Let's move on, honey

Eran las tres de la mañana cuando un mal sueño le interrumpió la plácida jornada.

- ¿Qué pasa? -Preguntó Yoongi al despertar debido al jaloneo de mantas.

-Ya sabes qué pasa -rezongó Jimin, apoyándose en sus rodillas bien flexionadas, pegadas a su pecho.

Tenía lágrimas en los ojos y respiraba aceleradamente, su corazón quería salir corriendo fuera de su pecho.

-Exprésalo -le pidió Yoongi amablemente, con la clara y genuina preocupación.

Prendió la lamparita de su buró y procedió a apaciguar a su esposo, rodeándolo en un cálido abrazo que bien sabía era suficiente para sosegar sus ansiedades.

-La mudanza -suspiró al recostarse en el hombro de Yoongi-. Tuve un mal sueño sobre la mudanza.

-Cuéntame -susurró mientras los removía a ambos en la cama. Yoongi se recostó en su almohada inclinada y acomodó a Jimin sobre su pecho.

Empezó a masajearle el cuero cabelludo y a esparcir suaves caricias sobre su brazo mientras Jimin relataba el sueño en voz baja.

-Estoy en esa casa nueva y todo está oscuro. Intento buscar la forma de salir, pero las ventanas y puertas están bloqueadas y además escucho pasos, ruidos extraños, voces que dicen mi nombre como susurros tenebrosos, tratando de asustarme, y lo logran; así que intento correr hacia todos lados, buscando una forma de alejarme de ese ruido. Entonces veo una luz a lo lejos, parece una ventana. Corro aterrado hacia ella, pero entre más apresuro mis pasos, más pequeña se hace y de pronto caigo en un vacío infinito, ahí es donde despierto.

- ¿Y cómo sabes que es la nueva casa, si está a oscuras?

-Simplemente lo sé, no hay forma lógica de describirlo, pero sé que estoy en esa casa y me encuentro muy asustado.

- ¿Y dónde estoy yo, en tu sueño?

-No estás, es lo peor de todo -suspiró Jimin-. No te encuentro, ni siquiera puedo llamarte porque mi voz no se escucha en ese vacío estridente.

- ¿Qué es lo que más te aterra de esa casa?

- ¿La real o la del sueño?

-A fin de cuentas es la misma, ¿no?

-Sí -suspiró de nuevo y se acurrucó más junto al cuerpo de su dulce hombre-. Es sólo que no me gustan estos cambios así de repentinos, siento que necesito más tiempo, siento que me arrepentiré en cuanto todo pase...

-Sé que te ponen ansioso los cambios, Minnie -le besó la frente y lo cubrió con la suave y cálida manta-, lo entiendo porque también sentí eso cuando me mudaba tanto en mi juventud. Está bien sentirse asustado, sobre todo porque este cambio surgió de forma rápida, pero sabes que es necesario para ambos.

-Lo sé -sonrió apenado-. Debo confesarte algo.

-Te escucho.

-Odio esta casa desde que nos mudamos.

-Lo sé -ahora Yoongi sonreía-, yo también la odio, pero fue lo mejor que pude hallar, la renta era accesible para ambos y aunque es pequeña y está irremediablemente sucia, sirvió para que hiciéramos lindos recuerdos, ¿no crees?

-Es cierto. Aquí sí que pudimos tener sexo en cada rincón.

-Porque solo hay cuatro -rió Yoongi y contagió a su esposo.

Jimin terminó de reír y se sentó en la cama, aún rodeado con la manta porque hacía un poco de frío. Encaró a su esposo y lo tomó de las manos.

-Sonará tonto -dijo sonriendo-, pero aunque esta casa apesta y la nueva es mejor, siento que aún no me puedo despedir. De hecho, el domingo aún se me hace muy lejano, como si jamás fuera a suceder y todavía tuviéramos todo el tiempo del mundo para empacar.

-Lo entiendo, es como aferrarse a un novio tóxico, sabes que no perteneces ahí y mereces algo mejor, pero te quedas porque sientes que podrías exprimir un poco más de esa relación.

-Pero es como perfumar mierda, lo sé -rió Jimin, sintiéndose más ligero.

-Es hora, Jiminnie.

-Lo sé, es tarde, ya deberíamos dormirnos...

-No -se levantó y se sentó frente a él, tomó su rostro para mirarlo fijamente-, me refiero a que es hora de soltar este remedo de casa. Sé que te da mucho miedo que no sea como tú lo esperas y que tal vez no podamos mantenerla, también tengo miedo de eso.

- ¿Y cómo haces para no pensar en eso todo el tiempo?

-Sí pienso en eso todo el tiempo -le besó su naricita de botón y sonrió-, pero también creo que nos lo merecemos. Nos hemos esforzado bastante para lograr tener lo que tenemos, merecemos un lugar bonito donde vivir, un lugar digno de nosotros. También pienso en el montón de ventajas que tendremos viviendo en esa nueva casa. Piénsalo, si lo pones en una balanza, pesan más los beneficios que las cosas negativas. ¿Qué es lo más lindo que se te ocurre sobre esa nueva casa?

