Capítulo tres
Milo se encontraba sentado en la orilla de la cama mientras intentaba concentrar su mente en aquella lectura que terminaba siendo su escaparate del día a día que vivía en su casa.
Su tía Sasha paso a dejarle una apetitosa cena que constaba de algunos hot cakes con chispas de chocolate y una humeante taza de chocolate con bombones como tal y como siempre le había gustado.
Le dió la indicación de no bajar por ninguna circunstancia a la estancia, ella ya arreglaría esos problemas entre su padre y su madre.
A la par de este suceso, la primera en llegar fue Saori quien venía con un ligero color carmín en sus mejillas junto con una botella en mano acompañado de una sonrisa tonta que quizá ni recordaba como se llamaba.
- ¿Me puedes decir que son estás horas de llegar? - Cuestionó Sasha con molestia mirando a su hermana gemela.
- Mejor tú dime qué haces aquí. Esta no es tu casa.
- Sabes que siempre intervengo por el bien de Milo. Lo habían secuestrado y tuve que ir por el hasta del otro lado de la ciudad por qué no estás al pendiente de él.
- ¡Hay ya! - Exclamó Saori empujando con desde a su hermana para darse paso a uno de los sofás y poder sentarse, claramente su cabeza le daba vueltas después de los tragos que se tomó a causa de sus planes fallidos - Además, Milo ya está aquí. Ya puedes irte a tu pocilga.
- Eres un desgraciada - Le respondió con desdén - Ni tu propio hijo te importa.
- Ese mocoso solo lo tengo por qué siempre obtengo lo que quiero - Nuevamente le dió otro trago más a la botella que llevaba en sus manos - Además recuerda cómo fue que te quité a tu "interés amoroso"
Le susurró haciendo énfasis en esto último, Sasha no quería saber nada de ese día cuando en aquella fiesta de la escuela Saori arruinó toda esperanza de estar con Kardia.
- Quien diría que tuviste la osadía de aprovechar la reunión que hubo semanas antes de la graduación donde usaste la buena voluntad de Kardia estando ebrio. Es algo que jamás te perdonaré.
- ¿De que te quejas cariño? - Le preguntó con desdén - Ahorita ya tienes al pobre bueno para nada de Sísifo, deja de meterte en lo que no te importa.
Dicho esto Saori se dió paso justamente donde se encontraba Sasha, dando un ligero empujón sin importarle realmente la situación.
Sasha tomó su bolso que colgaba en el perchero, suspiró deseando que Milo estuviera en perfectas condiciones después de ver el estado en el que se encontraba Saori.
Lamentablemente ambas al nacer fueron separadas, Sasha siendo cuidada por su familia materna mientras que Saori le tocó irse a vivir con la familia paterna donde el abuelo Mitsumasa le daba todo a manos llenas sin importar que estuvieran criando a una niña caprichosa que sentía merecer el mundo solo por su linda cara.
Tomó la perilla de la puerta sin embargo no se imaginó que se encontrará con aquel hombre del que alguna vez se enamoró, había llegado ante su llamado.
- Sasha y mi hijo.
Preguntó con la respiración agitada, entro a la mansión para subir a la recámara de su hijo pero la voz de Sasha detuvo su andar.
- Después de dos semanas te vienes aparecer - Hablo molesta sin mirar de frente a Kardia - Milo está mejor, fui por él cuando una llamada a la policía nos alertó que se encontraba seguro en una librería, debo admitir que el joven que atendía el lugar trató muy bien a Milo en lo que llegaba.
- De verdad que no se que haría sin ti Sasha.
Halagó Kardia al escuchar que la tía de Milo siempre estaba al tanto de la situación con su hijo, sin embargo ese tiempo estaba por terminar.
