18. Llanto.
«Ah, baobei, no pudiste elegir un mejor momento para nacer» pensó Wei Wuxian riendo amargamente, gruñó por una fuerte contracción e intentó acomodarse en su lugar.
Respiró a través de sus dientes, su mandíbula estaba tensa al querer soportar el dolor. Esta no era una bonita primera experiencia con un parto, definitivamente no entraría en su lista de momentos preferidos.
Todo era un desastre, las voces gritaban incoherencias a ese punto y no podía ignorarlas como solía hacer antes. El dolor de su alma seguía latente y quemaba su piel, la amargura de ver a su querida shijie morir frente a sus ojos estaba llevándose lo poco de cordura y control que aún le quedaba. Las barreras de los Túmulos Funerarios estaban en alerta completa y los cadáveres vigilaban los alrededores sin bajar la guardia. Expectantes, Wei Ying y ellos sabían que vendrían.
Wei Wuxian se rió al recordar las palabras de Wen Qing.
«Cuando el trabajo de parto comience, trata de relajarte. Ve a dar un paseo si quieres o haz las técnicas de respiración que te enseñé»
Eso no era un problema, al salir para dar su paseo lo único que podría encontrar además de cadáveres y energía resentida ahora cabía el pequeño, mínimo, casi nada inconveniente de tener al mundo de la cultivación detrás por su cabeza. Era sencillo.
Pero recordar a Wen Qing solo hizo que el desastre de sus emociones se desbordara, comenzó a llorar. Estaba solo, no habría nadie con él para ayudarle cuando su bebé naciera. Su corazón se quebró al saber que nadie estaría allí para escuchar los primeros llantos de su bebé al llegar a este mundo que ahora quería a su padre muerto. Solo estaban él y la oscuridad de su cueva para recibir a su bebé.
Lloró porque tal vez no podría tener mucho tiempo con su bebé. Sin su núcleo dorado, el parto –si es que tenía la suerte de llegar a esa etapa antes de que llegasen– tomaría todas las energías que su desnutrido y patético débil cuerpo tenía. Gruñó por el dolor, por la rabia de saber que apartarían a su bebé de su lado.
Que tal vez lo matarían por ser su hijo.
Su pobre bebé, que nada tenía de culpa por tener a una madre como él. No merecía nada de lo que le pasaría.
Quizá podría convencerles de perdonar a su bebé, ¡es un bebé! ¡No pueden matar a un bebé, ¿verdad?!
«Sí lo harían» ese susurro fue claro, se estaban burlando de su miseria.
Él quiso guardar algo de esperanza, pueden culparlo a él por sus pecados, pero no pueden culpar a su hijo.
«Oh, pero sí pueden si creen que ese bebé es producto del cultivo demoníaco»
Wei Wuxian gritó en frustración, su garganta seca después de llorar por horas resintió el esfuerzo y le dejó con una molestia al tragar saliva. Nada de eso le importaba. No tenía salida, no podía convencerlos de que su bebé era resultado de su maravillosa noche con Lan Zhan en Yiling. Si su bebé se parecía a su padre tal vez podría mostrárselo a Lan Qiren y rogarle misericordia por su nieto.
Sin embargo, sabía de sobra qué dirían.
«¡Embrujaste a Hanguang-Jun para concebir esa monstruosidad»
—No... No eres una monstruosidad, baobei —pronunció entre su dolor. Sus temblorosas manos se posicionaron encima de su vientre, las movió en lentas caricias para hacerle saber a su bebé que él lo adoraba con todo su corazón.
Que era lo único bonito que tenía en su vida.
Pudo haber tenido algo más... a alguien más de haber seguido el consejo de Wen Qing y decirle a Lan Zhan que estaba embarazado. Pero siendo el completo idiota que era, él no dijo nada. Se guardó su embarazo sin decirle nada al padre de su hijo. Si Lan Zhan hubiera sabido, ¿ahora lo estaría protegiendo?
Soltó lágrimas dolorosas, su garganta adolorida se comenzó a cerrar por el nudo que se empezó a formar por la revelación de la estupidez que cometió. Lloriqueó alzando su rostro hacia el cielo y gruñó enfadado consigo mismo.
—Perdóname, baobei —su voz debilitada solo fue un susurro en medio de su cueva donde había buscado refugio—Tu papá fue un tonto y por su culpa tu A-die no podrá conocerte —sollozó, qué grave error cometió—No podrás conocerlo y todo es mi culpa.