-Que podremos tener un gatito -sonrió Jimin, sintiendo la calidez en su corazón y reflexionando bien las palabras de su esposo.

-Sé que te emociona mucho tener un gatito, lo adoptaremos del refugio en cuanto pisemos esa casa -su sonrisa era genuina, de verdad estaba emocionado porque Jimin siempre había querido tener un gato, pero las circunstancias nunca se lo habían permitido.

-Quiero uno de la calle -propuso Jimin-, busquemos en el barrio alguno que esté vulnerable y podamos atenderlo, sé que los del refugio también necesitan ser adoptados, pero ellos al menos tienen techo.

-Uno de la calle será -le acarició las mejillas dulcemente-. ¿Cómo te sientes ahora respecto a la nueva casa?

-Mejor -suspiró con tranquila paz-. Empacar es molesto y odioso porque temo perder cosas, pero si estoy contigo creo que podré soportarlo.

-Haremos esto juntos, como todo lo que hemos hecho los últimos tres años.

-Y en una semana serán cuatro -se enorgulleció de ellos, de lo que tenían, su hermosa relación que construyeron lenta y cuidadosamente.

-Esa es otra ventaja -dijo Yoongi-. Celebraremos nuestro cuarto aniversario en una casa mucho más bonita, haremos el amor en nuestra cama nueva, te haré el desayuno sin temor a que me explote la estufa y te daré muchos mimos para que te sientas contento mientras nos adaptamos.

-Gracias, Yoonie -una lágrima de felicidad rodó por su mejilla y se abrazó con fuerza a su esposo.

-Gracias a ti, por hacer esto conmigo. Y perdóname por lo repentino de la decisión...

-Está bien -escondió su rostro en el pecho cálido de su amado-. Contigo hasta el fin del mundo.

- ¿Dormimos?

-Sí -Jimin los cubrió a ambos con las mantas y se abrazaron buscando más que simple calor para mitigar el frío del invierno entrante.

Jimin buscaba esa protección que necesitaba en ese momento de vulnerabilidad.

Odiaba los cambios así de rápidos, pero tener consigo a su esposo para darle la mano mientras atravesaban juntos el proceso de la mudanza, le daba un soporte sólido para evitar desbordarse.

No es que Jimin jamás se haya mudado. Lo ha hecho cinco veces desde que se fue de casa de sus padres, pero nunca le ha gustado, sobre todo porque las últimas tres veces se marchó de forma repentina y con poco tiempo de anticipación.

La quinta vez que se mudó, fue hace un año, con Yoongi. Al salir de la escuela, tenían poco dinero por ser a penas pasantes, pero ansiaban vivir juntos y casarse por fin. Una vez que se mudaron a ese pequeño y feo departamento, sus vidas habían cambiado mucho porque se estaban adaptando al otro por completo.

En secreto, odiaban cada parte del departamento. Las paredes de papel, los gemidos molestos de la vecina, las cucarachas interminables, la grasa que no podían remover de la estufa vieja, el polvo que se metía por todos lados, el estrecho espacio que tenían para cocinar, comer y dormir...

Yoongi empezó a buscar una nueva casa porque estaba harto de no poder tener suficiente paz y tranquilidad por los molestos vecinos. Y también porque notaba a Jimin demasiado molesto con todo lo que le rodeaba, se quejaba todo el tiempo de que los vecinos no fumigaban y, por ende, las cucarachas no se terminaban nunca aunque ellos dos se preocuparan por repelerlas. También se molestaba enormemente porque los trastes no cabían en la pequeña alacena, el refrigerador no funcionaba bien y congelaba en sobremanera los alimentos, el piso se ensuciaba demasiado rápido, había goteras...

La única parte de la casa que le agradaba era su habitación, y ni siquiera le convencía del todo porque todos los grillos se metían y le asustaba encontrarlos medio muertos en cada rincón, moviendo sus antenas y patitas para intentar salir de ahí.

La decisión fue tomada hace tan solo dos días, cuando Namjoon, el mejor amigo de Yoongi, le avisó sobre una oferta maravillosa de una casa en renta, a la cual le urgían un par de huéspedes como la linda pareja que eran Jimin y Yoongi. La renta era accesible, la ubicación era perfecta y, lo que más ilusionó a Yoongi, era el patio y el gran espacio que tendrían para por fin criar un minino adentro.

Por supuesto que aquello puso a Jimin muy ansioso e indeciso, tanto que por su mente pasaba la idea de quedarse en ese apestoso lugar y dejar que Yoongi se mudara solo mientras él asimilaba que tendría que irse. No podía conciliar el sueño desde que Yoongi le dio la noticia y, a tan solo dos días de mudarse, ya sentía el arrepentimiento invadirle el sentido común.

Pero, por otro lado, no podría ser capaz de quedarse en ese horrible departamento sólo porque no quería dormir sin Yoongi, ya estaba acostumbrado al aroma de su esposo durante las noches y dormir sin él sería no dormir en absoluto.

