroso, A-Ming seguramente los amará a los dos —Jiang Yanli dijo en buena fe, no esperando que su hermano la mirara con el labio inferior temblando y sus ojos llenándose de lágrimas—Ah- A-Xian...

—Shijie~—alcanzó a decir antes de romperse a llorar genuinamente conmovido por las palabras de su hermana.

Wen Qing suspiró negando con la cabeza y se dio vuelta para comenzar a preparar un té calmante.

—Es mejor que vuelvas pronto, Hanguang-Jun. Tu esposo es una fuente de lágrimas —murmuró colocando las hierbas en el agua—Y de jaquecas.

—Escuché eso —dijo entre lloriqueos y sorbos de nariz.

—Qué bueno.

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