Capítulo cinco

Dégel dejó caer aquella tarjeta al suelo, sus manos aún ligeramente temblaban después de leer que efectivamente el padre de Milo era nada menos que aquel primer amor por el cual suspiró cuando era un joven enamorado.

- ¿Tu padre se llama Kardia Samaras?

- Si, aunque es difícil que tenga tiempo para mí - Milo comenzó a jugar con sus dedos con la mirada en el suelo - Dice que tiene demasiado trabajo.

- Ese no es motivo para que te descuide de esa forma Milo... - Dégel se quedó callado unos momentos, aún no sabía si marcar a ese número que venía marcado en la tarjeta.

Exhaló lentamente intentando calmar sus nervios, se acomodó los anteojos y se acercó al mostrador donde se encontraba Seraphina para pedirle un enorme favor.

- Señorita ¿Me puede apoyar marcando a este número que viene en la tarjeta?

La joven de cabellos plateados tomó la tarjeta entre sus manos para leer detenidamente a quien se dirige esa llamada.

- ¿Kardia Samaras?

- Es el papá del niño que entró con Camus. Hay que avisarle que su hijo está aquí, ya que por lo visto el niño llego solo.

Respondió Dégel intentando sonar lo más tranquilo posible, aunque en el fondo se debatía internamente si mostrarse ante Kardia ó hacerse simplemente a un lado.

- Nos puede meter en un gran problema, si sigue viniendo este niño sin avisar querrán echarnos la culpa como secuestro.

Seraphina tomó el teléfono que tenía cerca del área de cajas y comenzó a marcar ese número de la tarjeta.
Al principio tenía que soportar una canción que la mantenía en espera, después pasó a ser atendida por la voz de una mujer.

- Inmuebles y Asociados Samaras ¿En qué le podemos ayudar?

Esa voz le atendió, Seraphina se presentó con educación ya que suponía que aquella mujer se trataba de alguna secretaria de esa empresa.

- Buenas tardes, hablamos de la librería del señor García ¿Pudiera ser tan amable de comunicarme directamente con el señor Kardia Samaras?

- El señor Samaras está en una junta importante y no lo puedo interrumpir. Por el momento no requerimos los servicios de una librería, gracias.

La joven que atendía la llamada de Seraphina estaba a punto de colgar pero ella nuevamente tomó la palabra.

- No estoy llamando por ofrecer los servicios de la prestigiosa librería de mi padre... ¡Estoy intentando localizar a Kardia por qué su hijo llegó a mi negocio por si solo!

Exclamó molesta a punto de perder la paciencia ante aquella mujer que atendía su llamada; Dégel enarcó una ceja al ver por primera vez a Seraphina cambiar ese semblante serio y pacífico que la caracterizaba.

- De acuerdo, espéreme unos momentos en la línea.

Nuevamente le colocaron ese molesto sonido de espera, al menos había logrado que la comunicaran con el señor Kardia Samaras para que fuera por su hijo. Lo que menos quería Seraphina era meterse en problemas y que estos se llevarán su negocio de la librería.

Si bien el niño era el menos culpable, sus padres realmente son los responsables del bienestar de Milo.

Una voz grave, demandante que hace estremecer de tan solo escuchar se hizo presente en el teléfono.

- Dígame en qué le puedo ayudar...

Seraphina tomó nuevamente la llamada - ¿Es usted el señor Kardia Samaras?

- Así es, en qué le puedo servir.

- Seré breve, necesito que venga de inmediato a mi librería por qué su hijo está aquí. Llego por si solo, así que le pido de la manera más atenta que lo recoja por qué en un par de horas cerraré mi negocio.

Solo se pudo escuchar del otro lado de la línea como el señor Samaras perdía la razón maldiciendo su mala suerte. Desde la mañana pasó a dejar a su hijo a la escuela como los demás padres de familia lo hacen con sus hijos.
Milo tenía la orden de tomar el autobús escolar que lo llevara de regreso a casa y ahí el ama de llaves lo cuidaría hasta su regreso.

Pero no fue así, a su querido hijo mini Samaras decidió llegar de nuevo a la librería dónde Sasha había ido a recogerlo.
Se llevó una mano a su rostro irritado por la situación debatiéndose internamente por qué dentro de la sala de juntas llevaba a cabo una reunión con unos inversionistas mientras que por otra tenía que ir por Milo por qué le ocasionaba demasiadas travesuras.

- Por favor deme su dirección y en seguida iré por mi hijo. Haré todo lo posible por qué esto no suceda de nuevo.

Seraphina le dió la dirección de su librería, mientras Dégel escuchaba que efectivamente irían por Milo.
Al menos tenía la certeza que en una hora pasaría a retirarse lo cual significaba que Kardia y él no cruzarían sus caminos de nuevo.

- Listo Dégel - Terminó la llamada y Seraphina colocó de nuevo el teléfono en su lugar - Dice el señor Samaras que vendrá por su hijo, quizá demore unas dos horas debido a la distancia sumando también el tráfico del día a día.

- Entonces... ¿Ya me puedo pasar a retirar en mi hora de salida? - Cuestionó Dégel esperando que la situaciones estuviera a su favor.

- Ohh Dégel - Seraphina mostró un rostro con preocupación - Siento no avisarte pero requiero que te quedes hasta que sea la hora del cierre, tengo una reunión con el dueño de otro local y si acepta abriremos otra sucursal. ¿Puedes apoyarme con eso?

Ahí estaba la respuesta a su temor, era lo que menos deseaba en esos momentos.

Mirar a Kardia de nuevo...

- Yo - Se quedó callado unos momentos - No te preocupes yo me encargo del tiempo que resta en este lugar.

- Te lo agradezco Dégel - La joven de cabellos plateados tomó su bolso que se encontraba frente a la computadora - Nos vemos mañana, sin falta te pagaré el tiempo extra... gracias.

Mientras la dueña de la librería salía del local, Milo se acercó a Dégel tirando de su saco - Joven Dégel... ¿Mi papá vendrá por mi?

- Eso quiero imaginar.

- Espero que sea él quien venga, regularmente cuando deben recogerme de algún lugar mandan al chófer de la familia, también en ocasiones lo hace mi tía Sasha.

Respondió desmotivado, Dégel se dió cuenta de esta situación, se agachó lentamente hasta quedar a la misma altura que él.

- Milo ¿Te sientes muy solo?

- Si, nadie me hace caso en casa.

Esto hizo que en el corazón de Dégel sintiera un enorme hueco, conocía a Kardia desde que asistían a la escuela juntos pero jamás se hubiera imaginado que fuera demasiado irresponsable con su hijo.

Si él tenía que hablar con Kardia esa situación, por supuesto que lo haría, por el bien de su hijo.

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