Se rompió. Todo era su culpa, de haber tomado otras decisiones, de haber sido cuidadoso nada de eso le estaría pasando. Su bebé nacería sin complicaciones, sería recibido por los brazos de su Lan Zhan quien seguramente le vería con amor rebosando de sus dorados ojos.
¿Hasta cuándo duraría su sufrimiento?
Solo quería una cosa, si este era su final, quería cargar aunque sea una vez a su bebé antes de irse. Si iban a morir esa noche, al menos quería conocer a su hijo y cargar su pequeño cuerpo en sus brazos. Quería besarlo y pedirle perdón por ser la peor madre de todo el mundo, porque no podría protegerlo ni salvarlo. Solo necesitaba ver la belleza de su bebé con Lan Zhan y entonces podría aceptar su destino.
Su parto fue doloroso, como si los cielos lo estuvieran castigando. Lo único que lo mantuvo consciente y con fuerzas era su deseo de conocer a su baobei, solo eso quería. Era su único deseo.
Fue doloroso e incómodo, Wen Qing le dijo sobre la importancia de recibir bien al bebé cuando salía de su cuerpo, por eso intentó hacerlo él mismo. Estar a ciegas no era de ayuda. Y, al final, él no sabía nada de eso, no era médico y este era su primer embarazo... y el último, dado las circunstancias de su futuro.
Alcanzó a sostener la cabeza de su bebé cuando la sintió afuera, alargó un suspiro de alivio por un momento. Mas luego tuvo que seguir pujando para sacar el resto de su cuerpo, no sabía cuánto tiempo le tomaría. Solo la cabeza sintió que fueron horas, no tenía noción del tiempo.
Pujó y pujó con todas sus fuerzas, tantas que juraba sus dientes se romperían de la presión que su mandíbula estaba ejerciendo. Su frente sudaba con grandes gotas de sudor que caían sobre sus ojos, dejando un pequeño ardor que no tenía tiempo de alejar puesto que toda su atención estaba en su bebé.
—Vamos, baobei... —Wei Wuxian rogó, por fin pudo utilizar su otra mano para sostener a su hijo, logró empujar los hombros fuera, lo demás tendría que ser fácil según lo que recordaba.
Sentir a su hijo en sus manos era un deleite, se sentía tan pequeño que cabía en ellas con facilidad. Él estaba desesperado por acomodarlo en sus brazos y acercarlo a su corazón para que pudiera escuchar el latido de su padre.
El fantasma de una sonrisa apareció en su rostro con esos pensamientos, y de la misma forma desapareció cuando sintió que las barreras repelieron una energía espiritual ajena.
Alguien estaba afuera, tratando de entrar.
Su cabeza se volteó a ver rotundamente hacia la entrada de su cueva, donde podía ver el exterior, donde sabía que estaban esperando por su muerte. La desesperación comenzó a carcomer su cansado cuerpo y mente, se forzó a pujar más fuerte y a tirar gentilmente del cuerpo de su bebé para sacarlo de una vez. No podía estar vulnerable cuando ellos llegaran.
Las barreras siguieron avisándole que alguien intentaba romperlas, queriendo pasar para llegar a él.
Hasta que por fin lo consiguió.
Sus manos atraparon el diminuto cuerpo de su bebé al salir, temblorosas pero cuidadosas lo tomaron para acercarlo a su pecho y admirarlo. Sin embargo, algo andaba mal. Él lo sabía, se suponía que debía haber algo más.
Su corazón se hundió al darse cuenta; su bebé no estaba llorando.
Viendo su cuerpecito tan quieto, comenzó a horrorizarse, no se suponía que debía ser así. Lo poco que sabía de partos es que cuando el bebé salía, lo hacía con un estruendoso grito inconforme por haber sido sacado de su comodidad. Pero su bebé no estaba haciendo nada de eso, salió sin ningún ruido y sin moverse.
¿Este era su verdadero castigo por sus pecados?
Quizá no merecía ser madre, no merecía tener la dicha de que su hijo lo llamara baba, tal vez fue su culpa, usar energía demoníaca seguramente nunca fue bueno para su bebé. De nuevo, sus decisiones le hicieron daño a gente inocente, a su bebé inocente.