Por más miedo que tuviera, Yoongi era el único pilar que tuvo al principio para no rehusarse a la idea, pero tras la conversación tan dulce que tuvieron en la madrugada, Jimin pudo darse cuenta de que había motivos extras para aceptar el cambio, e incluso se sintió tonto porque ya había hecho esto tantas veces que no debería sentir ansiedad en absoluto.

Pero sentirse ansioso estaba bien, a fin de cuentas. Si canalizaba ese malestar en las cosas positivas y se enfocaba en empacar todo ordenadamente para no olvidar nada, y sobre todo si lo hacía con Yoongi, todo marcharía bien.

Después de todo, Jimin era resiliente ante cualquier situación, se había adaptado ya a muchos ambientes hostiles. Y aquella casa nueva era solo eso: un ambiente nuevo, con más luz, mejor ubicación, y lo mejor de todo, ya había lugar para agregar un michi a la familia.










[♥]








- ¿Estás listo?

-Ya casi -tomó una respiración profunda y miró la habitación vacía.

- ¿Quieres otros diez minutos de mimos en nuestra habitación antes de irnos?

-Por favor -soltó el aire retenido y se volteó para abrazar fuerte a Yoongi.

Empezó a llorar de nostalgia. A penas habían llamado a Namjoon para que les ayudara con su mudanza y Jimin ya estaba entrando en una crisis nerviosa.

-Todo saldrá bien -Yoongi lo arrulló entre sus brazos y besó sus mejillas repetidamente.

-Lo sé, perdón por ponerme sentimental -sorbió su nariz y apretó fuerte sus brazos alrededor de su esposo.

-Está bien, yo también me siento algo nostálgico, pero si sirve de algo, me siento muy feliz porque ya quiero estrenar nuestra nueva cama.

-Me encanta que uses el sexo como incentivo para que no me arrepienta.

- ¿De qué hablas? Yo me refería a dormir, ese colchón nuevo es perfecto para mis problemas lumbares -dijo Yoongi con una voz seria, pero al mismo tiempo bajó sus manos y con ambas apretó el trasero de Jimin.

-Por supuesto, y yo ya estoy ansioso por sentarme en el nuevo sillón a ver televisión todo el día -contestó sarcásticamente, luego suspiró y se abrazó al cuello de su esposo para besarlo como respuesta a los cariños que este le hacía en su trasero.

Luego, se unieron en un apasionado beso, bastante húmedo y deseoso. Casi de inmediato, se excitaron y comenzaron a frotar sus caderas mutuamente, costumbre que ya tenían bastante arraigada y no era de extrañar que Jimin gimiera y se apegara tanto a la pelvis de su marido, que a veces llegaba en sus pantalones por la pura y exquisita sensación del frote.

Ya que Yoongi conocía bien ese hábito, tuvo que parar porque Namjoon no tardaba en llegar.

-Prometo que en cuanto lleguemos a casa y estemos solos, te haré el amor con todas mis fuerzas -dijo Yoongi mientras se separaba de su hombre. Tomó sus manos y besó nudillo por nudillo, siendo respondido con una linda sonrisa de mejillas enrojecidas por la excitación.

-Larguémonos antes de que me arrepienta -exhaló con fuerza para despabilarse del calor que su cuerpo emanaba y concentrarse mejor en la mudanza.

-Así me gusta -Yoongi le guiñó un ojo y ambos salieron de la habitación vacía, apagaron la luz y subieron las escaleras, pues el departamento estaba nivelado de manera que la habitación de ambos quedaba en un sótano habitable y arriba estaban la cocina y el comedor, casi puestos uno sobre otro.

Sí, era bastante pequeño para ellos, ahora Jimin lo lograba ver de forma más clara y sus manos cosquilleaban nerviosamente por la emoción que sentía de decirle adiós a esa caja de zapatos que llamaban "casa".

Cuando Namjoon y Seokjin llegaron con la camioneta, Yoongi y Jimin se apresuraron a cargar las cajas con sus pertenencias, que no eran muchas a comparación de las que tendrían en su apartamento nuevo. Ahí solo habían dejado la vieja cama que compraron en un bazar al mudarse, no significaba nada de valor para ellos, así que la dejaron como ofrenda para los huéspedes anteriores.

Para cuando todas las cajas y objetos frágiles envueltos estuvieron a bordo del vehículo, Jimin ya estaba exhausto y además un poco triste.

Yoongi notó su semblante decaído al mirar por última vez la casa, así que les pidió a la pareja Kim unos minutos más antes de partir a su nuevo hogar.

-Ya todo está listo, mi amor -susurró directo en su cuello mientras le abrazaba por la espalda, sosteniéndolo suavemente como solo él sabía.

-Vámonos -suspiró y su voz se tornó pesada, obviando el llanto que quería ocultar.

Yoongi sonrió de ternura y le dio un suave apretón con todo su cuerpo, aspirando su dulce aroma y llenando a Jimin de toda la seguridad que necesitaba sentir.

-Todo saldrá bien -Yoongi había repetido esa frase desde que tomaron la decisión, pero por primera vez Jimin se lo creía, así que se volteó y, aun con lágrimas en los ojos, sonrió hacia su marido y asintió con su cabeza.

