Capítulo seis
Sus manos temblaban ligeramente mientras intentaba tomar esa taza humeante de café; era la tercera vez que se servía de la cafetera que tenía Seraphina en su oficina.
Camus y Milo se encontraban platicando mientras observaban los vídeos que reproducían del internet.
Dégel observó su reloj de mano para consultar la hora, en unos minutos estaría por llegar el señor Samaras.
- Milo, tu padre seguramente no tardará en llegar espero que tengas todo listo en tu mochila.
- ¡Lo tengo todo señor Dégel! - Exclamó entusiasmado el pequeño Samaras - Además ya guardé los libros que me recomendó para la escuela.
- Aún no puedo creer que te falle mucho las matemáticas, pero si un día necesitas ayuda con gusto te puedo enseñar los temas que has reprobado.
- La verdad es que nadie se sienta hacer tarea conmigo - Se quedó callado unos momentos con la mirada en el suelo - Por eso respondo lo que creo conveniente - Añadió con una cálida sonrisa, hasta en eso Milo había heredado esos mismos gestos de su padre.
Dégel dejó por un momento a Milo y a su hijo frente a la pantalla de la computadora para comenzar a tomar los letreros donde anunciaban que el local se encontraba fuera de servicio.
Aunque en esos escasos momentos no se percató de la llegada de imprevisto de un hombre alto, cabellos azules alborotados y sobre todo portando un traje de color azul marino que abrió la puerta de par en par como un loco desquiciado gritando como si su vida dependiera de ello.
- ¡Milo te he dicho mil veces que no quiero que te metas en problemas! - Exclamó el contrario caminando con pasos firmes hasta donde se encontraba su hijo a lado del otro adorable niño.
Pero Kardia solo miraba fijamente a su hijo quien se escondió detrás del pequeño Camus.
- Pero... - Interrumpió Camus - Él solo viene aquí por qué se siente muy solo.
Fue en ese momento que Kardia detuvo su andar frente a ese niño, esa mirada le recordó a alguien, el carácter y el cabello era muy similar a...
- Espero que tengas una buena escusa para llegar de esa manera tan irrespetuosa al local donde trabajo.
Esa voz hizo que Kardia desviará su mirada para su derecha, ahí estaba cruzado de brazos a quien jamás creía volver a ver.
En esos escasos segundos se olvidó totalmente de su hijo.
Sus recuerdos comenzaron a inundar su mente, desde el día que se conocieron hasta aquella noche de la fiesta.
La última vez que logró saber algo de él fue cuando le comentaron que Dégel era muy cercano a Defteros.
- No puedo creerlo - Susurró asombrado - ¿Eres tú Dégel?
- ¿Se conocen? - Cuestionó Milo observando las reacciones de su padre ante Dégel, tal parecía que ambos intentaban observarse desde los pies hasta la cabeza memorizado cada rasgo.
- ¡Pero claro que lo conozco! - Exclamó Kardia entusiasmado - Dégel iba conmigo en la escuela... Antes de casarse con Defteros - Aunque esto último lo susurró con molestia, al menos el joven de cabellos verdes no logró escuchar del todo.
- Nadie quiere recordar ese momento penoso de tu vida Kardia - Añadió Dégel intentando no perder el control, la presencia de aquel que alguna vez quiso comenzaba a incomodarlo - Puedes llevarte a Milo, pero una cosa si te digo, es la primera y última vez que veo a Milo tan descuidado de tu parte, no puedo creer que te des el lujo de tener todo y no seas capaz de darle un poco de tiempo a tu hijo.
Camus y Milo observaban aquella pequeña molestia y rivalidad entre sus progenitores, pero no entiendían del todo.
Kardia se percató de aquella curiosidad por querer saber más, colocó sus manos sobre los hombros de los niños para pedirles un favor.
- ¿Me pueden dar una oportunidad de hablar con el joven Dégel? Hay ciertos puntos que debo aclarar. Es más tengan... - Kardia sacó de su cartera un par de billetes de una denominación media y le entregó una a cada quien.
- Pero papá, ayer me diste mi gasto de esta semana - Contestó Milo observando más dinero en sus manos.
- Vayan con mi chofer que los lleve a la tienda que está en la esquina mientras yo hablo con Dégel por favor.
- Pero...
Kardia le dió un pequeño guiño a su retoño haciéndole entender que necesitaba un tiempo a solas, aunque para esto Milo sabía a la perfección que su padre necesitaba un poco de privacidad.
No era la primera vez que se lo pedía, cuando el señor Samaras necesitaba tratar con los clientes, bastaba una seña de Kardia para que Milo lo dejara por unos momentos.
- ¡Vamos Camus, mi papá nos dió mucho dinero para gastar!
El pequeño Samaras tomó la mano de Camus para poder salir de la librería y buscar al chófer de su familia mientras dejaba a su padre a solas con Dégel.
- ¿Sobornaste a mi hijo?
- Tampoco es para tanto Dégel, no encontraba manera alguna para poder hablar a solas contigo - Respondió Kardia pasando su mano sobre el mostrador del local.
Dégel cerró sus párpados, no sabía cómo comenzar aquella plática con Kardia después de algunos años de no volver a encontrarse... Hasta ahora.
No negaba que había cambiado en demasía, el cuerpo de Kardia ahora se veía con mayor masa muscular a diferencia de estos largos años pero esa mirada intimidante y sobre todo seductora seguía latente cómo lo recordaba.
- Mejor deberías darle tiempo a tu hijo que lo necesita demasiado.
- Mi situación es un poco complicada - Kardia se fue acercando lentamente, sobre el mostrador colocó sus dedos a manera de querer tocar la mano de Dégel pero al sentir un objeto sobre el dedo del contrario lo detuvo totalmente.
Al bajar la mirada se dió cuenta que Dégel portaba su anillo de bodas en el dedo anular.
Ante esto Kardia chasqueó la lengua molesto, situación que no pasó desapercibida por Dégel.
- Lo mejor será que mantengas tu distancia, no quiero problemas con Saori - Expresó Degel retirando su mano del mostrador.
- Por ello no te preocupes, mejor dime cómo está el buen Defteros.
Cuando escuchó el nombre de su pareja no pudo evitar sentirse vulnerable, aún era un suceso que le costaba asimilar.
- Kardia...
- Mejor asi está bien, no quiero que Defteros venga y me diga que deje en paz a su lindo esposo - Kardia estuvo por darse la media vuelta dispuesto a salir de la librería pero las palabras de Dégel lo dejaron sin aliento.
- Mi Defteros murió en un accidente unos cuantos años atrás.
- ¿Qué? - Cuestionó con asombro - Pero... ¿Sabes Dégel? Lo siento mucho de verdad yo no sabía que el papá de tu hijo ya no se encontraba aquí.
- Descuida, ese suceso fue repentino que hasta la fecha me duele recordar. Mi pequeña familia solo es Camus y yo.
Kardia se acercó para tomar la mano de Dégel, aunque esté se mostró primero un poco tímido a los pocos segundos accedió. Tenía demasiado tiempo que no experimentaba un pequeño roce desde la partida de su esposo.
- Yo no quería incomodar en esa situación, no sabía que Defteros...
- Fue un accidente, cuando Camus tenía dos años mi Def sufrió un accidente en la carretera. El auto se quedó sin frenos justo cuando se atravesó un enorme trailer, partir de ese día cuido de Camus yo solo.
- Entiendo... Lo lamento mucho.
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