—No-No, baobei —se ahogó con su propia saliva, angustiado hasta el punto de la locura, Wei Wuxian comenzó a sacudir a su bebé para hacerlo reaccionar—Vamos, mi amor. Responde, por favor, no me hagas esto.
Dado a que estaba enloqueciendo por no recibir una respuesta, no se dio cuenta de que perdió la concentración y el control de su alrededor. No se dio cuenta de que dejó caer las barreras que impedían el paso de la persona que intentaba entrar.
No se dio cuenta hasta que escuchó pasos cerca de su cueva, alzó su llorosa mirada cuando sus sentidos le alertaron. Abrazó el cuerpo de su bebé y se arrastró hasta donde su dizi estaba tirada. No sentía las fuerzas necesarias para levantarse, por lo que solo pudo recostarse contra una pared y alzar a Chenqing en el aire como amenaza.
Esperó con filosos ojos llenos de lágrimas a que la persona que irrumpió en su último vestigio de hogar entrara.
—¿Wei Ying? —esa voz... esa voz sonó como un canto angelical para él. Y cuando esa prístina figura blanca apareció en la entrada de su cueva, él se rindió ante la majestuosidad de ella. No quería pelear más con él, eso solo lo había llevado a este desastre.
Aferrado al inmóvil cuerpo de su hijo, él se arrastró hasta los pies de Lan Wangji. Vio que Lan Zhan colocó una mano en su espada al sentir un movimiento entre la oscuridad, pero él siguió gateando, todo hasta que la incrédula mirada dorada registró que el movimiento era Wei Ying.
—¡Wei Ying!
Wei Ying lucía terrible, débil y con el rostro cubierto en lágrimas, su mirada grisácea que alguna vez estuvo llena de vida ahora le miraba sin una pizca de ella.
—Lan Zhan —lo llamó deteniéndose frente a él. Lan Wangji se movió para lanzarse con él para asegurarse que estuviera bien, pero Wei Wuxian lo detuvo al seguir hablando y alzar el cuerpo de su hijo de la seguridad de sus túnicas hasta la vista de Lan Wangji, lo sostuvo con sus temblorosas manos en el aire frente los ojos de él—Mi bebé- Nuestro bebé, Lan Zhan... él no- —su voz se rompió al no querer, al no poder aceptar el destino de su hijo. Podía aceptar el suyo, pero no el de su hijo.
La mirada rota de Wei Ying hizo añicos el corazón de Lan Wangji.
Miró el cuerpo en las manos de su zhiji y las palabras "nuestro bebé" resonaron en su cabeza hasta dejarlo incapacitado de reaccionar.
Wei Wuxian estaba extendiéndole el cuerpo sin vida de su hijo.
—Perdóname, Lan Zhan —rogó Wei Wuxian le dijo al ver que los ojos de Lan Wangji también comenzaron a llenarse de horro y dolor—No pude-
Sin embargo, Lan Wangji le quitó a su bebé de las manos, lo colocó boca abajo y comenzó a pasar su mano por su espalda de arriba hacia abajo con frenesí, deteniéndose solo para golpear con algo de fuerza en la misma zona.
Wei Wuxian quiso llorar más fuerte, Lan Wangji estaba intentando reanimar a su bebé. Su querido zhiji se negaba a dejarlo ir, pues volvió a colocarlo boca arriba para hacer la misma acción en su pecho, importándole poco que sus manos y túnicas se estuvieran manchando de sangre.
—Lan Zhan...
Iba a decirle que era inútil, que no había nada que hacer.
Pero Lan Zhan entonces tomó la delicada muñeca del bebé para iniciar a pasarle energía espiritual. Su mirada era una terrible mezcla entre desesperación y determinación, Wei Wuxian comenzó a sentir el cansancio de su cuerpo calar y arrastrarlo a un sueño al cual no quería ir sin su hijo.
Antes de caer al suelo, su corazón y alma volvieron a la vida al escuchar el llanto de su bebé.
No estaba seguro de haberlo escuchado, probablemente había sido producto del agotamiento mental y físico, o una cruel broma del destino que se reía de él una última vez antes de llevarlo a su castigo.
Pero, si fue verdad, le gustaba pensar que su hijo al menos tendría a su padre. Si era así, se podía ir tranquilo.