-Todo saldrá bien -le contestó y plantó un suave beso en los delgados labios de su amor.

- ¿Estás listo?

-Sí -sonrió genuinamente, sus mejillas estaban teñidas de rojo.

-Entonces despidámonos de este lugar -dijo Yoongi apretándole las manitos-. No todo fue malo mientras vivíamos aquí. Este departamento fue testigo de nuestro primer año casados, aquí estuvimos después de nuestra pequeña boda e hicimos el amor como esposos por primera vez esa noche, aquí tuvimos nuestras primeras peleas, resolvimos tantas cosas, crecimos juntos, aprendimos a amarnos mejor aunque fuera demasiado pequeño. Hay que agradecerle por darnos techo durante este primer año tan difícil para ambos.

-Gracias, feo departamento -rió Jimin, volteando hacia la puerta abierta del pequeño lugar-. Sin tu precio tan barato no hubiéramos podido sobrevivir en nuestro primer año como adultos independientes.

-Gracias, feo departamento -continuó Yoongi-, porque aquí aprendimos a tolerar nuestros malos hábitos y los de nuestros molestos vecinos. Y gracias por ser pequeño, porque así la distancia entre nosotros era casi nula al movernos en tu estrecho interior. Y estar muy cerca de Jiminnie es lo mejor que me pudo pasar en la vida.

-Gracias, feo departamento -siguió Jimin, tomando una larga respiración-, no te voy a extrañar por lo apestoso y difícil que fuiste, pero sí atesoraré por siempre todos los recuerdos bonitos que formé con mi esposo aquí.

-Espero que no se moleste porque lo llamamos "feo departamento" -susurró Yoongi, como si las paredes pudieran escucharlo.

-Él sabe que es feo, apestoso e indiscreto -contestó Jimin.

Su corazón se sintió mucho más tranquilo luego de haber pronunciado aquellas ridículas palabras, pues aunque sonaban tontas, era lo que necesitaba decir para desprenderse por completo de ese lugar.

Ya no había vuelta atrás, aquello le daba miedo, pero Yoongi le había dicho que todo el mundo le tenía miedo a los cambios, así que no lo pensó más y se dio la vuelta, dándole un último vistazo al lugar y sonriendo con nostalgia.

Se subieron en la parte trasera de la camioneta, Seokjin iba de copiloto y hablaba mucho sobre lo feliz que estaba de que consiguieran un lugar tan bonito.

Jimin no conocía mucho a Seokjin, puesto que Namjoon acababa de emparejarse con él, pero aunque le parecía bastante parlanchín y a veces molesto, le agradecía por hacerlo sonreír cuando más nervioso se sentía.

-... Y esperen a ver las lindas cortinas que les compramos -dijo Seokjin-. Lucirán espléndidas en cualquier parte de la casa donde prefieran colocarlas.

-Gracias, Jin -le contestó Yoongi-. Significa mucho para nosotros recibir ese apoyo de tu parte.

-De nuestra parte -recalcó Seokjin, tomando la mano libre de Namjoon y mirando a la pareja de atrás con una linda sonrisa.

-Y supongo que harán fiesta de open house -comentó Namjoon, correspondiendo al mismo tiempo el cariño de su novio.

-Realmente no -respondió Jimin con cierto nerviosismo-. No me gustan las fiestas ni mucha gente dentro de mi casa. Creo que con una reunión pequeña estará bien, sólo los amigos más cercanos y la familia.

-También es una buena opción -dijo Namjoon-. Supongo que invitarán a Hobi, Kookie y Tae solamente.

-Y a mi mamá -agregó Yoongi-, está muy emocionada por el cambio de casa, dijo que viajaría desde Daegu para prepararnos una linda cena de bienvenida.

- ¿Y tus padres, Jimin? -Preguntó Seokjin.

Jimin se sintió incómodo y desvió su mirada hacia el camino.

-No hablo con mi familia desde hace un año -contestó con la amargura en su voz.

- ¿Por qué? -Preguntó sorprendido.

-No hagas preguntas incómodas, Jinnie -le regañó Namjoon.

-Está bien -suspiró Jimin-. No hay que negar lo que mi familia es.

Seokjin se quedó mirando con cierta intriga, esperando una respuesta más concreta, pero ante el silencio incómodo, Yoongi fue quien respondió:

-Fanáticos religiosos y, por ende, homofóbicos a morir.

-Lo siento tanto, Jiminnie -compadeció Seokjin.

-Está bien, realmente no me importa tanto, solo me molesta que sigan creyendo que Yoongi es solo un capricho y que pronto se me pasará y tomaré "el buen camino" después.

-Pero eso nunca pasará, Yoongi y su agua de calzón fueron más efectivos que las expectativas de tus padres.

- ¡Quedamos que eso era un secreto, Namjoon! -Gritó Yoongi, abrazando apenado a Jimin.

-Creí que fue mi agua de calzón lo que hizo que te quedaras conmigo -bromeó Jimin y le correspondió el cariño a su esposo, entonces todos comenzaron a reír desenfrenadamente y el asunto incómodo quedó olvidado.