- Será mejor que te acostumbres a que no te ayude siempre Kardia, quizá Saori tiene razón... Lo mejor será no entrometerme en sus vidas. Solo deseo que le des el amor que se merece a ese niño antes de que no lo puedas controlar. Por cierto, Saori viene en un estado alcohólico otra vez, no me sorprendería que algún día te traiga un amante.
Kardia estaba a punto de preguntarle algo más, sin embargo la puerta se cerró de inmediato dejándolo con la palabra en la boca.
Sin perder mas el tiempo, subió por las escaleras para poder encontrarse con su hijo, quien llevaba varios días sin poder verlo.
Al entrar a su habitación, Milo se encontraba colocando la charola sobre su mesa de madera que tenía frente a la enorme ventana que daba vista al patio principal de la casa.
- Milo...
- ¡Papá!
El pequeño corrió hasta los brazos de su padre quien lo esperaba ansioso en la puerta.
Ambos eran idénticos, con ese cabello alborotado azulado, mismo tono de piel y esa sonrisa que pareciera derretir hasta las personas más frías que pueda existir. Realmente Kardia se lamentaba no poder pasar tiempo con su hijo sin embargo el trabajo constante y las peleas sin sentido de Saori cada vez lograban que prefiriera no volver a casa.
- Siento dejarte pequeño. Me alegra que estés bien. Tu tía Sasha me dijo que te encontró en una librería ¿Es cierto?
- En realidad - Milo rompió ese emotivo abrazo y llevó a su papá hasta su colchón para que se pudiera sentar con el - Al salir de la escuela unos tipos me subieron a una camioneta blanca, sentí que el trayecto había sido largo, pero cuando llegamos a una gasolinera aproveche cuando ellos entraron a la tienda y yo me baje... Corrí con todas mis fuerzas tratando de esconderme y así pasé todo un día completo. Me quedé dormido en un callejón obscuro y a la mañana siguiente después del medio día llegué a un parque donde un pequeño niño lindo me ayudó, al parecer era hijo del joven bonito que atiende la librería.
El remordimiento por no cuidar a su hijo comenzaba atormentar la mente de Kardia, si él fuera un poco más atento su hijo no estuviera sufriendo constantemente.
Pero tambien buscaba ausentarse por qué discretamente ya estaba haciendo los trámites de divorcio para que de una vez por todas aleje a Saori de su vida, sin embargo aún le faltaba dar esos detalles con su abogado sobre los bienes que le corresponderían a cada quien.
Aunque esto aún no lo sabía su esposa, varias veces ya la había encontrado intercambiando mensajes comprometedores con varios sujetos que no conocía.
- Ya verás que todo saldrá bien Milo, solo dame tiempo y ten por seguro que ya no te dejaré por mucho tiempo.
- ¡Llévame a tu trabajo papá! - Exclamó Milo con entusiasmo esperando que su padre aceptara.
- Pero...
- Ándale papá por favor.
- Déjame pensarlo por favor.
Kardia se levantó de la cama y tomo la mano de su hijo para ayudarlo a recostarse y de una vez pudiera dormir. Necesitaba hablar con suma urgencia con Saori, después de aquel incidente del secuestro de Milo.
Sin saber que realmente quien estaba detrás de ese movimiento intencionado era de su misma esposa.
Poniendo en riesgo la vida de Milo a costa de obtener una jugosa cantidad de dinero para sus lujos y sus pertenencias personales.
- Si no me llevas a tu trabajo entonces cámbiame de escuela al otro lado de la ciudad, quiero tener nuevos cambios en mi vida.
- Estás demente... ¿Quien te recogería? - Cuestionó Kardia cobijando a su único hijo antes de retirarse.
- Claro que no, si tú no puedes ir por mi... Dile al joven lindo que atiende la librería que vaya por mi a la salida.
Kardia negó con su cabeza mientras se reía, si algo tenía su hijo es que sí era persistente en una decisión, no descansaría hasta que logrará su objetivo.
- Después vemos esa posibilidad, mejor descansa campeón.
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