Claramente, estos no eran los planes del destino, porque en lugar de caer en su sueño eterno para jamás volver, sus ojos cansados se volvieron a abrir. Antes de registrar su situación, la tensión alrededor llegó primero a él. Despertando sus defensas que lo hicieron levantarse de donde estaba recostado.
Su corazón palpitó fuerte al notar que tenía las túnicas de Lan Zhan encima de su cuerpo. La parte inferior estaba manchada de sangre pero también se dio cuenta de que se sentía bien. Como si Lan Wangji lo hubiera curado y dado medicina.
Ese presentimiento de que algo estaba mal no se fue, así que, tanteando si podía usar sus piernas, se levantó de la cama de piedra y caminó a paso lento hacia afuera de su cueva.
Se encontró con la imagen de Lan Wangji de rodillas, extendiendo el bebé hacia un estupefacto Lan Qiren. Detrás del Gran Maestro iba una enorme horda de cultivadores furiosos y con espadas en mano.
Wei Wuxian sintió la energía resentida comenzar a alzarse a su alrededor porque pensó que Lan Wangji estaba entregando a su hijo.
Por suerte pudo escuchar sus palabras y darse cuenta de que Lan Xichen estaba detrás de Lan Zhan con Shuoyue apuntando hacia su tío, registrando con ojos cautelosos sus movimientos en torno al bebé.
—Por favor, tío... este es mi hijo —su bebé ahora tenía las túnicas de Lan Xichen cubriendo su cuerpo, su rostro estaba limpio de sangre y lloraba vivamente por su madre—Es mi familia junto a Wei Ying. Si no se detienen, tendré que pelear por mi familia.
Wei Wuxian jadeó asombrado, Lan Zhan estaba amenazando a su propio tío por salvar a su bebé.
—Shufu, detenga a Jin Guangshan —Lan Xichen le pidió sin bajar ningún momento su espada—Detenga esta injusticia mientras aún no es tarde. Este bebé-
—Es mi bebé, mi hijo —Wei Wuxian ya no podía tolerar más el llanto de su bebé, todo en su ser le decía que fuera a su lado para calmarlo y tranquilizarlo. No había otra forma.
Su llegada y aproximación hasta la escena tensó a los cultivadores, sin embargo, pronto se quedaron helados en sus lugares al ver que una túnica de la Secta Gusu Lan cubría el cuerpo de Wei Wuxian. Y Hanguang-Jun no llevaba la suya desde que salió de la cueva con un bebé en brazos. No era difícil deducir la relación entre esos dos puntos.
Wei Wuxian tomó a su bebé sin poder controlar el temblor de sus manos por verlo vivo, por escucharlo llamarle instintivamente porque él era su lugar seguro, era la persona que lo cuidaría con su vida de ser necesario.
—Shh, baobei, tranquilo. Baba está aquí, A-niang ya está contigo —lo calmó acomodándolo en sus brazos, lo golpeó suavemente y lo sacudió de la misma manera, arrullándolo.
Su bebé pareció reconocerlo al pegarlo contra su pecho, se comenzó a relajar en su cálida cercanía y tomó algunos minutos para calmar su llanto, dejando solo un rastro de este en su rojito y empapado rostro.
Con delicadeza porque temía el dañarle al verlo pequeño, Wei Wuxian limpió las lágrimas con sus nudillos, barriendo gentilmente sobre la suave piel.
—¡Wei Wuxian! Vas a responder por la muerte de todas las personas inocentes que asesinaste —él inmediatamente pensó en ahorcar al cultivador que gritó aquello con energía resentida para hacerlo callar y no perturbar a su hijo.
En lugar de eso, escondió a su hermoso bebé entre las túnicas de su padre y le dio la espalda al mundo para mirar de frente a su zhiji. Sus miradas se toparon, sintiendo una conexión que en esos momentos estaba materializado en la diminuta figura de su hijo.
—Nuestro bebé es lo último de cordura que me queda —le dijo dejando ir todo el cansancio que sentía, permitiendo que su semblante y voz lo reflejaran. Le estaba diciendo a Lan Zhan que ya no podía más.
Lan Wangji lo tomó del brazo para moverlo detrás de él, encarando una vez más a su tío. Al ser empujado, Wei Wuxian vio a Lan Xichen todavía sosteniendo a Shuoyue. El hombre cabeceó ante él, una señal inconfundible de que su apoyo estaba con ellos.