[♥]








-Explíqueme de nuevo el problema, señorita -Yoongi intentó mantener la calma al teléfono, no quería alertar a Jimin y mucho menos comportarse grosero.

-El camión que debía llevarle sus muebles tomó una ruta equivocada ya que en la oficina se ingresó un número incorrecto de unidad habitacional, y debido a que se rebasó el horario de entrega por la lejanía de la ubicación, los muebles se regresaron a la bodega para ser entregados mañana. Lo siento mucho, señor Min.

- ¿Y no podemos ir a recogerlos nosotros mismos en este momento?

-Me temo que no, la bodega cerró temprano por ser domingo, no podemos hacer nada mas que llevarle los muebles a primera hora el día de mañana, pero para redimir el error se le hará un descuento del cincuenta por ciento a cada mueble que compró y la entrega e instalación corren por nuestra cuenta. Lamentamos mucho el incoveniente, se solucionará lo más pronto posible.

-De acuerdo, pero si no tengo mis muebles mañana temprano, reportaré el problema con su supervisor y no voy a ser nada amable con mis palabras. ¿Sabe que mi esposo tendrá una crisis nerviosa por esto? Por algo se le pidió que fuera exacto con su hora de llegada, esto estaba planeado desde hace días.

-Discúlpeme nuevamente, señor Min, pero como le dije no puedo hacer más debido a que ya se cerró la bodega y los choferes se han ido a sus casas.

-A primera hora mañana o habrá consecuencias -dictó Yoongi con voz severa y colgó el teléfono.

Estaba bastante frustrado, pues seguro a Jimin no le gustaría para nada la noticia.

Salió al patio delantero, donde Jimin exploraba con sumo cuidado cada rincón para asegurarse de que la casa fuera segura y no hubieran rastros de alguna plaga peligrosa.

-Cariño -le llamó con calma-, tengo dos noticias, una buena y una mala.

Jimin, a penas escuchó a su esposo, comenzó a ponerse ansioso.

-Sabía que algo malo pasaría -apretó los dientes y se hizo pequeño en la pequeña silla colgante del patio.

-Corazón, deja que te cuente primero, ¿sí?

Jimin estaba inmutable, pero por dentro era todo un caos, podía presentir cualquier cosa caótica en ese momento y no había nada dentro de sí que pudiera calmarlo, solo Yoongi podía hacer que su ansiedad bajara.

-Mi amor -se hincó frente a Jimin y tocó con suavidad sus rodillas-, la mala notica es que el cargamento de los muebles se equivocó de ubicación y no podrán traer los muebles hasta mañana.

La respuesta fue inminente, los ojos se le cristalizaron y empezó a llorar a la vez que se hiperventilaba y su rostro se ponía rojo.

-Pero la buena noticia -Yoongi intentó sonreír-, es que mañana mismo nos traerán todo, a primera hora.

-Detesto las mudanzas -Jimin ni siquiera le escuchó, estaba molesto-. Siempre me pasa algo malo cuando me mudo, siempre, Yoongi. Se pierden o quiebran cosas importantes, nada está a la hora que debe de estar, la gente de las mudanzas se porta grosera y descuidada, las cosas a veces no caben, las casas resultan defectuosas...

-Hey, Jiminnie, mírame -atrajo las manos tensas de Jimin hacia él-. Nunca habrá una mudanza perfecta, es algo que sé muy bien.

-Quisiera que por una vez no pasara nada malo cuando me mudo. Seguramente la casa tiene montones de defectos escondidos, ya encontré un hormiguero, seguramente también habrá arañas por ahí o cucarachas...

-Minnie -Yoongi se estaba frustrando, pues Jimin no era capaz de ver más allá de las cosas malas-, escúchame, por favor.

Le rogó con la mirada y con esa voz que siempre usaba para ayudarlo a entrar en razón. Jimin se dio cuenta de que estaba sobrepensando las cosas y se sintió culpable.

Yoongi estaba intentando hacerlo sentir mejor y su actitud no ayudaba para nada. Así que destensó su cuerpo y permitió a los dedos de su esposo entrelazarse con los propios. Aquello era la luz verde para que Yoongi hablara.

-Las cosas no siempre van a salir como esperamos -explicó mientras se sentaba junto a Jimin en la ancha silla que se columpiaba-. Este tipo de cosas pasan todo el tiempo, pero tú mas que nadie sabe que hay solución y además podemos adaptarnos. ¿Recuerdas cuando te mudaste a esa casa de asistencia con esa señora molesta?

-Era una bruja -sonrió Jimin al recordar-. La odiaba con mi alma.

-Pero te adaptaste a vivir ahí aunque la odiaras. Supiste manejar perfectamente la situación con ella aunque te tratara mal. ¿Y recuerdas cuando te mudaste a ese barrio donde el transporte público era una mierda?

-Es definitivamente la peor ubicación que he elegido.

-Pero lograste graduarte de la escuela aún viviendo en esa espantosa colina, fue difícil porque tenías que levantarte más temprano, pero lo lograste porque tu objetivo era quedarte ahí hasta terminar la universidad y luego poder mudarte conmigo. ¿Y recuerdas cuando nos mudamos juntos?

-Fue la mejor decisión que he tomado en mi vida -sonrió orgulloso-. Aunque mis padres me odiaron y dejaron de mandarme dinero, fue una hermosa decisión.

-Y aunque vivimos por un año en ese asqueroso departamento, aprendimos a darle nuestro toque hogareño y arreglamos todo lo que pudimos arreglar.

-Excepto por las cuarachas -puntuó Jimin, sintiendo escalofríos de solo recordar a los asquerosos bichos.

-Excepto por las cucarachas -afirmó Yoongi-, pero lo lograste todas esas veces, lo logramos juntos la primera vez y ahora lo lograremos de nuevo. Solamente fue un retraso, no pasa nada si dormimos sobre mantas en el suelo, tenemos suficientes para no morir de frío. Y no pasa nada si hallaste un hormiguero, podremos fumigar. Y tampoco importa si hay goteras, las arreglamos...

-Está bien, ya entendí -puso en blanco sus ojos y sonrió al sentirse un poco tonto y culpable-. Perdón por exagerar.

-No pasa nada, yo te entiendo -le abrazó por los hombros-. Sé que no ha sido fácil para ti, pero quiero que sepas que estoy contigo y si te pones ansioso mil veces mientras nos adaptamos, esas mil veces estaré para sostenerte.

-No quiero ser una carga, Yoongi -se apenó y bajó su mirada-. Desde que empezamos a ser novios has estado lidiando con mis problemas de ansiedad, no es justo...

-Tal vez no lo sepas, pero has avanzado un montón desde que te conozco. Al principio te preocupabas por todo y hasta te sentías ineficiente por cualquier cosa pequeña, pero ahora te veo mucho más confiado que antes, más valiente, más decidido.

- ¿De veras crees que he avanzado? -Sonrió ruborizado.

-Sí, mi amor. Tan solo mira qué tan lejos has llegado, ya tienes tu primer empleo y eres independiente, te casaste conmigo aún con tus padres estando en contra, te teñiste el pelo de color rosa e ignoraste por completo las críticas de otros sobre tu aspecto físico. Te tatuaste esa bella mariposa en el pecho, empezaste a usar colores más atrevidos en tu ropa, expresas mucho más fácilmente tus sentimientos, tienes más confianza en ti mismo. Si eso no es crecer como persona, entonces que me corten la lengua.

-Tienes razón. Ya no soy el de antes, supongo que sí puedo sobrellevar este cambio.

-Claro que puedes -le miró con orgullo y besó su frente-. Claro que podemos, porque yo también estoy ansioso y bastante molesto por lo de los muebles. Pero lo único que podemos hacer ahora, es esperar y enfocarnos en desempacar. ¿Qué te parece?

-Está bien -suspiró con tranquilidad y se levantó de la silla-. Vamos adentro, al menos podemos usar la parrilla eléctrica para cocinar ramen.

Yoongi le siguió el paso hasta la cocina.

La casa era amplia y bonita, con una sala de tamaño perfecto para reunir a sus poquitos amigos a una tarde de juegos de mesa y cervezas. La cocina también era perfecta, pues tenía alacenas de madera barnizada, dándole un aspecto bastante rústico y además la casa ya tenía un comedor de seis sillas y mesa de madera oscura.

Sacaron la parrilla de la caja, la limpiaron un poco y destaparon los platos de ramen para cocinarlos en una de las pequeñas ollas que poseían. Mientras los fideos se cocinaban lentamente, Jimin abría caja por caja y Yoongi le ayudaba a sacar las cosas más importantes, como las mantas y los productos de higiene personal.

Por suerte, la casa tenía una buena calefacción y ambos pudieron sacarse los zapatos para andar tranquilamente sin miedo a resfriarse, explorando y buscando dónde pondría cada quien sus cosas.

Habían acordado ocupar cada uno una habitación por separado y dormir juntos todas las noches en la habitación que fuera, pues a ambos les gustaba tener su espacio personal donde poner sus discos, libros, juguetes y cosas coleccionables que a veces no se podían mezclar con las de el otro. Eran felices con esa idea.

Una vez los fideos estuvieron listos, Jimin les puso el condimento y los sirvió en los platos recién sacados de la caja de trastes. Se sentaron en medio de la sala vacía, completamente rodeados de silencio. Comieron tranquilamente, sentados en los cojines cómodos y hablaron con mucha emoción sobre dónde colocarían los muebles, la televisión nueva, la cama del gato que querían adoptar, los floreros, las figuritas extrañas que a Jimin le gustaba coleccionar, el cuadro que Namjoon pintó para ellos, las cortinas que Seokjin escogió...

La ansiedad de Jimin por lo sucedido se había aminorado y eso le permitió acomodarse con tranquilidad aunque la casa le siguiera pareciendo un tanto tenebrosa y extraña.