—Shufu —Lan Wangji no desvió su mirada de los ojos conflictuados de Lan Qiren.
«¿Qué harás?» era lo que le estaba preguntando. Porque Lan Xichen y él ya decidieron lo que harían, ambos defenderían a ese niño con todo lo que tuvieran.
Ahora le tocaba a Lan Qiren decidir lo que él haría.
—Esa criatura es una abominación, una grotesca creación del Yiling Laozu-
Una filosa ráfaga de energía resentida atravesó el pecho del hombre que estaba insultando al bebé, el cuerpo cayó de seco, espantando y alarmando a los demás participantes del asedio.
—¡Wei Wuxian! —Lan Qiren se giró a ver el cuerpo inerte para luego devolver su mirada en el cultivador demoníaco que no tenía ningún rastro de pena por ese asesinato. Tenía el ceño fruncido y la mandíbula tensa junto a una mirada firme.
—Estaba insultando a mi bebé, no me arrepiento —se limitó a decir. Ignorando la colérica mirada del Gran Maestro Lan ante su falta de remordimiento, Wei Wuxian se dio media vuelta para abrir sus túnicas y comenzar a darle de comer a su bebé, debía tener hambre.
Lan Xichen al ver esto comprendió que las palabras de Wei Wuxian eran verdad, una situación similar a esta antes hubiera resultado en una tensa pelea. Pero ahora con su bebé con él, toda su atención estaba en sus necesidades, ignorando todo a su alrededor y convirtiendo eso en su escape de la realidad, un pequeño hilo que todavía lo mantenía cuerdo.
Este bebé estaba evitando otra tragedia.
—Shufu, mírelo, sabe que es el hijo de Wangji —aunque el bebé estaba escondido entre las túnicas que cubrían a Wei Wuxian, su hermano le había enseñado a su hijo antes. No había manera en que su tío no lo hubiera notado—Y sabe que no fue ningún truco, Wangji sabía lo que hacía cuando fue concebido.
Y también sabía que un heredero suyo no llegaría pronto. Jiang Wanyin también estaba al borde de la locura tras la muerte de su hermana, le tomó mucho tiempo –y algunas medicinas– el poder tranquilizarlo para así dejarlo en Yunmeng e ir en busca de su hermano que se había escapado horas antes.
Lan Qiren cerró los ojos, entendía que no tenían otra opción.
Cuidó y temió tanto que sus sobrinos no acabaran igual que sus padres, al parecer nada de eso fue suficiente. Wangji aún así acabó enamorado de su peor estudiante y tuvo un hijo con él.
Pero si hay algo que no iba a hacer, era encerrarlos como Qingheng-Jun y Madame Lan estuvieron. Ha visto lo que eso le hizo a sus sobrinos, viendo a ese pequeño ser entre los brazos de Lan Wangji le hizo saber de golpe que no permitiría lo mismo con él porque... era idéntico a Lan Zhan. Era su hijo.
Además, Jin Guangshan ni siquiera se había atrevido a venir aquí para vengar la muerte de su nuera o hijo. Habló mucho de su deseo de justicia pero no había actuado.
Tal y como hizo en la guerra.
—Váyanse —fue todo lo que dijo como respuesta a las súplicas de sus sobrinos—Vayan a Gusu y escóndanse allí hasta que yo llegue.
Wei Wuxian iba a reclamar que no iba a ser encerrado como siempre pensó que Lan Wangji quería hacer, bastó con una dura mirada por parte de Lan Qiren para callarlo y hacerlo aceptar que Lan Wangji lo cargara en su espada y lo alzara en los cielos con Lan Xichen como protección de ambos.
—¡Están escapando! —gritó alguien de la multitud, fue demasiado tarde para lanzar flechas ya que pronto las figuras desaparecieron de sus vistas.
Wei Wuxian no olvidó volver a alzar las barreras alrededor de su cueva, sus notas estaban allí. Las quería recuperar más tarde.
Lan Qiren les vio irse apretando su espada entre su mano, volviendo sus nudillos blancos. Suspiró, todavía podía evitar ese trágico destino para su sobrino
Se dio la vuelta para mirar a la gente.
Él prometió que ninguno de sus sobrinos viviría lo mismo. Y planeaba cumplir su promesa a cualquier costo.
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