Cuando finalizaron su cena, comieron como postre unos vasitos de fruta que Seokjin les compró antes de retirarse. Ambos, Yoongi y Jimin, estaban ansiosos por quedarse solos en casa, por ello fue que despidieron a la pareja Kim rápidamente con el pretexto de que saldrían solos a comer algo antes de que llegaran los muebles. Rieron malvadamente y prometieron llamarlos en cuanto la casa estuviera lista para una reunión con amigos.

La casa estaba perfectamente cálida, la noche había caído y ambos estaban agotados de un día entero limpiando, desempacando y buscando cualquier desperfecto que necesitara arreglo inmediato.

Jimin descubrió que todo estaba perfectamente bien, salvo lo del hormiguero.

-Todo saldrá bien -dijo Yoongi mientras se recostaba junto a Jimin.

Habían descubierto entre las cajas un colchón inflable que no sabían que tenían, así que la noche sin muebles sería más llevadera.

-Gracias por elegir esta casa -se acurrucó cariñosamente en el pecho de su esposo-. Tienes razón, nos merecemos estar en un lugar bonito como este.

-Si ya nos dejaran adoptar legalmente a un bebé, te diría que es perfecta para tener una familia.

-No importa, ya somos una familia -lo abrazó con dulzura y, cuidadosamente, se trepó en Yoongi aun con las mantas encima.

-Y es todo lo que necesito para ser feliz -Yoongi, con su siempre tierna sonrisa y la delicadeza que caracterizaba a sus manos, atrajo a Jimin hacia un dulce y amoroso beso, logrando que de esa forma sus cuerpos quedaran conectados en todo punto posible, siendo bendecidos por el calor de las suaves mantas y el de sus cuerpos que empezaban a excitarse por tal cercanía.

El abrazo amalgamado que empezó con ternura, se transformó en un bien intencionado ritmo de roces, un vaivén de caderas, leguas curiosas, respiraciones agitadas y manos deseosas de tocar directamente la piel caliente del otro.

Debajo de las cálidas y esponjosas mantas, sus sexos se frotaban entre sí, provocándoles dulces gemidos que morían entre cada húmedo roce de sus bocas y, poco a poco, fueron despojándose de la parte inferior de sus pijamas. Entonces la calidez de piel con piel les hizo jadear de satisfacción. Aún con sus ojos cerados, sabían perfectamente lo que estaban haciendo. Jimin disfrutaba del sexo con Yoongi incluso si no había penetración durante el acto, pues con el simple hecho de amarse habiendo roces sexuales de por medio, él era feliz.

Sus cuerpos se abrazaban en la parte superior mientras que abajo, Jimin tomaba el control con el vaivén de su pelvis tan habilidosa, desnuda e irresistible para el instinto de Yoongi, quien solo se dejaba hacer. Disfrutó cada momento de la bella intromisión de Jimin por debajo de su ropa. Le encantaba la forma en que Jimin apretaba sus pezones y besaba su blanquecino cuello, mientras hallaba el punto perfecto donde sus sexos se unían y hacía la presión exacta para complacer a su esposo.

Jimin estaba frenético con sus acciones, amaba el cuerpo de Yoongi tanto como amaba el propio y por ello no quería perderse de nada. Desde su pelvis moviéndose en exquisitos círculos, hasta su lengua explorando las partes más sensibles del cuello de su hombre, todo aquello lo hacía para expresarle cuánto lo amaba y lo agradecido que estaba de tenerlo en su vida, y además el placer de su piel contra la suya era indescriptiblemente único. Cálido, excitante, protector y lleno de amor.

Gimió bastante agudo, su orgasmo estaba en puerta pero intentó retenerlo porque le gustaba que Yoongi llegara primero, así que bajó una mano para apretar la base de su pene mientras se frotaba con más fuerza sobre Yoongi, haciéndolo por fin estallar y manchar el níveo abdomen de su tibia esencia.

Luego fue su turno. Se aferró a los castaños cabellos de su esposo, afirmó sus rodillas en el colchón inflable y dejó ir sus caderas de forma bestial y urgente. Yoongi, por su parte, le apretaba el lindo trasero desnudo para ayudarle a sentir más placer, dejando sus manos bien marcadas en ambos glúteos. Jimin escondió su enrojecido rostro en aquel cuello y dejó su orgasmo salir violentamente sobre Yoongi.

Agitados y más que satisfechos, dejaron que sus cuerpos se calmaran en la misma posición. Una vez los corazones volvieron a latir con ritmo normal, limpiaron su desastre de fluidos y se acomodaron nuevamente en el colchón, cubiertos hasta arriba con las suaves mantas y mirándose con amor y somnolencia.

El "te amo" sobraba y el "gracias" también, puesto que con solo mirarse sabían que estaban en el lugar correcto.

No importaba si era en un apartamento pequeño y desastroso o en la casa más lujosa del mundo, juntos era el lugar ideal para vivir.








[♥]








A primera hora, los muebles ya estaban en casa y, como fue prometido, fue barato y todo salió a la perfección.

Jimin estaba más que emocionado acomodando la nueva cama, alisando las sábanas nuevas, moviendo cada mueble para dejarlo en el lugar perfecto. Afuera, Yoongi cortaba la hierba con las tijeras de jardinero y esperaba pacientemente a que su esposo le llamara, pues Jimin insistió en que quería acomodar todo por sí mismo y sorprenderlo con su gran habilidad para ordenar interiores.

Luego de cortar la yerba y guardarla en una bolsa que iría a la basura, Yoongi se sentó en la silla colgante a descansar un poco.

Mientras miraba con asombro su nuevo vecindario, un pequeño amiguito se cruzó en el panorama y rápidamente supo que era el momento perfecto para hacer aquello.

-Ven, bishito bishito~ -le llamó con una linda sonrisa y el gato negro de ojos amarillos se acercó con gran confianza.

Claramente el animalito estaba descuidado, pues estaba flaco y su pelo áspero denotaba que provenía de la calle y probablemente dormía en lugares poco sanos. Por suerte no se veían garrapatas o pulgas, así que Yoongi tuvo la confianza de tocarlo.

-Le encantarás a Jimin -con cuidado, lo tomó con ambas manos. El gatito ronroneó instantáneamente al ser acariciado, aunque se tensó un poco cuando Yoongi lo metió a la casa.

- ¡Te dije que esperaras a que te llamara! -Gritó Jimin mientras acomodaba el último detalle de la casa: el cuadro de Namjoon.

-Lo siento -sonrió Yoongi-, pero quería presentarte a nuestro nuevo amiguito.

Jimin, emocionado y sonriente, dejó el cuadro en el sillón y corrió a ver al bello gatito que se restregaba contra la mano de Yoongi.

-Es amiguita -dijo Jimin al revisar bien al minino-. Parece ser que se enamoró de ti, de una vez dile que eres mío y además soy celoso.

-Tendrás que compartirme con ella -bromeó Yoongi-. O tal vez el que se ponga celoso seré yo, porque no creas que no noto el brillo en tus ojos.

- ¿Puedo...? -Jimin extendió sus manos.

-Adelante -Yoongi le cedió a la gatita y Jimin sintió su corazón inflarse de felicidad.

- ¿Cómo te llamaré, bella princesa?

-Tiene cara de que se llama Valentina. ¿Qué te parece?

- ¿Qué clase de nombre es ese? -Rió Jimin mientras acariciaba a la gatita.

-Uno extranjero, pero me gusta.

-Bueno, Valentina será. Parece que debemos hacer mucho por ti, pequeña.

-Vayamos al súpermercado por nuestra despensa y de paso le compramos arena y comida -sugirió Yoongi, acercándose a acariciar a la gatita junto con Jimin.

Ambos se sonrieron, estando de acuerdo en aquella idea mientras acariciaban al nuevo miembro de su familia.

Eran tan felices.








[♥]








Con el paso de los días, Jimin se sintió más familiarizado con la casa. Fue difícil conciliar el sueño los primeros días porque cualquier sombra extraña o ruido diferente le hacía exaltarse y despertaba a mitad de la noche, buscando a Yoongi entre las sábanas y se acurrucaba en busca de un abrazo protector.

Pero todo fue adquiriendo un tono más alegre mientras su rutina se iba ajustando. Los horarios del trabajo, las horas de hacer la comida, los roles de limpieza, el cuidado de Valentina...

Valentina era tan indispensable para ellos desde que llegó, su principal prioridad era que ella estuviera sana y, como primera acción para cuidar de ella, la esterilizaron, vacunaron y todos los días alguno de los dos cepillaba su brillante pelaje.

Jimin se sentía cada vez más feliz de tener esa pequeña familia. Ya podía llamar a esa casa, un verdadero hogar.

Su hombre y su gato eran lo único que necesitaba para reponerse después de un largo día de trabajo. Lo mismo era para Yoongi.

Y gracias al espacio nuevo y más grande, desarrollaron nuevas formas de amarse y, con el pasar de los meses, cada rincón de la casa tenía asignado uno o varios recuerdos eróticos que los involucraba a ambos.

Sí, eran tan felices.










[♥]




Esto es una proyección de una experiencia real, porque las mudanzas me producen mucho malestar, más aún siendo un adulto joven experimentando por primera vez la absoluta independencia.

Esta es mi sexta mudanza. Ya lo he hecho tantas veces que debería estar acostumbrada, pero no es así porque la mudanza significa para mí cierta inestabilidad, pero a fin de cuentas así es la vida cuando tus padres dejan de sostenerte, es parte de crecer y, aunque estuve muy nerviosa y sensible cuando tomé esta decisión, ahora me siento mucho mejor escribiendo esto, compartiendo mis sentimientos contigo.

Gracias por leerme.

La próxima vez que escriba algo nuevo, será desde una casa que me inspire sentimientos más bonitos que la caja de zapatos que es (era) este feo departamento desde donde estoy redactando.

Gracias nuevamente, nos vemos en mi nueva casa.

Un abrazo,

AgustDina

15 de septiembre de 2019

2:17 a.m.

A 14 horas de mi mudanza.

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